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#4. Atrapados.

Está

Caely:

-¿Paso algo?-camina rápido así que tengo que correr para alcanzarlo, al principio ignora mi pregunta luego me mira por el rabillo del ojo sin detenerse.

-Cambio de planes- me informa mientras llegamos a las habitaciones -. Aprovecharemos la tormenta para avanzar- se detiene en la puerta de la habitación donde desperté hace unas horas y luego da la vuelta para verme frente a frente -. ¿Vienes con nosotros?

Es el momento de decidir.

Lo observo fijamente en completo silencio por un segundo, me gustaría irme con ellos me ha caído muy bien Henar pero aún debo buscar la forma de ir a casa y salir de este mundo en extinción, lo único que me queda es desearles suerte, Henar ve algo en mi cara que lo hace poner una mueca y luego me da una sonrisa triste.

-No vendrás ¿Cierto?-luce triste y no entiendo porqué si nos conocemos hace apenas unas horas.

-No- niego-. Tengo que buscar mi hogar y mi familia- se que es una verdad a medias, lo que en realidad busco es salir de este mundo, pero eso no puedo decirle.

-Me hubiera gustado que vinieras con nosotros, estarías más segura pero entiendo - me abraza rápidamente lo que me tiene desconcertada y luego se separa-. Te deseo suerte, espero que encuentres a tu familia y espero que no sea la última vez que te vea.

Carraspeó sintiéndome incómoda, nunca he sido buena con las despedidas y está se siente como una, así que en un arranque de sinceridad digo algo que tal vez no debo decir.

-Henar, escúchame -tomo su mano y me ve confundido-. Tienen que alejarse de las carreteras, deben esconderse en los bosques de esa manera es más seguro, se que ustedes tienen información sobre los exterminadores, pero aún así te diré esto, si llegas a encontrarte con alguno no dudes en apuntar a sus ojos.

-¿Cómo sabes eso?

-Tranquilo solo quiero ayudar-evito su pregunta -sé que pondrán llegar a salvo, pero tengan cuidado.

-No entiendo nada, pero gracias supongo- me da un último vistazo antes de marcharse.

Entro en la habitación apenas alumbrada por los rayos del exterior, en el suelo encuentro mi mochila y la ropa vieja, está llena de tierra, sangre y tiene agujeros creo que aguantaron demasiado. Recojo la mochila para guardar la ropa que me fue entregada pero cuando la estoy revisando para ordenar bien la ropa encuentro mis lentes lo que me hace detenerme abruptamente y llevar una de mis manos hacia el tabique de la nariz donde suelen resbalarse los lentes y no los encuentro.

La mano me tiembla cuando los tomo y los pongo frente a mí, luego me los coloco y me quedo sorprendida al notar que todo se ve borroso, me los quito y todo vuelve a la normalidad, hago ese mismo preciso unas diez veces, ¿Qué mierda está pasando? Puedo ver bien, todo este tiempo no me había acordado de ellos, había visto todo con claridad algo imposible para una chica con astigmatismo miopico severo.

Suelto un gritito y tapo mi boca, veo hacia todos lados sin poder creerlo, doy brinquitos emocionada y hasta me dan ganas de llorar, toda mi vida he usado lentes, nunca había visto el mundo nítido sin ellos y ahora lo podré hacer, estoy tan emocionada, parpadeo demaciado rápido tratando de ver hasta los microorganismos más pequeños, algo imposible porque no soy un microscopio.

Vuelvo a poner los lentes frente a mis ojos para confirmar que efectivamente ya no los necesito, se siente extraño ver el mundo con claridad sin la ayuda de dos vidrios frente a los ojos, conmocionada los guardo en los bolsillos de los lados, ya no los necesito al parecer. ¿Es otro efecto del libro? Espero que si y no que pronto me vaya a morir, todavía no estoy lista.

