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CAPITULO 14

Alexandra

La temporada de finales al fin terminó y puedo tener mucho mas tiempo libre, cosa que me viene bien ya que Mase me ha invitado a salir o más bien a un almuerzo. Mis nervios están brotando por todos mis poros que aliso mi vestido y me giro viendo detenidamente si todo esta bien —te volverás loca si sigues mirándote —giro hacia atrás encontrando a mi mamá sonriéndome divertida. Ella se acerca y me toma de los hombros apoyando su mentón en una de sus manos —te ves muy bonita.

—¿Tu crees? —pregunto ansiosa —¿no es muy simple? —elegí un vestido ligero y con algunas flores en él. No soy mucho de colores claros, pero quiero tener un aspecto un poco delicado ya que Mase me llevaría a conocer al resto de su familia.

—Estas bien —me hace girar y toma mi rostro con ambas manos —respira y disfruta de tu primera cita —sonrío alegremente asintiendo cuando el timbre suena —ya llegaron por ti —los nervios aumentan y tomo mi pequeño bolso de mi cama.

Al llegar a la sala me encuentro a mi padre viendo con expresión de pocos amigos a Mase el cual no se inmuta ni baja la mirada, mi madre tose y ambos giran a verme. Noto como Mase me detalla empezando por mis sandalias bajas, pasando por mis piernas hasta que llega a mi rostro donde mantuve mi maquillaje ligero —¿Qué tal me veo? —doy una vuelta en frente de ambos, que solo son segundos para que Mase este en mi delante tomando mi mano.

—Perfecta —siento mis mejillas sonrojarse, el tampoco va nada mal. Normalmente veo a Mase de camisa y pantalones elegantes, aunque en las carreras va un poco más relajado sigue teniendo un toque elegante, pero esta vez es diferente, va de un vaquero jean y una camiseta color crema con cuello y zapatillas blancas, "lleva un aire un poco más juvenil y relajado", al ver a mi padre este esta mirando hacia otro lado tratando de ignorar como Mase tiene sujeta mi mano. Me acerco a su delante con las manos en la espalda.

—¿Tu qué piensas papá?, ¿me veo bien? —despacio me mira y veo como su expresión se ablanda. Su mano acaricia suavemente mi cabeza y deja un beso en mi frente.

—Para mí siempre estas hermosa —sonrío y veo hacia atrás. Mi mama muestra sus pulgares arriba y sin mas vuelvo a tomar la mano de Mase para irnos.

El trayecto no es nada largo, pero debo admitir que no me imaginaba entrar en la parte adinerada de la ciudad —estas casas son impresionantes —digo maravillada de la arquitectura que vamos pasando.

—Mis abuelos son dueños de una de las mayores casas de joyas en Italia —giro a verlo —cuando murió mi madre, ellos casi pierden todo debido a que no sabían como procesar el dolor de la pérdida de su única hija —tomo su mano libre mostrando mi pesar a lo que él me sonríe muy brevemente antes de volver su atención a la carretera —fue una temporada muy oscura para ellos ya que creían que de igual forma nos habían perdido a nosotros.

—¿Por qué creerían eso? —noto como la postura de Mase cambia a una que muestra incomodidad —si es algo que no quieras hablar...

—Porque mi hermana y yo fuimos secuestrados cuando éramos niños —siento como todo se pone frio ante esa declaración —es una época en la que no tengo los recuerdos claros, pero Raquel si lo recuerda —su agarre se cierra un poco demostrando que es un tema delicado —estábamos encerrados en cuartos separados, solo éramos un cebo para atraer a mi padre.

—¿Por qué? —pregunto justo cuando nos detenemos por completo. Mase suspira y se gira en mi dirección mirándome serio. Una de sus manos va a mi mejilla y la cubre con su palma.

—El pasado de mi familia no esta limpio piccola —declara —¿estas segura que quieres saberlo? —me quedo callada unos segundos absorbiendo sus palabras.

