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–te-te juro que no quiero hacerle nada a Maquy– hablo con rapides, crellendo que lo que el mono había dicho era una advertentecia.

Había intentado mantenerse encubierto, sin querer llamar la atención del demonio, pero nunca había sido bueno mintiendo.

–tranquilo, Maquy me a contado muchas cosas de ti, e notado que tienen cierta similitud con ese idiota, pero no eres él – a pesar de saber manipular, se aseguro de poner cada gramo de cinseridad en su hablar, no lo admitiría tan rápido, pero tampoco negaría que le caía bien. Confiaba en él, incluso más de lo que esperaba. –se que no le arias daño, pero... ¿Wu-Kung te a dicho algo sobre mi?– enarco una ceja, mirándolo de reojo y el chico miro al suelo, tranquilo por su confianza pero tomado por sorpresa ante la pregunta.

–al principio, me había dicho que tenías una hija según tu, que la razón por el duelo de hace tiempo había sido porque el quería alejarte de ella por ser... Un manipulador y asecino a sangre fría – hizo una mueca ante su propio comentario, no le había gustado como su maestro se diriguio hacia él –y que desconfiaba de ti. Pero después de una o dos semanas, no recuerdo cómo salto el tema, pero dijo que ahora se sentía un poco más tranquilo, incluso menciono que empezó a confiar un poco en ti para cuidarla.– lo miro, una pequeña sonrisa formándose en su rostro al recordar lo resignado pero ocultamente aliviado y feliz que estubo su maestro en ese entonses –aunque agrego que estaría dispuesto a quitartela de las manos si llegarás a demostrar lo contrario– hizo un puchero, sin saber exactamente qué aria su maestro si se la quitaba.

–eso creí– suspiro, no había mencionado sobre ser su contraparte, algo que lo sorprendió y al mismo tiempo no –dile a ese maestro tullo que deje de ser tan tarado y empieze a usar el cerebro y los ojos, no su estupidez, para así darse cuenta que no tiene nada que desconfiar de mi– escucho como MK bufaba divertido, no le diría eso, no sabiendo cómo es su maestro –y que si me la llega a quitar le arrancaré la cabeza y usaré su pelaje como tapete de entrada, y no me importa cuántos duraznos de la inmortalidad se allá tragado, lo voy a matar– MK sintió que eso fue más que una simple advertencia, estaba seguro que era una promesa, así que solo se limito a asentir y dejar salir un suspiro, ahora que lo escuchaba tan desidido, él se podía permitir confiar plenamente en el mono que cuidaba de su pequeña gran amiga.

–siento que pasó algo entre ustedes dos– se aseguro de ser suave y algo delicado mientras pronunciaba, sin querer enojar o incomodar al demonio.

–...pasaron muchas cosas– y de pronto, sonó melancólico, recordando todo el tipo que pasó con aquel mono que juro ser su hermano y cuidar su espalda incluso si se peleaban, pero también la traición a su palabra después de atacarlo y casi matarlo, fue gracias a su abilidad de rejeneracion y con la ayuda de un rostro borroso que sobrevivió.

MK no supo si imaginarse o no lo que había vivido para sonar de esa forma, se arrepintió de decir lo anterior al darse cuenta que había tocado un punto sensible, no había sido su intención.

–disculpa, yo...– no sabía cómo disculparse exactamente, incluso si él había sido mucho de disculparse por cualquier cosa en estos momentos se sentía algo perdido.

–no te preocupes, es curiosidad, lo entiendo– él también habia metido la pata con esos temas algunas veces.

–gracias– suspiro aliviado –yyyyyy– quería cambiar de tema, se sentía un poco entrometido a estas alturas –¿De que será tu próxima historia?–

–¿Crees que te lo diré?– sonrió burlón, notando el puchero ajeno.

–hoooo vamos, una pista ¿Si? Porfiiiiiiis– entrelazo sus manos en un gesto suplicante e insistente, mirándolo con ojos brillosos y grandes.

«¿Ahora se cree perro?» pensó el mono, enarco una ceja ante lo insistente del chico, no parecía ser realmente un adulto como le había dicho Maquy.

–lo sabrás cuando lo veas– lo ignoro sin problemas, riendo ante el bufido y quejas que soltó el chico al no obtener lo que quizo.

–solo una ¡Es que no puedo esperar!–

–dios, si que te pareces a él– MK quedó algo confundido ante esas palabras, analizandolas y tardando unos vergonzosos segundos en darse cuenta que hablaba de Monkey King.

–¿Él... Es tan insistente?– tenía en claro lo insistente y hasta cargoso que podía llegar a ser él mismo, pero a pesar de lo entusiasta y burlón que había sido su maestro hasta ahora nunca lo había visto como alguien muy insistente. Al menos no ahora.

–se podría decir: peor, mucho, mucho pero– el menor se quedó pensando en eso, no era de malo, pero esperaba nunca conocer el lado cargoso e insistente qué tenía su maestro al oír la ceriedad con que lo afirmó el mono. –y no es agradable de presenciar, querrás arrancarle la cabeza– porque el mismo lo había sufrido en el pasado y el mismo le había intentado arrancar la cabeza solo para tener un minuto de paz.

