Mordida.
-Takano-san...-Onodera cayó de espaldas contra el suelo, arrastrándose con sus manos para tratar de alejarse de su jefe, o bueno, de lo que se "suponía" era su jefe.
El cuerpo enfrente se removió molesto, acomodando sus brazos a la altura del pecho y rodando su cabeza como si tratara de ajustarse a su nueva situación. Takano Masamune había sido mordido por un zombie.
-¡Ricchan!-Kisa lo levantó bruscamente para después comenzar a jalarlo de la mano.
Onodera se había quedado estupefacto en el suelo, ahí, mirando y preguntándose qué había hecho mal para que el destino le quitara a su primer amor... dos veces. Le temblaban las manos, todo su cuerpo sudaba como un loco y su cabeza palpitaba al mismo ritmo que su desenfrenado—y roto—corazón.
-Takano-san...-Aún a la distancia, mientras el otro editor trataba de ponerlo a salvo, aún ahí, Onodera volteó a observar al pelinegro con esperanza de que todo fuera un sueño. Sorpresivamente, el zombie le regresó la mirada, ladeando la cabeza un poco.
Ya no había brillo en su mirar, lo único que quedaba era un avellana vacío y aterrador, rodeado de aquel negro infinito en lo que se había convertido su blanca esclerótica. A los lados de sus ojos se notaban unas líneas verdes, mismas que se alcanzaban a ver por las mangas de su camisa manga larga, rodeando todos sus brazos. Recubrían todo su cuerpo.
Takano pareció percatarse de algo luego de un momento, los editores aún se podían ver corriendo por el pasillo y él comenzó a seguirlos, cada vez más rápido, hasta que su lento—y algo torpe—caminar se volvió en una carrera contra el tiempo. ¿Quién llegaría primero a la puerta?
-Takano-san es-esta siguiéndonos.-Susurró Onodera, tratando de ignorar la sangre y los gritos que se escuchaban por todo el edificio.-¡Takano-san está siguiéndonos!-El menor grito con fuerza al darse cuenta de su situación. Takano era un zombie, si los alcanzaba estaban muertos... pero Takano era Takano, ¿verdad?
Kisa por fin lo escucho y volteó a mirar atrás para comprobar las palabras de su amigo. Efectivamente, su jefe los venía siguiendo a gran velocidad y si no se daban prisa, los terminaría pillando.
Ambos editores comenzaron a correr con todas las fuerzas que sus piernas les permitieron. Al final del pasillo, Yokozawa les había abierto la puerta de la sala de juntas y les hacía señas de que se apuraran a entrar. No podían estar llamando la atención de esa manera o esas cosas vendrían y los matarían a todos.
Por suerte, los dos castaños alcanzaron a entrar y el peliazul cerró rápidamente la puerta detrás de ellos. Sin embargo, Takano golpeaba la puerta con fuerza, tratando de entrar a toda costa. Los dos editores y el resto de las personas en la sala comenzaron a empujar desde el otro lado para evitar que rompiera la entrada.
-¡Takano-san, ya basta, por favor!-Onodera apoyaba su antebrazo contra la puerta en un intento de detener los fuertes golpes que la azotaban.-Ya basta...-Las lágrimas empezaron a brotar de sus ojos y como si sus palabras tuvieran efecto sobre el ser al otro lado, los choques se detuvieron de repente.
Enseguida, los humanos tomaron la mesa y las demás sillas del lugar para tapar la entrada. El castaño caminó lentamente hacia una esquina y se deslizó por la pared hasta terminar sentado en el suelo abrazando sus piernas contra su cara. La situación lo estaba superando y las frías lágrimas que empapaban sus mejillas cada vez que recordaba a Takano no ayudaban en nada.
¿De verdad valía la pena mantenerse vivo en un mundo así?
Todo se calmó enseguida, solo se alcanzaba a escuchar el traqueteo al otro lado de la puerta pero parecía que lo peor ya había pasado... o se estaba tomando su tiempo en encontrarlos. La mayoría de las personas en la sala estaban en shock, por decir poca cosa. Muchos temblaban en el suelo, algunos no paraban de caminar y otros, como Onodera, habían decidido sufrir en silencio en una de las esquinas.
