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Capítulo 30

Los seis integrantes mayores de la casa compartida estaban algo alterados, sobre todo uno. Recién habían escuchado en las noticias que Sakura se había escapado de la cárcel, con eso, las palabras dichas por ella cuando llamó a Sasuke lo atemorizaron enormemente. Estaba temiendo por sus bebés, moriría si algo les pasara. Por más que intentaban tranquilizarlo, les era imposible.

—Sasuke, entendemos que estés nervioso, pero tienes que calmarte, así no vamos a lograr nada. —le pedía Hinata siguiendolo con la mirada, el menor caminaba de un lado a otro sin detenerse

—¿Y si viene acá? ¿Qué vamos a hacer? —paró en seco para mirar a los otros cinco buscando alguna respuesta en ese mismo instante

—Sasuke, mi amor, ya la están buscando, tranquilizate. —el rubio posó sus manos sobre los hombros de su novio, recurría a hablarle de forma mucho más cariñosa cuando lo veía alterado, ya que sabía muy bien que Sasuke no es de tanta expresión de amor

—Quiero que se cierren las puertas y ventanas de esta casa, ahora mismo. No quiero que esa mujer vaya a entrar.

El timbre sonó, todos quedaron en total silencio viéndose unos a otros. Itachi se levantó de su lugar y se acercó a la puerta, al abrir solamente topó con una muchacha.

—Hola. —saludó con una sonrisa —¿Se encuentra Sasuke?

—¿Sasuke? —el nombrado miró a Naruto antes de acercarse al lado de su hermano

—¿Ayame?

La muchacha al verlos algo tensos, desapareció su sonrisa. Se limitó a mirarlos sin saber muy bien que decir.

—¿Vine en mal momento?

—No, no es eso, es solo que... —Sasuke suspiró —...solo entra.

Los dos Uchihas volvieron al interior de la casa con la muchacha siguiendo sus pasos. Los otros cuatro miraron a la nueva con algo de intriga, era la primera vez que la veían.

—Ella es Ayame, Ayame... ellos son mi familia.

Luego de esa presentación un tanto extraña, Sasuke volvió a acercarse a su novio. Ayame sentía el ambiente tenso en la sala, no tardaron en explicarle el motivo por el cual estaban así. Su rostro era de total sorpresa, según ellos, era la primera vez que se enteraba de la fugitiva.

Un llanto cortó su conversación, pronto se escucharon dos. Señal de que los bebés ya habían despertado de su siesta. Sasuke no dudó en subir, seguido por Naruto. Los dos padres se adentraron en el cuarto de sus hijos, notando un curioso aroma en el aire.

—Te toca, Naruto.

—¡¿Ehh?! ¡Pero...!

—Pero nada, yo los cambié en la mañana. —cruzó sus brazos y se apoyó en el marco de la puerta, le divertía ver a Naruto cambiando los pañales de los bebés

Una pequeña sonrisa se formó en sus labios al contemplar como su novio cambiaba los pañales sucios de sus bebés, no obstante, su felicidad no duró mucho.

—Naruto... tengo miedo... —habló con sinceridad, bajó la cabeza ocultando la tristeza que reflejaba su rostro

—Te mentiría si te dijera que yo no.

—Es más que lógico que quiere vengarse de nosotros por meterla presa, no entiendo por qué no nos deja en paz... —se adentró en la habitación hasta acercarse a la cuna rosada, allí su bebita lo miraba bien atenta y con una sonrisita

—Me da miedo no poder protegerlos, como te lo prometí.

—...Naruto, no...

—Disculpen. —les interrumpió una voz femenina tímida

Los dos miraron al marco de la puerta a la castaña que estaba allí parada, su rostro no mostraba más que tristeza y pena.

—Me fue inevitable no escuchar su pequeña conversación, tenía que ir al baño y me dijeron que... estaba por aquí.

—No... no te preocupes...

—No sabía que ella fuera tan mala, ¿de verdad tantas cosas les hizo?

—No tienes idea. —dijo Sasuke —Es de lo peor.

—Si quieren... yo podría ayudarlos.

—¿Ah, sí? ¿Cómo? —preguntó Naruto alzando a su bebé luego de ponerle el pañal limpio

—Mmm, no sé, quizá buscándola o... cuidando a sus bebés. —sonrió

—Itachi, Menma y yo vamos a buscarla por aquí cerca, queremos verificar mínimo que esté lejos.

