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No eres nadie para mí

Clare
-¿Y qué hiciste, qué hiciste?- preguntaba Silvia ansiosa.

-¡Rechazarle, por supuesto!-exclamaba Leire sonriente mientras todas reían en coro. -Oye Clare ¿Te ocurre algo?-

-No, no es nada.- me levanté de la mesa decidida, pues la verdad era que su conversación me parecía de lo más aburrida. -Me voy a dar una vuelta.-

Salí de la cafetería con el fin de despejarme en el patio hasta que una gran torre de juguete se interpuso en mi camino haciendo que me cayera en medio del pasillo.

-¡Maldición!- me levanté furiosa ante el daño que me había hecho.

-Ten más cuidado.- apareció Near enfrente mío.

-¡¿Qué demonios hace en el medio?!- exclamé cabreada, pero él lo único que hacía era observarme detenidamente.

-Estás demasiado enfadada para ser tú.-

Iba a responderle, pero luego me di cuenta que lo mejor era mantenerme callada. Es así como, orgullosa, me levanté del suelo recomponiendo la compostura.

-No seas inmadura, Clare.- escuché a mis espaldas.

-¿Qué has dicho?- me giré molesta.

-Estás siendo demasiado infantil ignorándome-
-No eres el más indicado para decirlo. ¿Sabes?-

-Te dejas guiar demasiado por los sentimientos, dime. ¿De verdad te divierte jugar a ser la chica mala?- iba a contestarle cuando me interrumpió.-Ahora dirás que eres lo que los demás hicieron de ti, pero dime ¿Desde cuando te dejas influenciar por los demás?- me preguntó mientras me observaba detenidamente.-Ahora mismo podría incluso decir que eres peor que Mello, y mira que Mello ha cambiado.-

Por un instante, me quedé en el sitio sin saber que decir o incluso como reaccionar. Aquella pregunta me había tomado por sorpresa porque, en el fondo, tenía razón.

¿Cuándo comencé a dejarme influenciar por los demás?

Near tan solo me sostuvo la mirada esperando a que respondiera. Era consciente de que aquellas palabras no las había lanzado porque sí, había un motivo detrás.

Él realmente quería abrirme los ojos.

Y fue ahí cuando por fin reaccioné dándome la vuelta estando dispuesta a irme.

Ya había tenido demasiados consejos, advertencias y falsas preocupaciones como para tomarme en serio sus palabras.

Las palabras de Near para mí no eran más que promesas vacías.

Nada más salir al patio el viento me golpeó en la cara haciéndome volver a la realidad.

Estaba cansada de dar clase y de encontrarme rodeada por estas cuatro paredes. Podía perfectamente salir de aquí y vivir la vida que tanto me merecía. Al fin y al cabo, ¿qué era lo que me retenía?

Si embargo, aquellos pensamientos desaparecieron cuando, a lo lejos, pude observar a Mello, Matt, Sofía y Linda.

Tanto tiempo advirtiéndome de ella y ahora eran ellos los que la hacían compañía.

Instintivamente, comencé a acercarme al grupo sin importarme lo que pudiera pasar.

-Clare.- susurró la morena al verme.

-¿Quieres algo?- preguntó el rubio molesto.

-¿Ahora recogéis a perritos?- me burlé mientras señalaba a Linda.

-Vete de aquí, ya has hecho suficiente.-

-¿Enserio?- carcajeé.-¿Entendéis más a ella que a mí después de todo lo que me ha hecho?-

-Por lo menos ha asumido sus errores.- y fue ahí cuando todo empezó a desmoronarse.

-¡¿Qué ha asumido sus errores?!- exclamé.-¡¿Eso creéis, que ha cambiado como la última vez, de verdad os compadecéis más de ella que de mí!?-

-¡No has hecho ningún intento por intentar, aunque sea cambiar!-

-¿¡Como te atreves?!- exclamé.-¡Matt!- nombré al pelirrojo.-¡Cuándo te enteraste de lo ocurrido te fuiste a consolar a Mello y ni una palabra me dirigiste! ¡Ni una!- exclamaba mientras apretaba los puños.-¡Tú, Sofía, por el hecho de sospechar de ti y de acercarme Linda ya te alejaste de mí!-

-¡Para ese entonces ya habías cambiado, Clare! ¡¿No te das cuenta?! ¡Te alejabas de mi incluso cuando yo solo quería estar más cerca tuya!- se lamentaba la morena.

