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66. Mi pequeña locurita

Lunes 14 de Agosto de 2023

Meses después

– Tengo mucho calor Ferrán - Rebeca se lleva la mano a la cara y hace como que se abanica.

- Es que hace calor mi niña. Pero, hay que andar, que lo ha dicho la ginecóloga -Rebeca se agarra a mi brazo y parece que tengo que tirar de ella de lo pesada que se encuentra. 

- Odio andar -en su boca se forma una mueca de disgusto que a mi me parece muy graciosa.

- Lo sé.

- Y odio el calor.

- También lo sé.

- ¿Me compras un helado? -miro a Rebeca la cual se muerde los labios y junta sus manos en un ruego.

- Vale, te compro un helado.

- Ay, si es que eres el mejor del mundo -Rebeca se cuelga de mi cuello y roza mis labios unos segundos. Vuelve a agarrarse de mi brazo y seguimos caminando en dirección a la heladería del barrio

Rebeca ha llevado el embarazo muy bien, aunque últimamente le duele mucho la espalda y hay muchas cosas que le cuesta hacer. Se queja poco. Aunque cuando se trata de antojos, de eso si que no se queja. Los donuts, las mandarinas (pero de las fuertes) y los pepinillos en vinagre a cualquier hora, esos son sus antojos principales. Y yo como buen novio y futuro padre, le doy todos los caprichos. 

La miro mientras llegamos a la heladería y se apoya en el mostrador mordiéndose los labios eligiendo el sabor del helado. Está tan bonita embarazada. Hace poco se cortó el pelo por los hombros. Estuvimos de vacaciones en el sur de Francia con Vanessa, Lucas, Gema, Alex y la pequeña Alejandra. A Pau no le apeteció venirse, porque el plan de parejitas no le convencía, según él. Desde lo de Verona pasa de todo, menos de nosotros. Es raro el día que no aparece por nuestra casa y acaba quedándose a dormir y todo. Lo de mi amiga le ha afectado más de lo que él quiere admitir.

- ¿De qué sabor lo quieres Ferrán? -Rebeca se quita las gafas de sol y se las pone encima de la cabeza. Me acerco a ella y deslizo mis brazos por su cintura para ver por encima de su hombro los sabores.

- Cereza y chocolate -le respondo- ¿y tú?

- Trufa y coco.

Le pedimos los dos helados a la camarera y después de ponernos los cucuruchos, le pago y nos los vamos comiendo de regreso a casa. Me quedo mirando como su lengua saborea el helado y como toda la boca se le llena de chocolate.

- ¿Qué me miras tanto Ferrán?

- Lo guapa que estás embarazada.

- Anda ya. Si estoy hecha un tonelillo. Dentro de poco no voy a poder tirar de mi cuerpo.

- Pues yo te llevo, tú tranquila. Y estás preciosa, mi niña.

- Por cierto cariño, tenemos que decidirnos ya por el nombre, que va a nacer y todavía no lo hemos elegido -me recuerda ella. Y si, somos unos descastados porque aún no sabemos como se va a llamar la manzanita. 

- A mi me sigue gustando Aura.

- Y a mi Vera.

- Pues pongamosle, Aura Vera.

- Va a ser que no -me dice ella categórica- bueno mira, cuando llegue el momento lo decidimos y ya está.

- Lo que tú digas, preciosa madre de mi hija y amor de mi vida. 

Terminamos de comernos el helado y llegamos a casa. En cuanto entramos por la puerta Rebeca se quita el vestido quedándose en sujetador y bragas y a mi ya me tiene babeando. Les da una patada a las sandalias y sale por la puerta del jardín.

- Me voy a la piscina, me muero de calor -Rebeca llega hasta allí y se va metiendo lentamente en el agua mientras yo la miro desde el marco de la puerta. Menos mal que tenemos todo esto lleno rodeado de árboles, porque le falta poco para quitarse la ropa y bañarse desnuda.

- ¿Vienes o qué Ferrán?

Me quito las zapatillas y la camiseta. Me bajo la cremallera del pantalón y voy caminando hacia la piscina. Me fijo que Rebeca se ha quedado parada en el centro y me mira con mala cara.

- ¿Te pasa algo? -le pregunto algo preocupado.

