Problema resuelto.
Macaque tenía en claro que en cualquier momento los rumores aparecerían, revelando entonses que el tenía una hija. Probablemente todo empeso con los demonios que se querían comer a Maquy y lo habían insultado; de seguro corrieron la voz de que el protejia a una humana y todo se fue al diablo.
Escuchaba a los humanos mormurar cosas sobre eso, diciendo que se creía que su hija era igual de peligrosa que el, que de seguro detestaba a Monkey King tanto como el y estaba dispuesta a asesinar a cualquiera. Obviamente solo era la imaginación de la gente, delirando por la obvia mentira.
Decidió, por lo tanto, ignorar todo eso, aunque estando alerta, pues sabía que sus enemigos estarían dispuestos a quitársela para enfureserlo y atraerlo a la trampa. Pero confiaba en que su niña la alertaría ante esto.
Ambos están de compras, el adulto aún pagando los comestibles mientras que la menor observa el lugar un poco aburrida, sin encontrar nada entretenido; pero de pronto ve a alguien entrar, alguien que reconoció sin mucho esfuerzo, agarro asustada el pantalón de su papá y tiroño, logrando que el la mirara sonriente, pero sus sonrisa se borró al ver a su niña tan asustada. Preocupado volteo a ver qué es lo que miraba Maquy; pero no logro encontrar nada que pudiera asustarla. Escucho un susurro, uno débil pero que podía escucharlo perfectamente.
–es el– sollozo la pequeña ocultándote detrás de su padre.
Macaque orrugo la nariz con enojo, termino de pagar con una muy mala cara, logrando así que asta la cajera se estremeciera al sentir su aura tan peligrosa emanar de el.
Cargo a su hija dispuesto a irse lo más rápido posible, la pequeña se puso la capucha y enterró el rostro en el hombro del mayor, sin querer que el hombre notará que era ella.
Después de sentir como Maquy se aferraba más a él al pasar al lado de alguien, lo miro por el rabillo del ojo y con eso, le fue suficiente para saber cómo se veía.
Era alto, usaba una camiseta vieja al igual que los pantalones, el olor que emanaba era de un asqueroso alcohol que Macaque no pudo reconoser, su cabello corto y despeinado era del mismo color que el de Maquy, ahora lo notaba. Salió de la tienda, sintiendo como su hija aflojaba su agarre y se calmaban.
Decidió dejarla en casa, si llegaban a toparse con el devuelta no quería que ella sufriera al verlo.
Dejo a Mac a su cuidado y volvió a la misma tienda, espero que el hombre saliera con pasiencia. Al verlo abandonar el lugar lo siguió aciendose pasar por su sambra, intentando encontrar un buen lugar. Pero su instinto le decía que esperara, que algo más estaba por descubrir.
En algún momento se adentraron en el bosque, confundido pero dispuesto a saber que pasaba, espero que llegarán al destino del hombre; extrañamente caminaba con dos bolsas llenas de kilos de carne, ¿Que ara con eso?.
–¡Por fin!– grito una voz que parecía salida de los árboles, Macaque intento encontrar al hablante, pero solo tubo que mirar hacia arriba para encontrarlo, era completamente rojo carmín, colmilludo y grandote, con ojos amarillentos y pupilas blancas, bastidor nada más desde la cadera hacia abajo. –¡Tardaste demaciado humano!– protesto, pero con una sonrisa, saltando desde la rama que misteriosamente había soportado su peso.
Empezó a devorar la carne que el hombre le dió, ¿Ese sujeto lo estaba alimentando de verdad? ¿Para que?.
–disculpeme señor, la distancia es larga– dijo echando rostro en tierra como signo de respeto. Su cuerpo temblaba de miedo, se ve que estaba ciendo obligado. –señor, lo e encontrado– dijo tembloroso, escuchando como el demonio escupía la carne por su repentina sorpresa.
–¿De verdad?– pregunto comenzando a ajitar su delgada cola como un látigo.
–si señor– al oír eso el demonio rió a carcajadas.
–por fin ese maldito me pagará la perdida de mis cuernos– ahora lo recordaba, se había batido a duelo con ese idiota por creer que era superior.
Al principio había ignorado sus burlas e insultos, dispuesto a no ponerse a su nivel, pero después de años siendo perseguido por ese demonio solo para burlarsele en la cara, llegó a su límite y le demostró lo contrario, arrancándole los cuernos sabiendo que en la cultura de ese demonio; si lograban arancarselos demostrabas tu superioridad.
Se aguanto la risa, recordando cómo lloraba desconsolado al perder sus cuernos, desangrándose en el suelo. Viejos tiempos.
–parese que va naturalmente a la tienda de comestibles "King Ching"– siguió, desde el suelo en la misma posición sin atreverse a levantar siquiera la mirada.
–bien, bien. Ese bastardo morira...quizás pueda comerme a su supuesta hij...– Macaque encolerizo, no le importaba el echo de que se atrevia a decir que el moriria; si no su descaro de decir poder lastimar a su niña.
Antes de que siquiera terminar de hablar, emergió de la sombra del sujeto y le arrancó la cabeza de un bastonazo, con un golpe tan fuerte y feroz que corto la carne sin problemas y el cuerpo callo decapitado.