—Y yo me encargo de cuidar a los bebés. —completó Sasuke

—Pero quizá no te venga mal algo de ayuda, ¿no crees?

—En eso... puede que tengas razón. —miró al rubio esperando alguna respuesta por parte de él —¿Qué te parece? —habló bajo

—No la conozco, así que no le tengo confianza. Pero conociendo lo delicado que eres... y que además de eso, le hablas... entonces está bien.

—Bien, me ayudarás con el cuidado de los bebés solo mientras Sakura aparece de nuevo.

—Claro, los bebés estarán bien. —le aseguró tranquila

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Tal cual lo acordaron ese día, los dos pelinegros y Naruto salían a buscar cerca de los alrededores de la casa, por ningún motivo, querían que Sakura se encontrara cerca. Ni siquiera la policía había logrado encontrarla a pesar de que pasó más de una semana. Deidara y Hinata decidieron quedarse en casa, a vigilar por su propia cuenta. Mientras que Sasuke y Ayame no se separaban de los bebés, ellos vivían tranquilos en los brazos de su padre. Los chicos ya estaban enterados de la amenazada hacia los bebés, claramente, también estaban preocupados. Ya todos eran conocedores de lo lejos que Sakura podía llegar. La pelirosa por su parte, caminaba impaciente de un lado a otro en la casa que llegó desde que se fugó de la cárcel. Estaba bastante molesta, los días avanzaban y Ayame no le decía ninguna noticia de la bebé, solamente un "todo a su tiempo." Era muy consciente de que por fin su prima había logrado entrar a la casa, y aún mejor, cuidar a los bebés. Eso facilitaba mucho su plan, aunque lo estaba replanteando, ¿de verdad estaba dispuesta a llegar a tanto solo por venganza?

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—Ya se fueron hace rato y no han vuelto... esos idiotas me tienen preocupado...

Sasuke miraba hacía la puerta principal de la casa, en espera de que esta se abriera por su novio, cuñado o hermano. Deseaba escuchar buenas noticias, no seguir estando encerrado en casa, ahora era él el que se sentía un prisionero. Se encontraba con Ayame en la sala, ambos mirando a los bebés en frente. Estaban bastante despiertos en su ..... sobre la mesita. El Uchiha miró la hora en la pantalla de su celular, ya pasaban de las tres de la tarde. Le llamó la atención ver como Ayame mensajeaba con su propio celular a gran velocidad, pero se vio interrumpido por sus dos bebés, que empezaban a quejarse.

—Es hora de que coman, vuelvo en un momento. —se levantó del sillón casi sin poder apartar su mirada de sus hijos, seguía con miedo, a pesar de que la muchacha se quedaba cuidandolos

—No te preocupes, ve tranquilo.

Sasuke se dirigió a la cocina intentando estar relajado, iba a preparar de una vez los dos biberones. Pensaba en todo lo que les estaba sucediendo recientemente.

Ayame, al quedarse sola, miró hacia la escaleras en espera de que ni Deidara ni Hinata bajaran, ya que ambos se encontraban en el piso de arriba. Aprovechó ese pequeño instante para alzar a Yumi en sus brazos, con cuidado de que la niña no llorara.

En la cocina, Sasuke estaba a punto de terminar. Sus bebés eran algo exigentes, parecidos a él, así que debía preparar la leche de el punto exacto. Su celular empezó a sonar, contestó creyendo que podía ser Naruto.

—¿Hola? —escuchó silencio por un breve momento, hasta que pronto la voz de Sakura empezó a hablar

Arrorró mi niño... arrorró mi sol... duérmete pedazo... de mi corazón... —el cuerpo del muchacho se congeló con aquella canción de cuna

—Sa-Sakura... —apenas si pudo pronunciar

Será mejor que empieces a llorar desde ya, Sasuke, ¿sabes por qué?... —la pelirosa sonrió desde su lado de la línea antes de volver a cantar —Pobre tu bebito... ¡oh!... de-sa-pa-re-ció.

—Dime de una vez que es lo que quieres, ¿dinero o qué? Te doy lo que quieras, solo no vayas a hacerle daño a mis bebés, por favor. —le pidió casi en súplica

Tú mejor que nadie sabes lo que quiero... quiero verte sufrir. Yo que tú... tengo cuidado.

