capítulo 41: Mentiras mortales
"Algunas veces la mentira nos puede caer mejor que la verdad, y en ese caso, será mejor engañar."
Dos días después, Billy ya había despertado, se encontraba mejor, pero casi no podía caminar, le dolía demasiado la herida como para poder hacerlo con fluidez.
—Se le dificultará caminar sólo por algunos días, luego todo volverá a la normalidad, se los aseguro. —Les dice el médico.
—Estoy feliz de que hayas revivido. —Le dice Carly, abrazándolo—, Por un momento creí que te había perdido para siempre.
—¿Revivido? ¿Estuve muerto? —Pregunta Billy, frunciendo el ceño y con tono incrédulo.
Allí estaba él junto al médico, Carly y Hannah. Basilio estaba en la cafetería del lugar.
—Bill, estuviste muerto durante unos minutos, luego tu pulso volvió de forma espontánea. —Le explica Hannah.
—Así es. Y debo decir que eres un suertudo, eso le pasa a una persona en un millón. —Le dice el médico—, Perdiste mucha sangre por la puñalada, fueron tres puñaladas en la misma zona. Ese hombre sí que quería matarte.
—¿Perdí mucha sangre? ¿Y cómo hicieron allí? —Pregunta Bill.
—Yo te doné sangre, somos del mismo tipo. —Le dice Hannah.
—Gracias, la Hannah del pasado no me hubiese donado sangre ni aunque le fuesen pagado por ello. —Le dice Billy.
—Pero ya no soy la misma. —Dice Hannah fríamente, en verdad le alegraba que ahora Billy estuviese bien.
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Unos minutos más tarde, Lucas estaba escondido en el sótano de una cabaña cercana en el bosque, hablando por teléfono.
—Sí, le dí tres puñaladas en la zona abdominal con el cuchillo que me había llevado detrás de la camisa. —Explica el afroamericano—, Fue muy fácil, Billy se nota que se siente culpable, por eso es que me trataba tan bien y al verme llegar quiso ayudarme a buscar mi supuesto teléfono.
—Eres un maldito idiota. —Le dice la voz tras el teléfono.
—¿Por qué? Hice exactamente lo que debía hacer. —Le contesta Lucas, extrañado.
—No, eres un maldito bastardo, casi matas a Bill. —Le dice la misteriosa voz—, Se suponía que le darías una sola puñalada, eso hubiese sido lo correcto.
—¿Qué? No recordaba que debía ser sólo una, al verlo, sentí tanto rencor, rabia, ira, que no pude pensar en nada más. —Explica Lucas—, Creí que en esa zona del cuerpo no podía morir, investigué donde no sería segura una muerte.
—Mira, te afirmo que hiciste las cosas mal. —Le repite la voz, en tono serio—, En esa zona no se puede matar a alguien, pero debías dar una sola puñalada, no tres. Si la cantidad de puñaladas es mayor, entonces estás aumentando las posibilidades de que muera. Porque igual está perdiendo sangre, aunque no haya un órgano vital justo allí.
—De acuerdo, estuve mal. —Reconoce Lucas—, Sin embargo, igual no falleció.
—Te equivocas... Billy estuvo muerto durante unos minutos hasta que llegaron los paramédicos. —Le dice la voz—, Su pulso volvió espontáneamente, ni siquiera por obra médica. El universo lo quiere vivo... Yo lo quiero vivo. Por ahora.
03 DE MAYO, 2019.
—Billy, acabo de llegar del baño y te noto algo acelerado, ¿Estás bien? ¿Te sucede algo?
—Revisé entre sus cosas, señor Josephus. —Le dice Bill, en tono frío y serio—, Usted me ha estado engañando, y no sólo respecto al supuesto suicidio de su madre.
—¿De qué hablas? —Le pregunta el psicólogo de edad avanzada.
—Duró usted un buen rato en el baño, creo que debía tener dolor de estómago. —Le dice Bill—, Me llegó cierta tentación al ver sus cosas y su cuaderno privado allí, en su escritorio. Así que quise leer sus anotaciones acerca de mí, para saber lo que usted pensaba acerca de mi trauma y acerca de mi supuesta mejora.
