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capítulo 52: El teléfono "extraviado"

Elenna se hallaba en casa de su hermano Edward, un hombre unos dos años mayor que ella.

Ambos conversaban en la sala, sentados en el sofá, tomando algo de café.

-Entonces, ¿Aún no has hablado con Billy? -Le pregunta su hermano.

-No, no sé nada de él desde hace como tres días. -Le explica Elenna-, Le he llamado también a Carly, y no me contesta, así que no sé qué pasa.

-¿Y viste a ese jóven amigo de Bill? ¿Devon es que se llama? -Le pregunta Edward.

-Sí, eso es lo más extraño de todo. Devon volvió aquí, y no me quiso decir la razón de por qué dejó a Billy. -Le responde Elenna-, ¿Debería preocuparme?

-No, estoy seguro de que no. -Niega Edward-, Billy fue a sacarle información a Hannah, a intentar averiguar algo sobre Margaret, así que no creo que esté metido en problemas o algo parecido. Aún debe seguir en esa casa, como visita.

-Sí, quizás está bien. Quizás vuelva muy pronto con algunos detalles descubiertos. -Dice Elenna esperanzada.

Su hermano se le queda mirando fijamente, y luego le pregunta, frunciendo el ceño:

-¿Por qué no le dices a Alfred lo que tú y yo sabemos?

-Porque no serviría de nada. -Le dice Elenna, segura de su ideología-, No tengo por qué contarle todo a Alfred. De seguro este detalle no sería de relevancia para el caso.

-Yo pienso que sí. -La contradice Edward-, Pienso que si le dijeras esto a Alfred, o, si se lo hubieses dicho hace mucho tiempo, si no lo hubieses mantenido en secreto, quizás algo más se hubiese logrado descubrir sobre ese homicidio doble.

-No lograrás convencerme de que se lo diga. -Le dice Elenna con tono serio y mirada firme.

-¿Por qué no quieres decirlo? ¿Por qué te da miedo enfrentar la verdad? -Le pregunta su hermano-, Kevin y Margaret ya están muertos, de igual forma.

-Tú no me entiendes. -Le dice Elenna-, No se trata de enfrentar nada, se trata de que prometí que no hablaría sobre eso.

-¿A quién se lo prometiste? -Edward frunce el ceño nuevamente.

Elenna se relaja un poco, y le responde:
-A él.

~~~

En la mansión Dennis ya se encontraban almorzando, Hannah, las dos visitas y el pequeño Óscar sentados en la mesa.

-¿Saben? Aún me parece raro que Carly y Devon se hallan marchado sin justificación alguna. -Comenta Óscar.

A Hannah le parece demasiado inapropiado su comentario, así que le dice firmemente:

-Eso no te concierne, Óscar. Preocúpate en tus cosas.

-No le hables así, él sólo quiere saber el por qué. -Le dice Basilio en tono suave.

-¿Entonces? ¿Por qué se fueron? -Vuelve a preguntar Óscar, con la típica curiosidad de un niño de su edad.

-Porque ambos tenían problemas personales, y tuvieron que irse a Winterpark para solucionarlos. -Le explica Basilio amablemente.

-Mmm entiendo. -Dice Óscar, luego se queda un rato pensando.

Todos siguen comiendo, Billy se mantiene callado. Entonces Óscar vuelve a hablar:

-Aunque, es muy extraño y curioso que justamente a ambos se les halla presentado ciertos inconvenientes y tuvieran que irse. ¿No es mucha coincidencia? Parece una película.

Billy traga saliva, se pone tenso, el comentario de aquél niño sin duda había captado toda su atención.

-Tienes razón, Óscar. -Le dice Billy-, Aquí hay algo raro.

Hannah se pone nerviosa, lo único que deseaba en este preciso momento era ofrecerle golpes a su pequeño hermano, y decirle algo como: ¡¿Puedes dejar de meterte en donde no te llaman?! ¡Estás haciendo que Bill se dé cuenta! ¡Parece que intentas arruinar mis planes! Planes que por suerte no conoces.

Luego, Hannah, Óscar y Basilio se retiran a sus habitaciones, y Billy queda solo en la mesa.

Billy permanece callado, pensando, pensando, pensando.

Pensaba en Hannah y su extraña actitud repentina. Pensaba en Devon y en Carly y sus extrañas partidas. Pensaba en Lucas y en su posible regreso.

Sí, pensaba en muchas cosas.

Pero, algo distrae a Billy de sus pensamientos: eran las dos mucamas, Carmen y Vera, charlando en la cocina.

Billy no era el tipo de chico que espiaba las conversaciones ajenas, y menos de dos mucamas de segunda edad, quiénes eran de poca importancia para él.

Dos mujeres de cabello corto y arrugas marcadas.

Pero, éstas estaban hablando sobre algo que indudablemente llamaba la completa atención de Bill. Así que él se acercó entonces despacio hacia la puerta de la cocina, para lograr escuchar con mayor claridad sobre qué hablaban exactamente aquellas dos sirvientas.

—¡Sí! ¿Tú también la viste? —Exclama Carmen, con tono curioso—, Esa chica Hannah sí que está medio demente.

—Ay, Carmen, no debemos hablar así de los jefes. —Le dice Vera riendo en tono burlesco—, Pero es cierto. Ayer me asomé por la ventana de la sala y ví a Hannah en el jardín, con un martillo en manos, dañando por completo un teléfono celular.

—Y estoy segura de que no era su teléfono. —Le dice Carmen.

—No, no lo era. —Le responde Vera—, El teléfono de la señorita Hannah tiene un forro azul con rosa, siempre me lo tropiezo en todas las partes que lo deja. En cambio, ese teléfono era negro. Lo puso en el suelo y lo martillo.

—Lo sé, lo sé. —Le contesta Carmen.

Billy abre los ojos como platos, no pudo evitar pensar que ese podía ser su teléfono "extraviado".

—Luego de que terminara de martillarlo —Continúa diciendo Vera—, Llegó el pequeño Óscar de la escuela, se le acercó, y entonces me retiré a la cocina... No pude ver nada más.

—En ésta casa suceden cosas extrañas. —Comenta Carmen—, Todos son igual de raros aquí. Aún recuerdo que cuando el señor Gilbert me contrató me dijo que no me metiera en los asuntos de ellos.

—Y no lo estamos haciendo, sólo estamos haciendo el comentario de las rarezas que aquí ocurren. —Le dice Vera.

Billy frunce el ceño, sus nervios se notaban con claridad. ¿Y si realmente era su teléfono el que Hannah había roto?

Pues, sólo existía una forma de saberlo: Óscar.

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