La llamada se cortó. Sasuke volvió a guardar su celular en la bolsa de tu pantalón, en ese momento, se empezó a escuchar el llanto de uno de sus bebés. No tardó en salir de la cocina a revisar, topando con que Ayame no estaba.

—¿Ayame?

Se empezó a preocupar y a respirar cada vez más rápido. Se acercó a las cunas, solamente estaba su hijo con las mejillas rojas por el llanto, la cuna en la que debería de estar su otra bebé... estaba vacía. Alzó a Daisuke en brazos mientras lo arrullaba para que se calmara, y así, se dirigió al patio trasero. Tampoco había nada ni nadie. Reviso las distintas habitaciones de la planta baja, fallando en el intento de encontrar a la castaña. Subió a la segunda planta directo al cuarto de los mellizos, tenía la esperanza de que quizá Ayame fue a cambiar los pañales de Yumi. Nada...

—No... no esto no puede estar... ¡Deidara, Hinata! —les llamó nervioso

Desde donde ellos estaban, se voltearon a ver extrañados por el tono de voz usado en el menor de los Uchiha. Lo conocían bien, y sabían que cuando lo hacía, era porque algo verdaderamente grave estaba sucediendo. Salieron de una de las habitaciones bastante preocupados, vieron a Sasuke cerca del marco de la puerta del cuarto de los mellizos, se acercaron a él y mucho más se preocuparon al ver su rostro de angustia.

—¿Qué pasa? —preguntó Deidara

—Díganme que han visto a Ayame, por favor.

—No, ¿qué no estaba contigo? esta vez fue Hinata —¿Por qué... estás tan alterado?

—S-solo la dejé un momento sola mientras preparaba la leche para mis hijos, Sakura me llamó diciendo que los cuidara más y cuando fui a la sala, ella... ya no está, ¡tampoco está Yumi!

—¡¿Qué?! —exclamaron los dos

—Ya la busqué por todos lados, y no está... —de sus ojitos oscuros salía una lágrima —...se la llevó.

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Casi una hora después de lo ocurrido, una castaña y una pelirosa ya estaban en el nuevo departamento. Yumi había comenzado a llorar unos cuantos minutos antes. Sakura alzó a la bebé en brazos, intentando que se durmiera, pero le fue totalmente inútil. Su prima intentó alimentarla, recordó que antes de llevársela, el pelinegro estuvo por prepararles la leche. También falló.

—Apenas llevamos un rato con ella y ya me está volviendo loca, no la soporto. —dijo Sakura caminando de un lado a otro, la bebé se encontraba llorando sobre la cama

—Tú la querías, ahí la tienes.

—¡Sí, pero no pensé que fuera tan escandalosa! —gritó, el llanto aumento generando que la muchacha se estresara —¡¿Qué quieres?!

—No seas exagerada, mejor dime, ¿qué piensas pedirles por ella?

—Nada, lo único que quiero es que Sasuke sufra.

—¿Es en serio? —cruzó sus brazos —¿Me mandaste a relacionarme con ellos... para nada? ¿No vas a pedir mínimo dinero?

—No, eso no me interesa. —golpeó uno de los muebles al empezar a enojarse de nuevo por el llanto —¡Esa niña es igual de insoportable que el padre!

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Los otros tres varones ya habían llegado a la casa pocos minutos después de que recibieron la llamada por parte de Hinata. No había necesidad de preguntarle a Sasuke cómo se encontraba, solo generarían que se alterara más de la cuenta.

—¿Estás seguro que esa chiquilla no la llevó a dar algún paseo? —preguntó Menma —Hay que pensar en todas las posibilidades antes de sacar con conclusiones.

—Ya la buscamos por toda la casa, y no... no está. De haberlo hecho con buena intención... hubiera avisado. —aclaró Hinata sentada a un lado de su novio

—Mi hija... —el azabache empezaba a hipar en los brazos de su rubio

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—¡Ayame, por favor, haz algo con esta cosa! —gritó Sakura

—A mi no me involucres, yo no pienso tocarla. La que se tiene que hacer cargo eres tú, primita. —soltó una risa

—Pero no entiendo que es lo que quiere, si hace poco aceptó tomar esa leche que le diste, ¿qué más quiere?

