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CAPITULO 3

Alexandra

Son tres autos lo que correrán, uno amarillo, el azul de Mase y uno negro, por como suenan los motores cada auto se muestra potente y muy rápido —estoy segura de Mase ganará.

—¿Por qué lo dices? —Melina sonríe.

—Porque fue mi padre quien le enseñó todo lo que se necesita saber de motores y conducción —dice con orgullo —y créeme cuando te digo que no hay nadie mejor que mi padre a la hora de motores y conducción —vuelvo la vista hacia la línea de salida y ahora es Carla quien da la señal de salida. Con el pañuelo hacia abajo los tres autos salen a máxima velocidad que me sorprende la velocidad con la que van.

—Si que van rápido...—digo y Melina se ríe colocando una mano sobre mi hombro.

—Tranquila ya te iras acostumbrando —señala el teléfono con los labios —veamos cómo le va a mi querido amiguito —al encender nuevamente la pantalla pide una contraseña —déjame probar —Melina coloca un código, pero sale incorrecto, intenta una segunda vez y consigue el mismo resultado —mierda, espera aquí, se lo llevaré a Dan, él debe saber la contraseña —me lo quita de las manos y se va dándose paso entre la multitud y yo me quedo viendo en la dirección en la que fueron.

—Pierdes tu tiempo —escucho una voz femenina que al girar me encuentro con Carla.

—¿Disculpa? —ella sonríe irónicamente.

—Mase jamás se fijaría en una chiquilla —su mirada me escanea desde los pies hasta llegar a mi rostro —y menos una con unos ojos tan raros —su insulto sobre el color de mis ojos toca una fibra sensible que me muerdo la mejilla a modo de evitar mostrar que me afecta sus palabras —así que deja de babear que solo luces patética —ríe dándose la vuelta dirigiéndose hacia el grupo de sus amiguitas.

—Perra —suelto y ella se detiene ante mis palabras.

—¿Cómo me llamaste? —pregunta mirándome con enojo.

—Pe-rra —deletreo copiando lo que hizo Melina y ella se acerca rápidamente hacia mi e intenta golpearme, pero mi cuerpo reacciona antes que ella y la hago girar haciéndola caer en el suelo duro.

—¡Ahh, me duele, suéltame hija de puta! —"a eso sí que no, con mi madre nadie se mete". Le hago girar su muñeca retorciéndola aún más que ella grita peor, no me doy cuenta que la gente se reúne a nuestro alrededor hasta que Dan me aparta y otro ayuda a levantar a Carla —¡me la vas a pagar, maldita! —se agita tal gata ante quien la agarra y la arrastra lejos.

—Pero, ¿Qué fue todo eso? —me pregunta Dan soltándome y yo evito mirarlo —Alexandra...

—Ella empezó —contesto enojada —me insultó, le devolví el insulto y de ahí metió a mi madre y me enojé —los motores se escuchan a lo lejos y la pista se vuelve a despejar que termino de igual forma en primera fila viendo como Mase cruza de primero la línea de meta. Sonrío alegrándome de su victoria, pero todo eso se esfuma cuando sale del auto y agarra a la que esta vestida igual que Carla y la besa en frente de todos.

El malestar del estómago ahora es una bola en la garganta y las palabras de Carla cobran fuerza, "no se fijaría en una chiquilla", "menos una con ojos tan raros". Mi pecho pesa y me voy dando paso entre la multitud hasta poder tomar una respiración profunda, miro hacia el cielo y cierro los ojos evitando llorar —Alex...—veo hacia atrás encontrándome a Dan.

—¿Me llevas a casa por favor? —este asiente y le grita a Melina que estaba hablando con un chico, esta al ver hacia su hermano su expresión cambia a una seria y se despide con quien hablaba, al estar cerca me mira y su expresión se suaviza. Me encamino hacia el auto y no digo ninguna palabra en el camino, "menuda manera de terminar mi noche". Al llegar hasta nuestro edificio me despido y salgo disparada al ascensor sin esperarlos.

Al abrir la puerta mi madre me saluda, pero la ignoro y me voy directamente a mi cuarto donde me cierro con llave y me apoyo contra la puerta dejando salir las lágrimas, "no me tiene que afectar, nadie me califica, ni define mi valor". Lo repito varias veces mientras las lágrimas fluyen por mis mejillas, "ya no soy esa misma niña, ya no me dañaran, soy hermosa y perfectamente normal".

La luz de la luna baña todo mi cuarto, dejando partes iluminadas y otras en plena oscuridad. Golpean suave mi puerta y sé que es mi madre —hija, ¿estas bien? —respiro profundo y me limpio las lágrimas lo mejor que puedo antes de abrir la puerta. Ella al verme me envuelve con sus brazos sosteniéndome y yo me hundo en su pecho queriendo fundirme en su calor —¿quieres hablar de lo que pasa? —yo niego sin soltarla —está bien —me acaricia suavemente mi espalda reconfortándome, uniéndome nuevamente.

Esta noche me dejo claro dos cosas, uno; aún tengo que trabajar en mi autoestima y autopercepción y dos; que tengo que mantenerme alejada de Mase Conte.