–ya veo– a estas alturas ya no sabía que hacer –...¡Una pista porfiiiis!– y a volver con lo cargoso.

El mono suspiro y gruño repentinamente cansado.

–¿Sabes?– miro a MK quien parpadeo confundido –queria caminar para llegar pero creo que me arrepentí– y de pronto se undieron en una sombra, el chico pegando un grito poco varonil y sintiendo como su estómago se revolvia ante el susto, y tan pronto como sucedió se esfumó.

MK miro hacia todos lados confundido, notando después de unos segundos que se encontraba en el teatro, no pudo evitar chillar emocionado y dar saltos en su lugar, estrellas apareciendo en sus ojos.

–ho no puede ser, este lugar vacío se ve genial– habia columnas apartadas de la gente pero visibles, tenian pintadas nubes rojas con detalles oscuros, algunos dragones e incluso otras retrataban momentos que pasaron en las historias de Macaque. El suelo era oscuro al igual que el techo, solo que este tenía pintado una galaxia colorida y brillante, el escenario era común a esepcion de las nubes pintadas –nunca había podido ver bien los dibujos ¡Me encanta el techo!– su tono hizo eco en el lugar y él se tapo la boca al notarlo –lo siento– fue rápido en disculparse.

–no importa– Macaque movió sus orejas para disipar un poco el repentino aturdimiento, tener seis oídos no siempre es una ventaja –Mac– el chico parpadeo confundido ante el nombre, recordaba que Maquy había usado ese término para nombrar a alguien, pero no había entendido del todo a quien. Jadeo al ver un clon emergiendo de la sombra del original, era distinto, este mostraba sus seis orejas coloridas –llevala por favor–

–echo– asintio y tomo a Maquy en brazos, acomodadola un poco y luego mirando a MK, Macaque llendo a poner los clones en sus demás puestos –hola MK– saludo con un sonrisa, lo había visto tantas veces ya que era un gusto poder hablarle.

–hola– saludo confundido, no entendía porque era distinto –tus orejas son...– no podía evitar mirar los colores que tenian.

–¿Coloridas?– enarco una ceja, moviendo las seis orejas en un rápido movimiento y los colores parecieron mesclarse entre si, el chico riendo ante esto.

–mucho– rió él, sorprendiendose cuando noto al clon acercarse sin ruido.

–¿Quieres una pista?– susurro, Macaque agudizando más su oído al escucharlo.

–por favor– estaba emocionado, ese clon no era como Macaque, aún recordaba el desastre que hicieron sus primeros clones, según Monkey King era normal que tuvieran conciencia con los primeros intentos, pero después se volverían, como por así decirlo, una especie de cascarón vacío.

Aunque estaba seguro de que Macaque había tenido muchos otros clones como para que esté estubiera conciente.

–es sobre guerreros~– termino canturreando la respuesta, riendo ante la emocion ajena y el original bufando con diversión, eso no era verdad, su historia era de un término mucho mejor.

Al final MK se terminó confundiendo un poco al ver el Show, pues esperaba guerreros pero se rió al darse cuenta del engaño, quisas no eran tan distintos, le encantaban los giros bien planeados que tenian las historias del mono, eran entretenidas y muy atrapantes, simplemeten le encantaba escucharlo y ver cómo las sombras se movían con la luz de esa extraña linterna.

Al final resultó que tenía segunda parte, ya que era uno de los especiales, así que cuando todos se marcharon MK corrió directo hacia Macaque.

–¡Eso fue genial! ¡Gracias por los lugares en primera fila!– su sonrisa era de oreja a oreja, nunca podía conseguir esos lugares.

–de nada chico– se quitó la túnica oscura con nubes rojas como detalles y se la colgó al hombro –creo que debería regresarte a tu casa–

–por fa-...– su estomago repentinamente ruguio con fuerza, se había aguantado el hambre durante todo el show por no querer despegar la vista.

–wow ¿Cuando fue la última vez que comiste?– Mac emergió de una sombra para mirarlo con una ceja levantada.

–heee... No comí al medio día– la ciudad había sido atacada, al final no pudo comer nada porque fue a entrenar con su maestro, al volver se tiró a la cama y se durmió, se levantó y tenía que ir a entrenar otra vez ya que era uno de sus días de doble entrenamiento pero no fue por Maquy –tube algunos inconvenientes que me lo impidieron– se retorció apenas los dedos, sonriendo con nervios y vergüenza por alguna razón.

–tengo suficiente comida para los dos, si quieres puedes comer aquí– lo había dicho antes de pensarlo mejor, pero al ver la emoción oculta en los ojos ajenos supo que no se podía retractar.

–¿E-encerio? ¡Gracias!– ni siquiera pudo sentir vergüenza ante su asentimiento, otra vez fue undido en una sombra, pero ahora rió, la sensación de que estaba callendo dándole repentinas cosquillas en el estómago. –wow, tu casa es muy amplia– dijo al ver el comedor, todo estaba limpio y había un olor a mango flotando en el aire.