Ritsu ni siquiera reconocía a esas personas, todo era tan borroso y lo único que estaba impregnado en su mente era la imagen de Takano defendiéndolo de aquel zombie que terminó mordiendo a su jefe. Si no hubiera sido por su culpa, el pelinegro estaría bien, estaría con vida.
Todo era su culpa, siempre lo era.
El pequeño sintió de repente a algunas personas sentarse a su alrededor.-Ricchan, ¿te sientes bien?-Kisa sabía que la pregunta era muy estupida, pero era lo único que se le ocurrió decir.
-¡Por supuesto que no!-Exploto Onodera, obligando a sus ojos a seguir derramando aquellas lágrimas saladas.-¡Todo se fue al demonio, Takano-san está... está...!-Su voz se entrecortaba de solo pensarlo.
-Está bien.-Kirishima, quien se encontraba sentado junto con Kisa y Yokozawa, puso su mano sobre su hombro y lo acarició levemente.-Está bien estar triste, no te preocupes.-El mayor le dedicó una triste sonrisa. El castaño se limitó a morderse los labios y volver a esconder su cabeza entre sus piernas.
-Takano-san...-Cerro sus ojos y las lágrimas atoradas en sus pestañas cayeron rápidamente por sus mejillas para luego empapar sus brazos.
-Tenemos que salir.-Dijo Kirishima con un tono de voz firme y fuerte.
-¡¿Qué?! ¡¿Acaso está loco?!-Las quejas no se esperaron en comenzar, alegando que tratar de hacerlo solo sería un suicidio.
-Debo ir por mi hija.-Sus razones eran más que válidas, consiguiendo así callar a los quejumbrosos.-Los que quieran quedarse, pueden hacerlo, pero yo debo ir por mi hija a la escuela.-Yokozawa asintió, también iría a salvar a Hiyori, solo esperaba que no fuera demasiado tarde.
-¿A dónde se dirige exactamente?-Pregunto Kisa, tratando de evitar aquel silencio asfixiante que se había provocado luego de las palabras del mayor.
-A la escuela primaria de mi hija, una que queda cerca de libros Marimo.-El nombramiento de aquella librería hizo que el corazón de Kisa latiera fuertemente.
-También voy.-Dijo el editor.-Debo ir a buscar a alguien.-Kisa esperaba que Yukina estuviera sano y salvo, que esperara que iba a ir a ayudarlo.
-Yo también.-El débil susurro de Onodera llamó la atención de todos en la sala.-De todos modos, no podemos quedarnos aquí por mucho tiempo.-Alzó su mirada y se hizo evidente para todo en el lugar que el castaño había llorado hasta quedarse completamente seco, sus ojos estaban rojos e hinchados y sus mejillas estaban llenas de aquellas lágrimas secas que habían pasado por ahí. Aún así, Ritsu sentía que debía ir a buscar a Kohinata y a su familia, debía aferrarse a ellos porque eran lo único que le quedaba.
El resto de los trabajadores de Marukawa se miraron entre sí. Era obvio que no podían quedarse demasiado en ese lugar, no había comida ni agua ni nada que los ayudara a sobrevivir, no obstante, el resto rechazó la invitación. Muchos querían ver si era seguro primero.
-¿Takano-san seguirá allá afuera?-Kisa preguntó, observando la puerta con la barrera improvisada que habían hecho.-¿Seguirá siendo Takano-san siquiera?-
-Solo hay una manera de averiguarlo.-Kirishima se levantó decidido a comenzar a quitar la barricada lentamente. Trataba de no hacer demasiado ruido que alertara a los zombies alrededor.
-Deje yo lo hago.-Onodera se paro y se sacudió la ropa un poco, para después limpiarse la cara con las manos. Kirishima lo observo con duda.-Soy más pequeño así que no creo que me vean.-El castaño puso su mano en el antebrazo del editor en jefe y sonrió sutilmente.
-Creo que tiene razón.-Respondió Yokozawa ante la indecisión de todos los demás.-Nosotros estaremos detrás para cerrar enseguida.-
-Jum.-El menor asintió, mirando hacia abajo y mordiéndose el labio inferior. Estaba muy asustado, pero de alguna u otra manera, debía abstenerse a que esas cosas estarían ahí afuera. El chiste era comenzar a adaptarse a eso.
