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La puerta de la habitación fue tocada varios minutos más tarde. Era el aviso de hacer su aparición a la celebración que ya había comenzado y esperaban la presencia del príncipe heredero.
Lyon le agarró la copa que estaba en la mano a Charles y tomó lo que quedaba dentro sintiendo el picor del licor bajando. Ah, eso se sentía bien.
-¿Quieres que después de la fiesta nos emborrachemos y ahoguemos nuestras penas?- se burló Charles con una sonrisa, levantándose y ajustando su traje de terciopelo verde y plateado no tan llamativo como el de su amigo, pero que de igual forma destacaba los colores del escudo de su familia.
-Lo pensaré- dijo Lyon poniendo la copa sobre la mesa, y así ambos caminaron en dirección al salón donde ya la música suave sonaba junto a los murmullos de los invitados.
Lyon soltó un suspiro con cada paso que daba hacia aquel lugar. Este tipo de eventos no eran precisamente de su agrado, pero era necesario. Los sirvientes se inclinaron ante la presencia de ellos y abrieron la puerta para su ingreso.
Al momento todas las miradas se posaron en el príncipe y los murmullos se hicieron más fuertes tras la presentación por parte de uno de los sirvientes.
Lyon se vio al momento rodeado por varios nobles dándole la bienvenida y felicitándolo por su regreso victorioso. Él solo pudo agradecer con una sonrisa formal y viendo por el rabillo del ojo como Charles cuidaba los movimientos de los demás a su alrededor. Era algo que había reforzado en el campo de guerra mientras le cuidaba la espalda. Si alguien quería atacarlo no le sería nada fácil.
No vio a su padre por todo el salón al darle una mirada rápida en lo que le permitieron los nobles, que se turnaban para llamar su atención, al punto que perdió la cuenta de cuantas veces dio las gracias o respondió preguntas al azar. Eso sí... notaba un ambiente diferente a los eventos que recordaba... como si la normal hostilidad o rivalidad existente en la corte tuviera un velo de sumisión sobre ellos.
Algo estaba muy diferente aun si no había cambios en los nobles. Tendría que preguntarle a su padre. Incluso se sentía cómoda la atmósfera.
-Lyonhart- la mención de su nombre por una voz familiar lo hizo salir de sus pensamientos y a su lado las personas se apartaron levemente.
La persona que le había llamado sonrió con leves lágrimas en sus ojos y se acercó casi corriendo hacia él agarrando su brazo con las manos temblando.
-Estás de regreso- Milan sonrió inclinando su cabeza. Su cabello cobrizo acarició sus hombros con sus brillantes ondas que enmarcaban un rostro, que se había hecho mucho más hermoso con el paso de los años.
Sus labios más rellenos, sus párpados ligeramente más caídos le daba una mirada más sensual, su cuerpo delgado había ganado curvas en lugares precisos siendo fácilmente visibles por las vestimentas típicas que solían usar los omegas, con telas transparentes, mangas muy largas y vaporosas, cinturones ajustados en la cintura que hacían resaltar aún más las caderas redondeadas y el típico collar grueso de metal tallado que protegía sus nucas.
Si, como se esperaba Milan se había convertido en un hermoso omega. Y seguramente el más cotizado de todo el reino de Gless, como se esperaba de los que llevaban su apellido.
Lyon agarró una de sus manos y le dio un beso en el dorso mirándolo con sus ojos brillantes. No podía negar que el cambio en Milan hacía sido notable, mucho más elegante, delicado, su belleza natural se había pronunciado, hasta su voz era más suave. Era lo que muchos alfas esperaban de un omega y que además, ocuparía el lugar de reina.
-Estoy realmente feliz que estés de regreso- Milan contenía las ganas de llorar.
-Prometí que volvería y aquí estoy- dijo él manteniendo la mano de Milan entre sus dedos sintiendo lo suave y cálido de su palma- ¿Cómo has estado?
Dado que todos sabían que ellos estaban comprometidos, los nobles que los rodeaban se fueron dispersando para darle espacio a ellos dado que no se habían visto desde... hacía años. Charles solo retrocedió algunos pasos, pero siguió alerta mirando alrededor a la vez que un sirviente se le acercaba y le decía algo de forma discreta.
Milan se acercó más hacia él entrelazando sus dedos con los del alfa y abrazando su brazo a la vez que dejaba salir feromonas. Estas tenían un ligero olor dulce, como a dulce de miel. Lyon podía sentir su boca humedecerse y sus colmillos picar. Una reacción natural de los alfas antes un omega.
-Te extrañé todo este tiempo. Rezaba todos los días porque estuvieses bien. No hubo un solo día en que no pensara en ti- sonrió recostando su cabeza sobre el costado del hombro de Lyon dado que la diferencia de altura ahora era muy notable- pero por fin puedo estar más tranquilo sabiendo que estás de vuelta.
Lyon... asintió. No era como que pudiera decir lo mismo. Incluso era vergonzoso que no se hubiera acordado que estaba comprometido en todos los años en la frontera. Tampoco es que tuviera mucho tiempo para pensar cuando apenas sabía si estaría vivo al próximo pestañazo.
Milan se dio cuenta que no le respondió e hizo un ligero puchero, muy familiar a cuando era más joven.
-No me has dicho nada- jugó con los dedos de Lyon entre los suyos- ¿Cómo me veo?- sonrió- Me cuidé mucho para verme lindo para cuando volvieras.
La familia Stifer tenía los omegas más cotizados de todo el reino. Belleza y delicadeza era lo que más les sobraba y Milan no era la excepción. Podía tener al alfa que quisiese a sus pies. Decir hermoso era quedarse corto, aunque había notado que muchos no lo miraban tan fijamente como se esperaba... tal vez porque estaba comprometido.
El otro capítulo está de pum
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