Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

12. Escucha a tu alma

Casi al anochecer Caleb había llegado a casa, como de costumbre lo primero que hizo fue buscar a Janna. Tocó dos veces, y a la tercera una jovencita le abrió.

—¿Quién es? —preguntó la muchachita.

Él, la miró con recelo.

—Hola, soy Caleb amigo de Janna; ¿y tú eres? —Hizo una pausa para que ella le respondiera.

—Soy la nueva cuidadora de la señora Salma.

—Ah, qué bien. —Sonrió—. ¿Y Janna?

—Aún no llega, salió desde la mañana.

Aunque frunció el ceño, supuso que estaría ocupada.

—De acuerdo, te veo luego.

La joven sonrió también y cerró la puerta con cuidado.

—¿Dónde estará? —Se preguntó Caleb en voz alta mientras marcó el número de Janna. Al primer toque la emisora le mandó a la casilla de voz—. Está apagado —resopló frunciendo el ceño, seguro se le acabó la batería.

Entró a su departamento por unos instantes a dejar sus cosas y salió nuevamente, caminó hasta el balcón que compartía con sus vecinos de piso y le echó un vistazo a la calle. Recostó sus codos sobre la baranda y observó a todas las personas que pasaban por ahí, en realidad sólo esperaba verla llegar.

Un auto negro se detuvo frente a la residencia captando su atención, estaba seguro que ya lo había visto antes. En unos segundos lo reconoció al ver bajar a su propietario.

—¿Qué hace aquí? —se preguntó.

Lo supo cuando Derek abrió la puerta del copiloto y Janna bajó. Sin entender por qué ella estaría con él, frunció el ceño.

—¿No es el chico del otro día? —Nina, la vecina pesada se puso a su lado. Ni siquiera la sintió llegar—. Qué guapo es, y por lo visto tiene dinero. Yo también lo elegiría a él.

Caleb se mordió el labio para no responderle, pero ella insistió.

—Eres guapo también, pero no tienes nada para ofrecerle. Has sido su perro faldero durante mucho tiempo, deberías confesarte o apartarte.

—No sabes nada —soltó intentando controlarse—, métete en tus asuntos.

—¡Caleb! —escuchó la voz de Janna. Mientras él hablaba con Nina, ella había subido—. Hola Nina —saludó menos animosa.

—Hola Janna. Por lo visto pasaste un buen domingo —dijo Nina arreglándose el flequillo.

—Ah bueno. —Sonrió avergonzada.

Éste gesto no pasó desapercibido por Caleb. Bajando la mirada caminó hacia su departamento apurado, casi corriendo.

—Caleb... —intentó detenerlo Janna sin resultado.

***

No dejaba de sonreír ni un solo instante, a pesar de ser un tormentoso inicio de semana. Odiaba los lunes, sin embargo, las comisuras de sus labios parecían estancados en la misma posición. Ya de por sí Derek tenía la boca en forma de luna creciente dándole una expresión sonriente.

—Buen día. —Entró a su campo laboral saludando a todo el que se le cruzase.

Los trabajadores lo miraban con sorpresa, dado que era la primera vez que lo veían emanar una áurea enérgica. Desde que ascendió como vicepresidente y estuvo a cargo del departamento de gerencia, jamás lo habían visto sonreír. Siempre había sido respetuoso y condescendiente con ellos, a pesar de ser el futuro dueño de la empresa, pero nunca lo habían visto tan amigable.

—Buenos días —saludó también a Emilia que lo esperaba en su escritorio frente a su oficina.

—Buenos días vicepresidente —respondió al saludo haciendo el ademán de ponerse en pie.

—No es necesario —le impidió Derek, sin dejar de sonreír mientras entraba a su oficina.

Emilia frunció el ceño confundida. Una de las trabajadoras se acercó a su escritorio sin despegar la mirada de la oficina de su jefe.

—¿No crees que está extraño? —murmuró la rubia.

—Yo también lo creo —admitió.

—Se ve más feliz que de costumbre, antes incluso llegué a pensar que tenía algún problema en los músculos de la sonrisa y por ello no sonreía.

—Qué cosas dices. —Sonrió dándole un pequeño golpecito en el brazo.

—¡Ya sé que tiene! —aseguró mientras hizo un sonoro aplauso—. Ha conocido a alguien.

—¿A qué te re...? —No terminó la pregunta porque el recuerdo de la hermana gemela de Jimena vino a su mente.

—¿Eso es verdad? —prosiguió la rubia—. Has sido su amiga y secretaria durante años, debes saberlo.