Kirishima se apartó de la puerta y dejó que el otro editor se pusiera en posición. El pequeño colocó su mano sobre la perilla y la giró lentamente para no hacer ningún ruido especialmente alarmante. La puerta estaba abierta y él comenzó a abrirla poco a poco para poder asomarse.
-Parece que no hay na-...-Sus propios pensamientos fueron interrumpidos de golpe cuando la cara de Takano se interpuso en su camino. Dio un pequeño salto y tomó una gran bocanada de aire antes de dejar de respirar del susto.-Ta-Takano-san...-La yuxtaposición entre su palidez y su tenue sonrojo era graciosa.
Como siempre había pasado, la cercanía con su jefe siempre lo ponía nervioso, pero ahora la sensación de miedo en su interior se sintió tan extraño que lo molesto. El pelinegro no había cambiado demasiado, aparte de las notables líneas verdes a un lado de sus ojos, el resto de su cuerpo se veía relativamente normal. El zombie se limitó a ladear la cabeza mientras lo observaba con esos oscuros ojos vacíos, sin hacer algo realmente atemorizante.
-¡Onodera!-Alguien jalo al menor de su camisa para regresarlo de nuevo al interior de la sala y luego cerrar la entrada rápidamente. Los golpes y choques no se hicieron esperar, pero al contrario de la primera vez, estos no eran tan fuertes.
-¿Estás bien?-Kisa se acercó.-¿Acaso te mordió? ¿Por qué no te moviste?-Pregunto preocupado.
-Eh... él...-El castaño señaló hacia la puerta, al tiempo que las palabras se atoraban en su boca.-Ta-Takano-san sigue allá a-afuera.-Junto sus manos sobre su pecho y respiró hondamente para tratar de normalizar sus latidos. Eso había sido tan extraño.
-Que problema...-Kirishima suspiró y se tiró al suelo, se sentía enojado e impotente por no poder salir a buscar a su hija para defenderla de todo este caos.
-Tal vez...-Kisa puso sus manos sobre su barbilla, en un gesto que indicaba que estaba pensando en algo.-Podamos usar las sillas como arma, por lo menos para alejarlos.-
-No suena tan mala idea...-Apoyo Yokozawa, pensando que podrían usar las patas como bates y el asiento como una especie de escudo.
El resto de los empleados se limitaban a observarlos de lejos, la mayoría no deseaba salir de ese lugar que parecía "seguro" y arriesgarse en el exterior. No obstante, las cosas cambiarían...
Tarde o temprano, todo cambia.
-Esto ya está.-Yokozawa ajustaba aquel asiento de madera al brazo de su pareja, afianzándolo al antebrazo lo más que pudo con una chaqueta.-¿Seguro de que quieres ser el escudo?-Pregunto preocupado por décima vez ese día.
-Estaré bien, debemos llegar en una pieza con Hiyori y yo me haré cargo.-Respondió el mayor, orgulloso. El peliazul solo rodó los ojos, aunque sonrió levemente. Le gustaba la manera en que Kirishima mantenía la calma ante la dificultad.
-Estamos listos también.-Onodera y Kisa traían en sus manos una pata de las sillas en las que habían separado cada una de sus partes.
-¿Seguro que nadie más quiere venir?-Cuestiono Kirishima una vez más. Los demás trabajadores se miraron entre sí y negaron uno por uno.-Bueno...-El castaño mayor suspiró y alzó los hombros.-Apenas salgamos, cierren la puerta.-Movió el brazo en el que estaba el escudo varias veces, comprobando que la chaqueta hacía un trabajo bastante decente en mantenerla en su lugar. Con su mano libre, agarró una de las patas de las sillas y lo azoto en el aire como si fuera un bate.
-Mmm...-Onodera sostenía el palo con fuerza entre las palmas de sus manos. No se quitaba de la cabeza aquella imagen de Takano observándolo a través de la rendija de la puerta, como si esperara a que saliera por su cuenta. ¿Acaso estaba algo consciente?
-¿Listos?-La voz de Yokozawa hizo que el menor alzará la mirada para prestarle atención a sus compañeros.
