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CAPITULO 5

Alexandra

Mase conduce por lo que parece 30min hasta llegar a una zona descampada, donde básicamente hay naturaleza y el camino de tierra —¿Por qué estamos aquí? —pregunto cuando nos detenemos.

—Tu querías aprender a conducir —abro los ojos ante la mención de mi intento a inscribirme a una escuela de manejo —así que te voy a enseñar todo lo que necesites saber —me le quedo mirando y después salgo para ver todo el lugar en donde estamos.

Si bien hay farolas que iluminan nuestro alrededor, se nota que ya este lugar no se podría considerar parte de la ciudad, sino un área rural —aquí no hay peligro de que te hagas daño al aprender a controlar un auto —veo en su dirección y ya está sacando de atrás cinta y conos, no evito sonreír cosa que él hace lo mismo —si controlas lo básico pasaremos a la parte más difícil.

—¿Por qué lo haces? —deja todo en el suelo y se me acerca hasta que estamos frente a frente. Sus nudillos rozan muy delicadamente el costado de mi rostro que mis ojos se cierran disfrutando el mínimo contacto.

—Una parte de mi quiere complacer cada cosa que desees —abro mis ojos —mientras que otra lucha para sacarte de mi cabeza y alejarme —trago por toda la tensión que se está formando a nuestro alrededor. Su toque pasa a mis labios y yo abro muy poco estos que el aprovecha para tocar mi labio inferior, "dios, siento que puedo morir de combustión instantánea por este hombre".

Mase baja la mano y se aleja dejándome toda alterada mientras prepara la pista en donde iniciaré mi clase —¿y si no quiero que me enseñes? —este no me mira y sigue colocando la cinta —recuerdo bien que te dije que no iba a dejar que me enseñaras nada, hasta te hice una llave que acabaste en el suelo —termina de colocar la última cinta formando un circuito completo, con curvas y rectas. Al volver hacia donde estoy toma mi mentón con firmeza clavándome sus ojos que por el entorno en donde estamos se ven muy oscuros.

—Quiero que escuches bien, Alexandra —su voz suena autoritaria que bien mis piernas podrían empezar a fallar —solo hay una persona que permitiría que te enseñara a parte de mí y ese es Dan o por consiguiente su padre, pero —inclina mi cabeza hacia atrás apegando su torso al mío que su colonia invade mi nariz y solo empeora mi nerviosismo —el único que te enseña a conducir soy yo, ¿soy claro? —trago sin poder responder —respóndeme mia piccola "listo, ya puedo morirme". Escuchar a Mase hablar en italiano acaba de mandar el poco raciocinio que tenía al espacio. Mi cabeza se mueve afirmativamente y este sonríe —bien —me suelta y toma mi mano —empecemos la clase.

Creí que conducir sería algo más sencillo, pero ya vi que me tomará varias clases para si quiera poder dejar el nervio cuando acelero demasiado o me llevo por delante una cinta. Sumándole que la presencia de Mase no me ayuda mucho ya que el hecho de que se acerque al punto que su aliento roce mi oreja me eriza los vellos y ya mi mente no está pendiente a lo que habla sino a su cercanía, "no, definitivamente es imposible concentrarme" —intenta ver el manejo como otra cosa —dice —no simplemente es encenderlo y pisar pedales —respiro lento, tratando de retener cada palabra en mi cerebro sin que mi nerviosismo se interponga —piensa en el auto como un medio para controlar algo que más quisieras. Un medio que se vuelve parte de ti y ya no solo algo externo —su explicación me deja dubitativa, "algo que quisiera controlar...". Enciendo nuevamente el auto y despacio voy pisando el acelerador —eso, así, escucha bien el motor, siente las vibraciones —aumento un poco más la velocidad y al momento de dar el primer giro no me llevo por delante la cinta y lo hago bien que me detengo —bien hecho —"lo hice, gire bien y mantuve el control".

—Quiero intentarlo otra vez —le digo mirándolo y este asiente. Enciendo el motor y vuelvo a colocar en mi mente lo que deseo controlar, "mi autopercepción y autoestima". Puede parecer algo sin importancia y para muchos algo que a esta altura ya no me tendría que afectar, pero es difícil que algo no te afecte cuando es una espina que te persigue desde pequeña.

Tener algo fuera de lo común siempre te hará el bicho raro, la que no encaja, la diferente. Nunca pude entender porque muchas chicas querían ser diferente al resto, cuando yo siempre intenté ser parte del montón, "el destacar es algo que jamás me gustó". Y desgraciadamente es algo que siempre pasaba, «que lindos ojos, son una rareza que muchos desearían, estoy segura que muchos la envidiarán», esos comentarios si bien pueden parecer halagadores, las miradas que lo acompañaban no lo eran, "sus miradas reflejaban repulsión y odio".

Mi infancia estuvo llena de esos «halagos» de parte de los adultos, pero lo que más marcaron fueron de los niños, esos que iban directo al desprecio, a hacerte daño solo porque tenía algo fuera de lo normal. Mis manos agarran fuerte el volante cuando un recuerdo doloroso atraviesa mi mente y me detengo abruptamente —Alexandra, ¿estas bien? —no respondo que cierro los ojos para enterrar de nuevo todas esas malditas imágenes —Alex...—la mano de Mase me espabila —mírame...piccola —le hago caso y la forma en que me mira me hace temblar por dentro, "no hay mentira ni desprecio en ellos" —¿A dónde te fuiste? —niego, no queriendo revelar esa parte de mi —fue suficiente por esta primera clase.

—¿Habrá más? —pregunto ansiosa de que haya echado todo a perder y él sonríe asintiendo.