—¿Piensas que hablo idioma bebé? No seas tonta, Sakura.

La pelirosa tomó a la niña en brazos nuevamente, con la esperanza de que se callara de una vez. La elevó un poco, pensando que quizá podría provocarle alguna risa. El llanto cesó por unos segundos, hasta que la niña vomitó encima del pecho de la Haruno.

—No... esto no puede ser. —volvió a poner a la nena sobre la cama —Me voy a limpiar.

Mientras ella caminaba al baño en su drama, Ayame salió de la pequeña habitación al no soportar aquel olor.

—Ayame, ¿dónde están las toallas?... ¿Ayame...? ¿prima...? —salió del baño aún embarrada de vómito —¡Esta estúpida me dejó sola!

Yumi había vuelto a llorar, solo que ahora Sakura se le unía al llanto. Nunca fue muy fanática de los niños, mucho menos de los bebés, y ahora teniendo vómito de uno encima... solo empeoraba las cosas.

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Para las horas nocturnas, Sasuke seguía sin poder hallar consuelo, no recibían ni una sola noticia de Yumi, y eso tenía a todos con el alma en un hilo, sabiendo con la clase de persona que tiene cerca. Naruto iba entrando al cuarto de sus hijos, encontrando a su novio sentado en la única silla de allí. La mirada de este podía verse algo perdida.

—Dejé a Daisuke... con tu hermano.

No recibió ninguna respuesta verbal, solamente un asentimiento de cabeza sin muchos ánimos. Sus ojos estaban rojos e hinchados por las lágrimas que minutos atrás no paraban de salir. La sensación que sentía esa como si se hubiese quitado una parte de él.

—Esto es culpa mía... —dijo en voz baja

—No no, mi amor, no te eches la culpa de esto. —el rubio se acercó a él, se posó de cuclillas y apoyó sus manos sobre las de Sasuke

—Claro que es culpa mía, yo confié en ella... creí que era buena... —Naruto limpió una lágrima que volvía a recorrer la mejilla blanca —...por mi estupidez, nuestra hija está quien sabe donde.

—Muy posiblemente con Sakura.

—Pero... ¿por qué?... ¿qué tiene que ver Ayame con ella?

—¿No lo pensaste? —dedicó una sonrisa cálida —Se supone que de los dos, tú eres el inteligente. Piensa, conociste a Ayame, luego Sakura se fugó de prisión y amenazó a nuestros hijos, luego Ayame nos ayuda a "cuidarlos" y ¡pum!... desapareció con uno de ellos.

El azabache lo pensó un poco, era casi que la primera que su novio decía algo... ¿con lógica? Si, puede que Naruto estuviese en lo cierto.

—Supongo que puede... que tengas razón.

—Vamos a nuestra habitación, ¿si?

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Ya entrada la noche, para las dos de la madrugada. Muy pocos podían descansar de un sueño placentero, y con eso, el único es Daisuke. Todo pensaban en la desaparición de la bebé. Concordaban con que la causante principal fue Sakura, y les preocupaba enormemente que fuera capaz de dañar a Yumi. Naruto permanecía acostado en la cama abrazando a Sasuke por la espalda, le daba suaves caricias en la cabeza, teniendo la esperanza de que se calmara un poco, y de ser posible, que durmiera.

El celular de Sasuke empezó a sonar sacando a los dos muchachos de sus pensamientos individuales. El dueño del celular contestó inmediatamente luego de sentarse en la cama. Lo primero que pudieron escuchar al otro lado de la línea, era el fuerte llanto de su hija.

—Yumi... —miró a Naruto sintiendo su corazón ser estrujado al no poder hace nada

Si, es tu mugrosa hija, igual de insoportable... como tú.

Ahí pudo confirmar la suposición de todos, su hija en efecto estaba con Sakura. Escuchar a Yumi llorar lejos de él era como una apuñalada a su corazón.

¡Sakura, por favor, deja a mi hija tranquila! Ella no tiene nada que ver en esto.

No me vengas con eso que no te llamé para escucharte rogar, al menos no todavía. Lo único que quiero que me digas es cómo haces para que se calle, ¡ya me tiene harta!

