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63. Prometida

- Otra vez mirándome el culo Ferrán? -Rebeca se da la vuelta dejando el ordenador abierto y alza una de sus cejas mirándome.

- A ver, no me lo ofrezcas y no lo miro -le respondo encogiendo mis hombros ante la evidencia de mis actos. 

- No estoy ofrecida, Ferrán -Rebeca cruza sus brazos alzando una de sus cejas. Una media sonrisa se forma en su boca y esto a segundos de ir a besarla, otra vez. 

- Pues será ahora.

Rebeca me mira algo ofendida, pero, escondiendo una sonrisa divertida. Voy hacia ella y la cojo de los codos. Es que está guapa hasta enfadada. Bueno, es que siempre está guapa.

- Da igual amor, te voy a follar igual. Te voy a echar un polvo en Nochevieja y otro en año nuevo. Y si me apuras, en un ratito otro.

Rebeca rueda sus ojos y yo aprovecho y le dejo un corto beso en los labios. Así llevamos todo el día, buscándonos la boca a la menor ocasión. Necesito tocarla, abrazarla, sentirla cerca de mi para cerciorarme de que todo esto no es un sueño y ella está conmigo.
Y que sí, que va a ser mi mujer. Para toda la vida.

Me separo de ella al escuchar el tintineo del portátil.

- ¿Lista?

Rebeca me mira y ambos sonreímos mirando la pantalla de la televisión. Mis padres, Pau, Vanessa y Lucas, Gema y Alex, Rosalía y Eduardo, Dani y Alicia, Noemí, Leo, Amaia y los dos enanos aparecen en la multipantalla. Rebeca ha querido contárselo a todos a la vez. Así que aquí los tenemos enfrente nuestra. Los saludamos y hablamos un poco mientras la agarro de la cintura. Ella se gira para mirarme unos segundos y darme esa sonrisa tan bonita que pone cuando es feliz.

- Bueno, Ferrán y yo queríamos que estuvierais todos juntos para daros la noticia a la vez...

Cojo su mano derecha guiñándole un ojo. La levanto para que todos puedan ver el anillo que le he comprado hace unas horas. Me he empeñado en que lo tuviera esta misma mañana y nos fuimos a la joyería más cara de todo Manchester. Por supuesto, ella protestó, pero me importó tres pimientos. Yo quería que llevara mi anillo y en su dedo está.

- Pues nada - digo yo nervioso perdido. Cojo aire con fuerza y lo suelto lentamente para poder hablar - que le he pedido a la niña que se case conmigo y me ha dicho que si.

Hay algo de silencio en la pantalla hasta que de pronto todos se ponen a hablar y chillar a la vez. Abrazo a Rebeca, a mi niña, a la que ahora es mi prometida, mientras veo como mi madre se lleva las manos a la boca y empieza a llorar al igual que hace Noemi. Se ponen a hablar todos, preguntándonos miles de cosas. Les cuento que se lo he pedido esta mañana y que ella ni lo ha dudado un segundo.

- Bueno Rebe -le dice Leo riéndose- ahora sí que has hecho el sueño de tu vida realidad, casarte con Ferrán Torres.

Todos empiezan a reírse y ella esconde su cara en mi cuello avergonzada. Aún le da vergüenza su modo fan conmigo. Y a mi me parece tan adorable.

- ¡Madre mía Rebeca! Que disgusto me acabo de llevar -le dice Pau- y yo pensando que aún tenía posibilidades con Ferrán.

Un escalofrío me recorre el cuerpo acordándome del sueño de anoche y de como Pedri me besaba en el coche y procuro no poner cara de asco. Últimamente, mis sueños son una puta mierda, pero, me avisan siempre cuando hay peligro.

- Pues lo siento Pau, búscate a otra o a otro, pero de tu edad porfi -le responde Rebeca sacándole la lengua.

Estamos un rato más hablando con ellos hasta que cortamos todas las llamadas. Giro a Rebeca y beso su nariz con mis manos en su cintura.

- Hola, prometida preciosa.

- Hola prometido.

- Pues al final resulta que se va a hacer realidad lo que me pedías en tu carta. Aunque al final te lo he pedido yo.

- Como debe ser Torres -Rebeca me sonríe y se pone de puntillas para darme un beso en la frente- ¿Lo anunciamos en Instagram?

- ¿En serio? - la miro algo alucinado porque es la primera vez que ella es la que quiere publicar algo nuestro. Me da una sonrisa algo traviesa y entonces lo entiendo todo- Tú lo que quieres es marcar territorio.

- Pues algo así, Ferrán -mi castaña me guiña un ojo y se pone a reír- jo, que quiero que todo el puto mundo se entere que eres mío.

- Siempre lo he sido, Rebeca, y yo el dueño de ese culo y esas tetas. 

Y a mi esa risa me da la vida. La cojo de la mano y la subo al dormitorio porque he tenido una idea. La hago tumbarse en la cama y un rato después subo la foto que le he hecho a mi Instagram.

" Yo ya sabía que a tu lado sería feliz para siempre, que tu sonrisa sería mi mundo, que tú serias mi vida entera. Tú eres la persona que das sentido a todo, tú y sólo tú la dueña de mi corazón. Gracias por querer compartir el resto de tu vida con éste loco enamorado"

Rebeca mira la publicación y sus ojos se llenan de lágrimas. Pone sus brazos alrededor de mi cuello y su cabeza reposando en mi pecho. Puedo sentir a través de su camiseta como de deprisa le late el corazón.