Mis manos van hacia mi cinturón y lo desabrochan, no pienso ni analizo mis movimientos, solo lo hago. Mase me ayuda y me coloco en su regazo sin dejar de ver sus ojos —mia Ninfa...

—Quiero ser tu compañera Mase —susurro sobre sus labios mientras acaricio su nariz con la mía —no solo una novia a la que tengas que proteger, a la que encierres en una fortaleza para evitar dañarla ni menos a una que tengas que mentirle —con esto ultimo el se tensa —yo te amo, Mase Conte —el termina el espacio entre nosotros y me besa de una forma lenta, pero que demuestra una posesividad que me moja, mis manos se entierran en su cabello, arrastrando las uñas por su piel.

"Amo a este hombre", no importa si es muy reciente todo lo nuestro, mi sentir por el no es normal, ni común, es demasiado fuerte, uno que bien puede nublar el juicio, pero que con gusto lo pierdo si eso significa tenerlo solo para mi —repite lo que dijiste...—sonrío al verlo agitado y de igual forma que yo.

—Te —beso —amo —beso de nuevo y sus manos suben hasta que las siento en mis nalgas, mi respiración se entrecorta al sentir su palma áspera tocar mi piel y mas en una zona que nadie más ha tocado —Mase...—su teléfono suena y veo el nombre de «nonna» en la pantalla, lo que me recuerda a que habíamos venido. Veo que él sonríe ampliamente hasta que empieza a reírse y yo me tapo el rostro ocultándome en su pecho —dime por favor que no estamos en frente de la casa de tus abuelos.

—No te lo diré entonces —el besa mi frente aun riéndose y yo lo golpeo en el pecho. El me toma las mejillas mirándome y deja un beso corto en mis labios —es bueno que tenga los vidrios polarizados —sonrío igualmente, pero cuando intento deslizarme al asiento de copiloto Mase me detiene —yo también te amo, Alexandra —mi pecho late con fuerza ante su respuesta —cree siempre en esas palabras, no importa lo que pase —esta vez soy yo la que beso su frente y asiento antes de deslizarme al asiento de al lado y arreglo lo mejor que puedo mi maquillaje.

Mase

Mis abuelos reciben de una forma cálida a Alexandra, haciendo que sus nervios vayan disminuyendo al pasar la tarde.

—Es una muy linda muchacha hijo —dice mi abuelo dándome unas palmadas en el hombro.

—Lo sé.

—Es la segunda persona que veo que tiene ese tipo particular de ojos.

—¿Existe alguien más con su mismo color? —cuestiono con curiosidad.

—Existía —responde melancólico —la hija de los Bernardi llevaba ese color particular heredado de los Rivals —mi abuelo me mira —¿el inútil de tu padre no te lo contó acaso? —niego —no me sorprende, ese siempre cuenta lo que le conviene.

—Nonno —el se queja y toma un poco de su jugo.

—Elena Bernardi poseía ese color tan hermoso de ojos, al igual que tu novia —la apunta—era un color que si bien podía parecer hermoso ella lo convirtió en una señal de muerte —"esa parte no la conocía" — «Ninfa della morte», así era mayormente conocida entre los criminales. Tu madre y ella fueron muy buenas amigas —suspira —pero esa maldita vida se las llevó —me mira de reojo —espero que tu ya no estes siguiendo las ideas suicidas de tu padre.

—Sabes que no —el asiente y se une a las mujeres. Mis abuelos jamás perdonaron a mi padre el que no protegiera a su hija, que según ellos el la dejó a su suerte como venganza a que mi madre decidido separarse, "eso no puede ser posible".

Se bien que mi padre no es un santo de devoción, pero dejar a la madre de sus hijos a su suerte no es algo que el haría, uno por códigos y otra porque se bien que mi padre amaba locamente a mi madre, lo pude ver las veces que le pregunte sobre ella.