—No te libraras de mis lecciones hasta que te conviertas en toda una experta como yo —su respuesta me relaja que mis hombros bajan y mis manos sueltan el volante.

—Te tomará bastante tiempo —este se encoje de hombros y coloca un mechón de mi cabello detrás de mi oreja.

—Yo no tengo ningún problema —sus dedos frotan las puntas de mi cabello —y tú, Alexandra, ¿tienes algún problema de seguir pasando tiempo conmigo? —tomo su mano y apoyo mi mejilla en su palma.

—Ningún problema —noto como todo su semblante cambia a uno más...hambriento, como si se estuviera controlando para no venirse contra mí, "¿Cómo será cuando se rompa?". El sonido de su celular rompe el silencio y aleja su mano sacándolo.

—Dime —sale del auto y yo lo imito —en unos 30min estaré por allá, que me espere en mi oficina —cuelga.

—Tienes que irte —este me ve y asiente.

—Sube, te llevare a casa —Mase rodea el auto y hago lo mismo subiendo al lado de copiloto.

—¿No deberíamos sacar todas esas cintas y conos?

—Ya mandaré a alguien que lo haga, aunque dudo que moleste —arranca adentrándonos de nuevo en el camino de forma rápida —ese lugar no es ocupado por nadie —veo como Mase controla todo el auto y maneja con una sola mano mientras la otra va a la caja de cambios, "ahora entiendo porque dicen que es sexy ver a un hombre conducir". El ver como los brazos de Mase se marcan a través de su camisa me deja embobada que cuando él gira a verme yo desvío la mirada hacia la ventana sonrojándome hasta las orejas, "dios Alex se menos obvia".

El camino se hace en un silencio cómodo que cuando llegamos a mi edificio no puedo evitar decepcionarme ya que esta noche está llegando a su fin —gracias por la clase.

—Vendré día por medio —dice desabrochándome el cinturón acelerando mi corazón —así que no hagas ningún plan en mis noches.

—Está bien —sale y da la vuelta para abrirme la puerta. Cuando salgo se lleva mis nudillos a sus labios depositando un beso en ellos como ese día de las carreras.

—Descansa bien, piccola.

—Tú también —retiro mi mano y obligo a mis piernas a caminar, "no mires atrás, no mires atrás, no mires atrás". Me repito eso hasta entrar en mi edificio y ya una vez dentro del ascensor suelto todo el aire que estaba conteniendo, "si definitivamente, Mase Conte hace más que afectarme", veo la mano en donde me beso y la llevo hacia mis labios cerrando los ojos, "ha sido una buena noche". Al salir me encuentro a Dan saliendo de su casa, lleva un traje de dos piezas negro que lo hace ver muy atractivo.

—¿No es muy tarde para que hayas estado fuera? —bufo sonriendo.

—¿También serás un papá oso conmigo? —este sonríe mostrando una hilera de dientes blancos, me despeina que yo lo manoteo.

—Soy 4 años mayor que tú, así que sí, me pondré como papá oso contigo —me señala con la cabeza mi departamento —anda, ve que después te hare el debido interrogatorio de donde estabas a estas horas de la noche —me rio y este se adentra en el ascensor —y nada de volver a salir —me apunta con el dedo y yo solo le saco la lengua provocando que se ría mientras las puertas se cierran, "si, definitivamente ha sido una buena noche".

Mase

Llego hasta uno de mis edificios, los empleados me saludan con una leve inclinación de cabeza, justo detrás escucho los saludos respectivos hacia Dan y llamo al ascensor que llega rápido —¿Qué es esta vez? —pregunta Dan.

—Un topo —presiono el piso del sub suelo y las puertas se cierran. De mi bolsillo saco mis guantes de cuero y con toda tranquilidad voy colocándomelos.

—¿Sabes de quién?

—Del antiguo Don —desabrocho mis mangas y las enrollo —al parecer estuvo recopilando información para entregársela a Rossi —Dan bufa y las puertas se abren.

Mis hombres bajan la cabeza y voy directamente hasta la zona en donde tienen atado al imbécil que creyó poder traicionarme sin que me diera cuenta, "el único en el que confío está a mi lado, todos los demás los tengo vigilados".

Su cuerpo cuelga de cadenas soldadas a la viga del techo, esta solo de pantalón, el rostro ya es una fuente de sangre sin contar los múltiples hematomas en su torso —¿han revisado lo que intentaba llevarse?

—Si señor —me pasan una Tablet y la tomo.

—Así que revisaste al muerto —este levanta la cabeza viéndome con odio —te felicito —levanto la Tablet —eres bueno descubriendo lo que otros no.

—Asquerosa...rata —sonrío irónicamente y le paso la Tablet a Dan —mataste a... —tose escupiendo sangre —mataste a mi señor.

—Tu señor fue un imbécil por confiar demasiado —este se enfurece que agarra las cadenas que lo atan.

—¡TU ERES UN MALDITO TRAIDOR QUE NO SABE LO QUE SIGNIFICA LA PALABRA LEALTAD! —mis hombres lo callan dándole un puñetazo en el estómago, pero yo los detengo. Me acerco y lo tomo de las mejillas.

—Hacia el único que tengo lealtad es a mí mismo —susurro y endurezco el agarre —tu señor fue un imbécil que bajó demasiado la guardia pensando que todo el que este a su alrededor le era leal —este gruñe y extiendo la mano y no tarda mucho cuando un cuchillo me es dado —y ahora tu sabrás el porque me escogió como su sucesor —mi noche se baña de rojo y gritos de dolor, desatando este otro lado para el cual fui moldeado y que existe para un único fin, "no importa cuantos intenten evitarlo, quitaré a los Rossi del poder y me alzaré como el verdadero capo de la famiglia".

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