23. Tu sentido
Martes 30 de Noviembre de 2021
Días después
Estoy esperando a Rebeca en la puerta de la clínica. La veo despedirse de Leo, el cual, me hace un gesto con la mano a modo de saludo que yo correspondo. Mi novia se sube al coche y en cuanto me ve se arroja a mis brazos dándome un largo beso que hace que me tiemble todo el cuerpo. Es el efecto que tiene sobre mí. Que la desee a cada instante y que quiera estar con ella en todo momento. Y también quiero que sea feliz. Es una de mis prioridades en la vida, que ella lo sea.
Vamos hablando por el camino tanto del entrenamiento de hoy como del trabajo. He decidido llevarla a cenar a un sitio cerca de donde vivimos y así poder darle la sorpresa que le tengo preparada. Llegamos minutos después al pueblo de al lado, Maracena, y la llevo a cenar a un restaurante de comida italiana "La Fiorentina". Rebeca dice que ha estado un par de veces con su hermana y que le gusta bastante.
- La gente nos mira -me dice ella mientras avanzamos por el salón siguiendo a uno de los camareros.
Yo estoy acostumbrado a todo esto pero ella no. Se pone algo nerviosa. La cojo de la mano mientras caminamos hacia nuestra mesa y la beso en la mejilla para que se tranquilice. En cuanto nos sentamos pedimos un par de refrescos sin azúcar. Después de traernos las bebidas, saco el sobre que tenía en mi mochila y se lo doy.
- ¿Y esto? -me pregunta ella algo confusa mientras lo coge entre sus manos.
- Ábrelo. Es un regalo. Y antes de que me digas no, tienes que aceptarlo, eso si, con una condición.
- Me estás asustando, Ferrán -me dice ella medio riéndose. Le agarro la cara con mis manos y le planto un beso importándome una mierda que nos estén mirando.
- Tranquila, que todo es bueno. Antes de abrirlo me tienes que prometer que el día 26 y 27 de diciembre los pasarás conmigo en Mallorca...
- ¿En Mallorca? ¿Y eso?
- Tú prométemelo, y te traes a Vanessa también.
- ¿Qué estas planeando Ferrán?
- Luego te lo cuento, y ahora por favor, confía en mi y prométemelo -le ruego aún con mis manos en su mejilla.
- Está bien, te prometo que el 26 y el 27 iré a Mallorca contigo. Tienes suerte que esa semana esté de vacaciones.
- Vale, y ahora ya puedes abrirlo.
Rebeca coge el sobre y lo abre entusiasmada. En cuanto saca su contenido, su cara pasa de la sorpresa a la emoción, e incluso se le aguan los ojos. Alza su mirada hacia mi, temblándolo un poco el labio inferior mientras intenta hablarme.
- Ferrán, es un billete de ida y vuelta para Munich para el puente de la Inmaculada.
- Lo sé -agarro una de sus manos y me la llevo a los labios mientras ella me mira emocionada.
- Pero ¿y esto?
- Dijiste que no podrías ver a tu padre en Navidad, y bueno, hablé con tu hermana y con Leo y entre todos lo hemos organizado para que te vayas el viernes por la tarde a Munich y te vuelvas el miércoles...
- Joder Ferrán, esto es...es que no sé ni que decir... -sus mejillas adquieren ese tono rosado que tanto me gusta y la inocencia de su rostro es algo que adoro en éste momento.
- Lo necesitas. Necesitas ver a tu padre y él a ti. Dice Noemi que está deseando que vayas.
Rebeca se levanta de su asiento, y acaba sentándose encima de mis rodillas. Pone sus manos alrededor de mi cuello, uniendo sus labios con los míos dándome un beso tan dulce y tan lento que hace que toda mi boca cosquillee deseando aún más de ella.
- Gracias, gracias Ferrán. Esto que has hecho por mi es increíble.
- Tú si que eres increíble Rebeca.