—¿Supuesta mejora? ¿Podrías ser más específico, por favor? —Le pregunta Josephus—, No estoy entendiendo nada. Primeramente, no debes revisar nunca mis cosas, Bill, eso no se debe hacer.
—¡¿Le digo qué no se debe hacer?! —Le pregunta Bill, levantándose de su asiento y acercándose a Josephus—, No se debe mentir a sus propios pacientes.
—¿Qué? ¡Yo nunca te he mentido! —Exclama Josephus, con cierto nerviosismo.
—Usted me dijo que estaba mejorando con mi trauma, lo cual es mentira, en su cuaderno anotó todo lo contrario, dijo que soy un enfermo mental cuyo trauma no va a descender nunca. —Le explica Billy—, Usted dijo que su madre se había suicidado, lo cual es completa mentira, murió a los ochenta años, en paz y tranquila.
—Bill, cálmate, por favor. —Le pide Josephus al ver el fuerte carácter naciente de aquél adolescente.
—¡¿Y sabe usted qué es lo peor?! —Le pregunta Bill—, Que me estuvo ocultando durante todo éste tiempo que usted conocía a Margaret, ¡Usted la conoció! Ella fue su paciente, usted tuvo incluso una aventura con ella hace varios años. Ella le fue infiel a mi padre... Con usted.
—No hay forma de que hayas podido leer todo eso en mi cuaderno sólo en unos minutos, ¿Te lo llevaste a casa, cierto? Me lo quitaste ayer por la tarde. —Le dice el psicólogo.
—Es cierto, se lo quité. Una parte de mí me insinuaba que usted estaba mintiendome. —Le dice el jóven, aún acelerado y muy enojado—, Yo creí que usted era mi amigo, pero en ese patético cuaderno suyo no hace más que burlarse de mí.
—No es cierto, estás confundido. —Le dice Josephus— Déjame decirle a mi secretaria que nos prepare un té y nos sentamos a hablar con calma.
—No me quiero sentar a tomar el té con usted, no soy una maldita abuela. —Le dice Billy, acercándose más a él, y alzando el tono cada vez más—, ¡¿Acaso cree usted que esto de mi padre no es importante para mí?!
—Al contrario, sé que lo es. Pero te mentí para no hacerte daño, para ayudarte, sólo buscaba ayudarte. —Le confiesa Josephus—, Debes entender.
—¡¿Qué debo entender?! —Grita Billy resaltado.
—Algunas veces la mentira nos puede caer mejor que la verdad, y en ese caso, será mejor engañar. —Le dice Josephus con tono sensato y asustado al mismo tiempo.
Jamás había visto a Billy tan enojado por algo. Sabía que cuando aquél jóven se enojaba a tan alto nivel, podría entonces reaccionar de manera drástica.
Tal vez tenía problemas de ira, o eso es lo que se pensaba.
—Si usted me hubiera dicho lo de Margaret, me hubiese ayudado a saber las razones que tuvo ella para acercarse a usted, para venir a sus terapias, y para probar su miembro. —Le dice Billy, extrañamente en tono calmado.
Bill ya no miraba a Josephus como un amigo, ahora lo miraba con tanto desdén que parecía irreconocible su mirada hacia él.
—Billy, estás mal, tienes un trauma que posiblemente no superaras nunca, algunas veces me follé a Margaret cuando me contaba sus problemas, y sí, ella era pareja de tu padre, y te mentí sobre mi madre muerta porque Elenna me lo pidió. —Le confiesa Josephus—, Ahora lo sabes todo, ¿Y te digo otra cosa, aún peor?
—¿Qué? —Le pide Billy, casi en llamas.
—Creo que jamás podrás dormir tranquilo en lo que te queda de vida, creo que estarás viviendo en el pasado para siempre, y tu padre muerto no va a agradecerte nada. —Le dice Josephus—, E incluso, me das mucha pena.
La impotencia que sintió Billy en ese momento no fue normal, quizás fue la más grande que sintió en toda su vida.
Así que empujó con todas sus fuerzas a Josephus, y esté cayó por la enorme ventana de su estudio.
Eran como unos diez pisos, así que Billy no necesitó asomarse hacia abajo para comprobar que Josephus había muerto.
Que él lo había asesinado.
—Lo siento. —Susurra Billy, totalmente destruído.
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