Las mejillas normalmente pálidas de Emilia se tornaron rojas, no de pena sino de incertidumbre e impotencia. Miró hacia la oficina de Derek, el cristal transparente y las persianas abiertas le permitían verlo con claridad y su expresión de felicidad le causaba espanto.

***

Podía ser realmente difícil, sobre todo los lunes. Trabajar con niños requería de mucha paciencia y dedicación, sin embargo, era lo que más amaba, y ser maestra tenía su recompensa, más que nada el cariño de aquellos lindos angelitos. No sólo estaba cumpliendo el sueño de ella, sino también de su difunta hermana.

—Maestra —llamó un alumno levantando la mano.

—¿Qué ocurre Andrew? —preguntó Janna sin dejar de escribir en la pizarra. Conocía las voces de sus quince pequeños alumnos.

—Mañana iremos al zoológico, ¿verdad?

—Así es Andrew.

Todos los niños gritaron de emoción.

A la salida Janna y una multitud de renacuajos salieron del salón de tercer grado de primaria. Dieron unos cuantos pasos y alguien los interceptó, Derek. Por extraño que parecía, algo se removió en su estómago. Él se veía tan guapo con su traje gris, tan elegante.

—Janna —saludó.

—Hola Derek —respondió sonriente, y sorprendida al mismo tiempo por verlo ahí.

Los niños los miraron sin disimulo alguno.

—Es el novio de la maestra —sugirió un niño sin pudor. Los demás niños le siguieron el comentario.

—No, no es así —se apresuró Janna a explicar completamente avergonzada con las mejillas coloradas.

Derek simplemente sonrió.

La directora de la escuela se acercó a ellos, y por la cara que traía, evidentemente no eran buenas noticias.

—Profesora Prieto —empezó la charla—, me temo que no podrá llevar el día de mañana a su clase al zoológico.

Los pequeños prestaron toda atención a las palabras de la imponente mujer y protestaron al instante.

—¿Por qué? —cuestionó Janna desanimada.

—El chófer de la escuela ha enfermado y la movilidad que ha solicitado no será posible.

—¡No! —se quejaron los niños alargando la "o" con sus tristes caritas.

—Qué lamentable —dijo Janna entristecida también.

Derek se lamentó por su expresión, no le gustó ver esa congoja reflejada en su delicado rostro, así que intervino sin pensarlo.

—Yo puedo ser el chófer —comentó captando la atención de todos—. Les puedo llevar en el monovolumen de mi empresa.

—¡Sí! —gritaron los niños en coro dando pequeños saltitos.

—Oh no Derek —terció Janna, vergonzosa.

—No hay problema alguno —continuó—, los niños están emocionados con esa salida.

—Maestra diga que sí —rogaron los pequeños juntando sus pequeñas manitas, incluso la abrazaron hasta sofocarla.

Derek y la directora sonrieron por tanta ternura.

Janna miró a sus niños y le fue imposible negarse. Buscó la aprobación de la directora, y ella elevó los hombros.

—Muchas gracias Derek —manifestó finalmente, haciendo explotar de felicidad a sus alumnos.

—Bueno, de ser así, no hay problema en la excursión —finalizó la directora.

Janna iba comprendiendo poco a poco por qué su hermana había atesorado tanto a ese joven. Era imposible no apreciarlo.

***

Pese los friolentos días de invierno que se avecinaban, aquel en especial se había acomodado como un moderado día soleado perfecto para dar un paseo. No hacía frío ni calor, el sol brillaba, pero no en exceso.

Derek había recogido a Janna y sus niños en la escuela; estaban muy animados, no dejaban de cantar en el vehículo y jugar a las adivinanzas. Ella viajaba en el asiento del copiloto vigilándolos por el espejo retrovisor. Vestía simple con su pantalón jean y su blusa amarilla manga cero. Parecía estar no menos emocionada que sus alumnos, lo que a él le llenaba de gozo.

—Están contentísimos —acató Janna bajando del monovolumen cuando llegaron.

—Yo también lo estoy. —Derek le tendió la mano para ayudarle a bajar.

—Eres un niño pequeño —bromeó, a lo cual Derek elevó los hombros, aunque sabía que ella también lo estaba disfrutando.

Ordenaron a los niños en una columna sosteniendo una liga para que nadie se perdiera. Los niños iban tras Derek y las niñas tras Janna. Se tardaron un tanto mientras se registraban y cancelaban en la entrada, pero los pequeños ni lo notaron porque estaban ensimismados en ojear la enorme estancia que parecía una tajada de la selva y/o de la Sabana. Lo único que les hizo recordar que se trataba de un zoológico, eran las jaulas y el suelo de cemento en cuadros.

