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capítulo 7

Tercer días.
Domingo.

La relación entre Agustín y yo es mejor que antes, pero la verdad es que no actuamos como novios que viven juntos,  ni pareja ni nada por el estilo.  Creo que solo nos ayudamos, como el analgésico ayuda para bloquear el dolor.  Somos esa ayuda que un medicamento presta sólo para detener el dolor, pero nunca  sanarlo.

Ambos tenemos duelos distintos,  él  lleva consigo una pasado traumatico, y yo por llevar el peso de una enfermedad que no estoy dispuesta ha aceptar,  una familia que piensa que con solo darme dinero estaré bien... y no lo estoy,  me encuentro encerrada en una burbuja dañina, mi alma se encuentra en un pulgatorio y mi cuerpo carnal recibiendo todo el daño físico.

*-*

- ¿ Quieres cereal? .- Pregunta, Agustín.

-Creo que tengo pegado el cereal en el estómago. - Exagere.

Su risa es muy contagiosa, en su rostro se marcaron las lineas de expresión,  me encanta verlo sonreír.

- No exageres, Juliana.- Musitó en tono divertido.

- Agustín, ¿ Puedo ir al parque?.- Pregunté.

Él alzó una ceja.- ¿ Desde cuándo me pides permiso,  para hacer lo que te de la gana?.

- Desde que recordé las famosas" Reglas".

- ¡ Si, claro!¡ como no!.- Rodó los ojos.

- Es en serio¿ Puedo ir al parque?.- Volví a preguntar.

- Sabes que tú papá llamada a cada 5 minutos para preguntar por ti.-  Dijo sentándose en el mueble.

- Si, lo... pero puedes... no se inventar algo.

-¡ No!, No voy a mentir.- concluyó.- ¿ Por cierto te tomaste la pastilla? .

-¡ Si, ya me la tome! - Mentí.- ¡Por favor!, Déjame ir.-  pero está vez rogué con  la carita de perro regañado.¿ Siiii?.

Me miró y solo suspiró.

Bingo.

No me tome ninguna pastilla la guarde en el bolsillo de mi pantalón,  para botarla en el parque.

*-*
Él está sol está fuerte, hoy amanecío con una radiacion super fuerte. Lo bueno es que hay muchos árboles que regalan las cálidas sombras. El trayecto de mi casa al parque no es muy lejos,  le escribí a Jess para encontrarnos aqui, pero me dijo que estaba algo ocupada, así que no insistí.

Hay más personas de las que image que habría, muchas familias jugando, perritos corriendo detrás de las pelota,  parejas besándose,  amigos tomándose fotos... y yo... yo soy la única que camina sola con una nube gris sobre mi cabeza.

Decidí sentarme en un banco,  a observar a las personas. Quisiera tener un perrito, para que pasará su lengua en mi mano cada vez que esté triste.

- ¡ Hola!.-  Me saludo una niña, le cálculo unos 8 años.

- ¡ Hola!.- Le devolví el saludo con una sonrisa.

- ¿ Quieres Maíz para que le des a las palomas? .

- ¡ Si, claro! .

Ella acercó hacia mi con un una bolsa,  y depósito en mis manos algunos granos de maíz.

- ¿ Estás triste? .

Volví a sonreír. - ¿ Es muy obvio?.- Ella solo asintió.

-Cuando estaba triste mi papi me daba maíz para que alimentará a las palomas.

- Que sabío tú papi,¿ dónde está? .- comencé a buscar a alguien con la vista,  pero no visualice ha alguien cerca.

- En el cielo.- Dijo con tanta tranquilidad.

Mi búsqueda se detuvo con esas frases.

- ¿ Y tú mamá? .- Pregunté con un hilo de voz.

Se encogió de hombros. - Eso no importa, Solo échale el maíz a las polomas y sonríe mientras lo hagas. Ellas le dirán a tu familiar que están en el cielo que te vieron feliz. Algún día todos partiremos al cielo... ¿ O no?.- Con una sonrisa en su rostro la niña se dio la vuelta y se fue.

Yo me pare del banco,  para observar hacia donde se iba. La vi caminando recto,  regando maíz para que las palomas comieran,  y lo hacía con una sonrisa en su rostro.  Y allí entendí,  ella le mandaba a decir a sus padres que estaba feliz.  Poco a poco se desapareció de mi campo de visión.

Asi que le seguí, comencé a arrojar granos de maíz al suelo y las palomas comenzaron poco a poco a comer.

- ¿ Sabías que está prohibido darle de comer a las palomas?.- No reconocí la voz así que volteé para ver de quien se trataba.

- ¡ Derry!.- Lo llame algo emocionada y sorprendida al mismo tiempo.

-¡ Hola! .- Me tendió la mano.

