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ℳ𝒶́𝓈 𝓉𝒾ℯ𝓂𝓅ℴ ♡

Al día siguiente Jihoon se despertó y no encontró a SeungCheol a su lado. Habían platicado hasta altas horas de la noche, llorando y confesado de a poco lo que habían hecho durante esos años de separación.

Jihoon lloró con tanta intensidad cuando SeungCheol le confesó cosas muy difíciles durante su proceso de recuperación.

Pero también lloró cuando le dijo que el médico Joshua había logrado sanar tantas heridas en ese pequeño que se resguardaba en el interior del mayor.

Jihoon se sorprendió y saltó de alegría cuando SeungCheol le dijo orgulloso que se había vuelto un profesor de preescolar. Están tan emocionado que repartió cientos de besos en el rostro del mayor.

SeungCheol abrazó a Jihoon y esperó hasta que él blanquecino cerrara sus ojos, dando toques suaves sobre su frente y besándola tiernamente. Su nariz estaba roja y sus pequeños ojos eran aún más pequeños por lo hinchados que estaban. Lo admiró por un tiempo desconocido y le repitió tantas veces que lo amaba y que lo había extrañado demasiado, era él y un pequeño que dormía entre sus brazos en un habitación tan silenciosa y oscura, iluminada por la tenue luz de la luna, así hasta que sus ojos se cerraron y ambos dormían cómodamente.

Jihoon había olvidado pedirle su número de celular en medio de tanta emoción, pero su corazón se tranquilizó cuando encontró una pequeña nota sobre el sofá. La nota le recordaba que lo amaba y que pronto volvería.

El bajito se encontraba frente aquel hospital que le pertenecía a Joshua, sus ojos brillaban al ver el enorme edificio con tantos enfermeros y psicólogos saliendo y entrando, al igual que tantos pacientes con distintos sentimientos en sus rostros. No sé comparaba a aquella pequeña clínica donde asistía SeungCheol al principio.

Entró con nervios y emoción al mismo tiempo, sus ojos admiraron esas paredes blancas con distintas puertas con sus respectivos letreros.

— ¿Lee Jihoon? — Inquirió Joshua felizmente.

El blanquecino se volvió hacia el dueño de esa voz y sonrió al verlo — Doctor Joshua — Pronunció y extendió el brazo para poder saludar con un apretón de manos.

— ¿Así que comienzas hoy? — Le dijo, una sonrisa esbozada en su rostro al ver a aquel chiquillo que alguna vez fue de preparatoria, tan cambiado. No solo físicamente, Jihoon había cambiado en tantos aspectos, había sanado al igual que el mayor.

— Aún no, el correo que recibí me notificó que tenía que venir a firmar unos papeles — Joshua asintió a su respuesta. Jihoon observó como el mayor se volvía hacia una enfermera y le murmuró algunas cosas. La enfermera asintió y se alejó.

— Ven a mi oficina.

Jihoon se encontraba dentro de una espaciosa oficina con decoración sencilla, el olor a madera podía percibirse al momento de abrir la puerta. Ahora era tan intenso y relajante al estar sentado frente a uno de los más grandes psicólogos que Corea tenía.

La enfermera con la que Joshua había hablado anteriormente llegó y le entregó un carpeta y volvió a desaparecer. Joshua se la entregó a Jihoon, después de explicarle el contenido de aquella carpeta, Jihoon firmó sin pensarlo dos veces.

Después de firmar el contrato Joshua le hizo algunas preguntas, pero el medico no respondió las de Jihoon.

El blanquecino lo entendió de inmediato, Joshua no era el indicado de ventilar una vida que no le pertenecía. Solo pudo limitarse a responder una de ellas con un: Te sorprenderás Jihoon, SeungCheol realmente lo hizo muy bien.

Al salir del consultorio una sonrisa permanecía esbozada en su rostro, cerró la puerta y se volvió para regresar a casa, pero su corazón dio un vuelco al encontrarse con un oso.

Una persona estaba disfrazada con un enorme disfraz de oso, tan acolchonado y suavecito. Jihoon lo miró de pies a cabeza y sonrió confundido, se esperó un momento pero aquél oso no se movía y no hablaba. Así que lo evitó.

Salió del hospital y comenzó a caminar con risueño. Estaba enamorado. Ahora podía admirar a su alrededor de distinta manera, pensando en SeungCheol, en sus ojos, en sus labios, en su bello corazón y que lo tenía a su lado; extendió sus brazos como un niño, dejando que la sutil corriente de viento chocara en su rostro, encantado de estar de vuelta.

Jihoon volvió su rostro hacia distintos lados y nuevamente su corazón dio un vuelco cuando encontró el oso detrás de él. Se detuvo en seco y aquella persona bajo el disfraz también lo hizo. Las cejas de Jihoon se fruncieron y comenzó a caminar más rápido y no sabía si estaba imaginándolo, pero aquél oso también apresuró su paso.

Las miradas de las personas estaban sobre ambos. Sobre un chico de piel pálida y baja estatura que estaba huyendo de un adorable y gran oso café.

Jihoon se metió a un supermercado tratando de perder a aquel sujeto, pero sus ojos se ensancharon cuando notó que el enorme oso también había entrado a la tienda. Soltó un suspiro de alivio cuando el oso fue detenido por el guardia de seguridad, así que caminó tranquilamente por los pasillos. Aprovechando su visita, compraría algunas cosas para preparar la cena para SeungCheol.