- Te amo tanto, Ferrán

- Yo a ti también mi niña. Pero no quiero que llores más. Se acabaron las lágrimas - la aparto de mi pecho con mucho cuidado y le doy una sonrisa tranquilizadora que ella me devuelve- venga, ¿quieres que salgamos esta noche a celebrar Nochevieja?

- ¿Cuál es el plan? - Rebeca lleva una de sus manos a sus mejillas limpiándose las lágrimas.

- Ir a cenar a un sitio caro, luego si quieres nos vamos a alguna discoteca y luego nos venimos a casa a follar como locos -Rebeca pasa de nuevo sus brazos por la parte de atrás de mi cuello y se mueve muy lentamente.

- Me apunto a lo del sitio caro, pero prefiero que nos tomemos las uvas en casa y por supuesto que si a lo de follar.

- Es un buen plan. Voy reservando... prometida...y por dios, ponte el vestido más guarrillo que tengas que quiero lucirte.

- No soy un trofeo idiota -Rebeca rueda sus ojos mientras me separo de ella después de darle una palmada en el culo.

- No lo eres, pero estás muy buena -le saco la lengua a Rebeca mientras cojo mi móvil y me siento en la cama para buscar un restaurante donde llevarla. Ella se sienta a mi lado y pone su mano delante de la cara para mirar el anillo.

- ¿Ferrán?

- Dime.

- Si no quieres contestar, no pasa nada... -levanto mis ojos del móvil porque cuando las conversaciones empiezan así...

- Venga Rebeca, pregunta lo que quieras.

- ¿A ti... a ti te gustaba Franchesca, aunque fuera solo un poquito?

Miro a Rebeca bastante sorprendido por su pregunta. Aunque no sé por qué, pero me esperaba algo así. Me giro para centrar mi mirada en ella.

- No, ni un poquito Rebeca -le contesto con total sinceridad- ¿Cómo siquiera voy a mirar a otra cuando tú me tienes loco desde el puto primer día que te vi? ¿Cómo voy a querer que otra me bese o me acaricie cuando son solo tus besos los que yo quiero?, yo solo tengo ojos para ti Rebeca, y eso es lo que quiero, seguir mirándote solo a ti el resto de mi vida.

Rebeca suelta un suspiro y veo que una lágrima se escapa de su mejilla. Me acerco a ella y atrapo esa lágrima con sus dedos. Beso, su mejilla ahí donde ella lloraba. La miro a los ojos y le sonrió mientras le hablo sin dejar de mirarla.

- Porque, Pase lo que pase, tienes que vivir, iré a buscarte por mucho que me cueste, por muy lejos que estés... te encontraré

Rebeca se acerca a mi muy lentamente. Une sus labios de con los míos siendo ella la que me besa, la que manda en este beso que me tiene ardiendo y deseando más y más de esta mujer que es mi vida entera. Sus manos se posan en mi pecho mientras las mías se pierden en su cintura. Su lengua busca la mía reclamándome y provocándome. La tumbo en la cama y le voy subiendo la camiseta mientras dejo pequeños besos en su estómago.

- Ferrán.

- ¿Qué? -le contesto alzando mis ojos. Ella me está mirando y riéndose a la vez.

- A este paso ni restaurante ni nada.

- Pues a pedir a domicilio y Feliz Año Nuevo.

Más tarde...

Es el segundo año que Rebeca y yo nos tomamos las uvas juntos. El año pasado fue bastante divertido, sobre todo cuando descubrí el modo fan que ella tenía conmigo. Rebeca me dijo que yo le gusto desde que tenía 16 años y me vio en el Mundial sub-17. Es increíble todo el tiempo que ha pasado, todo lo que he vivido hasta entonces para encontrar mi camino hacia ella.

La miro mientras nos comemos las uvas intentando no reírnos. Al final no hemos salido. Hemos pedido que nos trajeran la cena a casa. Después del día de ayer y de hoy necesitábamos estar a solas. Cuando suena la última campanada, ambos terminamos de masticar y nos abrazamos besándonos suavemente en los labios.

- Feliz Año Nuevo, mi niña.

-Feliz Año Nuevo.

Mis labios acarician los suyos muy lentamente. Una de mis manos acaricia su cuello hasta ponerlas en sus mejillas. Ambos nos miramos a los ojos y yo la abrazo con fuerza.

- No voy a dejar que te vuelvas a Granada.

- Ya te dije que no voy a irme. Llamaré a Antonio y le diré lo que pasa. Supongo que lo entenderá. Me llamó hace unos días para ver como estaba y me pidió que me cuidara mucho.

- ¿Cuándo quieres casarte? -Rebeca frunce los labios y se los muerde. Hacía mucho tiempo que no la veía sonreír como hasta ahora y eso me encanta.

- ¿Este verano?

- Vale, si, perfecto. No quiero esperar mucho tiempo. Supongo que querrás casarte en Granada, ¿no?

- Bueno, hay un sitio donde me encantaría hacerlo - ella deja escapar un suspiro y se moja los labios.

- ¿Dónde?

-En el Carmen de los Mártires. Está justo al lado de la Alhambra que fue donde tuvimos nuestra primera cita.

- Es un sitio bonito sí. ¿Quieres una boda grande o una boda pequeña?

- Ay, Ferrán. Yo con estar tú, tus padres y mi hermana me da igual. Pero claro, también quiero que esté Vanessa, y Pau, y Gema...

- Mejor ve a por papel y boli y ve apuntando

- Mañana -Rebeca pone sus brazos alrededor de mi cuello y me mira con una sonrisa, algo traviesa- me prometiste un polvo en Año Nuevo y eso es lo que quiero.

- Como desees prometida.

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