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24. Persiguiendo un nuevo destino.

Después de haber ido a comprar algunas cosas para Janna y la abuela, Caleb fue a hacia su departamento. Al aproximarse a la puerta consiguió notar que estaba entreabierta, así que entró.

Sus ojos rápidamente dieron con la escena que al instante hizo que su corazón se hiciera añicos.

Janna, su Janna besaba a Derek.

¿Cuántas veces había soñado con ese beso? ¿Cuántas veces la había soñado rendida entre sus brazos? ¿Cuántas veces había querido que lo mirara como hombre?

Y todo lo que había soñado era para otro.

¿Por qué la vida tenía que ser tan injusta? ¿Qué le faltaba a él para recibir su amor? ¿Acaso era un mal tipo?

Todo esto se le vino a la mente mientras los veía. No lo podía resistir, incluso un puñal habría sido menos doloroso. Sabía que tarde o temprano terminarían juntos, pero aún no estaba preparado. Quizás en el fondo aún mantenía una ridícula esperanza, quizás en el fondo creía que ella lo vería como algo más.

La fuerza se le escapó súbitamente del cuerpo. Quiso salir lo antes posible, pero no pudo, ni siquiera se dio cuenta que la bolsa se le había caído de las mano.

El ruido alertó a la pareja que al instante se separó. Janna estaba avergonzada por lo que su prácticamente hermano había visto; mientras el instinto masculino de Derek percibía sus celos y dolor.

—Caleb —musitó Janna con las mejillas rojas.

—La... lamento haberlos interrumpido —enunció Caleb tartamudeando.

Torpemente intentó recoger los productos, y salió lo más rápido que pudo.

—Te veo mañana. —Derek salió tras él. Justo cuando Caleb abría la puerta de su departamento, lo detuvo tomándolo del hombro—. Hablemos.

Retirando la mano de su hombro, Caleb le habló sin darle la cara. No era capaz de mostrarle su expresión de fracaso y desdicha. Había perdido ante él y, aunque eso ya lo anticipaba, aún era difícil de asimilar.

—No tenemos nada de qué hablar —pronunció con la voz entrecortada—. Yo no soy nadie.

—Eres su mejor amigo, la persona más cercana a ella.

Su amigo, sí, únicamente su amigo, pero nunca la persona que se quedaría con ella, que le diera todo el amor que tenía para dar.

—Solo amigo —repitió Caleb sonriendo amargamente. Esta vez le dio la cara, y Derek ni siquiera pudo sostenerle la mirada, su tétrica mirada—. Ahora también serás su amigo, ya no necesita más de mí. Ahora tiene en quién sostenerse, ahora tiene con quien compartir sus problemas, ahora tiene quien le de lo que yo nunca pude darle.

—Caleb...

Derek jamás se sentiría plenamente feliz sabiendo que alguien más no lo era por su causa. Claro que Janna pudo haber encontrado a otra persona, pero en ese momento esa persona era él.

—Como la persona que la ama, te repetiré lo que ya te dije antes.

—No es necesario.

Bien en claro tenía que él no era el único que buscaba su amor.

—Sí lo es —determinó Caleb mirándolo fijamente—. Janna es lo más valioso que tengo, si tú llegas a herirla ten por seguro que la perderás.

Sin decir una sola palabra más entró a su departamento y cerró la puerta. Ni bien lo hizo, no pudo contener las lágrimas. Repentinamente un recuerdo se le vino a la mente.

Flashback

Janna y Caleb con tan solo ocho años corrían por la pradera. El niño llevaba la delantera, pero tropezó con una piedra y cayó bruscamente al suelo. Por consiguiente: un enorme raspón en su rodilla. Caleb le temía a la sangre, y al verla no pudo evitar su llanto.

Janna lo alcanzó y preocupada se inclinó frente a él.

—¿Te hiciste daño Caleb? ¡Oh! —se horrorizó al ver la herida, pero retomó la compostura al notar que solo lograba asustarlo—. Tranquilo, eres fuerte, ¿no es así? —Con sus pequeños dedos secó sus lágrimas—. Sana sana colita de rana, si no sanas hoy sanarás mañana —empezó a cantar y Caleb fue calmándose poco a poco.

