
57. Perdida
Cerca de medianoche...
- Sigo pensando que lo mejor sería que te ingresaras en la Clínica de Marbella -le decía su madre a Rebeca mientras ella apretaba las manos de su hermana mirándola nerviosa.
- ¡Mamá! Para ya -le dijo Noemi cada vez más enfadada con su madre. Su comportamiento con su hermana estaba siendo lamentable- no la dejas ni respirar, joder.
- ¿Tú es que crees que yo he querido suicidarme? ¿crees que estoy loca? -le preguntó Rebeca mirándola con sus ojazos verdes. Sabía lo que iba a contestar su madre, pero, quería escucharlo de sus propios labios.
- Yo solo digo... -respondió Eva mirando a su hija con chulería.
- Lo crees. Ya te puedes ir mamá. No te necesito. Llevo mucho tiempo sin necesitarte así que ahora tampoco es que me hagas falta -le dijo Rebeca con dureza. Ya era hora de dejarle las cosas claras a su madre.
- ¿Me estás echando? - le preguntó ella mirando a su hija con incredulidad.
-Si, lo estoy haciendo. Si no crees a tu propia hija, si no vas a estar a mi lado para ayudarme y darme apoyo, mejor es que te vayas. Yo necesito a mi lado a gente que me quiera y desde luego que tú, me sobras -Rebeca le habló a su madre con mucho resentimiento y aguantándose las lágrimas. Pero es que después de hablar con el psicólogo se sentía más fuerte y había llegado a la conclusión que tenía que quitar de su vida todo el peso que llevaba a sus espaldas y que no le aportaban nada. Y su madre en vez de ayudarla, la ponía peor todavía.
- ¡Soy tu madre! No deberías hablarme así. Está claro que tú no estás bien del todo, ese psiquiatra de mierd...
- Mamá -le dijo Noemi con la paciencia ya colmada - o te largas tú o llamo a seguridad para que te echen.
Noemi se puso en pie mirando a su madre y también con ganas de llorar. Lo que ella le estaba haciendo a sus hijas no tenía nombre, sobre todo a Rebeca. La trataba como si estuviera desequilibrada, como si de verdad hubiera intentado quitarse la vida cuando era muy evidente que no había sido así.
Eva miró a sus hijas, por las que nunca había sentido ese amor tan fuerte que dicen que una madre siente por sus hijos. A día de hoy seguía sin sentirlo. Cogió su chaqueta y su bolso y salió de la habitación indignada.
- Estáis solas. Olvidaos de mi si algún día me necesitáis - les dijo mirándolas con rabia.
- Nunca te hemos necesitado - le contestó Noemi mordiendo sus labios- no creo que eso vaya a cambiar alguna vez.
Eva emitió un gruñido en respuesta y se dio la vuelta para irse.
- Y mamá -le dijo Rebeca haciendo que ella se girara de nuevo - jamás te perdonaré lo de Pau. Para él has sido un par de polvos, que te quede claro, y para mi ha sido el darme cuenta de que eres mala persona.
Rebeca sintió como una lágrima le resbalaba por la mejilla pero levantó su frente con altivez. Eva salió por la puerta sin mirar atrás pensando en qué hacer con sus hijas y sobre todo con Rebeca.
Noemi abrazó a su hermana intentando que ella se sintiera mejor cuando ella misma estaba hecha polvo. Ver a Rebeca así la había dejado devastada. Su hermana. Su niña. Con la que tanto había pasado. Tenia un sentimiento de culpabilidad que no había quien se lo quitara. Pensaba que si hubiera estado más pendiente de ella, nada de esto habría pasado. Y ésta sensación no se le iba a quitar en la vida.
- Ferrán está fuera - le dijo Noemi viendo como a su hermana se le escapaban algunas lágrimas.
- No quiero que entre Noe - le dijo ella muy nerviosa.
- ¿Y porque no? Lleva todo el día aquí sin moverse. Se ha peleado con mamá y casi se muere de la preocupación.