Termino de guardar todo en la mochila así que salgo al pasillo para ir directamente al comedor esperando no encontrarme con nadie, camino lo más rápido que puedo tanto que no noto la figura que aparece frente a mí y choco con ella, nuestros pies se enredan, golpeó mi pecho con el suyo haciéndonos caer a ambos.

-Mierda- escucho decir una voz grave a mi lado.

Todo está en oscuras así que apenas puedo ver la silueta pero por el sonido de su voz se que es un chico, pero no es Col, ni Henar, así que me levanto rápidamente asustada y salgo corriendo para llegar al comedor más rápido, la otra persona corre detras de mi lo que hace que aumente el ritmo hasta que entro al comedor iluminado por las llamas de las velas, tomo una silla y la levanto para golpear a quien sea que venga detrás de mi, la persona aparece y es muy alta pero suelta un grito cuando me ve con la silla alzada sobre mi cabeza a punto de golpearlo.

-¡Espera, espera!- extiende sus manos para evitar que le pegué, con la respiración agitada y la silla aún en mis manos me acerco a el.

-¿Quién eres?

-Me llamo Fray- dice con precaución, su cara tiene muchas sombras por lo que no puedo detallarlo bien y no estamos lo suficientemente cerca de las velas-. Estaba aquí hace un momento con Col, te vi llegar con Henar.

-Eres el raro que se fue- lo reconozco.

-¿Raro? Supongo que sí, tu eres la princesita en apuros- contraataca dándome una sonrisa de lado.

-Aun tengo la silla y sé como usarla-Lo amenazó a lo que el suelta una risa relajando su cuerpo- Un gusto, Fray- le digo bajando la silla lentamente, aún siento la adrenalina agitar mi corazón pero ya no estoy asustada, sé que no es un fantasma o un Exterminador -. Me llamo Cal.

-Qué manera tan inusual de presentarte, Cal- se ríe, se endereza y coloca las manos en su cadera de forma despreocupada.

-Lo siento, me asuste- camino hacia la mesa donde están las velas y sus pasos indican que me sigue.

-Tranquila, te entiendo, a mí también me da miedo la oscuridad - dice mientras se sienta sobre la mesa y coloca los pies sobre la silla.

-¿Entonces por qué caminabas a oscuras?- quedó de pie frente a el, la luces de las velas hacen ver su cabello rubio con manchas rojizas y no puedo distinguir el color de sus ojos, pero si puedo detallar sus cejas finas, su nariz de jinete, sus labios finos y su mandíbula definida con rastro de barba de apenas unos días.

-Porque me gusta asustar a las princesitas en apuros - sonríe de lado.

-¿Te refieres a mi?- volteo los ojos.

-Eres la única - se encoge de hombros-. Pero veo que ya te vas - señala la mochila en mi espalda-. ¿No vienes con nosotros?

-Tengo cosas que hacer, Fray- me acerco un paso más a el quedando entre sus piernas-. Un gusto conocerte, ahora ya me voy.

-Creo que el gusto es mío- me recorre con la mirada y luego regresa sus ojos a los míos.

Sonrió de lado antes de dar la vuelta e irme pero antes de que de un paso el toma una de mis manos impidiendo que continúe, lo volteo a ver extrañada.

-Espera, te daré algo- dice antes de soltarme y bajar de la mesa para correr a buscar algo quien sabe dónde, segundos después regresa con algo entre sus manos cuando lo tomo se que es capote para la lluvia-. Para que no te resfries.

-En esta semana he pasado cosas peores, un resfriado no me matra- digo con sarcasmo.

-Por si acaso - se encoge de hombros, niego divertida -. Ahora sí, adiós princesita.

-¿Por qué sigues llamándome así?- hago una mueca recordando al culpable de ese apodo.

-¿Por qué no debería hacerlo? Es lindo - se encoge de hombros y se apoya con la cadera en la mesa donde antes estaba sentado.

-Es estúpido - me quejo.

-Te seguiré llamando así, princesita- me molesta.