Conocieron todo tipo de animal, desde el más pequeño hasta el más grande. Derek aprovechaba en tomar muchas fotografías; había aprovechado también tomar fotos desprevenidas a Janna, y se reía porque ella no parecía darse cuenta, y si lo hacía, lo ignoraba.

Él parecía tener un encanto con los niños, recién lo habían conocido ayer pero no se despegaban de su lado.

—El maestro pareces tú —dijo Janna haciendo un puchero—. Estoy tan celosa. —Le lanzó un grano de maíz que habían comprado para las aves.

—¿Debería remplazarte? —bromeó Derek tirándole de vuelta el maíz.

—¡Hey! —rio ella golpeándolo con suavidad.

Caminaron hasta donde se encontraban los macacos, animalitos muy divertidos e inteligentes. Derek les tomó fotografías también; se paró junto a la cerca y se dedicó a ver las fotos en la cámara.

—Mira esta. —Le mostró a Janna una foto donde ella salía comiendo algodón de azúcar.

—¿En qué momento la tomaste? Ni siquiera me di cuenta.

—De eso se trata, las mejores fotografías son a lo natural.

—Oh, ya veo.

Mientras él le mostraba más fotos, un macaco se trepó a la cerca y aparentaba estar mirando también, de un repente le arrebató la cámara y salió corriendo.

—¡Ladronzuelo! —exclamó Derek intentando ir tras él.

—¡Ten cuidado! —pidió Janna sin poder aguantar la risa.

Los niños empezaron a reír también. Se rieron a montones a costa del pobre Derek que no logró atrapar al macaco; tuvieron que ir en busca de uno de los cuidadores para recuperar la cámara. A pesar de ello, la excursión había sido exitosa, quizás no hubiese sido tan divertida sin la desdicha del joven.

***

Tocó una y otra vez el timbre sin respuesta alguna. Derek no había ido a trabajar y se preguntaba el motivo, casi nunca faltaba, incluso si estaba enfermo. A la cuarta vez la puerta se abrió, Emilia esbozó una sonrisa pensando que se trataba de él.

—¿Estás bien? —preguntó adentrándose en el departamento, mas su sonrisa desapareció al ver quien le había abierto la puerta.

—Al menos finge que te agrada verme —se quejó Lucas soltando un bufido.

—¿Qué haces aquí? ¿Y Derek?

—¿No lo sabes? Se fue a vivir con Janna, y yo cuidaré de su departamento.

—¿Qué? —Abrió enormemente los ojos.

—Es broma —respondió con frescura.

—Idiota. —Lo miró con mala cara de pocos amigos.

—No te lo tomes tan a pecho —se burló de ella—. Simplemente han salido al zoológico.

—¿Con ella? ¿La está viendo?

Lucas elevó los hombros.

Sin decir nada más, Emilia salió prácticamente a estancadas.

—¿A dónde vas? —preguntó Lucas sin interés.

—Tengo que hablar con la señora Lara —contestó sin detenerse.

—¡¿Qué?! —Lucas salió tras ella.

No, ya había hecho desdichada a Jimena cada vez que pudo, no podía permitir que hiciera lo mismo con Janna, aunque aparentaba ser más fuerte que su hermana, aun así, no la iba a dejar hacer lo mismo.

***

Habían esperado que todas las mamás recogieran a los niños para que los jóvenes puedan volver a casa. Derek disfrutó de su corta instancia como profesor auxiliar, y comprendió que no era nada fácil, pero también gratificante.

—Debes estar cansado después de jugar con el macaco —bromeó Janna.

—¿No te vas a olvidar de eso? —respondió Derek sin despegar la vista de la carretera.

—Probablemente no —soltó una vez más en risas.

Él negó suspirando, pero disfrutaba de su buen sentido del humor. Disfrutaba de su compañía en sí. Tenía un aura enérgico y contagioso, que cada minuto a su lado pasaba inadvertido.

—Eres muy burlona, por si no lo has notado.

—Lo siento —intentó ahogar otra risa, pero no pudo.

Derek le lanzó un golpe amistoso en su frente.

—¿Tienes hambre? —La miró por unos segundos para volver la vista a la pista.

—Mucho, ¿vamos a comer?

—¿A dónde quieres ir?

—Mm no lo sé. ¿Quieres probar mi sazón?

