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CAPITULO 10

Alexandra

Las semanas que siguieron a la carrera fueron para mi sacadas de un cuento. Acordamos entre todos que iríamos a las carreras en intervalos, una semana si, otra no. Así no levantábamos sospechas demasiado rápido ya que si bien Dan, Melina, Mase y yo apareceríamos en ese intervalo para correr, Richard estaría al pendiente de todas y cada una de las carreras por medio del coordinador, "de esa forma nadie se daría cuenta quién es el responsable de los robos". Una vez hecha su magia, la mitad se la repartiría por medio de donaciones anónimas y la otra se la colocaría como un premio mayor para una carrera a gran escala, que si todo seguía saliendo bien, se podría celebrar una vez al mes, "lo que no se intuían es que solo caerían en una trampa mucho mayor".

Mientras hacíamos todo eso, Mase y yo aprovechábamos el entorno de las carreras para vernos, ya que si bien hablábamos por chat, nos era complicado coordinar un día para vernos y hacer alguna actividad normal como pareja.

—No entiendo cómo puedes ingeniártela para meterte en cuentas bancarias y hackearlas, pero un examen de calculo te deja frito —rio al ver a mi amigo básicamente tirado en la mesa con la cara oculta.

—Porque las matemáticas son distintas para cuando es la red que para el uso diario —me explica girando su cabeza en mi dirección —además que el hackeo es mas divertido que cualquier maldito final —me rio y Melina llega tirando su mochila al piso demostrado su enfado —al parecer no soy el único con un día malo —dice Richard levantándose mirando hacia nuestra amiga.

—Mi maldito profesor dice que mi modelo de motor no es posible en la vida real —dice Melina cruzando los brazos y noto como se esta clavando las uñas en la piel —quiere que lo rehaga y le muestre un diseño mas realista en dos días o me reprueba la materia.

—¿Tanto vale ese plano? —ella asiente y toma una respiración profunda cuando saca una especie de papelógrafo doblado de su mochila. Al extenderlo en la mesa me encuentro con dibujos, flechas, números y palabras que son totalmente extrañas para mi —¿Por qué dice que es imposible?

—Porque los cálculos y los caballos de fuerza serian algo imposible de conseguir y que si en caso pasara, el auto terminaría en llamas debido a todo el trabajo que haría —bufa —imbécil —al ver hacia Melina noto como está frunciendo los labios.

—Melina...

—Fueron noches en vela para poder terminarlo —susurra bajo. Se sienta y cubre sus ojos con las manos —no voy a poder rehacerlo en dos días...—me acerco a ella abrazándola mientras acaricio su brazo.

Mi pecho se oprime y es que si algo tengo bien claro, es que Melina si bien puede tener una personalidad juguetona es bastante seria cuando se trata de responsabilidades.

—No tienes que rehacerlo —digo y ella me ve.

—Si no lo hago reprobaré.

—A menos que le muestres que tu motor si puede ser construido —ella frunce el ceño y vuelvo a doblar su plano —tengo una idea, pero necesitaré ayuda de mi papá —levanto su plano —¿me lo prestas? —Melina asiente aun confundida —bien —tomo mi bolso y le doy un beso en la mejilla —estate atenta a tu teléfono —salgo rápido de la cafetería con la intención de perderme mi siguiente clase y voy directamente a mi casa.

Mase

Detengo mi auto en la entrada de la universidad de Alexandra notando como varios se quedan viendo maravillados mi auto, otros le toman foto, las chicas están pendientes a ver quien sale del auto o quien se le acerca, a pesar de ser consciente de la atención que recibo, solo me importa una presencia en particular, "quiero verla".

La única vez que podemos vernos bien es en las carreras ya que durante el día yo estoy en el trabajo y ella esta metida estudiando, sin mencionar que estuve atrapado en una reunión de presentación de casi 3 horas con mi «futura esposa», en donde la mujer destilaba un perfume demasiado fuerte y dejó notar que en su cerebro solo hay espacio para lo ultimo de ropa, zapatos o chismes de celebridades o gente del círculo, "no veo la hora de poder iniciar el proceso de envenenamiento".

Muchos creen que la cuándo se mata por envenenamiento va a ser rápido e instantáneo, pero la vida real no es tan así.