- No lo sé. He sentido como una punzada en la barriga.

-Anda, ven aquí.

Rebeca viene muy despacio y le cojo la mano ayudándola a salir. Le pongo la mano en la barriga y ella empieza a respirar algo más deprisa.

- ¿Te encuentras bien Rebeca?

- Si, no...bueno no lo sé Ferrán, es que me siento muy rara.

- Anda, te traigo una toalla y nos vamos dentro.

- Vale.

Rebeca se queda en el sol y yo voy hacia el mueble que hay al lado de la piscina. Abro una de las puertas y cojo una toalla. Llego hacia ella y la veo mirar hacia abajo con los ojos muy abiertos. Se muerde los labios y tiene las lágrimas a punto de salir de sus ojos.

- ¿Qué te pasa?

- Ferrán, que creo que he roto la bolsa. Mira el suelo.

Bajo la vista hacia donde ella me dice y veo que hay un enorme charco de agua medio espeso. Voy subiendo lentamente mi mirada y veo que por las piernas le va bajando más agua y no es de la piscina. Trago saliva con fuerza y cojo aire intentando no ponerme nervioso.

- Pues como que nos vamos al hospital, Rebeca .

Martes 15 de Agosto de 2023

Al día siguiente

No puedo explicar muy bien que se siente al tener a tu hija en tus brazos. Son miles de sensaciones a cada cual más intensa. Es la necesidad de querer protegerla toda la vida, el sentir un amor infinito, el querer reír y llorar a la vez. Vera ha venido al mundo hace unas cuantas horas. La enfermera nos preguntó el nombre cuando Rebeca empezó a estar de parto, y yo fui quien se lo dijo dejándola a ella descolocada. Después de todo lo que estaba pasando, mi hija tenía que llevar el nombre escogido por su madre. Mi hija. Dios, la tengo en mis brazos y aún no me la creo.

- Es una pequeña Rebeca -dice mi madre mirando con orgullo a su pequeña nieta.

- Lo que yo quería mamá. Un clon de su madre.

- Es preciosa hijo mío -mi madre le da un beso en la frente a mi pequeña y luego otro a mi en la mejilla. Alzo mis ojos para ver como Rebeca nos mira a los dos con una ternura infinita mientras Amaia está sentada al lado de su tía.

- Tan bonita como su madre -le digo yo guiñándole un ojo a mi mujer. Porque si, aunque todavía no estemos casados, ella ya es mi mujer. Dejó de ser mi novia desde el puto día que me dijo que si se casaba conmigo.

- El nombre es muy bonito -Noemi se acerca a nosotros y acaricia la frente de su pequeña sobrina.

-Lo eligió tu hermana -le respondo. Vera empieza a protestar y a abrir y cerrar mucho la boca.

- Tiene hambre Ferrán -me dice Rebeca.

Amaia se aparta del lado de su tía y le deja espacio para que pueda ponerle al bebé en sus brazos y pueda darle de comer. Es cogerla y llevarle la teta a la boca y mi hija se engancha a su pecho como si no hubiera un mañana. Le doy un beso en la frente a Rebeca y ella gira su cabeza cruzando su mirada conmigo.

- Te quiero, mi niña.

- Y yo a ti.

Rebeca está cansada. Se le nota muchísimo. Pero es normal. Tantas horas de parto, tantos nervios... Mi mujer es una valiente y estoy muy orgulloso de ella y de lo que hemos creado. Miro embobado a mi pequeña y luego a mi Rebeca. Ella gira su cabeza y nuestros ojos se miran.

- Ya tienes aquí a tu Pequeñita locurita. 

Domingo 24 de Diciembre de 2023

Casi cuatro meses después

Granada

Termino de ponerle a Vera el pantalón de punto mientras ella me mira y me sonríe. Le hago cosquillas en la barriga y sus carcajadas resuenan en toda la habitación. 

- Eres una brujilla, pero una brujilla. Y no me saques la lengua que te tiro un bocao -Vera me saca su pequeña lenguecilla mientras yo empiezo a darle besos por el cuello y ella se retuerce de la risa.

- ¿Necesitas ayuda? -Ferrán aparece por el dormitorio mirándonos a las dos muy sonriente. Cojo a Vera en brazos y me acerco a él para dársela.