Sabía que eso que había dicho era cierto, pero aquello había sucedido por Linda.

-¡Y tú Mello..!- se me quebró la voz al darme cuenta de que lo único que hacía era observarme-¡¿Cómo me pude enamorar de alguien tan idiota?!-

-Lo mismo digo.- respondió indiferente dejándome sorprendida.

Porque en el fondo, la única que le seguía dando importancia al asunto era yo. Realmente me veía patética.

-Clare... susurró Linda, pero rápidamente la corté.

-Ni me hables, no quiero ni verte, ni siquiera escucharte respirar.- y me giré dispuesta a irme.-Te lo dije, Linda, te dije que estabas aquí arriba, pero que en cualquier momento estarías aquí abajo.- respondí rígida en el sitio y sin perder la compostura. -Tus amigas no son más que unas superficiales, no me extraña que seas como ellas.-

-¿¡Qué quieres entonces?!- se desesperó.- ¡Sino querías estar con Silvia y las demás! ¿¡Por qué me haces esto, Clare?!-

-¿Y porque no?- me giré hacia ella seria.-Estoy haciendo lo mismo que me hiciste tú. Desahogarme.-

-Clare, vete de una vez- me dijo el rubio.-Deja ya todo esto, supéralo.-

-Lo tengo superado, no te preocupes. No volverás a saber más de mi, así que estate tranquilo. Al fin y al cabo, Near tenía razón.-

-¿Ahora haces caso a Near?- no pude evitar reír.

-¿Vas a hacerme otra escena de celos? Madura un poco.-noté como Mello chasqueó la lengua con rabia.

-¡Oye Clare!-se acercaron Silvia y Leire.-¿Qué haces aquí?-

-Nada importante.- murmuré pasando de largo y dejando al grupo atrás. Sin embargo, me di cuenta de que, fuese a donde fuese, continuaban siguiéndome. -¿Queréis algo?- me giré molesta.

-¿Nosotras?.- se miraron extrañadas.

-¿Por qué me seguís a todas partes?-

-No sé, es lo que hacíamos con Linda.- respondió Silvia haciendo que resoplase pesadamente.

-Si no quieren ponerme de peor humor más os vale que me dejéis un rato sola.- fruncí el ceño.

-¿Qué ha pasado?- se extrañaron.-¿Te ha regañado Roger?- preguntó una.

-¿Suspendiste matemáticas?- preguntó la otra.

-¿Te has peleado con Mello?-

Ya basta

-¿Es por Kira?-

-¿Te encuentras mal?-

-¡No!- grité.-¿¡Podéis dejar de fingir que os preocupáis por mi cuando es mentira?!-

-¿Que dic- iba a replicar Leire.

-Oh por dios, cállate ya. ¿Acaso no os dais cuenta? Vuestras charlas me aburren, vuestros cotilleos y formas de llamar la atención de manera innecesaria me cansan. Simplemente, dejadme en paz.- y fue en ese instante cuando me sentí liberada.

Silvia y Leire se marcharon de mi lado indignadas y con paso rápido consiguiendo que, nuevamente, volviera a disfrutar de mi soledad.

Con las tripas rugiendo, entré en el comedor sentándome en la mesa del final y dándome cuenta de como Leire y las demás se reconciliaban con Linda y Daisy mientras disimuladamente miraban hacia mi mesa.

-Hola.- se acercó Brian a mi mesa con una pequeña sonrisa.

-Vete.

-¿Aún sigues enfadada, Clare?- se desesperó.-Te he pedido perdón mil veces. ¿Qué mas tengo que hacer?-

-¡Tal vez no haberme traicionado! ¿¡Qué tal si empezamos por ahí?!-exclamé aún más molesta.