Mi niña vuelve a besarme otra vez sin importarle que todos nos estén mirando y a mi mucho menos. Cuando me mira tiene una alegría en su cara que me parece preciosa. Rebeca se baja de mis rodillas y se sienta en su silla cuando viene uno de los camareros con nuestra cena.
- Ferrán.
- ¿Qué mi niña?
- Tú estás haciendo que todas las cosas que hago en mi vida tengan otro sentido, tu sentido.
Miércoles 8 de diciembre de 2021
Ocho días depués
Aeropuerto Internacional de Múnich-Franz Josef Strauss
Mi cabeza sigue apoyada en el hombro de mi padre. No la he movido de ahí, desde que nos sentamos en la sala de espera del aeropuerto y mis manos siguen entrelazadas con las suyas. En media hora más o menos sale el avión con destino a Madrid y allí tengo que coger otro avión hacia Granada. Han sido 5 maravillosos días en Munich con mi padre y con Astrid, su pareja, la cual me ha caído fenomenal. Sabe un poco de español y entre eso y mi inglés nos hemos entendido bastante bien.
- Quizás en Semana Santa pueda ir a Granada a veros, aunque me encantaría ir cuando nazcan los mellizos -me dice mi padre apretando mi mano. Me incorporo de su hombro para poder hablar mejor con él.
- Cuando tú puedas papá, de verdad, no te agobies.
- O lo mismo al Granada le toca el Borussia en la Europa League y vienes tú antes a Alemania...
- Pues mira, ojalá, estaría bien la verdad -le contesto ilusionada porque sería genial volver a visitarlo.
- Anda que echarte un novio futbolista, jamás me lo hubiera imaginado -me medio regaña, pero sabiendo que lo dice de broma.
- Ferrán es increíble papá. Te gustaría mucho.
- Ya me gusta y no lo conozco. Esto que ha hecho por ti ya dice mucho de él. Se nota que te quiere.
- Papá que no llevamos ni dos meses, es pronto para hablar de amor y eso - ruedo mis ojos y mi padre se ríe.
- Ay mi peque. Pronto dice. ¿Sabes cuanto tardé en enamorarme de Astrid? Un sólo día. La vi en la cola del pan y se giró para preguntarme la hora y ahí me quedé prendado de ella...así que...
- Bueno, a mi Ferrán siempre me ha gustado, aún antes de conocerlo -le admito frunciendo mis labios.
- Pues ahí tienes tu respuesta cariño. ¿Tú lo quieres?
- Papá, que lo de querer es muy fuerte.
- ¿Pues que sientes cuando estás con él? -me quedo mirando a mi padre y no es que no sepa que contestarle, es que no sé ni por donde empezar. Y con mi padre tengo confianza para muchas cosas.
- Bueno, es que cuando estoy con él no puedo dejar de mirarlo y el estómago es como si me dieran calambres, y pienso en él constantemente, me hace sentir segura y protegida a su lado, me hace reír, me altera el corazón cuando me toca...ay, papá, es que son muchas cosas...
- ¿Y el sexo?
- ¡Papá! -siento mis mejillas arder mientras mi padre me mira riéndose, dándome un beso en la mejilla mientras me abraza.
- ¿Te trata bien en ese sentido? ¿Te hace sentir bien?
- Si y si. En ese sentido estoy bien, muy bien...y déjalo que me da verguenza
- Rebeca, tú has pasado mucho en la vida, que no se me olvida lo de aquel chico que tan mal te trató...
- Papá, eso ya está olvidado, y Ferrán es diferente, es muy buena persona.
- Lo sé. Lo veo en tus ojos cuando hablas de él, como toda tu cara se ilumina cuando pronuncias su nombre. Tú estás enamorada mi niña, pero enamorada hasta los ojos.
- No sé yo papá...
