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Aún así te amo.

-Takano-san, espéreme.-Kirishima corrió hasta alcanzar al zombie.-Camina bastante rápido.-

-Sí.-Takano lo miró de reojo y continuó su camino.-Muchos, cuidar espalda.-El pelinegro señaló hacia atrás con su pulgar.

-Pero no los veo...-El castaño hizo girar el palo entre sus manos mientras achicaba sus ojos en un intento de ver algo en la oscuridad de la noche.

-Instinto.-El pelinegro puso un dedo sobre su boca, indicándole al mayor que hiciera silencio.-Escucha, vamos.-Takano agarró del antebrazo al castaño para poder guiarlo entre la oscuridad.

-Ah...-Kirishima quito el agarre sobre su brazo y guió la mano del menor hasta su propia mano.-Creó que así sería mejor... aunque es un poco incómodo.-

Takano miró las manos juntas, para luego observar al castaño.-Asco.-Kirishima asintió levemente, completamente de acuerdo.

Ambos hombres siguieron adentrándose en la escuela, siendo guiados por el zombie a través de la tenebrosa oscuridad. Kirishima apenas era capaz de ver algunos retazos de luz gracias a la bella luna que se alzaba orgullosamente sobre ese mundo apocalíptico.

-¿Cómo sabremos que es mi hija si no puedo ver nada?-El castaño caminaba siendo jalado por el pelinegro. El humano alcanzaba a escuchar quejidos y ruidos horriblemente cerca pero nada venía hacia ellos.

-Mmm...-Takano se detuvo abruptamente, pensando en que podrían hacer para hallar a la niña.-Ella... ¿gustar algo?-

-¿Qué?-El mayor lo observó confundido por su pregunta.

El pelinegro lo soltó de la mano y puso su dedo sobre el pecho del otro editor.-Gustar, lugar.-Presionó varias veces su dedo contra él.

-Gustar... lugar.-Kirishima puso su mano sobre su barbilla mientras analizaba las palabras que el menor le había dicho.-¿Un lugar al que le guste ir? ¿Dónde me espere?-Masamune asintió al escucharlo.-¡Ya sé!-Kirishima tomó de la mano de nuevo al menor y comenzó a correr en dirección a donde pensaba estaría su hija.

Aunque, al final tuvo que disminuir su velocidad y dejarse guiar nuevamente, pero no sin golpearse varias veces con las paredes antes de aceptar su derrota.

-Esto tiene que ser una broma...-Kirishima trago saliva con fuerza al ver aquel parque—donde él suponía estaba su hija—infestado de zombies.

-Shh...-Takano por fin se soltó del agarre del mayor y se alejó un poco del humano para mirar con claridad a través del lugar.-¿Hola?-La falta de reacción ante sus palabras lo llevaron a considerar que, si Hiyori se encontraba ahí, la niña no estaba consciente.

-Hola.-Los hombros del pelinegro se alzaron de repente al escuchar aquella suave voz llegar hasta su cabeza.

-¿Quién eres?-Takano recorría el parque con la mirada sin encontrar a nadie que le pareciera especialmente sospechoso. Movía la cabeza de un lado para el otro y Kirishima no entendía que estaba pasando.-¿Hola?-Pero no recibió ninguna otra respuesta.

-Alguien razonar.-Takano señaló hacia el interior del parque, empujando a Kirishima a esconderse atrás de un árbol.-Esperar.-Y con esa palabra, el pelinegro comenzó a caminar en una dirección desconocida para el humano.

Los quejidos de los zombies al alrededor del mayor lo hicieron percatarse por fin de su actual desafortunada situación. Sin Takano, de repente y sin previo aviso estaba a la deriva, defendiéndose con un simple palo de madera y no con un zombie capaz de regenerar sus partes a voluntad. Kirishima trago saliva con fuerza al entender el peligro en el que se encontraba.