Alexandra me sonríe y mi mente divaga en un futuro en donde ella este en un jardín similar, tranquila y esperándome. Las palabras que dijo en el coche fueron unas que no esperaba, me tomó de forma desprevenida, pero a la vez, me llenaron de una seguridad que no sabía que necesitaba, "tal vez no la pierda como creía". Me acerco a ella y la tomo de la mano, con una disculpa hacia mi abuela me la llevo hacia adentro —¿esta todo bien? —pregunta y nos adentro en la oficina que hay en la casa —¿Mase?

—Hay una cosa que debo decirte —ella me mira un poco confundida, pero con toda su atención —mi verdadero nombre no es Mase Conte o bueno, no es mi nombre completo —ella frunce su ceño sin lograr entenderme —mi nombre es Mase Pierelli Conte.

—No entiendo... ¿Por qué...—no termina, pero me hace entender su duda.

—Porque mi padre pertenecía a la mafia, Alexandra —sus ojos se abren de sobremanera al revelarle una parte de mi vida —cuando nos rescató el nos dejó a cargo de nuestros abuelos, teniendo solo ciertos tiempos con el debido a su trabajo —aclaro —como mis abuelos no querían que sus enemigos vengan de nuevo hacia nosotros, crearon un certificado de nacimiento falso en donde solo usáramos el apellido de nuestra madre —tomo su mano dejando un beso en sus nudillos —por eso ante el mundo soy Mase Conte, un simple chico de 24 años a cargo de una constructora —puedo notar como ella lee entre líneas, se acerca y su otra mano sube hasta mi cuello mientras sus ojos recorren todo mi rostro.

—¿Y quien es Mase Pierelli? —la pregunta suena muy débil, tan baja que solo yo puedo escucharla. Acomodo sus manos en mi cuello y la alzo entre lazando sus piernas en mis caderas.

Alexandra no me rehúye, ni intenta alejarse, solo me observa esperando una respuesta. La acomodo en el escritorio y despacio abro mas sus piernas que su vestido se sube un poco mas arriba de la mitad de su muslo. Ninguno aparta la mirada del otro, pero mis manos suben y encuentran ese punto de su cuerpo que ansío reclamar, su pecho tiembla y mas cuando uno de mis dedos acaricia lentamente su sexo —¿realmente quieres saber quien es Mase Pierelli, Alexandra? —mi dedo sube y baja, despacio y sin prisas, provocándola, tentándola a pecar. Cuando asiente aparto la tela que cubre mi paraíso y toco la humedad que sabía que iba a encontrar.

Sus labios se abren y aprovecho para saborearla, mi lengua busca la suya, guiándola a mi compas, uno que ella se acopla rápidamente, "perfecta". Al meter un dedo su mano presiona mi antebrazo y separa sus labios de los míos —relájate mia Ninfa.

—Mase —suelta agitada y sonrojada. Hundo mas mi dedo mientras que mi pulgar masajea su pequeño botón, estremeciéndola más.

—Mase Pierelli, es un Don de la mafia —sus ojos se abren de sorpresa, pero sus caderas ya han empezado a moverse —el controla todo el bajo mundo de Roma —hundo mas hasta que estoy por completo dentro de ella —y es un hombre obsesionado contigo piccola sus uñas se clavan más y yo empiezo a sacar y meter mi dedo dentro de ella, "es muy estrecha", la simple idea de como se sentirá una vez la reclame pone en hilo mi autocontrol.

Siento como todo su cuerpo entra en conflicto, así este excitada y disfrutando mis dedos, en su mente ronda mi declaración, mi verdad —¿te incomoda estar con un criminal, Alexandra? —su respiración es agitada, uno un dedo más en su interior y su espalda se arquea lo que la hace llevar la mano que me estaba agarrando el antebrazo a sus labios, pero yo se lo quito —dime, mia Ninfa, ¿te repugna la idea de estar enamorada de un hombre que tiene las manos manchadas de sangre? —mis dedos se abren dentro y su boca suelta un jadeo que detiene al morderse el labio, "es una diosa... mi diosa" —responde, Alexandra.