- Me muero de la vergüenza de que me vea así - Rebeca se llevó las manos a la boca mordiéndose los nudillos - no voy a poder ni mirarlo a la cara. ¿Qué pensará de mi? ¿Y sus padres qué pensarán?
- Pues que te quiero. Eso es lo que pienso.
Rebeca emitió un jadeo entrecortado al escuchar la voz de Ferrán. Giró su cabeza y ahí estaba él, con un par de bolsas en la mano. El valenciano cogió aire acercándose poco a poco a su cama. Aún no la había visto. Aún no habían hablado y ya no aguantaba más. Tenía que verla. Tenía que abrazarla y decirle que todo saldría bien.
Cuando entró en la habitación, Ferrán sintió que todo se movía. Ver a Rebeca en esa cama, con el camisón del hospital y con tan mala cara le daban ganas de llorar. Se fue acercando lentamente sonriendole mientras Rebeca temblaba de arriba a abajo.
- Hola -le dijo Ferrán con suavidad.
- Hola - le respondió ella con timidez y muy avergonzada.
- He traído comida India, tú favorita.
Rebeca miró a Ferrán y sintió temblores por todo su cuerpo. Empezó a llorar desconsolada. Se llevó las manos a la cara. No quería que él la viera así, que pensara algo malo de ella. Se sentía tan mal. Por ella, y por todos.
El delantero del City dejó las bolsas en una mesa y se acercó a la cama. Se sentó y abrazó a Rebeca. Ella al principio se resistía, pero Ferrán insistió y acabó abrazada a él poniendo su cabeza en su pecho. Ninguno de los dos hablaba. Ferrán dejó que ella se desahogara, que llorará todo lo que quisiera. Le hizo un gesto a Noemi con la mano y su cuñada se levantó para irse. Ésta noche él se quedaría con ella.
Noemi besó a su hermana en la cabeza. A su pequeña niña. Le sonrió a su cuñado. Sabía que lo que necesitaba Rebeca era a su novio. Así que se fue más tranquila dejándolos a los dos solos. Aunque sabía que en la vida, jamás volvería a estar tranquila.
- Ya está mi niña, no llores más mi vida. Estoy aquí contigo - Ferrán acariciaba su pelo con mucha dulzura pasando sus dedos por su cuello.
- Es que no lo puedo evitar. Me siento tan mal Ferrán. Yo solo quería dormir, descansar y las pastillas no me hacían nada. Estoy muy avergonzada. Perdóname por favor.
- No tienes que pedir perdón, Rebeca. Tú solo querías dormir.
Rebeca se apartó de su novio y lo miró a los ojos. Los suyos estaban anegados en lágrimas y los de Ferrán hinchados. Se notaba que él también había llorado.
- ¿Tú me crees, verdad? Porque mi madre no me cree - le preguntó ella con un hilillo desesperado de voz.
- Cariño, a tu madre que le den por culo.
Ferrán le sonrió a Rebeca y ella lo miró muy sorprendida. Se mordió los labios y de pronto se puso a reír. Escucharlo así hablar de su madre le producía mucha risa. Y a él esta risa le estaba dando la vida. Porque casi se muere cuando vio a su novia subir a esa ambulancia. Y aún tenía en su cuerpo la amarga sensación de todo lo que había pasado. Y sabía que le iba a costar mucho tiempo olvidar estos momentos. Sobre todo el pensar que podía haberla perdido.
- Hay veces que tomamos malas decisiones desesperados, y a ti te ha pasado algo así Rebeca. Pero todo esto no cambia lo que siento por ti, al contrario va a hacer que te tenga que mimar más. Yo... me siento culpable porque tú has estado mal y yo he sido una mierda de apoyo.
Rebeca cogió la barbilla de Ferrán al ver como él desviaba su mirada. Se moría de pena porque él pensara que todo esto era por su culpa. Cuando ella era la que no había sabido ni querido pedir ayuda aún sabiendo lo mal que lo estaba pasando.
- Esto no es culpa tuya , Ferrán. Estabas en Qatar.
- ¡Joder! Pero primero fui a ver a mis padres en vez de venir a verte a ti.