–me gusta así– dijo desde la cocina y el chico no supo cuando se movió –puedes ver una película o algo en el televizor, el control debe de estar en la mesa–

–gracias– al no ver el televizor supuso que era en otra parte, entonses camino un poco y paso al siguiente cuarto donde lo encontro y decidió sentarse en el sillón, fue pasando los canales hasta detenerse en el primero que le llamo la atención y estubo asi por algo más de media hora, pero luego sintió un cosquilleo en la cabeza

ho... Tardó un poco– decir “poco” era demaciado jentil. –hola Monkey King– saludo una vez que la proyección de su maestro estubo frente sullo, el ceño del mono estando lijeramente fruncido y sus brazos cruzados.

–¿Por qué no viniste al entrenamiento? Sabes que hoy era doble, te lo recordé antes de que te fueras, te llame y no contestabas– decidió ignorar el echo de que el chico estaba sentado en un sillon, recordaba su departamento y no había ningún sillón, pero lo dejo de lado.

–bueno es...– habia dejado su teléfono en su departamento todo el tiempo.–¿Recuerdas a la hija de Macaque?– el mono entrecerro los ojos confundido –pues resulta que ella era la pequeña niña de la que te hable hace un tiempo ¿Recuerdas?– el dios escudriño en su cabeza hasta recordar algunos comentarios que había echo su alumno al divagar, y ahora que recordaba haber visto a una pequeña muy familiar entre el grupo toda sucia, podía encontrar algunos detalles idénticos a la ahora hija de Macaque. Habrio más los ojos al darse cuenta y de sintió estúpido al no notarlo antes –supongo que si, bueno, resulta que ella fue a la tienda de Pigsy junto con él y pues... Me emocioné mucho y quise pasar tiempo con ella y cuando me di cuenta... Se me pasó la hora– se encojio de hombros y sonrió nervioso, no le gustaba ver a su maestro enojado, en especial porque sabía que después el entrenamiento se volvía más duro.

Para su alivio el mono se pasó una mano por la cara y suspiro.

–para la próxima avisa, no tienes mi número para nada ¿Sabes?– recordaba que alguna vez le había dado su número y estaba seguro de haber visto al chico registrarlo en su teléfono.

–si, lo siento, no volverá pasar– se aseguro de prometer y sonreír.

–bien... ¿Dónde está? Fui a tu departamento y no estabas, el cerdo dijo que te habías ido a dar una vuelta y no me quizo decir dónde– MK sudo, no sabía exactamente como se lo tomaría si le decía que estaba en la casa del otro mono, en especial porque está seguro que ellos dos no se llevan muy bien.

–¡MK! ¡Ven a comer!– la voz de Macaque los corto. El chico sudo y Monkey King frunció el ceño. El mono de pelaje oscuro había ignorado toda la conversación que repentinamente llegó a sus oídos, solo por querer darle privacidad pero cuando comenzó a oír al chico ponerse nervioso crello que era mejor intervenir.

–ese fue...– volteo a ver a su susesor de golpe, este ahogando un chillido.

–le dije que me gustaban sus historia y me invitó a ver una gratis, fui, me hiba a ir pero mi estomago rugió y me invitó a comer– ni siquiera respiro, demaciado nervioso para hacerlo.

–¡MK!–  insistió, ya llendo a buscarlo cuando lo escucho demacado nervioso –Ya deja al mono amargado. Yo me encargo después–  apareció en el lugar y empezó a caminar para estar detrás del chico, sabiendo que el panorama de vicion del mono estando en una proyeccion no era muy amplio.

–¿Es encerio?– el mayor arrugo la nariz.

–se estaba muriendo de hambre, no lo hiba a dejar así– y como prueba de sus palabras, el estómago del chico volvió a rugir con fuerza. –si quería aprueba ahí las tines– no sonrió, pero habia burló en sus ojos.

–más te vale no lastimarlo o te arrancaré la cabeza–

–más te vale no quitarme a mi hija o usaré tú pelaje como tapete de entrada– esta vez sonrió y su cola se movió con gusto al oírlo gruñir más profundo.

–ten cuidado Buddy– al decir esto desapareció de las vistas de ambos.

–¿“Buddy”?– no se quería burlar, pero se estaba aguantando la risa.

–todo el tiempo me dice así– se encojio de hombros, ya pudiendo sentir todas las preguntas sobreprotectoras de su maestro cundo volviera.

–vamos, ya te veo desmayado por no comer– dijo después de que el estómago del chico volviera a reclamar comida.

–esta bien– se levantó y siguió al mono, Macaque esperaba que la hora de la comida se volviera ruidosa, y así fue.

MK no dejaba de contar algunas aventuras que tubo con sus amigos, divagaba de las peleas que había tenido y los entrenamientos con su maestro, de algunas cosas cotidianas e incluso de las historias favoritas que había escuchado del mono, todo lo contaba con tal emoción que Macaque reía de la imperactividad y entuciasmo ajeno, tanto que hasta parecía un niño pequeño. Ya ni siquiera podía intentar negarlo, ese chico le agradaba.

Y sentía que ahora vería a ese chico mucho más seguido.

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