Mase

Desde la noche de la carrera he estado de mal humor, se bien que Alexandra vio cómo me besé a la amiga de Carla en frente de todos y por lo que supe de Dan, tuvo una discusión con esta antes de terminar la carrera en donde llegó a la agresión física, "Carla tiene suerte de ser mujer", de solo imaginarla herida...el mismo estomago se me revuelve y la vista se me vuelve roja.

Ahora estoy en pleno entrenamiento con mis guardias descargando mi malestar en ellos, cada uno que me enfrenta termina en el suelo, doblado en dos o en una llave que le imposibilita respirar —si sigues de esa forma terminarás por enviarlos al hospital —interviene Dan con las manos en los bolsillos viendo como peleo.

—Deben estar listos —digo y me encamino hacia un banquillo donde me dejo caer tomando agua y secando mi sudor. Dan se sienta al lado mío apoyándose en sus rodillas mientras ve como los demás guardias entrenan.

—¿Es por Alexandra que estas así? —su mención me hace recordar lo que hice, lo que de seguro sintió y de que pude haber perdido esa mirada, "su mirada".

—No —respondo y me pongo de pie encaminándome hacia las duchas. La mañana la paso entre papeles y reuniones, me mantengo ocupado a modo de tener la mente ocupada y no pensar en ciertos ojos violetas y todo lo que me causa.

Creo haber logrado mi cometido, pero la vida me la juega y encuentro a Alexandra en la distancia saliendo de una tienda o más específicamente de una escuela, "¿está intentando aprender a manejar?". Tiene varios papeles en sus manos, vestida de una falda negra, botas y una camiseta blanca, se coloca los audífonos y todo su semblante tranquilo me llena de paz, calmando el malestar que he estado sintiendo todos estos días.

Sin pensarlo salgo de mi auto y me encamino hacia ella, cuando se da cuenta de mi presencia se detiene y toda la tranquilidad de su rostro se esfuma, reemplazada por tensión. Al intentar llamarla ella se da media vuelta y se aleja. Mis pies se mueven más rápido que termino delante de ella —¿Por qué huyes? —ella se baja los audífonos mirándome con cautela.

—No huyo —responde y el escuchar bien su voz me electrifica la piel —solo...—busca una excusa mas no encuentra una para decir.

—Solo quieres huir de mi —ella blanquea sus ojos y da media vuelta, pero de nuevo me pongo en su camino.

—Apártate.

—No —ella frunce el ceño e intenta ir hacia un lado, pero yo me meto de igual forma, intenta con el otro lado obteniendo el mismo resultado.

—Mase.

—Alexandra.

—Quítate.

—Quítame —ella suelta un suspiro pesado.

—¿Qué quieres? —pregunta apegándose los papeles más al pecho. Mi mano va a su cabello y lo coloco detrás de su oreja notando tres perforaciones en la curva, "toda una rebelde", pienso sonriendo —¿Por qué sonríes?

—Tienes perforaciones —ella se las toca, tocando inevitablemente mi mano que yo agarro sus dedos disfrutando el contacto —lo siento —ella frunce el ceño confundida —por lo que viste en la carrera —ella aparta su mano y retrocede.

—No tienes que disculparte por nada —mira hacia un lado evitando mirarme, cosa que me molesta —eres libre de hacer lo que quieras —bajo la mano sabiendo bien que la cague ese día.

—No aprenderás nada ahí.

—¿Disculpa? —le apunto a los papeles.

—Esa escuela no te enseñará bien —ella ve los papeles y luego a mí.

—Es la mejor escuela de manejo de Roma.

—Pero dudo que tu solo quieras aprender a manejar como todos los demás, ¿cierto? —veo como se pone nerviosa sabiendo que di en el acto. Le quito los papeles cosa que la toma por sorpresa y los rompo.

—¡¿Qué haces?! —intenta quitármelos, pero yo los elevo por sobre su cabeza y acerco mi rostro al suyo que nuestras narices rozan.

—Si quieres aprender cómo se maneja de verdad, necesitas un maestro experto en el tema —veo como su respiración se agita y por segundos su mirada va hacia mis labios, "ella también me desea con fuerza", el saber eso envía toda mi sangre abajo que necesito un control enorme para que mi amigo allá abajo se mantenga en su lugar.

—Y me dirás ahora que tú eres ese maestro experto, ¿no? —me alejo un poco y sonrío encogiéndome de hombros.

—Me viste ganar, creo que eso es toda la prueba que necesitas —ella ve los papeles que aun sostengo arriba y después a mí.

—Quédate con tu sabiduría y esos papeles, no voy a dejar que me enseñes nada —se da media vuelta alejándose, que boto los papeles y tomo su muñeca.

—Espera...—al intentar girarla ella reacciona y en cuestión de segundos estoy golpeándome la espalda en el concreto.

—Escúchame bien Mase Conte —dice desde arriba —quiero que te mantengas alejado de mi en la mayor medida de lo posible, ¿soy clara? —ni siquiera puedo responder del dolor que ella se aleja corriendo. Cuando me puedo enderezar veo hacia donde corrió y mis labios no evitan formar una sonrisa junto con una risa, "así que no es tan indefensa como se muestra". Me levanto y sacudo la tierra de mi ropa.

—Ahora sí tienes todo mi interés en ti, Alexandra Kiereva.

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