-Cretino- lo insulto en voz baja porque ya no se que más decirle no sé si logra escucharme pero no borra su sonrisa-. Tengo suerte entonces, creo que no volveré a verte.

Es la segunda persona que no quieres ver, vamos bien.

-Yo no estaría tan segura, princesita-me guiña un ojo, luego de eso se da la vuelta y desaparece por la penumbras dejándome sola de nuevo.

Vale, es un cretino.

Pero un cretino guapo.

Suelto un bufido y pongo frente a mis ojos el capote que me dió, hago una mueca y luego me lo pongo, me llega hasta por debajo de las rodillas, es ancho estoy segura que cabe perfectamente dos personas mas. Me encamino hacia la salida del lugar aunque no se hacia donde queda lo que sigo es mi instinto, el cual es una mierda porque me pierdo por diez minutos hasta que regreso al comedor donde todos ya están reunidos.

Todos me miran sorprendidos, especialmente Henar y Fray, me acerco a ellos resignada a qué tendré que ir con ellos si quiero salir de este lugar, me cruzo de brazos y me quedo hasta el final, no quiero que descubran que no pude salir del hospital, sería algo muy vergonzoso. Fray se aleja de los demás para colocarse a mi lado mientras comienzan a caminar hacia la salida. Las luces de las velas van quedando atrás, poco a poco la oscuridad nos va absorbiendo haciendo imposible que mire nada.

-¿Te perdiste, princesita?- me susurra tan cerca del oído que puedo sentir la calidez de su aliento.

-Por supuesto que no, solo estaba recorriendo todo para tener un bonito recuerdo- solté con sarcasmo que espero el no capté, volteo intentando ver su reacción, pero no me espero que esté tan cerca que nuestras narices se rozan.

-Como digas, princesita - se ríe y puedo sentir el cosquilleo de su calido aliento golpeando mi rostro, suelto un jadeo dando un paso hacia atrás, nerviosa.

-Cretino- está vez lo digo lo suficientemente alto para que lo escuche, es una manera de protegerme.

-¿Con esa boquita quieres besarme?- bromea, arrugó el entrecejo confundida por su coqueteo para nada sutil.

-Prefiero besar el culo de un caballo, gracias- eso lo hace reír.

Creo que eso estuvo de más.

No me interesa.

-Tampoco eres mi tipo, princesita- luego de eso me deja en paz, me he acostumbrado a la oscuridad por lo que puedo ver su silueta alejarse e ir junto a quien espero sea Henar.

Llevo la mano a pecho donde mi corazón late como loco, ni siquiera se porqué. El resto del camino lo paso en silencio hasta el final del grupo, al llegar a lo que supongo es una sala de urgencias el olor a putrefacción es asfixiante, aún en la penumbras de la noche se pueden ver los cuerpos en descomposición que se encuentran desplegados por todo el lugar, donde sea que pise la viscosidad de la sangre seca mancha las botas.

El chico llamado Cole se arquea vomitando la reciente cena, no puedo ver el rostro de los demás pero estoy segura que tienen la misma mueca de asco que yo; salimos del hospital y la tormenta no tarda en empaparnos, agradezco a Fray por haberme dado el capote, me quedo parada viendo como se alejan y no se percatan que he quedado atrás, al menos hasta que Fray se detiene y voltea en mi dirección.

No puedo ver su rostro y estoy segura que tampoco puede ver el mío pero aún así sonrió, levanto la mano y me despido del antes de darme la vuelta e ir en dirección contraria a los de ellos; sí las cosas fueran diferente y yo perteneciera a este mundo estoy segura que con ellos mi vida estaría a salvo, no dudaría en seguirlos, pero ese no es el caso, mi vida no está aquí, yo soy simplemente soy una usurpadora en una historia que no es la mía, este mundo no me pertenece por lo tanto debo salir de el.

