Alexandra

—Estás rara —dice Melina apuntándome —¿Qué no nos estas contando? —evito responderle y sigo con mi tarea de contabilidad.

—¿No tienes tarea o algún plano de motor que presentar? —llega Richard con nuestras bebidas y ve mis apuntes —uy, bien que llegaste a esa parte porque se me complicó —asiento queriendo tomar mi café, pero Melina me lo quita. Suspiro sabiendo que no se rendirá hasta que hable.

—No estoy rara, pero...—dudo en hablar, "se siente un poco ridículo, pero necesito intentarlo" —pero quería preguntarle algo a tu hermano —Melina frunce el ceño.

—Tiene algo que ver con tus salidas día por medio en la noche —abro mis ojos de sorpresa —vives al lado mío, se escucha tu puerta día por medio y llegas entrada la madrugada.

—Melina —la mira Richard entrecerrando los ojos y luego la apunta con un lapicero —no sabía que tu amor por el chisme te llevara a tales extremos —esta le golpea y los tres nos reímos.

—No es ser chismosa, solo que ha estado más en las nubes y apenas está conectada a tierra estas últimas semanas.

—Bueno eso es verdad —acota Richard —hasta el docente de cálculo se sorprendió al descubrirte distraída —Melina me mira y apoya su mentón en ambas manos pestañeando repetidas veces dándome a entender que quiere una explicación.

—Bien —digo —tiene algo que ver con mis salidas —ella sonríe viéndose con Richard —quería preguntarle si podía enseñarme a conducir moto —ambos me miran extrañados —pero no quiero que se lo diga a Mase.

—¿Qué tiene que ver Mase en que quieras aprender a manejar moto? —"mierda", no quería decir nada sobre las clases de conducir con Mase —Alex...tu...—sus ojos se abren de sobremanera y empieza a agitar las manos — ¡estas saliendo con Mase! —grita que varios giran a vernos y yo le agarro las manos a modo de contenerla.

—Deja de gritar —la reprendo.

—Como no quieres que grite o me emocione si es una excelente noticia —con Richard se sonríen y se agitan en sus asientos.

—No estoy saliendo con Mase, solo me está enseñando a conducir —la corrijo y ambos detienen todo el alboroto.

—Repite lo que dijiste —pide Melina en modo robótica.

—Que no estoy saliendo con Mase —digo —me está enseñando a manejar.

—¿En qué auto? —esta vez soy yo la que frunzo el ceño.

—En el suyo —respondo como si fuera lo más obvio.

—¿Mase te dejó entrar en su auto? —pregunta y la miro aún más extrañada —no espera, déjame reformular la pregunta, ¿te dejó conducir su auto?

—Melina es un auto, no la octava maravilla del mundo —le dice Richard bebiendo de su café.

—Tu no entiendes —dice mirándolo —primero los cerdos vuelan antes de que Mase deje que alguien toque o si quiera respire cerca de su auto —me mira —para que te des una idea, ni siquiera la arrastrada de Carla ha llegado si quiera a oler su interior —las palabras en parte me sorprenden, pero también me gustan ya que nadie más lo ha visto conducir —oh dios, mira esa sonrisa —la borro y mis amigos se juntan observándome —está completamente enamorada —les tiro una servilleta y se ríen —no, pero en serio lo que me dijiste fue todo un acontecimiento raro.

—Pues parte de que ese acontecimiento pasara fue por ti —Melina se apunta y yo asiento —tú le diste mi teléfono y el me hablo ese día que le hiciste la videollamada.

—Que yo...—Melina se queda callada con mucha confusión —ahh...si es cierto, me lo pidió y como no vi inconveniente se lo di —pongo los ojos en blanco.

—Bueno, me habló en la noche y me dijo que quería mostrarme algo —les cuento —me llevó a un lugar descampado, un poco alejado de la ciudad y perfecto para no chocar con nada.

—Ósea que has estado teniendo citas con tu galán —me empuja Richard con su hombro sonriendo —y bien oculto que lo tenías.

—No le vi necesario contarles y no es mi galán.

—¿Y por qué quieres que Dan te enseñe a manejar moto si Mase bien también puede hacerlo?

—Porque ya me es difícil concentrarme con él a mi lado mientras estoy al volante que no me quiero imaginar lo difícil que me será tenerlo hablando cerca de mi oído mientras estoy subida en una moto —Melina sonríe tal gato de Cheshire —¿Qué?

—Acabas de admitir indirectamente que Mase te gusta —siento mis mejillas calentarse que tomo mi café y Melina solo sonríe mirándome fijamente —ya dilo, Alex es demasiado notorio —Richard asiente apoyándola que suelto un suspiro apoyando la frente en la mesa.

—No quería ser tan obvia —digo suave que siento a Melina ponerse a mi lado.

—Sería imposible no darse cuenta —me dice y la miro —te pones nerviosa, tus mejillas siempre paran rosadas y ni te cuento como era tu cara cuando lo viste con la arrastrada —me rio por como llama a Carla —e igual Mase, desde el momento en que se acercó y te dio su teléfono, él no se habrá dado cuenta, pero las veces que ha ido al departamento se queda mirando tu puerta como esperando que salgas —me enderezo y siento todo mi interior calentarse de una forma que me gusta y a la vez me pone nerviosa.

