capítulo 74: Película de terror
"Cuando alguien mata apresuradamente es porque realmente no le interesa disfrutar del delicioso proceso."
-Bueno, como pueden ver... Ya no puedo seguir aquí sentado charlando con ustedes dos. -Les dice Basilio-, Pues tal vez Carly y Devon lleguen pronto si ven que no he vuelto o no les he dado novedades aún.
-¡¿Entonces qué harás?! -Le pregunta Hannah, sabiendo ya cuál era la respuesta-, ¡¿Nos matarás como mataste a mi pobre e inocente hermano?!
-No, en realidad no. -Niega Basilio-, Tengo algo mucho mejor en mente.
Hannah y Billy se miran mutuamente, sin saber muy bien qué pensar o qué decir, aunque, de igual forma, eso no sería relevante para el hombre que tenían en frente, y sus futuros planes macabros que probablemente se ejecutarían en los próximos minutos... Sin perder tiempo, sin perder más tiempo del que ya había perdido.
Basilio se acomoda un poco su desordenado cabello liso, y dice:
-Cuando alguien mata apresuradamente es porque realmente no le interesa disfrutar del delicioso proceso. Pero yo en cambio, quiero disfrutarlo, quiero ver sangre... Mucha.
-Creí que me tenías afecto, Basil. -Le dice Billy-, Ahora veo que tu hipocresía es incluso tan grande como tu inexplicable y extraño deseo de matar lentamente.
-Yo te quería, Billy. -Responde Basilio-, Pero, cuando reflexioné y me dí cuenta que en cualquier momento serías capaz de mandarme directo a la cárcel, todo el afecto que tenía por tí se fue desvaneciendo muy despacio.
-Ojalá pudiera comprender lo que estás diciendo. -Comenta Billy.
-Sí, ojalá pudieras. -Agrega Basilio.
Luego, se escucha un extraño ruido en la cocina, Basilio abre bien los ojos y piensa que algo debe andar mal con las dos mucamas.
-Disculpen un momento. -Les dice Basilio, retirándose hacia la cocina.
Al entrar, luego de abrir la puerta, Basilio ve a la mucama Carmen aún atada y amordazada en el suelo, pero, al voltear la vista, ve a Vera escapando por la ventana rota.
-¡Maldita! -Exclama Basilio, le dispara cerca de la pierna, pero falla el tiro.
Aquella mujer ahora corría desesperadamente fuera de la casa, deseaba salvar su vida, como cualquier persona en su posición.
-¡Ayuda! ¡Ayuda, por favor! -Gritaba Vera con lágrimas en sus ojos, corriendo y alejándose de la mansión.
Basilio se acerca a Hannah y a Billy, y les dice:
-Lo siguiente que haré les enseñará que no deben escapar de mí, porque sólo van apresurar la hora de su muerte.
-¡No lo hagas! -Le grita Billy, pero Basilio ya había salido por la puerta principal.
Vera corría con desesperanza y temor, sin saber qué hacer o a dónde ir. Basilio caminaba tras ella, como un villano de película de terror.
Y, naturalmente, si ésta fuera una película de terror, él indudablemente sería el villano que caminaría lentamente hasta matarte.
Basilio tenía una pistola en el lado izquierdo de su cintura, y otra en el lado derecho, había dejado la escopeta en la entrada de la casa, y caminaba hacia aquella desesperada mucama con un hacha en manos... Deseando actuar y dejar de escuchar los gritos de aquella mujer que tanto molestaban a sus sentidos.
-¡Vera! ¡Ven aquí! -Le gritaba Basilio.
La mujer al voltear y verlo, abre los ojos como platos, y, atemorizada, toma una bicicleta que había en el cobertizo, y se va pedaleando hacia la calle.
-¡¿Por qué haces esto más difícil?! -Le pregunta Basilio, ahora comenzando a correr tras aquella señora en bicicleta.
-¡Ayuda! ¡Ayuda! -Aún seguía gritando. Le faltaba muy poco para cruzar a la esquina y llegar a una carretera rodeada de bosque en dónde de seguro algún auto pasaría en cualquier momento... Y la encontraría.
Faltaba muy poco para cruzar, muy poco, sólo un poco.
Pero, algo detuvo a Vera en seco. Fue Basilio, quién con su mano izquierda arrojó el hacha hacia Vera, y ésta, le penetró en la cabeza como a un coco de playa.
La bicicleta se cayó al momento, junto con aquella mujer, quién ahora tenía una raya profunda causada por el hacha, una raya ensangrentada que separaba con más visibilidad su hemisferio derecho e izquierdo del cerebro.
-Vaya, vaya. ¡Pero qué escena más hermosa! -Exclama Basilio acercándose a la mujer tirada en el suelo, con un poco de vida aún.
-Auxilio. -Murmura Vera, con sangre en su boca y en su cráneo abierto justo a la mitad.
-Querida, nadie te escucha. -Le dice Basilio en tono bajo de voz, acariciando el cabello de aquella mucama-, Gracias por haberme otorgado tan bella escena en la cuál no sólo contemplé, sino también tuve importante participación.
Vera hace algunos movimientos bruscos más, y luego muere, con los ojos cerrados y la boca entre abierta.
Basilio le saca el hacha de la cabeza, y entonces le dice:
-Si Dios existe, ojalá te tenga en su reino hermoso... Te lo mereces.
Luego abre los ojos de la mujer, los mira fijamente, y después le arranca un ojo de la cara, con sus dedos.
Toma el ojo en sus manos, y lo guarda en su bolsillo.
-Quiero un recuerdito, no me juzgues. -Le dice Basilio, quién ahora toma a la mujer por los pies y la arrastra por toda la calle... hacia la mansión.
Entonces suspira de alivio, sonríe levemente, y mira las hermosas estrellas en el cielo mientras arrastra a Vera, oyendo su robusto cuerpo sonar contra las diminutas piedras de la calle.
Ya eran cerca de las 11pm, ésta sería una noche larga... Pero ojalá que más tranquila.
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