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CAPITULO 20

Alexandra

Estoy ardiendo, no, es algo peor, pero me gusta. Las manos de Mase recorren con suavidad mi piel a pesar que sus besos son duros y llenos de deseo. No aparto la mirada de él, el cómo deja un rastro de besos por todo mi abdomen mientras toma el dobladillo de mis pantalones cortos y los jala dejándome desnuda ante él, "mierda...". Se levanta sin quitarse por completo de encima de mí y con agilidad se quita su camiseta negra dejándome ver cada musculo marcado que he sentido cuando lo abrazo. Mi boca se seca ante la imagen que tengo que mi vergüenza queda en segundo plano y más cuando sus manos toman mis pechos —¿sabes cuánto tiempo he soñado con tenerte así? —su voz ha bajado a un tono que empeora la humedad de mi entrepierna, una de sus palmas sube hasta posicionarse en mi cuello y rodearlo.

Inclino mi cabeza dándole mejor acceso y el gruñe volviendo a devorar mis labios, "no puedo pensar con claridad". Mi cuerpo se mueve por el mismo deseo que mis piernas se abren más y el no desaprovecha cuando siento un dedo en mi interior —tan mojada y lista...—lame mi labio inferior, mis manos exploran también su piel dejando un rastro de mis uñas, marcándolo, sonríe ladinamente y añade un segundo dedo que me hace jadear sonoramente —así mia Ninfa, déjame oírte.

—Mase —enredo mis manos en su cabello y busco sus labios así evitar que mis gemidos resuenen. Siento que todo dentro mío se acelera que mis caderas van aumentando su ritmo.

—Aun no —Mase saca sus dedos de mi interior y mi garganta suelta un quejido que hasta yo me sorprendo que pueda producir tales sonidos. Sonriendo Mase se levanta de la cama y yo me apoyo en mis codos viendo cómo se despoja de todo, "dios...es grande" —¿te gusta lo que ves? —su mano rodea su erección haciéndome sonrojar que cuando veo su rostro tiene una expresión que me estremece por completo —no pondré una barrera entre nosotros a no ser que tú la quieras —se me acerca y toma mi mentón —¿la quieres Alexandra? —mi parte racional dice que diga que sí, pero con Mase soy todo menos racional.

Me pongo de rodillas en la cama y siendo un manojo de nervios, una total inexperta, agarro su erección y doy una lamida viéndolo a los ojos. Mase respira profundo mas no me detiene ni me toca. Repito el movimiento junto con caricias, al momento que me meto la cabeza siento la mano de Mase en mi cabeza —sigue piccola, lo estás haciendo bien —subo y bajo, intento ir más y más profundo cada vez —carajo —se empuja por completo que las lágrimas salen de los costados de mis ojos —respira Alexandra —ahora el me guía y marca el ritmo. El dolor de mis costillas late, pero eso no me importa, "quiero hacerlo sentir bien". En una de esas él me aleja por completo aun agarrándome fuerte el cabello y nos pone cara a cara —¿Cuántos fueron? —frunzo el ceño sin entender —¿Cuántos hijos de puta te vieron así, Alexandra? —mis ojos se abren como platos y siento las mejillas volverse rojas que desvío la mirada. Puedo sentir los ojos de Mase en mi cara que cuando siento que afloja el agarre y toma con ambas manos mi rostro para que lo mire su mirada es seria —¿hubo otros, Alexandra? —la garganta la siento hecha un nudo que sé que no podría articular ninguna palabra así que solo niego suavemente.

Los ojos de Mase recorren todo mi rostro y el miedo se instala en el fondo de mi estómago, "ya se estará arrepintiendo, de seguro lo hice mal y por eso se dio cuenta...", mi cabeza no puede seguir su línea de pensamiento cuando Mase prácticamente me come los labios. Desesperación y posesividad es lo que me trasmite. Me acomoda en medio de la cama y sus manos agarran mis rodillas abriéndome muy amplio. Cuando se separa sus ojos son completamente negros, dilatados y reflejando una lujuria en su estado más puro, endereza la espalda y sin timidez ve hacia mi coño —quiero que me lo asegures —dice y me mira —¿soy el primero? —asiento tímida y su pecho se expande cuando toma una respiración profunda —merda, mia Ninfa —toma su falo y pasea la punta en mi humedad excitándome —respira profundo por favor —pide —a este punto ya no puedo ir despacio.

—Mase...—mi voz se apaga cuando siento una presión y dolor agudo que mis uñas se clavan en la cama, "duele...es muy...grande".

—Mírame piccola —abro los ojos que no me había dado cuenta que los había cerrado —mírame siempre.

—Mase —gimo cuando lo siento moverse lento, pero duro. El dolor es peor que el de mis costillas, pero Mase va haciéndolo llevadero besando mis pechos, acariciándolos e igual besándome llegando a un punto en el que ya no hay dolor solo un fuerte deseo de más. Mis caderas buscan sus movimientos y sin dejar de vernos Mase aumenta el ritmo y yo me agarro a su cuello.

Nuestros alientos se mezclan, nuestros ojos jamás se apartan del otro que cuando siento que voy en picada Mase une nuestros labios y mi orgasmo me arrastra profundo que lo apego a mí que ya no sé dónde está el y donde estoy yo. Algo caliente me llena y todo mi cuerpo tiembla que mis paredes se contraen no queriendo que este sentir se acabe, "gracias mamá por convencerme de ponerme un implante", pienso mientras mi cuerpo va de bajada.

Ambos estamos agitados, sudorosos, una de sus manos me peina mientras sus ojos recorren mi rostro —¿estas bien? —esta vez la que sonríe soy yo.