Caminó lentamente en el pasillo de frutas y verduras, tomó una calabaza entre sus manos dándole suaves golpecitos y casi la deja caer cuando observó al oso a su lado. Jihoon suprimió un grito aterrador y huyó. Salió del supermercado sin comprar nada, se apresuró a llegar a su casa y cuando la visualizó a lo lejos, su corazón comenzaba a tranquilizarse. Abrió la puerta  y la cerro con rapidez. Estando detrás de ella pudo soltar un gran suspiro, llevó la mano hasta su pecho e hizo varios ejercicios de respiración para controlarse.

— ¿ Qué diablos le pasaba a ese oso? — Inquirió para si mismo. Dejando su bolso a un lado para subir a su habitación y ponerse un conjunto de ropa cómoda. No dio un solo paso cuando el timbre de la casa sonó.

El bajito miró por el orificio de la puerta y pudo observar a aquél oso parado de espaldas; un escalofrío recorrió su cuerpo desde las puntas de los dedos de sus pies hasta cada cabello, erizando su piel por completo.

— Ok, ya me asusté ¿Qué es lo que quiere?

El bajito abrió la puerta con miedo, solo una pequeña abertura para asomar la parte superior de su rostro — ¿Qué qui-eres? — Inquirió con voz temblorosa. Quería aparentar que nada pasaba, pero su voz se quebró después de la primera palabra.

— ¿Eres Lee Jihoon?

— ¡No! — Respondió apresurado, negándose a decir la verdad. Estaba confundido y tenía miedo. En su mente solo podía rondar las palabras: niégalo todo.

— ¿seguro?

— Seguro, yo no soy Jihoon.

— Ya veo, entonces tendré que ir a buscar al amor de mi vida.

El blanquecino frunció su ceño confundido, parpadeó un par de veces antes de preguntar con temor —¿Seung...Cheol? — Aquél oso no respondió y comenzó a sacar algo del bolsillo del gran disfraz.

Jihoon seguía protegido detrás de la puerta, observando como aquél oso sacaba con dificultad un celular que no podía sostener correctamente entre sus grandes y acolchonadas manos. Después de unos momentos logró sacarlo, pero comenzó a murmurar por lo bajo al darse cuenta que no podía desbloquear el aparato. Después de batallar y sacarse una patita de oso, sostuvo el celular correctamente y le mostró la pantalla a Jihoon.

Un gran confesión comenzaba a mostrarse en la pantalla del celular, las palabras pasaban como un pequeño anuncio en el celular.

Los ojos de Jihoon temblaron al leer la primera oración.

Mi corazón ha esperado por ti tantos años…

Jihoon abrió la puerta por completo y se paró frente al oso.

Y no dejaré que te vayas nunca más, ahora yo te protegeré Jihoonie y te amaré como tú me has amado desde que éramos niños, como yo te he amado desde que éramos niños…

Los ojos de Jihoon comenzaban a cristalizarse, su corazón estaba a punto de colapsar, inconscientemente llevo su mano derecha hasta su pecho, como si lo estuviese sosteniendo.

No te pediré que seas mi novio…

El rostro de Jihoon aún seguía afectado por tantas lágrimas que derramó sobre la madrugada, pero su rostro en estos momentos no tenía comparación.

¿QUIERES SER MI ESPOSO?

Al leer esa pregunta su corazón no dio para más, sus emociones no lo soportaron y Jihoon colapsó, cayó de rodillas agarrando su pecho, abrazándose a si mismo, envuelto en lágrimas de felicidad.

El oso también se arrodilló y lo abrazó, lo abrazó con tantas fuerzas y al mismo tiempo tan delicado, acarició la espalda del blanquecino dándole consuelo, así fue por un tiempo hasta que ambos en el suelo se reincorporaron. El oso se deshizo de su cabeza, revelando a aquel chico de pestañas largas y arqueadas con una delgada capa de sudor, sus cabellos desordenados y un camino de sutiles lágrimas recorriendo sus mejillas.

— ¿Te quieres casar conmigo? — Está vez fue con su propia voz, con aquella voz que Jihoon esperó escuchar por tantos años, así, segura, dispuesta a ser liberada de aquellos labios con total firmeza.

Jihoon miró a SeungCheol, sus ojos destellaban y al mismo tiempo temblaban, esperando una respuesta.

— No quiero volver a estar sin ti — Pronunció Jihoon con voz suave — Mi Cheolie, yo… yo quiero estar todo el tiempo que me resta de vida a tu lado.

Las comisuras de los labios de SeungCheol se elevaron en una sonrisa, sus ojos llenos de lágrimas y torpemente comenzó a buscar nuevamente es el bolsillo del disfraz, encontrando aquella pequeña caja de color negro, abriéndola para revelar un delgado y reluciente anillo, un pequeño diamante lo adornaba magníficamente. Jihoon negó incontables veces sin poder creer lo que estaba sucediendo. Cuando aquel anillo deslizó por su dedo anular, su corazón explotó de felicidad y tomó los labios de SeungCheol en un apasionado beso.

No tenían que esperar más tiempo, ellos se conocían desde pequeños, podría decirse que de toda la vida, sin que se percataran del momento se enamoraron de la manera más pura que podría existir en el mundo. No necesitaban comenzar por un noviazgo, eso ya no era suficiente para esas dos almas que habían pasado por tanto en esta vida.

Momentos difíciles, felices, inolvidables y desgarradores, ellos ya habían vivido tantas cosas, una separación fue un dolor atroz y sin misericordia, pero los volvió más fuertes, más decididos.

Seguros de querer estar juntos no solo en esta vida, sino en todas las que pudiesen existir.

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