- Haz una cosa. Cuando esta noche vaya a recogerte al aeropuerto y lo veas, si sientes que tu corazón da un vuelvo cuando lo tengas delante, si sientes también que te falta el aire y crees en ese mismo instante que no podrías vivir sin él...eso es que estás enamorada mi niña... hazme caso ¿vale?
- Lo haré, escucharé lo que sienta mi corazón y haré caso a mi padre que para eso tú eres el adulto.
- Ay mi pequeña. Si es que ya eres toda una mujer. Siento tantísimo no poder estar más cerca tuya mi vida.
- Te siento cerca aunque no lo estés papá. Estos días contigo han sido increíbles, de verdad.
En la megafonía del aeropuerto anuncian el embarque de mi vuelo. Mi padre y yo nos levantamos y yo le doy un largo abrazo reteniendo las lágrimas. No quiero que lo último que vea de mi antes de marcharme sea como lloro.
- Bueno pequeña. Tienes que cuidarte mucho pero mucho. Y dile a mi yerno que te cuide.
- Te quiero mucho papá.
- Y yo a ti mi niña. Te prometo que pronto iré a verte.
Abrazo a mi padre sintiendo una pena terrible por tener que irme y dejarlo otra vez. Aunque feliz de los días que hemos pasado juntos.
- Dile a Noemi que la quiero mucho. Sois lo más grande que tengo en la vida, Rebeca.
Le sonrío a mi padre y vuelvo a abrazarlo despidiéndome de él. Le doy a la chica del mostrador mi billete y me doy la vuelta para despedirme de mi padre por última vez. Y si, cuando enfilo camino del avión me pongo a llorar desconsolada. Aún no me he ido y ya lo hecho mucho de menos.
Aeropuerto Internacional Federico García Lorca de Granada
Más tarde
Estoy reventada. Salí de Munich a las 12,15 del mediodía y llego a Granada casi a las nueve de la noche. Estoy bastante cansada y encima mañana tengo que trabajar. Pero ha merecido la pena cada segundo de este viaje. Cojo mi maleta y salgo por la puerta de embarque buscando a Ferrán. Cuando lo veo allí, de pie, con sus manos en los bolsillos mirando por todos lados, si, siento un latido más grande que los demás en mi corazón, se me seca la garganta y todo el cuerpo me tiembla y sobre todo mis rodillas. Y si, mi padre tenía razón, ahora mismo siento que si él no estuviera conmigo me faltaría el aire.
Joder, mi padre tenía razón, estoy enamorada. Ferrán me ve y cruzamos nuestras miradas. En ese instante siento que en el aeropuerto no hay absolutamente nadie y escucho hasta una melodía que suena en mi cabeza para definir este momento (minuto 0.52).
Dejo mi maleta en el suelo y me lanzo a los brazos de Ferrán. Él me atrapa de la cintura y me alza de las caderas haciendo que mis pies no toquen el suelo. Mis manos se agarran a su cuello en un lento abrazo que me hacen rodearlo aún más fuerte, como si no quisiera separarme de él en la vida. Ferrán busca mis labios y los besa haciendo que me tiemble todo el cuerpo.
- Te he echado mucho de menos mi niña.
- Y yo a ti.
- No me gusta dormir sin ti.
Me pierdo en sus ojos, me pierdo en Ferrán que ahora mismo me está mirando de una manera tan dulce que creo que podría desmayarme en este instante. Si, estoy enamorada de él. Lo quiero. Y este amor va a crecer aún más, sobre todo cuando me mira con esos ojos, cuando me trata como lo hace. Es que lo amo, y eso es todo lo que me importa.
Él me baja al suelo y después de coger mi maleta agarra mi mano y salimos del aeropuerto. Me agarro a su brazo acariciándolo y sonriendo como una tonta.
- ¿Quieres ir a tu casa Rebeca? -me giro para mirarlo y una sonrisa cruza mi rostro.
- Quiero ir a tu cama -le pido recibiendo una preciosa sonrisa por su parte.