-¡Vuelve rápido!-La respiración del editor en jefe pareció detenerse momentáneamente cuando uno de los tantos zombies se acercaba cada vez más a su ubicación.

Los zombies estaban casi encima de él, por lo que Kirishima no tuvo otra opción más que subir a través del árbol. Trato de escalarlo de la forma más silenciosa posible pero un mal paso hizo que una rama se rompiera, creando un estrepitoso sonido por todo el lugar.

-Oh, oh...-El ruido alertó a casi todos los zombies alrededor, colocando al humano como un blanco fácil al estar completamente rodeado. El castaño se dispuso a llegar a la parte más alta del árbol al ver como algunos de los no muertos comenzaban a intentar escalarlo también.

-Esto se puso horrible...-El editor trago saliva con fuerza, aferrándose lo más que podía al tronco y a algunas de las ramas de aquel árbol.

Kirishima se agarró con una mano a una rama y con la otra apaleo a cada uno de los zombies que trataban de acercarse. Sus brazos no estaban hechos para soportar todo ese esfuerzo y comenzaron a temblar, avisándole al humano que pronto su cuerpo cedería y terminaría cayendo sobre la horda a sus pies.

De repente, un fuerte suspiro se escuchó y todos los zombies parecieron fijarse en el origen del ruido. Por fuera del círculo de zombies, Takano venía junto con otras dos pequeñas figuras que Kirsihima fue incapaz de ver con claridad. Aún así, que el otro editor llegará lo lleno de alivio, pues su mera presencia ya era suficiente para que algunos de los zombies se alejaran.

La horda decidió ignorar al humano sobre el árbol para enfocarse en Takano y las otras dos personas a su lado. El pelinegro no tuvo ningún problema en destruir cada uno de los cráneos de los zombies a su alrededor, sin embargo, lo que en verdad le llamó la atención a Kirsihima—de lo poco que alcanzaba a ver—fue aquella sombra que saltaba sobre zombie y zombie como si fuera alguna clase de animal, dejándolos completamente inconscientes sobre el suelo.

Luego de acabar con la mayoría, Takano se acercó hacia el castaño para ayudarlo a bajar. Kirishima trepó despacio hasta abajo para después caer de un salto a un lado de su compañero.

-Vamos.-Dijo Takano, haciéndole señas a las dos figuras que venían atrás.

-¿Hiyori?-

-¡Ahí vienen!-Grito Kisa para después ser silenciado rápidamente por Yokozawa.

-Parece que vienen con otros dos.-Onodera entrecerró los ojos para poder ver mejor en la oscuridad, apenas siendo capaz de distinguir las siluetas.

-Espero que Hiyori esté bien...-Pensó Yokozawa al tiempo que abría la puerta del auto para poder salir a recibir a los otros dos hombres.-¿Eh?-La expresión cansada de Kirishima lo detuvo abruptamente.

El editor en jefe de Japun parecía haber corrido una maratón, sin beber ni una gota de agua y a plena luz del sol. Se veía agotado y sudado, eso no auguraba nada bueno.

-Takano-san.-El castaño se acercó rápidamente al mayor.-Estaba preocupado, tardaron demasiado.-Apenas terminó de hablar, el pelinegro acercó su mano hacia la oreja del más pequeño y acomodó un mechón de su cabello.

-Mmm...-Takano observó a su subordinado directamente a los ojos, consiguiendo ponerlo nervioso.-Lindo.-

Todos concordaron que era un comentario tan aleatorio que hasta sentían que eran ellos quienes estaban fuera de lugar. Bueno, al parecer no todos estaban en un mundo apocalíptico rodeado de zombies que los querían asesinar, ellos dos no, por lo menos.

-¡¿Qué dices?!-La vergüenza de Onodera no se hizo esperar, cubriendo toda su cara de un fuerte roja.