- Cojela que termine de ponerme las zapatillas. Le he puesto tu body favorito.

- ¿Cómo le queda?

- Mírala tu mismo.

Ferrán coge a nuestra hija y le sube un poquito el jersey mientras la pequeña se pone a darle palmadas en la cara mientras balbucea. Esta niña siente verdadera adoración por su padre. Es verlo y se vuelve loca.

- Hola peque. Estas guapísima con lo que te ha puesto mamá. Y ella también está muy guapa. Si está noche no te despiertas mucho luego le voy a echar un polvo.

- ¡Ferrán! - chasqueo mi lengua mientras lo miro y él me hace una mueca.

- He encendido la chimenea.

Termino de ponerme las zapatillas y me levanto de la cama. Voy hacia Ferrán y rozo sus labios con los míos unos segundos. Vera me coge de los mofletes y acerca su boca a mi cara para chupármela.

- Estas muy guapa, mi niña.

- Tú también estás muy guapo.

Ferrán acerca sus labios a mi mejilla y me besa. Ambos nos miramos diciéndonos todo con esa mirada. Le agarro de la mano y salimos de nuestro dormitorio para ir al comedor. Este año la Nochebuena es muy diferente a la del año pasado y al del otro.

Ferrán me regaló para mi cumpleaños la casa de Roberto Soldado, la casa donde él vivía cuando estaba aquí en Granada. Me hizo una ilusión tremenda y me puse a llorar abrazada a él. Ferrán me dijo que esta siempre ha sido nuestra casa y quería que la siguiera sintiendo así. Con ayuda de todos conseguimos amueblarla y este año la Nochebuena la celebramos aquí, con los que son mi familia de verdad, Noemi, Leo y mis 3 sobrinos, Rosalía, Eduardo, Dani y Alicia, mis suegros y Arantxa.

Y la reina de la casa. Mi pequeña Vera. La semana pasada cumplió 4 meses. 4 meses de locura, porque así nos tiene a todos, sobre todo a su padre, que le faltó tiempo para ponerle la equipacion del Madrid y pasearla por el campo. Es una niña muy buena, bastante lista y muy cariñosa. Ferrán dice que es igual que yo y que por eso está feliz, porque es lo que él quería.

En el Madrid a él le va genial. Aquí ha encontrado la estabilidad que buscaba y está que se sale, igual que en la selección donde sí no pasa nada seguramente será uno de los convocados para ir a la Eurocopa que se celebrará en Alemania.

Entramos en el comedor y en cuanto lo hacemos todas las miradas van para la pequeña.

- ¡Pero que guapa está mi niña!

Dolores se levanta de la silla y le echa los brazos  Vera. Ella le da una larga mirada y se refugia en los brazos de Ferrán. Ella pone a su padre por encima de cualquiera.

- ¿Y Amaia? - le pregunto a mi hermana la cual está batallando con Valeria quien no quiere ponerse los calcetines.

- En el cuarto de juegos.

Le doy un beso a Ferrán y a mi niña y salgo del comedor buscando a mi sobrina. Camino por el pasillo y escucho la televisión en el cuarto. Entro y la veo medio tumbada en el sofá.

- ¿Qué haces aquí tan solita Ama?

- Estaba aburrida -Amaia encoge sus hombros mientras me mira. Me siento a su lado y le cojo la mano. La conozco como si fuera mi hija.

- Venga, dime que te pasa Ama.

- ¿Tú y el tito Ferrán todavía me queréis? -Miro a mi enana que ya no es tan enana. Ya tiene 9 años y está bastante alta.

- Pues claro que te queremos. ¿Porqué me preguntas eso?

- Porque como estáis todo el día con la prima...

- Estamos con ella porque es muy pequeña y nos necesita. Si ya has visto que no sabe hacer nada. No como tú que cada día eres más mayor... Pero nosotros te queremos mucho Amaia

- Y yo a ti tita. Sigues siendo el amor de mi vida.

- Y tú el de la mía -le doy un beso a mi enana en la cara y ella me abraza- Además que tú vas a ser la prima preferida de Vera. Y le tienes que enseñar muchas cosas.

- ¿Le puedo explicar como nacen los niños?

- Bueno... eso mejor se lo explico yo... por lo que pudiera pasar...

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