- Esa también es tu cama. Eres la única que ha dormido ahí y no tengo intención de que duerma nadie más, Rebeca.
Miro a Ferrán y me acerco a su mejilla para besarlas. Mis brazos vuelven a deslizarse por su cintura y dejo que me rodee mis hombros con sus brazos. Mi padre tenía razón, estoy enamorada de Ferrán.
Por el camino le voy contando a Ferrán todo lo que hecho en Munich. No puedo parar de hablar y él de mirarme sin quitar la sonrisa de su cara.
- Y mi padre te manda recuerdos por cierto -le cuento respirando algo entrecortado pues pienso en él y me entran ganas de llorar.
- ¿Ah, si?
- Si, me dijo que le dé recuerdos a su yerno.
Ferrán se gira y esboza una ligera sonrisa. Vuelve a fijar su mirada en la carretera. Permanecemos en silencio unos segundos hasta que llegamos a su casa y él pulsa el botón del mando para meter el coche en el sótano.
- Oye, que no le hagas mucho caso a mi padre...lo decía porque claro...
- Que no me importa Rebeca. No tienes que andar con pies de plomo a mi alrededor. A veces pienso que crees que hay cosas que me van a molestar, y no es así...
- Soy insegura Ferrán, muy insegura.
Nos bajamos del coche y mi novio saca del maletero mi maleta. Subimos las escaleras y entramos en el comedor. Ferrán me agarra de la cintura y me aparta del pelo de la cara.
-Alguien te hizo sentir insegura ¿verdad?
Siento mi corazón latir con fuerza y estoy algo nerviosa. Cuando Ferrán me mira de esa manera, cuando demuestra tanta preocupación por mi, sé que puedo confiar en él sin problema.
- Puedes confiar en mi Rebeca.
- Lo sé. Y confío en tí Ferrán. Si no lo hiciera, créeme, no estaría aquí contigo.
- ¿Me vas a contar lo del tal Ismael entonces?
Siento un escalofrío recorrer todo mi cuerpo y creo que hasta me ha cambiado la cara porque estoy mucho más seria de lo que estaba hace 5 segundos antes de escuchar ese puto nombre.
- No hay mucho que contar Ferrán. Es un ex, un desgraciado que no me trató muy bien...y ya está. No hay nada más. ¿Te importa que me de una ducha?
- No, claro que no.
Me doy la vuelta sin mirarlo porque malditas las ganas que tengo de hablar de Ismael y su puta madre. Sobre todo porque lo de no hay nada más, no es verdad. Pero es que aún no estoy preparada para contárselo a Ferrán. Aún me duele y aún me siento mal. Y no quiero que me mire con pena o con lástima cuando lo sepa todo.
Subo las escaleras y me meto en su dormitorio. Entro en el cuarto de baño cogiendo aire con fuerza intentando calmarme. Después de tanto tiempo y ese cerdo aún sigue haciéndome sentir una inútil e insegura. Abro el grifo de la ducha y después de regularla a mi gusto, me quito la ropa y me meto dentro. Dejo que el agua caiga en mi cuerpo y se lleve también las pocas lágrimas que estoy intentando controlar. Me lavo el pelo con el champú de Ferrán. Poco a poco estoy usando todas sus cosas, desde el champú hasta la colonia.
La puerta del baño se abre y me doy la vuelta para verlo entrar. Me mira con cara de preocupación y no puedo reprochárselo. Él me contó lo de Kira y yo apenas le he contado nada del cerdo de mi ex. Nos quedamos los dos mirándonos y dejo escapar un suspiro sin quitarle la vista de encima. Ferrán si que me afecta, y más de lo que pensaba. La mayoría de los pensamientos que tengo son sobre él, y todos no son aptos para menores de 18.
- ¿Me lavas el pelo otra vez? -le pregunto mordiéndome el labio.