—Mejor que bien —respondo y dejo un beso casto en sus labios —ahora soy completamente tuya —sonríe de igual manera que poya su frente en la mía.

—¿Por qué no me dijiste que eras virgen?

—No quería que pensaras que era una niña —me sincero y él se aparta un poco para verme mejor con una expresión de confusión —ya de por si me siento inferior por nuestra diferencia de edad —el me acaricia el rostro —no quería añadir otra cosa más a la lista de cosas en la que soy inexperta en comparación tuya.

—Jamás te he visto como una niña —dice y con cuidado nos levanta sin salirse de mí. Al cambiar de posición lo siento aún más en mi interior que gimo y el me sostiene fuerte las caderas —tu inexperiencia jamás me desmotivó a algo contigo, es todo lo contrario —lo miro —y si hubiera sabido que era tu primera vez habría preparado algo mejor —"dios, este hombre". Esta vez soy yo quien peina su cabello y beso su frente, mejillas y sus labios.

—Fue perfecto —sus manos suben y bajan por mis costados —gracias por ser mi primero.

—Y el ultimo —añade, una de sus manos sube por mi espalda apegando mi pecho hacia él y se agacha un poco agarrando mi pezón con sus dientes dejando una leve marca en el —eres solo mía, Alexandra —va hacia el otro pezón —tu cuerpo, tu placer —muerde esta vez un poco más fuerte que me hace jadear a la vez que siento como se endurece de nuevo —tu alma, todo de ti —volvemos a estar cara a cara —eres mía para siempre Alexandra Kiereva —acaricio su nariz con la mía y cierro los ojos.

—Para siempre, mia vita.

Mase

Alexandra duerme tranquilamente a mi lado, sus labios aún están hinchados y rosáceos por nuestros besos. No fue considerado de mi parte tener dos rondas más sabiendo que esta es su primera vez, pero me fue imposible parar.

"Soy su primero", nadie la ha tocado, no saben cómo es su rostro cuando llega a su máximo punto de placer, como es toda una diosa cuando se pierde en el deseo y ella misma toma la iniciativa y se acopla a mi ritmo. Cuando entre en su interior bien podría haber muerto en ese instante, "ella ha sido creada para mí".

Acaricio su costado y paseo suavemente las yemas por el vendaje que tuvimos que cambiar después de nuestra sesión de sexo, por suerte no se había abierto ningún punto, pero después de la euforia las costillas de Alexandra la molestaron e internamente me maldije por haberla hecho esforzarse cuando aún se está recuperando. Se da la vuelta colocándose de frente dejando caer un poco la sabana mostrándome una de sus tetas. La media sonrisa no la evito al ver el chupetón que le deje como mi marca, "mía, no de sus padres o de sus amigos, ella es solo mía".

Mi teléfono vibra que al ver la pantalla veo que es un mensaje de quien se supone será mi futuro suegro. Al abrirlo me salta una imagen de la supuesta invitación de mi boda, "es un asco". Ver mi nombre y el de esa mujer solo me causa repulsión, pero es algo que debe hacerse si quiero estar en la cima, al ver de nuevo hacia mi única mujer la idea de verla de blanco y que lleve mi apellido es una que la coloco como siguiente meta a cumplir una vez el plan este hecho.

Otra vez mi teléfono vuelve a vibrar, pero esta vez es una llamada de mi padre, sin hacer mucho movimiento salgo de la cama y me coloco mis calzoncillos para salir de la habitación —¿Qué sucede? —pregunto mientras me encamino hacia mi oficina.

—Imagino que ya has visto el mensaje de Monterreal.

—Lo he hecho.

—Bien, los hombres ya me han informado que la salud de la hija está empeorando como esperábamos —cierro la puerta y voy hacia mi escritorio.

—Eso es bueno —se hace un silencio incomodo hasta que mi padre lanza una pregunta que no me esperaba.

—¿Cómo esta tu novia?

—¿Ahora te importa? —lanzo con cierto enojo a lo que mi padre suspira.

—Se bien que no he actuado bien desde que se dé la existencia de esa chica, pero entiende que son años de trabajo Mase —explica —años en lo que he estado viviendo en las sombras viendo como otros disfrutan lo que nos pertenece —mi guardia baja ya que lo entiendo.

Mi padre ha tenido que ocultarse por años debido a que nuestros enemigos saben que el aún sigue vivo y lo quieren encontrar para eliminarlo y así evitar que la verdad salga y los verdaderos dueños se alcen.

—El plan no va a fallar —afirmo —y ella no es ninguna distracción, es la mujer que amo...papá —suelta una pequeña risa.

—Hace mucho que no me llamabas así —dice con cierta nostalgia —¿te molestaría presentármela? Supe que la llevaste con tus abuelos, no quiero que ese viejo lleve ventaja sobre mi —me rio cuando dice eso, "como siempre tan competitivo".

—No tengo problema, también quisiera presentársela al tío Danilo.

—No —responde rápidamente que me sorprende.

—¿Por qué no?

—Porque una vez el plan esté terminado se la podrás presentar con mayor libertad —aclara —sabes bien que no podemos exponernos demasiado.

—Tienes razón —digo —prepararé todo para que la puedas conocer en persona.

—Perfecto, descansa hijo —cuelga y sonrío viendo el teléfono. Tocan mi puerta antes de abrirse y veo a Dan con una expresión seria.

—¿Qué sucede? —cuando me extiende unos papeles veo como lo que creí que estaba yendo tranquilamente, se complica, "esto no puede ser".

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