Le tomé la mano. - No te espere ver por aquí.

- Nop, yo tampoco espere encontrarte aquí.

- ¿ Quieres Maíz?.

Me sonrió y me extendió su mano. Sus palmas son suaves y un poco rústicas.

- ¿ Se te olvidó?.- Pronunció de la nada,  mirando hacia el frente.

- ¿ Él Qué?.- fruncí el ceño.

- Ayer íbamos a ir a comer helados.- Recordó sin emoción alguna.

- ¡ Ayy! ¡ Si!, lo olvide. ¡ disculpa, Disculpa!.- Me volteé hacia él.

- No te preocupes.- Se encogió de hombros restandole importancia.- Lo imaginé.¿ Cómo sigue tú tía? .

- ¿ Mi tía?.- inquirí confundida.

- Si tú tía, ha la que se le murió el gato.

- ¡ Ahah!.- Lo recordé.- Eso es mentira.- murmuré.

- Lo imaginé.- Afirmó él.

- Disculpa por mentirte... solo es que me daba pena contarte que mi papá contrato a un...cuidador, para que se quedara en casa conmigo.

- ¿ Un niñero?.- inquirió.

- Si un niñero.- afirmé sin ganas.

- De verdad estaba consciente que tú papá estaba medio zafado de la cabeza, pero es peor que eso. - dijo en torno burlón.

- ¡ No es chistoso!.- Chille y le golpeé el hombro.

- ¿ Quieres un helado?.- Indagó sobandose el hombro.

Yo solo movi la cabeza en manera de afirmación.

Pasamos tarde de la tarde conversando, Derry es una cajita de sorpresas, me enteré que toca hasta el piano, y no ni siquiera se bailar.

Me estaba doliendo la cabeza,  recordé que tenia las pastillas en el bolsillo, la garganta me comenzó a picar,  las ganas de torcer eran inmensa pero no podía hacerlo,porque si lo hacía sabía lo que sucedería... y aguante hasta donde pude.

- ¿ Qué tienes?.- Indagó, Derry.

Negué con la cabeza, colocando me la palma de la mano en la boca,  tratando se cubrirmela. Las ganas se fueron incrementando más.

-¡ Ya te voy a conseguir agua!.- Se escucho muy preocupado.

- Tranquilo no te preocupes.- las tos comenzó más fuerte, era imposible detenerla. Coloque rápidamente mis manos cubriendo los orificios de mi nariz,  pero fue tarde Él vio.

- Juliana,  te está sangrado la nariz.- Señaló hacia mí.

Me la cubrí.- ¡ Ha eso!.- Hice un gesto con la manos quitandole importancia. - Siempre me pasa,  por el sol.

- Ten un apuñaló.- Me extendió su mano con un pañuelo blanco.

- ¡ No te preocupes,  yo tengo el mio! .- Metí las manos en mi bolsillo trasero, y sin darme de cuenta arrojé la tableta de pastillas al suelo.

Él se agachó y las tomó,  su ceño se frunció al no entender que hacía con eso.

¿ Y estás pastillas,  Juliana?.- Las tenía entre su dedo índice y del medio.

- Para la migraña.- Se las quiete rápidamente, con mi mano haciéndole presión a mi nariz,  salí corriendo literalmente.

- Nos vemos después.- Me despidi con la mano. No podia creer que Derry me había visto sangran,  y había visto las pastillas.  Me di pena que más personas se enteren,  no quiero tratos diferentes ni especiales por estar enferma, quiero que me vean como una persona normal.

Estaba corriendo para llegar rápidamente a mi casa,  cuando por fin vi mi casa, tome la manilla de la puerta ya abrí.

Entre rápidamente al baño, abrí la perilla del lava manos. El dolor de cabeza es insoportable, la sangre mezclándose con el agua.

- ¡ Abre la puerta,  Juliana!.- Agustín estaba gritando y golpeando la muerta.

-¡ Estoy bien!.- Respondí en medio de sollozos.

La sangre seguía saliendo de mi nariz,  mi cuerpo estaba tenso. El sabor de la sangre mezclado con lágrimas no es la combinación más agradable.

-¡ Abre la maldita puerta,  Juliana! .- Los golpes se intensificaron.

- ¡ Estoy bien! ¡ Estoy bien! .- Respondia entre sollozos.- Solo déjame sola.- Me coloque la palma de mi mamá en mi boca para ahogar el dolor.

La sangre estaba cesando,  me acerqué a la puerta y sentí como los pasos se alejaban de la puerta. Me recosté de la pared y deje que mi cuerpo se arrastrará de ella,  hasta llegar al piso, recogí mis piernas y metí mi cabeza entre ellas.  Las lágrimas salían sin mayor esfuerzo.  Esa noche me quede dormida en el baño.

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