Ferrán esboza una sonrisa y lleva sus manos hasta el borde de su camiseta para quitársela. Llegados a este punto yo empiezo a salivar. Me encanta su abdomen y sobre todo sus abdominales que me tienen loca perdida. No pierdo detalle de como se quita los pantalones de chándal y las zapatillas dejando para lo último sus calzoncillos grises. Y si, verlo totalmente desnudo hace que ciertas partes de mi cuerpo palpiten pidiendo socorro.
La mirada de Ferrán sigue fija en la mía. Abre la mampara de la ducha y le hago un sitio para que el agua caliente caiga también por su cuerpo. Por ese cuerpo que está a punto de producirme un infarto. Las manos de mi novio se posan en mi cintura y alzo mis ojos y lo miro algo culpable.
- Yo jamás te haré daño Rebeca. No sé lo que te pasó con tu ex, pero no soy yo, que te quede claro.
- Lo sé Ferrán, lo sé. Perdona por lo de antes, pero hay ciertas cosas de las que aún me cuesta hablar ¿vale?
- Vale. Cuando tú estés preparada, aquí estoy niña mía.
Ferrán posa sus labios sobre los míos y mis manos tocan su pecho trazando pequeñas caricias hasta descender por su abdomen y alcanzar su pene. Él emite un jadeo entrecortado mientras su lengua está avasallando la mía y tomando lo que le da la gana de mi boca.
-Creí que querías que te lavara el pelo -me dice posando sus labios en mi cuello.
- He cambiado de idea. Ahora quiero recuperar los 5 días que he estado sin ti.
Ferrán me quita las manos de su pene y sin más preámbulos me da la vuelta. Me coge de las manos para ponerlas en los azulejos, los cuales están fríos pero me da exactamente igual.
-Abre las piernas Rebeca.
Hago lo que él me dice y en cuanto las abro siento su pene como me penetra y como se hunde en mi interior de una fuerte embestida. Un gemido ronco sale de mi garganta y tengo que sujetarme a uno de los grifos o juro que me voy a caer. Las manos de Ferrán me sujetan las tetas estrujándolas y pellizcándome los pezones. Empieza a moverse al principio despacio para después ir acelerando el ritmo. Sus manos siguen masajeando mis pechos y creo que me voy a morir porque llevo muchos días sin estar sin él.
Una de las manos de Ferrán desciende hasta alcanzar mi clítoris y empieza a mover sus dedos en círculos haciendo que tenga que apretar mis piernas perdida en las millones de sensaciones que estoy viviendo. Con su otra mano me sujeta la cadera atrayéndome hacia él sin dejar de moverse.
- Ferrán, no puedo más.
- Pues no aguantes, hazlo, córrete. Déjame escucharte gritar bien fuerte.
Sus dedos ganan velocidad y los va bajando y subiendo por todo mi sexo volviéndome loca. Siento como me embiste con fuerza y creo que me voy a romper. Un cosquilleo nace de mi vientre y baja hasta mi sexo haciendo que me corra apretándole los dedos que aún siguen en mi. Grito y jadeo totalmente entregada a él y a lo que me hace sentir. Ferrán me agarra de la cadera y sus labios se pegan a mi cuello besándolo mientras él también se corre. Siento como se derrama en mi, como me llena por completo y dejo escapar un suspiro satisfecho.
Ferrán sale de mi con mucho cuidado y sus manos me apartan los mechones mojados de la cara.
- Eres tan jodidamente hermosa Rebeca. Me importas tanto que no podría soportar que te pasara algo.
- Ferrán, si yo a tu lado estoy muy tranquila. Eres la primera persona que me hace sentir segura.
- Porque conmigo puedes estarlo. Ya me encargaré yo de que nunca vuelvas a sentirte así.
- ¿Ah, si? ¿y cómo lo harás? -le digo medio riéndome, porque la seguridad con la que me mira y me lo dice me tiene nerviosa perdida.
- Fácil. No dejando que te vayas nunca de mi lado.
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