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1. Obras del destino

Tal vez nunca se separaron, tal vez cuando parecía que lo habían hecho, en realidad una parte de cada uno sí se quedó con el otro, y habían vivido con esa parte del contrario todos estos años, y por eso ahora se sentían tan cercanos. O tal vez ese sentimiento cuando estuvieron juntos de niños era tan fuerte que ninguno había logrado sacarlo nunca de sus cabezas y corazones.
(Stolihaksi)

* * *

[Cuatro años después]

Cuatro años habían pasado desde el cumpleaños dieciséis de Magnus. Desde que dos bebés fueran abandonados en Pequeños Ángeles y Bianca tuviera que ir de emergencia porque uno de ellos no respiraba.

Cuatro años desde que Alec e Isabelle dejaran la casa de Magnus porque Jace llamó, ¡Maryse estaba embarazada!

Cuatro años desde que Alec gritara ¡TE QUIERO!, dos palabras que se quedarían para siempre en el corazón de Magnus. De su príncipe, con el que la vida todavía no le concedía su "Vivieron felices por siempre!".

* * *

Maryse estaba embarazada y cuando Robert se enteró, le impidió seguir con los planes de divorcio.

Le rogó, a su manera, y le prometió cambiar su actitud hacia ella y sus hijos, ya no tendría preferencias entre los tres, Jace, Izzy, y Alec serían igual para él.

Maryse le creyó.

Maryse no supo que Robert amenazó a Alec, para que nunca más viera a Magnus, diciendo que su mamá y el bebé sufrirían las consecuencias.

Alec no se lo dijo a nadie. Ni a Izzy. Ella creció creyendo que Alec había dejado de querer a Magnus.

Maryse dio a luz a un varón.

A cambio de arruinarle la vida, Robert permitió a Alec nombrar al niño.

* * *

Los dos bebés abandonados en Pequeños Ángeles eran tan diferentes entre sí, pero un examen médico comprobó que eran hermanos biológicos.

Uno de ellos, el que no podía respirar, con unos enormes ojos azules, piel pálida, y cabello oscuro. (A Magnus le recordaba a Alec).

El otro con una piel un poco más oscura, cabello y ojos marrones.

Ellos ahora tenían cuatro años. Magnus había rogado a Alice para que lo dejaran ponerles nombre.

Max, el de los ojos azules, en honor a un personaje literario que él y Alec amaban. Y Rafael el otro pequeño.

Magnus tenía ya veinte años. Había terminado su carrera en pedagogía y daba ahora clases en Pequeños Ángeles.

* * *

Alec tenía diecinueve, iba de la mano de un pequeño de tres años, llamado Max -él y Magnus tuvieron la misma idea y usaron el mismo nombre-.

Estaban llegando a la cafetería Süsser (Dulzura) cuando Max se soltó de él y corrió directamente al área de los postres, sus pasos todavía algo tambaleantes. -¡Aleg, Aleg! -empezó a gritar, señalando un pastel de chocolate.

Alec no pudo evitar sonreír a su hermanito y a los recuerdos.

Se acercó a él, sin perderlo de vista, no notando al hombre que se tensó junto al niño al escucharlo llamar a su hermano mayor.

No fue hasta que estuvo a su lado, que escuchó las vocecitas infantiles en el altavoz del teléfono del hombre: -¿Magus? ¿Magus estás?

Oh dios.

Alec sintió sus ojos llenarse de lágrimas.

No podía ser él. De todas las cafeterías de la ciudad, no podían encontrarse hoy aquí, justo hoy. El día de su cumpleaños.

Magus, feliz cumple! -un coro infantil sonaba en el teléfono del hombre.

Alec se giró lentamente y, por supuesto, los ojos verde dorado estaban ahí. El hombre que él amaba desde que se conocieron una noche de tormenta, a quien había dado su pequeño corazón y nunca, a pesar de todo, se lo pediría de vuelta.



CONTINUARÁ...

Empezando la tercera y última parte, gracias por seguir aquí ❤

Pueden ir pensando si hay algún extra que quieran de las primeras dos partes y decirme :3

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