Los mejores venenos son los que van actuando muy lentamente, administrándolo de formas muy comunes como el mismo aire, el toque o la ingestión. Unos que se van acumulando poco a poco en el sistema hasta que colapse y lo único que se encuentre es una falla sin explicación del mismo cuerpo.

Al ver a Melina y Richard salir sin Alexandra salgo del auto llamando su atención y estos vienen directo hacia mi —¿en dónde está Alexandra?

—No lo sé —responde Melina —salió de la universidad en el almuerzo y no ha vuelto ni me ha llamado —todo mi cuerpo se tensa que busco mi teléfono y marco su número. Cuando me envía tres veces al buzón maldigo y mi mente comienza a lanzarme posibles futuros nada agradables que solo empeoran mi humor —dijo que necesitaba ayuda de su padre, tal vez este en su casa —mi cuerpo se mueve y salgo disparado hacia el edificio de apartamentos.

Una vez allí no me preocupo ni como estaciono el auto, ni donde, solo quiero asegurarme que ella esta aquí, a salvo y completa. Mi pierna no deja de moverse mientras que mis ojos no se apartan de los números aumentando, "rápido maldita sea". Cuando las puertas del ascensor se abren salgo de forma abrupta que me choco con alguien y la sostengo evitando su caída. Un violeta intenso es lo primero que captan mis ojos y todo mi cuerpo empieza a relajarse —¿Mase? —Alexandra me ve confundida, pero yo no respondo que solo la llevo hacia mi pecho pudiendo respirar mejor al fin —¿Mase? —repite algo amortiguado debido a que la estoy presionando a mi pecho.

—Estaba preocupado, mia Ninfa —digo besando su coronilla.

—¿Qué significa esto Alexandra? —la voz grave me vuelve a tierra y al ver hacia el frente me encuentro al señor Kiereva asesinándome con los ojos mientras observa la escena que hay entre su hija y yo.

Alexandra intenta tomar una gran distancia, pero lo único que le permito es moverse a mi lado sin soltarle la cintura —papá...Mase es mi...

—Soy su novio —la corto y ella gira a verme asustada y sorprendida, mas yo no la miro sino que me quedo viendo a mi suegro que tiene las manos hechas puño y se que se esta conteniendo de golpearme solo porque su hija está presente.

—¿Es eso cierto? —pregunta y la ve a ella. Puedo sentir como su piel se enchina al ver a su padre que traga en seco. Ella tiene que cerrar los ojos y tomar dos respiraciones superficiales antes de volver a abrirlos y dar su respuesta.

—Si —dice con voz segura y sin temblar —Mase es mi novio, papá —al volver ver hacia mi suegro este se acerca hacia mi hasta quedar a centímetros de mi rostro.

—Por lo que veo no fui lo suficientemente claro la primera vez —amenaza, "bueno, al parecer dejaremos la fachada", sonrío plantándome firme.

—Alexandra tiene la edad suficiente para decidir por si misma con quien desea estar.

—¿Papá? —interviene ella, pero ninguno la mira —¿Qué esta pasando? —ella suelta mi mano y eso me molesta, pero ni así retiro la mirada de su padre —¡respondan!, ¿de que estas hablando papá? —escucho una puerta abrirse, más lo ignoro.

—¿Le has dicho quién eres realmente? —eso me tensa, "no se atrevería". Su padre sonríe —al parecer no.

—No es algo en lo que usted se deba meter.

—Me meto porque a la que estas queriendo salpicar tu mierda es mi hija —ahora ya esto se convirtió en personal. Lo ultimo que quiero es llevarme mal con el padre de mi mujer, pero si se atreve a interferir en nuestra relación, no voy a dudar en enfrentarlo así signifique colocar a Alexandra contra la espada y la pared.

—Se ha que se dedica Mase, papá —dice Alexandra tomándonos desprevenidos que ambos giramos a verla.

—¿Tu...lo sabes? —pregunta el y ella asiente. Una bola del tamaño de mi puño nace en la boca de mi estomago que me hace imposible articular palabra, "¿Cómo es que ella sabe que soy un Don de la mafia?, ¿Cómo lo descubrió?, ¿habrá sido otro topo o uno de mis hombres?".

—Yo también estoy metida en su mundo —esas palabras de cierta forma me desconciertan que frunzo el ceño.