-Clare...- susurró.-Todo lo que hice fue por tu bien.- iba a replicar cuando me interrumpió.
-Sé que no estuvo bien, lo sé perfectamente, pero no pude evitarlo.-

-Por dios Brian.- me lamenté mientras me llevaba las manos a la cabeza.-¿Cómo has podido hacerme esto a mí? Te conté todo, absolutamente todo- pero él solo se sentó a mi lado sosteniéndome la mirada.

-Te quiero.- susurró de repente dejándome sorprendida.-Y el hecho de ver como te hacían daño era algo que me quemaba por dentro.-

-Eso no lo justifica.-

-Por supuesto que no.- acercó su rostro.-Por eso te pido perdón. Es realmente doloroso ver cómo una persona cercana a ti no hace más que ignorarte.- me agarró de las manos.

Levanté mi mirada encontrándome con sus hermosos ojos y supe de inmediato que realmente estaba arrepentido.

Poco a poco comenzó a acercar su rostro al mío mientras delicadamente sostenía mi mano por debajo de la mesa. Por un instante quedé hipnotizada por su mirada. Sus diminutos ojos recorrían cada parte de mi rostro hasta posarse en mi mirada haciendo que un escalofrío me recorriese de pies a cabeza.

Y fue ahí cuando, ahogados por el deseo, nuestros labios se fundieron.

Un sabor dulce hizo que continuara el beso deseosa de seguir sintiendo la calidez que Brian me estaba proporcionando en aquel momento.

Sus manos lentamente se dirigieron a mi mejilla, que la empezó a acariciar suavemente. Sin embargo, no pude evitar abrir los ojos encontrándome con Mello, que nos observaba sorprendido una mesa más adelante.

Mi corazón dio un vuelco al encontrarme con su mirada.

Sin embargo, algo dentro mío se alegró de que viera aquella escena, por lo que provocativamente profundicé aún más el beso.

Finalmente, nos separamos por falta de aire y no pude evitar sostener con fuerza nuestras manos.

Era la primera vez que me sentía apoyada por alguien desde lo sucedido.


Mello
-¿Mello, me estás escuchando?- me preguntó Matt, pero no podía ni responderle, no en este instante.

Clare y Brian se estaban dando el lote delante de mis narices.

No sabía si se trataba de alguna broma, pero lo que sí tenía claro es que aquel beso me había dolido.

-P-Perdón. ¿Qué decías?- logré pregunta

-Decía que Linda y Daisy vuelven a estar como antes, pero mejor hablemos de que te pasa a ti.- me quedé en silencio intentando asimilar lo que acababa de ver.

-Ella nunca me quiso, Matt.-

-Eso no es verdad.- me intentó animar.

-La acabo de ver besándose con Brian. ¿Cómo demonios explicas eso?-

-Mello.- me llamó.-Lo que tú y Clare habéis tenido ha sido precioso, no sé si le gusta Brian o no, pero estoy segurísimo de que ella te quiere y mucho.-

-Jamás debí de haber salido con ella. Yo ya sabía que esto pasaría, el amor no es lo mío.-

-Deja de lamentarte, Mello, lo que ha pasado con Clare no ha sido del todo culpa tuya.-

-¡Por supuesto que lo ha sido! ¡La espiaba temiendo lo peor! ¡Elaboré un plan alejándola de su mejor amigo! ¡Y ahora me devuelve el golpe!- alejé la bandeja apenado.

-Lo que hiciste con Brian estuvo mal, y también lo de espiarla, pero tuvo que haber pasado algo más, Clare no te dejó por eso, ella ya no podía aguantar más.-

-Da igual, he tomado una decisión, Clare para mí ya no existe, a partir de ahora será sólo mi compañera.- y dicho eso volví a dirigir mi mirada hacia su mesa.

De alguna manera, yo ya sabía que de Brian no me podía fiar, pero tener que observar delante mío como se besaba con quien antes era mi novia era demasiado para mí.

Era como si un punzante dolor atravesara mi pecho sin previo aviso. Una estocada lenta y dolorosa que me impedía gritar a los cuatro vientos lo impotente que me sentía.

Sí. Ese día no morí ni mucho menos, pero noté como algo dentro de mi se quebraba a pedazos.

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