Fin del flashback

El recuerdo le provocó un inmenso dolor. ¿En qué momento dejó de verla como una amiga? ¿En qué momento su mundo se redujo a ella? ¿Por qué después de tantos años él aún mantenía la esperanza?

Quizás de eso se trataba el amor, o quizás él aún no lo sabía.

La puerta sonó despacio, y no la habría escuchado de no ser porque estaba al lado de ella.

Enjugó sus lágrimas y la abrió.

—Caleb, necesito tu ayuda —dijo Yvonne entrando al departamento, pero en cuanto vio su estado se quedó petrificada—. Caleb... —sin decir más se aproximó a él y lo abrazó por la cintura.

***

Derek se había retrasado en el trabajo, le quedaba poco tiempo para revisar todas las propuestas. Se había convertido en un adolescente enamorado que recién empezaba a salir; emocionando y embobado pasó toda la semana ignorando su trabajo para encontrase con Janna. Para bien contaba con Emilia, que no se despegaba de él ni un solo instante.

—Lamento hacerte trabajar arduamente —se disculpó mientras recibía el café que ella le había conseguido.

—Está bien Derek, pero he de decirte que esta semana has estado muy distraído.

Derek bebió un trago y sonrió.

—Lo sé, he lucido como un adolescente enamorado.

Adolescente enamorado era poco, había actuado como un hombre idiotizado.

Emilia pudo sentir lo amargo del café y sus palabras en su boca; lo pasó con fuerza para no lastimarse la lengua. Ella admiraba mucho el modo en que él se entregaba a la persona que quería. Por una vez quiso ser Jimena, quiso ser amada por él del modo que él la amaba a ella, y ahora... ahora quiso ser Janna. Quiso ocupar su mente del modo que ella lo hacía, quiso robar su tiempo y todos sus pensamientos.

¿Ya estaría saliendo con ella? No, no sería capaz.

Qué miserable... Lucas tenía razón, eso sopesaba sus límites.

Lucas... Como si lo hubiera llamado con el pensamiento, el jovial chico entró a la oficina sin pedir permiso.

Derek ya estaba acostumbrado, así que ya no perdió el tiempo diciéndole nada.

—Para que tengas energía —dijo Lucas elevando la bolsa de comida.

—Eso no es adecuado en este momento —advirtió Emilia cruzando los brazos.

Lucas arremedó sus palabras con voz ridícula y muecas extrañas.

Emilia le lanzó una mirada fulminante, y volvió a su puesto haciendo resonar sus pisadas. En cuanto lo hizo, recibió una llamada de recepción.

—Secretaria —dijo la recepcionista.

—¿Dime?

—Avisa al vicepresidente que su novia está subiendo.

La joven se quedó congelada y lentamente colgó el teléfono. ¿Novia? ¿Escuchó bien? La tensión a la que había sido puesta toda la semana se concentró en su pecho. No, Derek no... ¿Ya eran novios? ¿Esa mujer tenía las agallas para ser su novia?

A pasos lentos se adentró en la oficina de su jefe.

—Derek —pronunció captando su atención—. Tu novia —titubeó—, está subiendo.

—Janna. —Una sonrisa se le dibujó en el rostro.

Lucas, por el contrario, mostró una expresión sombría al notar su estado.

Emilia se puso más pálida, la sangre parecía no circular en su rostro. ¿Pero qué le pasaba a Derek? ¿Cómo se atrevía a salir con la gemela de Jimena? Fuera de sus sentimientos, apartando cualquier sentimiento por él, eso no estaba bien... Obviamente iba a salir lastimado y no solamente él. Tarde o temprano iban a suceder cosas malas, ella lo sabía.

Derek levantó la mirada y notó la tensión, pero no supo por qué. Pensó que se trataba de su amistad, Emilia era su amiga más cercana y no estaba enterada de su relación. Qué tonto, se le olvidó contarle algo importante.

—Emilia, lamento no haberte comentando, pero estoy saliendo con Janna.