Sasuke era muy consiente que la situación no estaba para pretender retar a la pelirosa, puede que la vida de su bebita estuviera en peligro, así que debía de pensar muy bien lo que fuera a decir. Separó el celular de su oreja para ponerlo en altavoz, para que Naruto también pudiese escuchar. Tomó un poco de aire antes de hablar.

¿Ha dormido?

Si, pocas veces, pero lo ha hecho. Apenas se despierta vuelve a llorar

¿Le has dado de comer? —miró a Naruto

¡Sí, mil veces! Ya ni siquiera quiere comer.

—¿Le has revisado los pañales?

Sí, también ya lo hice.

Entonces es más que obvio lo que ella quiere, Sakura, quiere regresar con nosotros. Por favor, te pido que la traigas devuelta, ¡hago lo que sea!

Ay, sí, no creas que con solo pedirlo te la voy a devolver así de fácil. Te lo voy a repetir una vez más, ¡¿cómo hago para callarla?! gritó asustando más a la niña —Te juro, y escuchame bien, que si esta mocosa sigue llorando... la mato.

Solo... deja que hable un momento con ella. Acercale el teléfono un poco para que pueda escucharme.

No recibió ninguna respuesta. Apenas escuchó el llanto mucho más cerca soltó un suspiro.

—¡Hola, Yumi! Aquí están tus dos papás, pequeña... necesito que hagas un favor por papi, ¿si? —trataba de hablar lo más cariñosamente que podía —...necesito que te quedes tranquilita mientras nosotros te buscamos, volveremos a estar juntos muy rápido. Aquí te estamos esperando nosotros dos, tu hermanito, tus tíos y tía. Sé una buena niña, mi amor. Solo espera un poquito.

El llanto fue cesando poco a poco, para luego escucharse una pequeña risita proveniente de la niña. Naruto y Sasuke sonrieron. El rubio tomó en celular en su mano, esperando ahora su turno para hablar.

¿Qué rayos hiciste? Se está quedando dormida. —dijo en voz baja la muchacha

Sakura. —habló Naruto —Eso es porque ella sabe que quien le habló fue Sasuke, nuestros hijos siempre se han calmado cada vez que él les habla.

Aww, que conmovedor... me dan náuseas.

Dejando eso de lado, quiero que me digas ahora mismo que es lo que quieres. Tu maldito problemas es con nosotros dos, deja a MI hija fuera de todo esto.

—Te voy a dejar en claro que no quiero absolutamente nada de ustedes. Pero si en verdad quieres saber el verdadero motivo por el cual hago esto... pregúntale a Sasuke.

La llamada se cortó.

—¿Sakura?.... ¡Sakura!

No hubo más respuestas, lógicamente. A como tampoco obtuvieron alguna noticia o pequeña idea del paradero de su bebé. Sasuke tapó su rostro con sus manos evitando volver a llorar, era muy consiente que haciéndolo no iba a generar que su bebé volviera. Naruto lo rodeó con los brazos, apegandolo a su pecho.

—Va a estar bien.

—Lo sé... confío en la poca humanidad que Sakura pueda tener, sé que a pesar de lo que diga... la va a cuidar.

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Para el otro día, desde buena mañana la historia en el departamento se repetía. Yumi durmió durante lo que restaba de la noche, pero apenas despertó, su llanto también lo hizo. Sakura caminaba de un lado a otro intentando pensar en algo para calmarla. No tenía planeado volver a llamar al Uchiha, esta vez se las arreglaría por su propia cuenta.

—A ver, ya comiste un poco, no has ensuciado el pañal, ¿qué más quieres, niña? —miró a la bebé acostada en la cama

Ayame se había ido unos minutos atrás. Es más, para cuando Sakura despertó por el llanto, ya se encontraba sola en la habitación.

—De verdad que no tienes remedio... ni siquiera entiendo lo que quieres decir.

Hablaba con voz suave, pensó que si gritaba solamente provocaría que la bebé llorara con más fuerza. Se sentó a un lado de ella, teniendo cuidado de no lastimarla, le acariciaba el pecho lentamente, contemplando como la pequeña se iba quedando tranquila otra vez. Yumi llevaba un vestido color lila.

—Claro, primero lloras y me haces la vida imposible... para ahora quedarte tan tranquila y callada.