No conozco la ciudad principalmente porque el autor creo un mundo completamente diferente, ni siquiera pudo basarse en una ciudad real, por lo que las pocas direcciones que no están destruidas tienen símbolos extraños, aunque puedo entender el idioma. Lo único que se es que el lugar al que van queda fuera de la ciudad por lo que no van a entrar en el centro lo cual es lo mas razonable, el lugar es peligroso porque rondan los exterminadores.

La lluvia ya ha traspasado mis botas y el frío cala hondo en mis pies pero continuo caminando hacia el lugar en el que creo es donde aparecí, me tardo una hora llegar a los escombros de lo que fue un café, puedo reconocerlo como el lugar donde me ví a Ivan y su novia el primer día, por lo que el callejón no debe estar lejos, la tormenta se ha convertido en una pequeña llovizna pero el retumbar de los truenos es más fuerte que antes.

Al llegar al callejón está lleno de escombros y justo en el centro de los escombros veo un cuerpo encorvado sobre sus rodillas, las luces que el cielo nos brinda me hace comprender que es una figura masculina, tiene ambas manos tapando sus orejas y parece que sufre por la forma en que su cuerpo tiembla por los espasmos, trato de acercarme lentamente aunque mi instinto me dice que de la vuelta y corra lo mas lejos posible.

Tengo la intención de hablarle pero decido quedarme callada y comprobar que sea un humano normal, estoy a cinco pasos de su cuerpo, puedo ver qué es musculoso y grande, una mala señal porque si es un exterminador estaré muerta en cuestión de segundos, me detengo con el pulso acelerado y el cuerpo temblando me, la anticipación me está matando.

Alargó la mano y doy otro paso, quiero tocarlo y llegar a el aunque es lo más imprudente que se me ha pasado por la cabeza desde el día en que nací. Se siente una extraña sensación en el cuerpo al tenerlo cerca y no se es algo bueno o malo, lo único que se es que de pronto alguien me toma de la cintura y tapo mi boca con una mano, la persona me levanta con facilidad y me arrastra lejos de el chico, pataleo para soltarme, pero es mucho mas fuerte que yo.

Estoy atrapada— pienso.

De nuevo— me contesta mi subconsciente.

He estado secuestrada más veces en la última semana que lo que he tenido citas en toda mi vida.

Nos alejamos un par de cuadras y el sujeto en cuestión me ha subido a su hombro y ha inmovilizado mis piernas, no he visto su rostro pero si he visto su trasero en el trayecto, no he dejado de golpear su espalda con el puño y trate de morderlo varias veces, solo fueron tres minutos pero estoy segura que el tipo ya está arto de mi cuando llegamos a un auto que tiene la mitad de la parte delantera estampada en una pared.

Abre la puerta de la parte trasera y me avienta en el interior, suelto un gruñido y el se adentra a mi lado, ambos estamos jadeantes y mojados, me quito la capucha de la cabeza de un manotazo y saco lo primero que tengo en la mochila, que es una linterna, y comienzo a golpearlo. El suelta un gruñido y toma mis manos, así que viendo que quedó inmovilizada de la manos comienzo a dar patadas.

El hace un movimiento con sus piernas y atrapa las mias entre las suyas, quedó acostada en todo el asiento trasero, mis manos sobre mi cabeza atrás con una de las suyas, mi pecho sube y baja por la adrenalina, el corazón me late como loco y el miedo comienza a hacerce su presente cuando no puedo liberarme de él. El lleva su mano libre a su capucha y deja libre su cabello, y aunque la noche es oscura me parece que su cabello rubio brilla en medio de las penumbras,  ahogo un jadeo al reconocerlo.

—Hola, princesita— saluda Fray.

—¿Fray? ¿Qué demonios haces?— cuestionó luego llevo la vista a mis manos.

—Lo siento, no podía dejar que te suicidaras de esa manera— se encoge de hombros.

—¿Puedes soltarme y explicarme a qué te refieres?— pido señalando con mi cabeza mis manos atrapadas.