—No —suelta agitada y me agarra por detrás del cuello, acercando su pecho al mío hasta que nuestras narices se tocan —no me importa que apellido lleves o si eres el mismo diablo —me utiliza de palanca para cabalgar mis dedos y mi polla no puede estar mas deseosa de salir de mis pantalones por la vista de ella entregándose —solo importa que...seas mío —sus ojos van de mis labios a mis ojos —que sea un igual y no...mierda —cierra los ojos.

—No te detengas —pellizco su clítoris sobresaltándola que la hace abrir sus ojos con la excitación dilatándoles las pupilas.

—No me engañes —su otra mano va igual a mi cuello —de ninguna forma, Mase.

—Nunca, mia piccola —la beso y la llevo a su orgasmo. Todo su cuerpo tiembla mientras sus jugos bañan mis dedos, "nunca la dejaré, ella es mía".

—Hijo, ¿esta todo bien? —el golpe en la puerta nos devuelve a la realidad y si ya las mejillas de mi mujer estaban rojas, ahora están peor, "tan inocente".

—Todo esta bien nonno —respondo mientras saco lentamente mis dedos de su coño sintiendo como se estremece —en un momento salimos —escucho los pasos alejarse de mi abuelo y el cuerpo de Alexandra pierde la tensión que tenia —¿estas bien? —ella asiente aun sonrojada que intenta bajarse, pero la detengo —háblame —sus ojos vuelven a mi y su mirada me inquieta un poco.

—¿Crees que me haya escuchado? —me quedo viéndola unos segundos antes soltar una risa divertida —no te rías —me golpea haciendo mi risa más fuerte —¡Mase!

—Lo siento —me voy calmando y tomo su barbilla inclinado su rostro hacia arriba —acabo de decirte que pertenezco a una organización criminal y tu te preocupas si mis abuelos te escucharon venirte en mis dedos.

—Bueno, no quiero dejar una idea errónea de mí.

—Dudo mucho que ellos piensen algo malo de ti —beso la punta de su nariz —les agradaste —ella acaricia ambos lados de mi rostro viéndote con suma atención.

—¿Por qué no les dijiste que entraste en el mismo mundo de tu papá? —"se ha dado cuenta".

—Porque ellos aborrecen a mi padre y todo lo que lo implique —acaricio su labio inferior disfrutando lo enrojecido que esta por nuestros besos —y si me metí es porque tengo un objetivo.

—¿Cuál es?

—Recuperar todo lo que una vez fue de mi familia —ella frunce su ceño y yo solo beso su frente —es algo que te contare en otro momento, ¿sí? —ella sonríe y asiente —bien —tomo su cintura y la bajo —será mejor salir antes de que vuelvan, no queremos que piensen que te he comido.

—¿Y no fue así acaso? —provoca tomando distancia de mi sonriendo pícaramente. Levanto una de mis manos mostrando cierta humedad en ella antes de pasar la lengua por dos de ellos. Ella traga visiblemente y puedo ver claramente como se le ha acelerado el pulso.

—No tientes el mínimo autocontrol que estoy teniendo, Alexandra —camino hacia ella y bajo el rostro acercándome a su oído —porque te aseguro que si lo pierdo, la menor de tus preocupaciones será que mis abuelos te escuchen —veo su piel enchinarse y dejo un beso en el espacio de cuello y hombro —vamos —me alejo y camino hacia la puerta, al ver hacia atrás noto como mi linda novia respira profundo tres veces y se gira recompuesta, le ofrezco la mano como la primera vez que estuvo en mi auto, ella me mira antes de colocar la suya encima, pero esta vez sabiendo quien realmente soy y aceptando ser por completo mía.

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