El hombre se levantó aterrado al ver la escena después de escuchar la carne siendo desgarrada, sobre el cuerpo. estaba Macaque en cuclillas, mirándolo sonriente mientras el caía hacia atrás atemorizado y paralizado, viendo al mismísimo Six-Ears frente a el, con su bastón ensangrentado apollado en su hombro y su visible sicatris en el ojo, acompañado por sus coloridas seis orejas.
–con que tú eres el pedazo de mierda que lastimo a mi hija– dijo frunciendo el seño, pero sin dejar de sonreír. Su furia aumentaba por cada segundo que lo dejaba vivo.
–¿Q-que? Y-yo j-jamas e lastimado a-a alg-gien– mientio arrastrándose para alejarse, sin saber que en realidad el pequeño que había estado con el en la tienda era en realidad su hija.
–¿Ho encerio?– río entre dientes, pero su risa escuchándose como si saliera de los mismos árboles, provocandole más pavor al adulto que tenía frente a el. Se enderezó, caminando hacia el sujeto que temblaba violentamente –¿Reconoser el nombre "Li-Kong"? – pregunto mostrando sus colmillos visiblemente furioso, mientras veía como el hombro habría de par en par sus ojos.
–s-si, e-e-lla es m-mi hija– comenzó a levantarse, pero Macaque le dió un fuerte golpe con su bastón haciendo que volviera a caer.
–ahora es mia– declaró orgulloso, observando como el otro temblaba e intentaba protestar, sorprendido al darse cuenta de la verdad –¿Sabes algo? Le prometí que siempre la mantendría a salvó y eso implica matar a cualquiera que la lastime de tal forma, y eso, quiere decir que tú estás en la lista– sonrió, escuchando el grito de suplica que dió el hombre, pero llegó demaciado tarde a sus propios oídos, golpeando repetidas veces al hombre, arrancándole pedazos de piel, asegurándose de que sufriera los suficiente y más, asta dejarlo muerto en el suelo.
Quizo dejar los cuerpos ahy, pero decidió que era mejor desaserse de ellos, mando a los cadáveres a un volcán para que se desintegraran en el y volvió a su casa, apareciendo en el baño y quitándose el buzo medio ensangrentado para ponerlo a lavar; aprovechó para lavar otras prendas que quedaron.
–¿Papá?– escucho decir desde la puerta, su hija se había asercado al oír el lavarropa andar.
–aqui estoy Maquy, enseguida salgo– anuncio acercandose a la puerta.
La abrió y le sonrió a su hija, pero ella se le quedó mirando sorprendida; maldición ¿Le había quedado un poco de sangre en la cara? No recordaba que le salpicará. Se miro en el espejo y abrió de par en par sus ojos, dándose cuenta que había olvidado ocultar sus orejas y sicatrises.
–¿Papá?– volvió a preguntar, parándose al lado de el, mirando ahora sus coloridas orejas y su imprecionante sicatris, pidió que la alzara y él lo hizo, agradecido de que no se asustara. –recuerdo que Tang me dijo que tuviste una fea pelea con Monkey King, ¿El te hizo eso?– dijo señalando la sicatris, Macaque titubeó un poco; sin estar seguro del todo en decir la verdad. Pero recordó que últimamente había hablado mucho de aquel hombre, siendo muy amable con ella y contándole muchas historias del inmortal y demás héroes celestiales muy famosos.
De vez en cuando mencionaba a un demonio cerdo que se llamaba Pigsy y tenía una tienda de fideos, o a un chico llamado MK que trabajaba para el mismo. eran los únicos que conosia que la habían ayudado.
–si, así es– decidio responder con cinseridad, sabiendo que en algún momento de su vida la niña descubriría su mentira.
Salió del baño y fue a cocinar con su hija en brazos. Siendo seguido por Mac para ayudarle un poco.
–papá– llamo haciendo que el mencionado la mirara –tambien me dijo que... Tu moriste– esas últimas palabras hicieron que a Mac casi se le callera el pote de condimento, voltenadose a verla sorprendido –¿Cómo es que reviviste?– aquella pregunta le había dado vueltas por la cabeza desde que descubrió quién era en realidad su padre. Había estado confundida mucho tiempo, pero feliz de como sea que revivió, sabiendo que si no lo hubiera echo, ella nunca lo hubiera conocido.
Macaque lo pensó por un tiempo, preguntandose si era correcto contestarle, no era una historia aterradora o que le provocará un mal estar a su hija, pero aún así, al recordarla que a el le hacía mal, recordando que estaba en deuda con ese montruo, pero que jamás la había pagado y no pensaba pagarle a un demonio como ese.
–mmm– Maquy ya tenía en claro que ese sonido quería decir que no quería contestar, o que simplemente le diera tiempo. Entonses no insistió, habrazo a su padre resiviendo una risa de el.
–pa– volvió a llamar teniendo la atención del mayor –tus orejas son muy lindas– alago dejando un leve sonrojo en el mono, el caul movió su cola divertido, tbien sus orejas probicando que la chica riera –y suaves– agrego rosando el interior de estas, sintiendolas tan suaves como pétalos.
–si, lo sé– río, moviendo otra vez sus orejas y escuchando la risa de la pequeña. Ella ayudo lo más que pudo en la cocina.
Comieron una deliciosa sopa de fideos y a continuación ella se fue a dormir, sabiendo que era su hora de la ciesta.
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