—¿Realmente crees que le gusto? —pregunto insegura.

—Hay una manera de saberlo —Melina sonríe y comienza a teclear en su teléfono —¿Qué haces?

—¿Qué tan buena eres al volante? —miro hacia Richard no entendiéndola y este solo se encoje de hombros negando.

—Lo bastante como para el nivel de un principiante creo...

—Mmmm...eso no va a ser suficiente —lleva su teléfono al oído —hola hermanito, necesito un favor...

Mase

—Bien, lo tendré listo —firmo el contrato y paso a la siguiente carpeta cuando el teléfono de Dan entra en mi campo de visión. Lo miro con la ceja levantada —Melina quiere decirte algo —suspiro y lo agarro.

—Dime Melina.

—Solo te aviso que Alex no estará en las próximas 3 semanas, me la estaré llevando de viaje.

—¿A dónde? —pregunto apoyando la espalda en mi sillón.

—Secreto —cuelga abruptamente cortando cualquier intento que tuviera de responder o siquiera preguntar. Miro hacia Dan para buscar una respuesta y este levanta las manos.

—A mí ni me mires —toma su teléfono —ella solo me pidió que le tenga lista la camioneta —levanto una ceja —y recalcó que no quiere interrupciones de ninguno de los dos —me apunta —así que no la mandes a seguir.

—No tengo porque —apoyo los codos en el escritorio —sé que tu enviaras a un grupo de guardias para cuidarlas —sonrío y este niega saliendo de mi oficina, "¿A dónde te escaparas mi pequeña?".

Todas estas semanas que he estado enseñándole a conducir he descubierto varias de sus expresiones, como también he aprendido a leerla, un roce en su piel provocando la piel china, acercarme lo suficiente para ralentizar su respiración o el cómo mueve sus dedos cuando se pone demasiado nerviosa o frustrada.

Pero lo que me llega a preocupar es cuando se mete en su mente, esos momentos toda su expresión se vuelve fría, sin emociones, sus ojos de igual manera pierden algo brillo que tengo que detenerla y hacer que regrese, "no debe haber nada que me haga perderla, ni siquiera su propia mente". Me propuse a indagar más en su vida, pero mis hombres no han encontrado más información que la básica y regular, "no es raro ya que lleva una vida común, pero algo dentro mío siente que algo hay oculto, algo que es lo que la hace perderse de esa forma".

Mi teléfono suena y veo el numero —ya pensaba que te habías olvidado de mí, tío —una risa profunda se escucha del otro lado.

—Imposible de olvidarme de mi sobrino favorito.

—Único sobrino en realidad —mi tío Danilo ríe por mis palabras.

Danilo Bernardi Leone, el verdadero capo de la famiglia, quien por jugadas sucias por parte de los antiguos Don, fue arrestado y borrado del registro de la familia principal. Mi padre me contó lo que verdaderamente pasó en esos años en donde él y su hermana gobernaban.

Era muy niño para recordar esos días, pero a palabras de mi padre, mi tío, su hermana y mi padre, eran inseparables, los tres se cuidaban las espaldas como ninguno. Ellos tres controlaban con mano firme a toda la famiglia dando ganancias y solidez como nunca se había visto, pero por una conspiración entre los de ese entonces Don y un miembro externo, atacaron la mansión y la familia Bernardi pereció sobreviviendo solo mi tío y mi padre, "hasta mi madre fue víctima de ese maldito ataque".

—¿Cómo va todo? —cambia su tono de hablar —¿ha habido progreso?

—Todo según lo planeado y trazado —digo y me levanto contemplando Roma desde las alturas.

—Bien, me alegra oír eso —dice —eres mi único heredero Mase, en tus hombros recae el volver a la famiglia a su antigua gloria y a sus verdaderos dueños.

—Lo sé —respondo respirando profundo —tío, puedo hacerte una pregunta.

—Dime.

—¿Alguna vez te has sentido demasiado atraído por alguien que estarías dispuesto a todo por esa persona? —la línea se queda en silencio varios segundos que creo que se ha cortado la llamada —¿tío?

—Si —responde —entiendo lo que quieres decir y por eso te advierto algo Mase —su forma de hablar suena pesada, como si le costará hablar o en todo caso como si fuera algo que no le guste —para los hombres como nosotros, el empezar a sentir de tal forma intensa, puede ser una forma directa de ponerte una pistola en la cabeza —sus palabras calan —el amar para nosotros es una maldición, porque no sabemos amar a medias ni tampoco perder. Tenlo en cuenta.

—¿Pero si ese amor ya es correspondido? —suspira.

—Entonces eres de los pocos afortunados que ha encontrado un tesoro más grande que la misma mafia —dice —evita perderlo Mase, porque te aseguro que si ese amor se te escapa, nunca más lo podrás recuperar —mi tío cuelga y me quedo viendo a la nada repitiendo esas últimas palabras.

—Evitar perderlo...—sonrío y busco en mi teléfono la foto que tome de Alexandra a la distancia —no dejaré que pase —guardo el teléfono y vuelvo a tomar asiento pensando en cómo seguir con lo ya trazado sin poner en riesgo lo que quiero con mia piccola.