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capítulo 78: Uno, dos, tres

"La muerte no le llega a quien la merece, sólo a quien le debe llegar."

Devon se encontraba agonizando del dolor, recostado en el sofá y con un poco de sangre al rededor.

—Lo siento mucho, Devon. —Le dice Carly llorando—, No quería hacerlo.

—¡Cierra tu maldita boca! —Le dice Devon con furia, en medio de dolor y desesperación.

—Te dije que no lo hicieras, ¡Te lo dije! —Le dice Billy—, Siempre creí que eras buena, pero ahora veo que no.

—No, estás equivocado, Billy. —Interfiere Basilio—, Aún no has visto absolutamente nada a cerca de Carly.

Carly se paraliza al instante, y dice:
—¿De qué hablas?

Entonces, Basilio toma la cámara de Hannah y se la pone a Billy en manos, reproduciendo un vídeo. 

Un vídeo en el que, con mucha claridad, se veía a Hannah y a Carly besándose y tocándose en la habitación.

Billy pierde el aire de la estupefacción al ver dicho vídeo, traga saliva, las manos le sudan, no puede creerlo. Sin embargo, no dice nada, se queda callado.

—Bill, no es lo que tú crees, no es lo que parece. —Le dice Hannah agitada—, Todo fue mi culpa, yo lo planee. Basilio me lo pidió para chantajear a Carly y obligarla a irse de aquí.

Carly comienza a llorar y no puede ver a Billy a los ojos.

Devon aún sigue inmerso en su profundo dolor, hasta que, de tanta sangre que había perdido, cierra los ojos y queda inconsciente.

—Basil, no dejes que muera, por favor. —Le pide Billy.

—¿Qué? ¿Y el vídeo que acabas de ver? ¿No dirás nada al respecto? —Le pregunta el hombre armado.

—No tengo nada qué decir sobre eso. —Comenta Billy—, Pero por favor, déjanos irnos de aquí, no dejes a Devon morir... No lo merece.

—La muerte no le llega a quien la merece, sólo a quien le debe llegar. —Aclara Basilio, con tono sensato. 

—Ya conseguiste lo que querías, hacernos sufrir, ahora déjanos largarnos de aquí. —Le pide Hannah—, Y tú puedes huir, nadie sabrá a dónde.

—Ya has hecho mucho daño... Por favor sólo vete. —Le pide Carly llorando.

Todos permanecen un momento en silencio, hasta que Hannah le dice a Basilio:

—Esto que estás haciendo es totalmente innecesario, nosostros nunca íbamos a averiguar que tú eras el causante del homicio de mi madre y de Kevin. ¡Es absurdo!

—No lo es, en algún momento, cuando Billy mejorara su estado mental, iba a descubrir que yo los maté. —Dice Basilio fríamente—, Era cuestión de tiempo solamente. Y no quiero irme a prisión, no voy a tomarme el lujo de caminar en la cuerda floja, aunque, ya lo he hecho durante siete años.

—No entiendo. —Murmura Hannah con los ojos cristalizados.

—No es posible que entiendas ahora. —Dice Basilio apuntandola con una pistola a la cabeza.

—¡No, no la mates! —Le pide Billy—, Tú mismo lo acabas de decir, yo ví lo que sucedió. Entonces mátame a mí. 

—¿Y dejar fichas libres en el tablero? No, no puedo. —Dice Basilio aún apuntado a Hannah—, Dime algo, Billy. ¿Quieres que mate a Hannah o a Carly? Una debe morir y la otra vivir. Eso sí lo veo justo, y divertido.

—Púdrete. —Le insulta Billy, mirándolo con desdén.

—Tengo una mejor idea. —Comenta Basilio—, Carly, querida, te daré la oportunidad de morir o vivir, según lo que indique tu destino. Tienes diez segundos para salir corriendo de aquí.

—¿Qué? —Dice la chica sentada en la sofá, algo perpleja. 

—Es fácil, voy a contar diez segundos y ese es el tiempo que tú tendrás de ventaja. Puedes huir hacia el bosque, hacia la carretera, ¡Dónde quieras! —Le explica Basilio—, Y yo por supuesto iré detrás de tí... Será como casar un venado en medio de la oscuridad, con un rifle.

—No lo hagas, llegará a tí y te matará. —Le dice Hannah.

—Si no aceptas el juego, entonces voy a matarte justo ahora, en frente de tu novio y tu amante. —Le dice Basilio a Carly—, Podría sacar uno por uno de tus dedos, podría cortar la piel de tus labios, podría penetrar tu garganta con un bisturí de buena calidad, lo que sea, tenga herramientas.

—¡Está bien! —Exclama la chica—, ¡Lo haré! ¡Voy a huir!

—No lo hagas, quédate aquí. —Le dice Hannah.

—Al contrario, hazlo, corre tan lejos como puedas y lárgate de aquí. —Le dice Billy—, Puedes hacerlo, si te quedas te matará.

Carly se queda mirando fijamente a Basilio, y este empieza a contar:

—Uno... Dos... Tres...

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