- ¿Y que? Son tus padres Ferrán. Yo ya estaba mal el domingo...
- Pero... - él la miraba con cara de pena. Porque así era como se sentía. Su corazón también lloraba de ver a su niña en esa cama de hospital
- Sin peros... y ahora bésame por favor. Haz que no me sienta una desgraciada pensando que no quieres besarme.
- Rebeca, yo siempre quiero besarte, siempre
Ferrán unió sus labios con los suyos. La besó muy lentamente, disfrutando de su boca, de la suave piel de sus labios, de su lengua que lo buscaba. Rebeca sabía tan extremadamente bien. La besaba con mucha delicadeza como si temiera que fuera a romperse.
Al separarse se miraron a los ojos. Ferrán la atrajo de nuevo a su pecho dejándola ahí unos segundos.
- Ferrán.
- Dime.
- Tengo hambre.
- Eso ya lo sabía yo.
Ferrán miraba como dormía Rebeca. Se la veía tan apacible y tan tranquila. Apretó sus dientes intentando no llorar. De pensar que casi la pierde...
Ahora se sentía culpable por no venir tanto a verla. Por no haber estado tan pendiente, por haberla dejado tan sola. Al final resultaba que la distancia si estaba haciendo mella en su relación, y le jodía tanto que fuera así . Es que se habían visto muy poco. Casi nada en estos meses.
La quería más que a si mismo. Su prioridad en la vida siempre había sido ella, y últimamente parecía haberlo olvidado. Sobre todo porque Manchester estaba demasiado lejos de ella.
Su móvil vibró en su bolsillo. Lo cogió y esbozó una pequeña sonrisa. Se levantó de la silla y salió de la habitación para hablar con tranquilidad con la persona que lo llamaba.
- Hola Franchi - dijo al descolgar.
- Estoy enfadada contigo, Ferri.
- ¿Y yo qué he hecho?
- Ni un mensaje en todo el día...
- Es que... he estado ocupado, Franchi.
- ¿Cómo para olvidarte de mi? Mira que lloro.
- No, tonta. Es que ha pasado algo...
- ¿Qué ha pasado? ¿Estás bien?
Ferrán apretó sus dientes y se llevó las manos a la cara. Tenía que hablar con alguien de como estaba. De como se sentía. Y quien mejor que su amiga. Así que lo hizo. Se desahogó y se lo contó todo a Franchesca, o Franchi como le decían sus amigos.
Al terminar solo había silencio por parte de la chica. Y él necesitaba unos buenos consejos.
- Pues no sé qué decirte. Ferri -le confesó la chica al otro lado de la linea.
- Di lo que pienses, Frenchi. Ahora mismo necesito una amiga.
- Es que lo mismo no te gusta lo que te vaya a decir...
- No me voy a enfadar, te lo juro.
- ¿Tú estás seguro que no ha querido suicidarse?
- Los médicos dicen que...
- Olvídate de los medicos Ferri. ¿Tú estás seguro?
- ¿Con sinceridad? No sé qué pensar Franchi...estoy tan preocupado por ella...
- Ferri. Por que la encontrasteis a tiempo, que si no... Sólo pregúntate una cosa, ¿estas cien por cien seguro de que no quería hacerlo? Y lo más importante, ¿crees que lo va a volver a hacer?
Ferrán dio la callada por respuesta porque ni él mismo estaba ya seguro de nada. Habló un poco más con su amiga y colgó el teléfono para volver con Rebeca, la cual seguía durmiendo en su cama.
Se sentó en el sillón y cogió una de sus manos con delicadeza mirándola con mucha ternura. Una lágrima se deslizó por su mejilla pensando en ella.
- ¿Qué querías hacer Rebeca?
*** Muy buenas a todo el mundo. En primer lugar deciros que estamos casi en la recta final de esta historia (lloramos todos) y que los capítulos que vienen son moviditos.
Gracias a los que me leéis , a los que votáis, comentáis (y si no lo hacéis, no pasa nada conque os guste la historia me vale).
Así que muchos besos y abrazos como siempre y miles de gracias ***
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