Había llegado el momento.
Todos asintieron con la cabeza y se prepararon para salir rápidamente de la sala de conferencias. Algunos de los otros hombres en el lugar se colocaron a los lados de las puertas, para cerrarlas apenas ellos estuvieran afuera.
Empezaron a contar hasta tres y al momento de llegar al último número, la entrada se abrió violentamente, provocando una leve brisa que movió los cabellos de los editores y el encargado de ventas. Onodera pareció quedarse estático por un instante, pero reunió toda la valentía que le quedaba y junto con sus amigos, salió del lugar. No había pasado ni un segundo desde que ellos habían salido cuando las puertas volvieron a cerrarse fuertemente.
-No está Takano-san.-Onodera susurró suavemente, tenía el corazón en la mano y parecía que le faltaba el aire porque su respiración estaba frenética.
-Debió haberse cansado de esperar...-Explicó Kirishima, mirando alrededor en busca de algún peligro, pero no se alcanzaba a ver ni escuchar nada.
El editor en jefe caminaba enfrente de los otros tres hombres mientras mantenía el escudo en alto. Tal vez no fuera la mejor defensa del mundo, pero era todo lo que podían conseguir en su situación.
-Esto es muy extraño...-Mencionó Kisa, quien no había bajado el palo en ningún momento y a quien cualquier sonido lo alertaba, estaba con los nervios de punta.
-¿Qué cosa?-Respondió Onodera. Todos parecían haberse puesto de acuerdo en que sus conversaciones se hicieran en voz baja, la más suave que pudieran hacer.
-En el edificio estaban muchos trabajadores, ¿no deberíamos habernos encontrado con algunos zombies por lo menos? Pero no hay ninguno, aunque no es que me esté quejando...-Kisa volteó a mirar hacia todas las direcciones, pero todo lo que sus ojos alcanzaban a ver eran las tripas y cabezas destrozadas de sus antiguos compañeros, pero ni un zombie.
-Si es muy extraño, así qué hay que estar alerta.-Kirishima los guiaba por entre los pasillos cubiertos de sangre. La electricidad se había ido por completo así que los ascensores no servían, tendrían que usar las escaleras.-Tal vez se esconden...-
-¿Ellos serán inteligentes?-Pregunto Yokozawa, pues lo que había alcanzado a ver no le indicaba que esas cosas pudieran pensar, más bien actuaban por puro instinto... instinto de comer carne humana.
-No lo sé...-Contestó Kirishima, sin dejar de estar alerta en ningún segundo.
Los trabajadores de Marukawa siguieron su camino a través de los pasillos en busca de la escalera para poder salir del edificio. Sin embargo, Onodera sentía la molestia de que alguien... o algo lo estaba observando.
El menor volteó lentamente hacia atrás, temiendo encontrarse con algo espantoso mirándolo, pero al contrario de sus suposiciones, solo encontró a Takano parado en la mitad del pasillo. El zombie estaba en la otra esquina del edificio, bastante lejos de ellos pero lo suficientemente cerca para verlo con claridad. El pelinegro estaba cubierto de sangre y sostenía en una de sus manos la cabeza de alguien.
Onodera contuvo la respiración y su andar se detuvo por un momento. Su jefe volvió a ladear la cabeza, lo observó un rato más y luego se fue hacia el otro lado del pasillo, dejando de estar en el campo de visión del menor. De repente, alguien lo agarró del brazo. El pequeño abrió su boca para gritar pero alguien alcanzó a tapársela antes de que lo hiciera.
-Ricchan, ¿pasa algo?-Kisa era quien se había percatado de que su amigo había dejado de avanzar junto con ellos, así que se devolvió a buscarlo.
-No, no es nada...-Onodera le dio un último vistazo al final del pasillo, para después seguir al otro editor a las escaleras.
Esta vaina está sujeta a cambios.
La verdad, la historia está bastante incompleta aún pero me parece una idea interesante y tiene por dónde agarrarle así que vamos a ver cómo nos va.
Ah, y véanse la película que tiene el mismo nombre del fanfic, la prota es una zorra—en mi humilde opinión 🐍—pero el zombie es un amor 🥰
Cambio y fuera mis amigos. Aquí Todoroki19.
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