CAPITULO 11
Alexandra
Me subo el cierre y me fijo en mi reflejo una ultima vez mientras respiro profundo y suelto muy despacio, "una vuelta, es todo lo que se necesita, una sola vuelta y todo esto habrá valido la pena". Mi puerta se abre y veo a la pelirroja que en poco tiempo se ha convertido en una hermana para mi —¿estas lista? —asiento y ella me lanza el casco —pues demostremos de que estamos hechas —ambas salimos decididas a callar varias bocas.
Narrador X
La pista profesional es bañada por el sol, el profesor de Melina llega a acomodarse en una de las primeras filas de las butacas junto al director de la universidad.
Al día siguiente de que el profesor de Melina rechazara su plano, ella por consejo de Alex, fue a hablar con el director proponiéndole de que demostraría que su motor funciona y que no tendrá ningún inconveniente como afirmaba su profesor.
El director aceptó, cosa que no le pareció muy bien al profesor, pero al ser la propuesta aceptada por su superior no quedo de otra. Ahora ambos miran atentamente a todo el equipo que prepara al conductor para la vuelta de demostración —sigo pensando que esto es una pérdida de tiempo —susurra el profesor.
—Los mejores descubrimientos fueron en su momento una perdida de tiempo —acota el director sin dejar de ver como el equipo despeja el camino del auto y este conduce hasta llegar a la línea de salida. Ambos colocan toda su atención al vehículo y más cuando sale disparado.
La velocidad en la que esta acelerando es una inimaginable, a pesar de que el auto no es uno que se catalogaría como de carreras, sino más bien uno común de uso diario —solo es cuestión de segundos para que empiece a humear —dice el profesor, pero para su sorpresa el auto sigue intacto y llega a completar la vuelta completa en una sola pieza.
Al detenerse el auto, el conductor no tarda en salir. Cuando empieza desabrocharse el casco una melena negra cae y los ojos de ambos hombres se abren de más al ver el rostro de una mujer —¡el motor sirve! —grita Alexandra apuntándolo con el casco sonriendo abiertamente debido a la adrenalina que siente.
El profesor hierve por dentro que no tarda en bajar hasta la pista, detrás corren los del equipo, pero es el profesor quien llega primero y abre el capó del auto encontrándolo intacto, en excelentes condiciones y con ensamblaje de primera categoría —¿Cómo es posible que lo lograra? —refuta mirando hacia Alexandra.
—No es a mí a quien debería hacerle esa pregunta —le hace una señal y el profesor gira la cabeza encontrándose con la pelirroja que desde un principio no le agradó. "Las mujeres no deberían meterse en algo que es solo para hombres".
Por mas tarea o proyecto que le daba, Melina siempre entregó todo y para su rabia, todo lo que entregaba estaba muy bien hecho —al parecer se ha equivocado profesor —interviene el director viendo detenidamente una Tablet para después mirarlo a el —el modelo fue dado vida de una excelente forma —el director mira hacia Melina —felicidades señorita Ferran —le entrega la Tablet —de seguir así, estoy seguro que tendrá a muchos queriendo trabajar con usted —las mejillas de Melina se colorean como su cabello y ella agradece —espero una calificación de excelencia, profesor —el director camina hacia la salida y Melina se acerca hacia su profesor encarándolo.
—Le dije que si funcionaba —el profesor solo resopla tal toro y sigue el camino por donde se fue el director —idiota machista —susurra Melina viéndolo alejarse.
—Lo importante aquí es que tendrás la nota que mereces —Melina gira para ver a su amiga y no duda en tirarse encima de ella haciendo que ambas caigan al suelo entre risas.
—No sabes como te agradezco que hayas hecho esto por mi —ambas se sientan sonriendo a lo que Alex niega.
—Yo solo conduje y propuse tu motor —señala detrás de ella —ellos fueron los que vieron tu potencial y te apoyaron —Melina se levanta y camina hacia el equipo que el amigo del padre de Alex trabajó con ella los últimos dos días para que el motor estuviera listo.
—Realmente les agradezco este enorme sacrificio que hicieron —dice Melina sonriendo de oreja a oreja a todo el equipo que comparte su felicidad.
—No tienes nada que agradecer —uno del equipo se acerca a ella y extiende su mano —solo promete que seguirás de este modo para que en el futuro seamos compañeros de trabajo —Melina asiente entusiasmadamente a la vez que acepta el apretón de manos y es que este no solo ha conseguido una nota de excelencia, sino que a demostrado que una mujer puede ser igual de buena en temas de autos y motores.
Mase
Sonrío al ver la foto que me envía Alexandra junto a Melina con un cien de emoji escrito abajo haciéndome saber que todo ha salido bien —por la sonrisa idiota que tienes, se que el mensaje es de Alex —dice Dan dejando unos papeles en mi escritorio.
—El motor de Melina ha pasado —la expresión de Dan cambia y rápidamente saca su teléfono y lo lleva a su oreja —ella pasó viejo —sonríe todo orgulloso, "¿Quién tiene ahora la sonrisa idiota?".
Niego y tomo uno de los papeles para revisarlos cuando mi puerta se abre rápidamente y mi secretaria tiene una expresión de temor escrita en el rostro. No tengo oportunidad de preguntar nada cuando tres agentes de policías entran en mi oficia —señor Conte, señor Ferran —nos mira a ambos —deben venir con nosotros.
—¿Por qué motivo? —pregunta Dan en su tono profesional colgando y guardando su teléfono. El agente le extiende un papel y él lo agarra leyéndolo.
—Están siendo acusados de enriquecimiento ilícito —frunzo el ceño —y encubrimiento del crimen organizado —un policía se acerca a mi queriendo agarrar mi brazo mas yo lo esquivo y vuelvo a ver al agente.
—¿Puedo saber que pruebas tienen para proceder con el arresto? —pregunto mientras me pongo de pie.
—Se las mostraré una vez estemos en la comisaria —el oficial intenta ponerme nuevamente las manos encima que en un movimiento rápido le barro los pies. Todos ellos se ponen alertas y tienen una mano en el mango de su arma, "malditos idiotas".
—No te atrevas a tocarme —gruño y camino por encima tomando mi saco y saliendo tranquilamente de mi oficina. Siento a Dan seguirme y se que cada uno de ellos desea golpearme, pero se contienen.
—Llama a Raquel —le digo a mi secretaria cuando paso por su lado —dile lo sucedido y donde me encuentro —esta asiente y se mueve rápidamente hacia su escritorio.
—Mierda, esto no le va a gustar nada —dice Dan masajeando su cuello y entramos al ascensor seguido de dos agentes, "al parecer las ratas aun no aprenden cual es su lugar".
En alguna parte de Europa.
Desconocido.
—Señor —me llama uno de mis guardias al entrar en mi oficina —ya han sido detenidos.
—Bien —firmo el ultimo documento y se lo entrego —revisa ese cargamento, tiene que llegar en excelentes condiciones hasta Alemania —me apoyo en el respaldar de mi sillón —la Reina es muy quisquillosa con sus juguetes, no quiero errores —este asiente y se retira. Al girar mi silla me recibe un paisaje cubierto de blanco, frio y duro —esto es solo la primera piedra que pondré en tu camino, Самозванец —mi puerta nuevamente se abre y sin que diga una palabra se de quien se trata —¿Cómo estuvo el viaje? —me giro para mirarlo.
—Interesante —se desploma en el sillón que hay en la pared izquierda de mi oficina —Marco ha hecho un buen trabajo al criarla —esboza una media sonrisa juguetona —no queda duda que es su hija —asiento levantándome para ir hacia el mini bar y servirnos un trago.
—¿Procediste bien con el encargo? —termino de servirnos y lo veo por sobre mi hombro. Mi hermano explaya sus brazos por el sofá y asiente agrandando la sonrisa, pero esta vez es una de gozo.
—En estos momentos lo deben estar llevando detenido —camino hacia el y le tiendo el vaso —en frente de cada uno de sus trabajadores.
—¿Cuánto tiempo podremos mantenerlo detrás de las rejas?
—Unas horas como máximo —toma un trago —será el tiempo suficiente para que Marco entre en sus sistemas y nos abra una ventana invisible.
—Bien —me tomo el vodka servido sintiendo como el calor baja por mi garganta —tenemos que estar listos para cuando hagan su movimiento —la expresión de mi hermano cambia a una más seria —¿Qué sucede?
—Ella es cercana a él, Izaac —dice.
—¿Qué tanto? —respira hondo y deja salir despacio.
—El necesario como para complicar las cosas cuando ella sepa la verdad —maldigo y vuelvo hacia la ventana —no podemos dejar que ella se una a esa rata.
—Ya lo se —la nieve cae, mientras toda la ciudad continúa viviendo, otras sobreviviendo y otras...—sigue cada paso de Pierelli —giro a verlo —necesitamos encontrar una falla en el bastardo para que ella se aleje —mi hermano asiente y se pone de pie.
Vistiendo por completo de negro, se ajusta el moño y con una ultima mirada sale acatando mi orden, "no dejaré que ese apellido vuelva a hacerle daño", siento el vaso romperse en mi mano y veo como el cristal cae —es hora de cobrar cada golpe.
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