—¿Ah sí? —Fingió interés y una sonrisa como siempre. Quiso decirle que no era correcto, pero se mordió la lengua para no hacerlo—. Espero que todo marche bien. —Nerviosa consultó su reloj—. Tengo que irme. Lamento dejarte con todo el trabajo, pero tengo algo urgente.

No, ella no sería capaz de verlo junto a esa impostora. Sería como volverlo a ver junto a Jimena, y ni se podía permitir tal impresión, ni dolor. Suficiente tenía con todo lo que había pasado.

—Está bien, no te preocupes —respondió Derek sonriente—. Ya me has ayudado demasiado.

Con eso Emilia se marchó de la oficina.

—Iré a dejarla —dijo Lucas y salió tras ella.

Derek asintió, aunque ninguno lo vio.

Volvía a su escritorio cuando escuchó el llamado de la puerta.

—Adelante.

—¿Vicepresidente? —Janna con su espléndida sonrisa le mostró la cena que le había traído.

Con tan solo verla su ánimo mejoró.

—Me recuerdas a Lucas —contestó sonriente—. Trajo pollo y gaseosa.

—Será para mí, tú debes nutrirte para poder trabajar. Vine acompañarte hasta que termines. —Se sentó junto a él para ver en lo que trabajaba.

—¿Y la abuela, se quedó con Karina?

—No, la abuela está con una tía que vino de visita para verla. Vino hoy, pero se va mañana mismo.

—¿Ah sí?

—Ajá. Karina está en el vestíbulo, vino conmigo.

—¿De verdad? ¿Por qué? —preguntó en tanto abría su correo.

—Quedó con Lucas.

—¿Están saliendo? —Dejó el teclado por un momento para verla.

—Para nada, solo como amigos.

—Mmm. —Derek se llevó la mano a la barbilla—. Bueno, harían una linda pareja.

—Definitivamente ninguno siente nada por el otro.

—¿Cómo estás tan segura?

—Deberías prestar más atención a tus amigos —dijo enfatizando sus palabras, aunque él evidentemente no la entendía.

—Lo mismo digo —siseó Derek, refiriéndose a Caleb.

Ninguno de los dos salía libre de culpa.

***

—Emilia —llamó una vez más Lucas mientras atravesaban el vestíbulo de la empresa—. Emilia —volvió a repetir una vez fuera.

—¿Por qué no me lo dijiste? —Se detuvo por fin. Sus ojos negros brillaban intermitentes bajo la luz de los faroles.

—No encontré el momento preciso. Lo lamento.

—El momento preciso —rio sin ganas, y volvió a ponerse en marcha.

—Espera Emilia.

—No me sigas, no quiero verte.

—Aguarda Emilia —pronunció deteniéndola de un brazo.

—Lucas —enunció quebrantada mirándole directamente a los ojos—, la persona que menos quiero ver es a ti.

Sus palabras le tocaron a fondo, quiso protestar, pero no tenía palabras. Fue ablandando su agarre poco a poco. Se maldecía por haberse confesado. ¿Qué esperaba? ¿Que corriera a sus brazos? ¿Que se dejará vencer junto a él? Eso nunca sucedería. No solo había perdido la oportunidad que ella le viese con otros ojos, sino que ya no lo viese con los mismos ojos de antes.

Emilia estuvo a un paso de marcharse cuando una chica de cabello rubio se interpuso entre ella y su amigo.

—Lucas —susurró con una fingida voz dulce.

Emilia la miró con recelo. Tenía la impresión de haberla visto antes, pero no recordaba quien era. De cualquier modo, ¿qué hacía frente a ellos? ¿Acaso no había notado su presencia? Qué grosera.

Lucas se sintió avergonzado, por estar concentrado en Emilia, se había olvidado de Karina.

—Karina, había olvidado que...

Karina no le dejó terminar, clavó sus labios gruesos sobre los suyos ante la mirada incierta de la pelinegra.

Les invito a leer la historia de Yvonne y Caleb en "Me gusta tu vida" la pueden encontrar en mi perfil😊

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