—¿De que estas hablando Alexandra? —la voz del señor Kiereva ya no suena arrogante o enojada, sino más bien es... ¿miedo? Cuando lo veo noto que ha perdido algo de color y no deja de mirar a su hija como si temiera sus próximas palabras.

—De carreras Marco —la voz del señor Ferran hace acto de presencia que todos vemos en su dirección. El padre de Alexandra la mira y ella desvía momentáneamente la mirada, pero luego lo encara mostrando una expresión que hasta el momento no había visto en ella, una que detona seguridad y firmeza. Cuando el ata cabos todo su semblante cambia y de cierta forma se relaja, "esta ocultando algo". Mi cerebro arroja al ver las reacciones de mi suegro, "y ese algo tiene que ver con mi mujer".

—Papá —Alexandra lo toma de la mano llevándolo hacia su mejilla —el me hace feliz —su declaración me infla el ego y alimenta a mi parte irracional de querer atarla a mi de todas las formas posibles para que jamás me la quiten — è il mio tesoro —Alexandra me mira y no dudo en acercarme hasta quedar a su espalda mientras apoyo ambas manos en sus hombros —no me hagas elegir entre ustedes...por favor —veo el conflicto que esta llevando en su interior, pero cuando vuelve a mirarme ya no hay tantas ganas de matarme, "al menos no por ahora".

—Dáñala y ni el mismo dios podrá salvarte de que te mate —asiento a lo que Alexandra lo abraza por la cintura que su cabeza queda en su pecho y el al envuelve por completo. Veo hacia el señor Ferran quien solo asiente y vuelve a su departamento, "le debo una", sino haya sido por su intervención estoy seguro que el señor Kiereva le hubiera dicho a Alexandra que soy parte de la mafia, "tengo que tener cuidado y evitar que se entere antes de que el plan esté finalizado", porque estoy seguro que si mia Ninfa sabe a qué realmente me dedico me arriesgo a perderla y eso no lo puedo permitir.

Marco

Esta tarde a sido demasiado para mí, empezando de que mi hija, mi Alexandra, este de novia de ese hijo de puta, "¿Por qué, de todos los malditos hombres de Roma, tenia que enamorarse justo del hijo de esa asquerosa rata?".

—No pierdes la costumbre —escucho a mi esposa decir mientras se agarra de mi brazo —recuerdo que siempre velabas su sueño así te dijera que yo podía cuidarla muy bien —ambos miramos a Alexandra dormir tranquilamente después de tener una tarde bastante ajetreada entre su revelación de noviazgo y la ayuda para su amiga que me pidió.

—En ese entonces eras una desconocida —María sonríe y se apoya en mi brazo dándome una suave caricia en la espalda.

—Sabíamos que llegaría el momento de decirle toda la verdad —susurra.

—Lo sé —respondo, pero el nudo que se forma en mi garganta es uno grande que tengo que respirar profundo a modo de calmarme.

—Ey —me agarra el rostro con ambas manos desviando mi atención —así no lleve tu sangre o la mía, sigue siendo nuestra hija, ¿entendiste? —asiento.

—Hay que avisarles de lo que esta pasando y que el momento se esta acercando —ella asiente y se pone en puntillas lo que me hace tomarla de la cintura y bajar al encuentro con los labios que en su momento no creí merecedores.

—Ella entenderá, así como yo lo hice —apoyo la frente en la suya y suelto mi mayor miedo en medio de la oscuridad.

—Temo llegar a perderla —susurro tan bajo que creo que no me ha escuchado, pero cuando cubre mi rostro con pequeños besos hasta envolver sus brazos en mi cuello es que se me ha escuchado, "se que no es mía, que no he sido yo el responsable de darle la vida, pero...".

—Ella es tu hija, Marco —la voz de mi esposa me espabila de mi mente mientras sus dedos acarician mi nuca muy suavemente —y gracias ti se volvió también mía —me alejo un poco sin soltarla —no la vamos a perder —la beso suavemente y me alejo sacando el teléfono de mi bolsillo haciendo la llamada que en algún momento rogué para que no llegara. Dos tonos son mas que suficientes para que del otro lado contesten y sepan que llegó la hora, "espero que desde donde este la proteja de todo lo que se avecina, por favor, mia signora".

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