—¿Cocinas bien?

—En mi otra vida debí haber sido chef —aseguró Janna elevando el mentón—. La cocinera del rey.

—Oh vaya, pero que modesta —ironizó—. Bueno, de ser así quiero probar tu sazón, espero no morir intoxicado.

—¡Oye! —Negó con la cabeza riendo nuevamente.

La llevó a su departamento y la invitó a pasar exagerando sus modales para abrirle la puerta, como si de una princesa se tratase.

—Parece que ha salido —espetó Derek dando una rápida ojeada.

—¿Quién?

—Lucas, mi amigo, se está quedando conmigo.

—Qué bien. Parece ser un chico muy animoso.

—Así es. A veces en exceso, es difícil mantener una conversación seria con él.

—Debe ser divertido —comentó.

Janna revisó la nevera y sacó todos los ingredientes que necesitaba.

—Te ayudaré —dijo Derek poniéndose el mandil.

Cuando ella dejó los ingredientes sobre la mesa, lo miró con gracia.

—Pareces un amo de casa.

—Corrección —apuntó elevando el índice—, un simpático amo de casa.

—Oh vaya qué modesto —ironizó Janna tomando venganza.

En realidad, eran tal para cual, ambos se sentían muy bien con la presencia del otro, encajaban a perfección.

Derek cortaba las verduras mientras Janna preparaba el guiso, ni un solo momento dejaron de hacerse bromas y reír. A él le era imposible no admirarla mientras ella movía la sartén. Janna era todo un mundo por conocer, muy distinta a Jimena, irradiaba brío y ganas de vivir. Por un momento el recuerdo de Jimena se le vino a la mente con un halo melancólico.

Flashback

La muchachita le preparaba el pastel de piña que a él tanto le gustaba, sobre todo, si era preparado por sus manos. Derek se había ofrecido varias veces en ayudarla, pero Jimena siempre se negó, no le gustaba que le ayudaran en la cocina.

Amasó la masa con mucha dedicación, y con el hombro luchó por apartar su larga cabellera que se le venía a la cara. Derek tomó una bolsa plástica y con cuidado le ató una cola.

—Gracias —dijo ella con las mejillas sonrojadas.

Para hacerla sonrojar más, besó su tibia mejilla con ternura, tardándose de más de lo normal, sintiendo su aroma...

Fin del flashback

Su sonrisa se le esfumó del rostro al recordarla. Elevó la mirada y vio a Janna en la misma posición moviendo la sartén, algunos mechones de cabello le caían por el rostro. Del mismo modo, Derek se aproximó lentamente y colocó los lacios y sedosos mechones detrás de su oreja. Janna lo miró sorprendida y un tanto avergonzada. Su expresión distante y pensativa le hizo preguntarse qué pasaba por su mente. ¿Podría ser que la estaba recordando?

—¿Ella aprendió a cocinar? —preguntó de la nada, prácticamente en un susurro.

Él, la miró por unos segundos anonadado por su pregunta, no se lo esperaba.

—Delicioso —contestó finalmente, soltando un suspiro.

Su respuesta provocó en ella un sinfín de sentimientos. Se perdió tantos momentos junto a su hermana, tantos secretos, tantos recuerdos. Se la imaginó conversando con ella sobre Derek, Jimena le habría contado sobre él, y cotillearían por horas.

El ambiente se tornó tenso, ambos la extrañaban, ambos se preguntaban qué hubiese pasado si ella no habría partido. Debían escucharse simplemente, debían escuchar a su alma...

Después de la comida, Derek la llevó a casa. El camino hasta ella, se volvió silencioso, demasiado silencioso que era incómodo. ¿Siempre iba a ser de ese modo? Probablemente... El recuerdo de Jimena siempre, siempre iba a estar entre los dos.

—Muchas gracias por hoy —dijo Janna mientras bajaba del auto.

—Gracias a ti también por la comida, de verdad fuiste chef en tu otra vida.

Por primera vez Janna sonrió desde esa pequeña charla que habían tenido en el departamento.

—Adiós Derek.

—Cuídate Janna.

Janna subió a su departamento pensando en todo momento en lo que había pasado; tenía muchas cosas en qué meditar y analizar. Algo nuevo crecía en ella, algo que no la dejaba tranquila, que a veces era reconfortante, pero otras tormentoso.

Cuando subió al segundo piso, sus ojos se agrandaron al ver a esa persona que no esperaba.

—Hola, Janna —saludó la señora Lara parada frente a su departamento. 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro