Capítulo 4: Lo inevitable
Alan se despertó al día siguiente de la discusión con Jonah como si tuviera resaca. Había dormido más de dice horas seguidas, cosa muy poco habitual en él. Giró la cabeza y observó la ventana: la luz grisácea asomaba entre las cortinas anunciando un día desapacible. La soledad que le acompañaba volvió a inundarle. La puerta sonó, se levantó de la cama con una ligera sonrisa pensando que Serena podía estar detrás de ese pedazo de madera oscuro. Alan estaba enfadado con ella, seguía enfadado con ella, después de ocultarle por casi un año la existencia de Hazel, y por haberle abandonado aquel día en su habitación. Corrió hacia la puerta para abrirla, pero detrás de ella solo encontró al detestable Jonah.
—¿Ahora qué quieres? —preguntó Alan molesto.
—Solo vengo a decirte algo que debes saber de Serena. —Hizo una ligera pausa y luego siguió hablando —. Ella fue prostituta. Así que, posiblemente, Hazel no sea tu hija —comentó Jonah, metiendo el dedo en la herida abierta.
—¿Por qué me cuentas esto ahora? —cuestionó Alan confuso.
—Porque mereces saberlo. Ya me puedo ir. —Jonah salió del edificio en menos de veinte segundos.
Alan continuó mirando el pasillo del edificio, pero sabía que no le estaba prestando atención, sino que estaba en shock. Su mente comenzó a vagar. Lo que acababa de contarle Jonah cambiaba muchas cosas. Tenía que hablar con Serena de inmediato. Ella había estado mintiéndole todo este tiempo y viéndole la cara de estúpido, diciendo que Hazel era su hija. Sin embargo, ahora sabía toda la verdad.
Serena y Marla estaban acostadas en el colchón de la vieja cama de Serena; contemplando a Hazel. La niña estaba entre los brazos de Marla, acurrucada sobre su pecho. Despacio, Serena levantó la cobija de Hello Kitty sobre sus hombros, besando delicadamente su cabello anaranjado y sonriendo con satisfacción.
—Bueno... creo que se durmió —le dijo Marla bajito.
Serena quería contarle a su amiga algo que le preocupaba, pero no sabía como sacar el tema. Hasta que logró reunir valor y soltarlo así sin mas.
—Marla, ¿te acuerdas cuando decidí irme a vivir a Las Vegas? —le preguntó, estirando el cuello para mirarla, Marla asintió con su cabeza —. Me fuí para huir de Alan, eso esta claro; pero también porque alguien intentó abusar de mí —confesó con vergüenza, casi lloraba.
—¿Qué? —preguntó Marla sorprendida —. ¿Pero...lo logró?
—No —dijo con una sonrisa casi inexistente.
Marla le acarició la mano; aliviada. Quería preguntar si conocía al que intentó dañarla, pero entendía que no era momento de preguntar nada, solo de darle consuelo.
—Pero creo que lo maté. —Serena empezó a sollozar —. Le pegué con una roca para defenderme, y lo dejé inconsciente.
—Serena, mírame. Esto no se lo puedes contar a nadie, a nadie, ¿me entendiste? —sentenció Marla.
Serena estaba muy afligida. Presionó las yemas de sus dedos contra sus ojos mientras apartaba esos recuerdos. Asintió con su cabeza, dándole a conocer a su amiga que no se lo contaría a nadie. Su pequeña conversación fue interrumpida por los gritos de Alan afuera del apartamento, sobresaltando a la pequeña Hazel, que al escucharlos se había despertado llorando. Marla y Serena se miraron. Serena caminó hacia la puerta y la abrió.
—¿Cómo te atreves a venir a mi casa de esta manera? —indagó Serena, enojada. Ya se le estaba agotando la paciencia con aquel tipo.
—¡Me mentiste! —le gritó Alan.
—No sé a qué te refieres —ella negó con la cabeza.
—Lo sabes perfectamente. Hazel no ed mi hija, fuiste prostituta, ya se toda la verdad —declaró Alan más dolido de lo que imaginó.
La mano derecha de Serena se estrelló contra su mejilla tan fuerte que su rostro se fue hacia un lado.
—¡Eres un idiota!
—Quiero la prueba de paternidad —masculló Alan sin inmutarse.
Los ojos de Serena se anegaron en lágrimas, y aunque intentó no llorar, no lo pudo evitar.
Alan llevaba dos horas sentado en la misma silla, pero no le importaba tanto cuanto tiempo debía seguir allí, porque necesitaba ese resultado mas que nunca. Él y Serena habían ido juntos a hacer el examen de paternidad, lo habían hecho de sangre, para estar cien por ciento seguros del resultado.
—¿Señor Cook? —salió una señora con un sobre azul en la mano. Serena se había marchado con Hazel hacía una hora.
—Soy yo —Alan se levantó de la silla.
—Aquí tiene —le entregó el sobre con los ansiados resultados.
Alan lo tomó entre sus manos temblorosas, era el momento de la verdad. Poco a poco lo abrió sacando una hoja de papel blanca donde se podía leer:
DNA Solutions:
Private and Confidential.
Alan Cook
734 7th Ave, New York, NY 10019, Estados Unidos.
21 de Noviembre de 2021
Reference number: 243502
Sample reference Relationship Status
Alan Cook. Father Positive 99,9 %
Hazel Rice. Daughter. DNA Analized
Era oficial, Hazel, la pequeña pelirroja era su hija. Ya no podía seguir negándolo. De inmediato llamó a su madre y su padre, tenían qur saber de la existencia de su nieta, su madre ya lo sabía, pero su padre aún no. Deslizó el dedo índice por la pantalla de su móvil y buscó entre sus contactos a su madre. Tres timbres y salió la contestadora, seguro estaba ocupada con algún casi. En viste de que no respondían, se subió a su carro con la sonrisa más grande que tenía y se dirigió a casa de sus progenitores.
Doce minutos después ya estaba aparcando el carro enfrente de la mansión de sus padres. Alan comprobó en el incípido reloj de la pared del recibidor que ya eran pasadas las dos de la tarde. Caminó hacia el despacho de su padre pero no lo encontró allí. Con prisa hechó a andar hacia el comedor, encontrando a sus padres sentados a la mesa del comedor lleno de papeles hasta arriba.
—Mamá, papá —los saludó —. Les tengo una sorpresa.
De su chaqueta sacó el sobre con los resultados de ADN, sus padres habían dejado de prestarle atención a los papeles para mirarlo a él.
—Tienen una nieta, se llama Hazel y tiene casi un año.
Su padre, Oliver, lo miró sonriente, y su madre se ajustó los lentes en el puente de la nariz.
—¡Felicidades, hijo! —exclamó su padre, abrazándolo.
—Tenemos que pedir la custodia de la niña. Esa mujer te la ocultó durante mucho tiempo —dijo su madre, Cassidy —. Ya tengo listos los papeles.
Abrió una carpeta y sacó los nombrados papeles. Alan reprimió un suspiro. Lo único que quería era hacerse cargo de su hija y pasar mucho tiempo con ella. No tenía ninguna intención de quitarle la niña a Serena, él no era así. El tiempo diría lo que era mejor para Hazel.
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