Sonrió cuando la pelinegra le agarró su dedo índice, aquellos ojitos azules la miraban con detenimiento, la niña soltó una risa.

—¿Cómo puedes estar ahora tan tranquila...? Sabiendo que estás lejos de tu papás... —seguía hablando en voz baja —...te ves tan linda así vestida, te queda bien ese color... casi pareces una princesa.

La Haruno mentiría si dijera que nunca soñó con ser madre. Más o menos cuando tenía 13 años le gustaban los niños, incluso había pensado en ser pediatra. Pero todos sus planes cambiaron luego de la que madre interfiriera en su vida.

Su sonrisa se empezó a esfumar lentamente, dando paso a un  expresión fría y llena de odio. Dejó de acariciar a la bebé, se levantó de la cama sin quitarle la mirada de encima.

—No... ni pienses que con esa cara de niña inocente vas a hacer que cambie de opinión, ¡debería de odiarte igual que a Sasuke! Te pareces demasiado a él...

A causa de alzar la voy, la bebé volvió a llorar. Sakura se maldijo internamente, tocó sus sienes, sentía su cabeza iba a explotar en cualquier momento.

—Por Dios, niña, ¿no puedes cerrar los ojos y la boca aunque sea un poco más? —la tomó en brazos, mientras ella aún lloraba

Empezó a darle suaves golpecitos en el pecho, mientras la arrullaba con la esperanza de que eso la calmara.

—¿Te vas a callar? —preguntó suave al percatarse que el llanto era cada vez más bajo —¿Si? ¿Hacemos un trato? Yo te hago esto y tú solamente te quedas callada de ser posible todo el día, ¿te parece? —comenzó a caminar lentamente por toda la habitación —Solo espero que no me vayas a vomitar otra vez encima.

Tarareaba una lenta canción de cuna, recordando la que su madre le solía cantar antes de dormir. Al parecer le funcionaba, puesto que los ojitos azules empezaban a cerrarse. Sakura sintió su corazón comprimirse, el tener a aquella bebé en sus brazos la hizo sonreír.

—¿Cómo... cómo pude hacer esto?

Una lágrima cayó sobre la mejilla blanca de Yumi, se sentía mal, muy mal.

—¿Cómo pude separarte de tus papás?

La puerta del departamento se abrió, la Haruno limpió sus lágrimas y miró de frente a su prima. La muchacha parecía ser que llevaba prisa, puesto que entró únicamente para recoger algunas cosas.

—Nos vamos en este mismo instante, a solo unas cuadras encontré al hermano de Sasuke y creo que me vio.

—¿Qué planeas hacer?

—Simple, nos vamos a llevar a esa bebé con nosotras. Igual, tarde o temprano esos idiotas se olvidarán de ella. —cargó con unos cuantos bolsos en su hombro y abrió nuevamente la puerta —Vámonos ahora mismo, no deben de tardar en llegar, de camino aquí pedí un taxi así que ya debe de estar afuera. Dame a la bebé.

Ayame se acercó a la pelinegra aún dormida, pero antes de querer agarrarla, Sakura se alejó.

—A ella no la vas a tocar, y contigo no pretendo ir a ninguna parte. Si te quieres entonces largate... pero yo me quedo aquí.

—¡Sakura, por favor! Me hiciste hacer mucho como para que ahora te eches para atrás, lo hecho, hecho está, ¡nos vamos!

—Me conoces muy bien, Ayame, y sabes que solo digo las cosas una vez... ¡no me voy contigo!

Tomó una de las cobijas pequeñas de la cama y salió de la habitación teniendo cuidado por la bebé. A pesar de los gritos de su prima a su espalda, siguió su caminó hasta salir del lugar por una de las puertas traseras, de ninguna manera podía salir por la puerta principal. Miraba a todos lados, sentía que su prima aparecería en cualquier momento. Se detuvo apenas un momento, revisó a sus espaldas.

—Vas a estar bien, pequeña. Te lo prometo.

—¡Sakura! —la castaña logró alcanzarla

Sakura dio media vuelta para encararla, cada paso que ella daba, era uno que la pelirosa retrocedía

—Te exijo que me entregues a la bebé en este instante.

—No... esto no está bien, Ayame.

—Si no quieres seguir con esto, no es problema mío, ¡damela ahora mismo!

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