¡Papá! ¡Mac!
Macaque salió de su portal, agarrándose el estómago con dolor, siendo en ese lugar donde resivio más golpes. Escucho un chillido, se giro a ver y era su pequeña, la cual corría hacia él con los brazos extendidos y pidiendo sin palabras que dejara abrazarlo, el obviamente la dejo, feliz de tenerla otra vez en sus brazos.
La niña dejo salir ruidos de tristeza al verlo lastimado, pero Macaque no dudo en regalarle una sonrisa, sabiendo que eso alegraría a su hija.
Mac fue a buscar las cosas nesesarias para curarlo.
Mientras él desinfectaba sus heridas y las vendaba, Maquy no se había separado del mono, estando sobre el mayor e intentando acomodarse de tal forma que no lo molestará y no le probocara demaciado dolor. No quería volver a dejarlo, no quería despegarse de él.
Esa noche, después de cenar todos se fueron a dormir, como Mac se había acostumbrado a estar mucho tiempo sin convertirse en una sombra o desaparecer por completo había empezado a dormir en el sofá.
Pero ese no es el punto.
...
Macaque movió sus seis orejas visiblemente molesto, empesando a despertar con un suave sonido, este probenia de la habitación de al lado, en la cual dormía su hija. Se levantó un poco adormilado pero se dispuso a ir a ver, sintiendo como el dolor en su cuerpo desgraciadamente empesaba a acompañarlo.
Paso la puerta de la habitación de la niña, logrando ver cómo ella estaba abrazando a su peluche de mono con fuerza, levantó la mirada al oír la puerta abrirse, dejando que su llanto se ollera más al ver que antes no pudo ocultarlo. Antes de que Macaque pudiera hablar y dejará notar su angustia, ella levantó los brazos, pidiendo entre llantos pero sin palabras que la abrazara.
–ahy voy Maquy– respondió suavemente mientras se asercaba a la cama de ella, tan silenciosamente que parecía levitar.
Rodeo a su niña con los brazos, dejando que ella enterrará su rostro en su hombro, tarareo intentando de calmarla, sabiendo que su llanto era por el; al poco rato, entro Mac, preocupado por los llantos de la pequeña que lo habían despertado, fue también a abrazarla, esperando que uno más pudiera ayudar.
No supieron cuánto tiempo estubieron así, pero los tres se durmieron profundamente abrazados entre si.
...
Las semanas pasaron y las eridas sanaron, Maquy seguia sin decir nada pero se comunicaba con escrituras, solía ayudar un poco en la cocina e incluso a Macaque con sus historias, jugaba mucho con Mac y reía con ambos, los tres estaban muy felices.
Aunque de vez en cuando las pesadillas volvían, alguans veces cuando ella se levantaba de golpe y no podía llorar, corria a la habitación de Macaque y pedía que la abrazara, el obviamente no se negaba a esto, apresurandose siempre a ocultar sus orejas y sicatrises para no asustarla; cada vez que las palabras no le servían para consolarla empesaba a ronronear, sabiendo que eso sí la calmaba.
Un día, Macaque sintió un leve jalón en su pantalón, se volteo a ver a su hija quien sostenía un papel y un lápiz de escribir en la mano; ya sabía que eso quería decir que tenía algo de que decir.
–“¿Monkey King fue quien te lastimo?”– es lo que leyó después de que ella volteara el papel.
Macaque lo pensó, si le decía la verdad su hija se desepcionaria de verdad al saber que su ídolo lo había lastimado, pero tampoco quería mentirle, quería de encerio que ella conociera la verdad de ese maldito mono, pero tampoco quería verla entristecer ahora que sus pesadillas habían empezado a dejar de ser recurrentes.
–mmm– comenzó en un suspiro. Frunciendo el seño mientras removía la comida.
Maquy entendió que no le contestaría enseguida. Asi que decidió preguntar otra cosa.
–“¿Eres Six-Ears Macaque?”– los ojos del mono se habrieron de par en par. Al ver qué su clon estaba apollado en el marco de la puerta con una mirada caída entendió que el sabía lo que estaba pasando.
–las noticias– respondió al ver la cara que tenía Macaque, el cual suspiro al recordar que un elicopero lo había estado grabando mientras peleaba contra su contraparte.
Había rezado que Maquy no lo viera, no solo por temor a que se asustara, sino que también dijeran un comentario sobre él que lo revelará, al ver que ella estaba tan preocupada crello que no había visto el noticiero, pero al parecer a ella no le importo en lo absoluto cuál era su reputación, algo que le saco una sonrisa.
–si, lo soy– respondió viendo cómo ella comenzaba a escribir una cosa.
–“entonses eres la contraparte de Monkey King”– escribió tomándolo otra vez por sorpresa. ¿Cómo lo sabía? Tenía en claro que Wu-kung lo odiaba tanto, que jamás dejaría que en algún libro o historia, él estubiera mencionado con otra relación aparte de ser su enemigo.
–si, así es, ¿Dónde aprendiste eso?– pregunto muy interesado por su respuesta.
–“un hombre grande y con anteojos me contaba historias de Monkey King mientras yo aún vivía en la calle”– ahora quería saber como es que ese hombre con anteojos sabía que el estaba relacionado más profundamente con el inmortal.
–conque así he, supongo que fue por él que te volviste una fan ¿No?– como respuesta resivio un asentimiento.
–“pero ese hombre me contó que tú y Monkey King no se llevaban bien, y que ambos se paresian mucho ficicamente, ¿A caso fue el quien te atacó?”– bueno, al menos no habría cido su culpa si a su hija le dejaba de agradar ese mono.
–...si– respondió viendo cómo la menor fruncía el seño ante esto.
La chica había oído que Macaque Six-Ears era un asesino, también uno de los demonios más peligrosos y manipuladores que existian. Miro a Macaque por largos segundos, no, el podía ser manipulador, pero no la estaba manipulando; estaba segura de eso.
–“¿Por que te atacó hace algunas semanas?”–
–porque crello que yo solo te veía como un objeto, le dije que tú eras mi hija, pero no me crello, estaba decidido a apartarte de mi crellendo que yo te estaba utilizando para quien sabe que se le paso por la cabeza– respondió removiendo lijeramente más fuerte la comida, intentando de no enojarse demaciado.
Maquy se asustó un poco ante esto, si habían destruido gran parte de la ciudad solo por ella ¿Quien sabe si ese mono la seguiría buscando? Saco ese pensamiento de su cabeza, fue a abrazar la pierna del mayor, dispuestoma a nunca más alejarse demaciado de el.
Macaque sonrió, dejo de remover la comida para alzarla en sus brazos y hacer que lo mirara a los ojos.
–no te preocupes, jamás dejaré que el te separé de mi lado, jamás– termino apollando su frente contra la de la chica, la cual no hizo amage de alejarse y lo abrazo.
–y no creas que yo no ayudaré– agrego Mac asercandose y resiviendo la atención de la chica quien sonrio y se inclinó para darle un abrazo a él también.
...
Macaque pego un salto de su cama al oír un llanto, era tan alto que no dudo en correr hacia la habitación de su hija, ganándole por poco a Mac, quien entró apresurado detrás de él.
Fueron de inmediato a abrazarla, dispuesto a lo que sea para hacer que se sintiera bien entre los abrazos de ellos. Estaban tan preocupados y confundidos, ¿Por que lloraba de esa forma? Estaba tan bien está mañana y ahora lloraba desconsoladamente. ¿Que paso?. Sea lo que sea, ambos intentaban de calmarla, ronroneando y tarareando al unísono, provocando un extracto pero encantador eco, que calmo a la niña en cuestión de segundos.
Ahora podía escuchar perfectamente ese tarareo, siendo uno mucho más melódico que los anteriores; sus ojos de iluminaron al reconoserla, esa melodía era muy conosido, esa melodía la había escuchado tantas veces salir de la boca de su madre que la sabía de memoria, no pudo evitar también tararear, recordando a la mujer que tan bien la había cuidado.
Ambos monos de miraron sin dejar de tararear, sorprendidos por la tranquilidad que ahora invadía a la pequeña. Aliviados, suspiraron y se acostaron, dejando que en cuestión de segundos el sueño se apoderara de ellos.
...
–Maquy– la llamo Mac desde el sillón, ella dibujaba en el mismo lugar y levantó la miraba –¿podrias decirme..? Solo si esto no te hace sentir mal ¿Por que lloraste tanto anoche?– aquella pregunta le avía dado vueltas por la cabeza, Macaque se asomo apenas por la puerta de la cocina, sabía que no podría oír nada, pues ella no hablaba, pero quiso ver su reacción.
Maquy lo miro por unos segundos y empezó a escribir en otro papel.
–“soñe que Monkey King me llevaba lejos y ustedes intentaban detenerlo, pero no lo conciguieron”– Mac al terminar de leer la miro preocupado, los ojos de la pequeña se habían umedecido, pero ninguna lágrima había caído.
Mac la abrazo y ella correspondió, dejando salir un leve ruido provocado por su tristeza.
–el no te alejara de nosotros, tenlo por seguro– consoló viendo cómo Macaque se asercaba entendiendo a la perfección que pasaba.
Miro a su hija con preocupación y tristeza, sintiendo como ella intentaba de no llorar, el también la abrazo, dispuesto a consolar a su niña.
–olle monita– dijo Macaque, soprendiendo a ambos por su repentino apodo –no creas que él te llevaría tan fácil, él jamás te lograra tocar un pelo mientras estes a mi cuidado; yo estoy dispuesto a hacer lo que sea por ti, incluso si eso implica arriesgar mi vida– sabía que esas palabras la habían logrado consolar, escucho como ella empesaba a reír de felicidad, y como ahora soltaba lágrimas de la misma emoción.
–P-Papá, Ma-Mac– dijo de pronto, su voz se oía muy mal y ronca por los pocos años de uso y los muchos en desuso, hizo que ambos monos pararan en seco de acunarla, volteando a verla con asombro.
–¿Q...que?– preguntaron anonadados ambos, sin estar seguros de que sus oídos ubierna escuchado bien.
–Papá, Mac– repitió haciendo que los corazones de los mencionados comenzarán a latir a gran velocidad y que sus colas de ajitaran de felicidad –los quiero mucho, a-ambos me an dado todo lo que...nesesito, nunca exijieron que hablara...solo-solo se conformaban con que yo escribiera y... Y eso les era suficiente, yo-yo de verdad los amo mucho... Se q-que puede que teng-gan dificultades con migo... Pero siempre estan dispuestos a-a ayudarme... Yo... Los amo mucho– dijo con algo de dificultad, carraspeó un poco al final, un tanto adolorida por el esfuerzo, pero feliz de por fin poder decir todo lo que quería.
Ambos no cabían en si de felicidad, queriendo saltar como locos por toda la sala para selebrar que por fin había hablado.
–nosotros también– dijeron al unísono.
De pronto olieron un lijero olor a quemado, las colas de ambos monos se erizaron al entender que es lo que se estaba quemando.
–¡Ay, no puede ser! ¡La comida!– grito Macaque corriendo a apagar la ornallas y escuchando como ambos se reían. Por fin su pequeña habia hablado, y para alegrarlos aún más, había sido para decir lo mucho que los quería.
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