—Oh, claro— suena apenado y estoy segura que si estuviéramos a la luz del día sus mejillas se verían sonrojadas—. Discúlpame por la forma en que te trate, pero ibas a cometer una tontería al acercarte a ese exterminador.

—¿Eso era un exterminador?— le pregunto mientras me suelta.

—¿Nunca has visto uno de cerca?— ambos nos sentamos y nos acomodamos lado a lado para estar más cómodos en el espacio reducido.

—No — niego, luego arrugó mis cejas — ¿Por qué estás aquí? ¿Dónde están los demás?

—Te seguí — responde, eso me confunde aún mas—. Los demás están avanzando por el bosque en estos momentos, al menos eso espero.

—No entiendo— digo confusa.

—Se porque no has querido venir con nosotros.

—Porque buscaré a mi familia— respondo de manera automática.

—O buscas la manera de salir del libro— me dice dejándome atónita.

—¿Qué?— me atragantó con la saliva y lo veo con ojos entornados, aunque solo puedo distinguir su silueta— ¿Cómo sabes eso?

—Porque fue lo primero que hice cuando desperté en este mundo— abro los ojos sorprendida de esta nueva revelación.

—No eres un personaje del libro— comprendo al fin lo que está pasando, el es como yo, quedó atrapado en un mundo ficticio del cual no sabemos la manera de salir.

—Claro que no— suelta una risita—. Llevo tres semanas atrapado en este mundo, cada día he ido al lugar donde desperté y he esperado que un temblor abra el suelo y me escupa en mi habitación, pero nada ha pasado, estamos atrapados, Cal.

Es la primera vez en lo que nos conocemos que dice mi nombre aunque nunca se lo he dicho, es muy probable que Henar se lo haya comentado; lo observo fijamente, que describa lo que sucedió en mi habitación sin que yo le haya dicho ningún detalles lo hace más creíble, cierro los ojos y me niego a quedar atrapada en este lugar, no acepto su version de lo hechos, y definitivamente no me quedare aquí sentada sin hacer algo para regresa.

Tal vez el se dió por vencido pero yo no, tengo que regresar y hacer mi vida, hacerme millonaria y sacar a mama de su trabajo y devolverle todos sus sacrificios y el amor que ha dado para mí. No tengo tiempo para resignarme a una realidad alterna cuando la mia me espera.

Intento abrir la puerta del lado donde estoy pero está trabada con algún pedazo de concreto, intento empujarla desesperadamente pero no es posible moverla, intento pasar por encima de Fray, pero me lo impide.

—Sueltame— le pido con la voz entrecortada, la sensación de asfixia comienza a hacer estragos en mi respiración y darme mareos.

—Lo siento Cal pero eso sería un suicidio, y se que algún día regresaremos, pero tienes que permanecer viva para ese momento.

—No puedo solo rendirme y esperar que al maldito universo o lo que sea que nos envió aquí quiera regresarnos— ahogo un jadeo, me estoy asfixiando, el aire no llega a mis pulmones.

¿Me estoy muriendo?

No, eso no es posible, no me puedo morir aquí, de esta manera tan sin sentido, el cuepor comienza a temblarme, el miedo inunda cada poro de mi cuerpo y de pronto estoy llorando. No puedo morir aquí, no puedo quedarme aquí, está no es mi vida, este no es mi mundo, y definitivamente yo no sé cómo sobrevivir aquí. Fray, quien aún me sostiene, me atrae hacia su pecho hundiendo mi nariz en su cuello y acariciando mi cabello.

—¿Me voy a morir?— pregunto entre jadeos.

—Claro que no — su pecho vibra cada vez que habla y puedo escuchar el latido desenfrenado de su corazón —. Es solo un ataque de pánico, concéntrate en mi voz, escucha mi corazón, siente la vibración de mi pecho, no te dejare sola.

—¿Qué debo hacer?— me sostiene en su regazo, y sus brazos son un ancla hacia la realidad.

—Sobrevivir y yo te ayudaré, saldremos de aquí, lo prometo.

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