Los presentes suspiraron al verlo, sin darse cuenta de que un pequeño zombie se acercaba lentamente hacia ellos. Uno de los dos nuevos invitados se fijó rápidamente en eso y mandó al otro para que lo atacara. Cuando aquella persona se lanzó a atacar al zombie, fue que todos pudieron ver con claridad de quien se trataba.

-¡Hiyori!-Las palabras se atoraron en la boca de Yokozawa al ver su peor pesadilla hecha realidad. Sintió que el suelo sobre él se abría y caía por un pozo de desesperación.

No había rastros de la tierna y buena niña que alguna vez Kirishima Hiyori fue. Solo quedaba una pequeña cubierta de sangre, con los ojos más inexpresivos del mundo y con unos dientes tan afilados como los de un tiburón que utilizaba para acabar con la vida de cada una de sus víctimas.

-Está bien.-La mano sobre su hombro lo hizo volver a la realidad. Era un Kirishima demacrado y cansado quien trataba de animarlo.-Ella está bien.-Dijo antes de desmayarse, siendo atrapado enseguida por el peliazul.

-¡Kiri-...!-Takano alzó la mano, deteniendo cualquier grito de preocupación.

-Él bien, cansado, no más.-El zombie alzó los hombros, restándole importancia. Yokozawa observó a su amigo y luego fijó su mirada en su pareja, suspiró de alivio al escucharlo.

-¿Quién es la otra persona?-Pregunto Kisa, pues todos parecían haberse olvidado de aquellos dos niños zombies atrás del pelinegro. Ambos pequeños salieron de entre las sombras, sin soltarse ni una vez de la mano.-¡¿Yamato*?!-Exclamo sorprendido al ver al hijo de su compañero.

-Historía...-Takano separó los brazos de su cuerpo lo más que pudo, en señal de que era algo largo de contar.-No acercar, niña atacar.-

-¿Ella es consciente?-Pregunto Onodera, escondiéndose tras el pelinegro.

-No.-Su respuesta hizo que Yokozawa se estremeciera ligeramente.-Mala no, no consciente, Yamato sí, no hablar.-Takano camino hacia los niños.-Hiyori...-Acercó su mano hacia Yamato, siendo repelido de inmediato por un intento de morderlo por parte de la niña.-Proteger, Yamato controlar.-El pequeño mencionado asintió lentamente.

-Esto es una locura...-Kisa pasó sus manos a través de su rostro. Las cosas se complicaban cada vez más y él entendía cada vez menos.-¿Y ahora qué? Ya está muy oscuro y temo que nos ataquen en cualquier momento.-Debo mantenerme vivo si quiero encontrar a Yukina.-Pensó con determinación.

-Vamos.-Takano tomó de la mano al castaño y lo jalo para colocarlo a su lado.-Encontrar lugar bueno.-

Onodera frotó sus ojos luego de que un ruido lo despertará en mitad de la noche.-Mmm...-Miró a su alrededor y se percató de que sus amigos estaban profundamente dormidos, pero Takano seguía allá afuera haciendo guardia.

El castaño quitó la sábana que lo cubría y se escabulló lenta y silenciosamente a través del cuarto para poder salir sin despertar a nadie. Onodera comenzaba a pensar que estaban abusando del hecho de que el pelinegro podía protegerlos y se estaban confiando demasiado. En parte, entendía que ellos no eran personas que estuvieran listas para una situación como esa pero no quería aprovecharse de la situación de su jefe tampoco.

Él no había decidido convertirse en un zombie, nadie.

Ritsu abrió la puerta lentamente, tratando de que no hiciera ningún chirrido. Asomó su rostro para ver que pasaba en el exterior, pero no vio a nadie.

Sacó su cuerpo por completo y cerró la puerta tras de él.-¿Takano-san?-Miró por todos lados pero no había rastro de que el pelinegro estuviera por ahí. Onodera no quería alejarse demasiado y le daba miedo andar solo en ese lugar así que optó por sentarse a esperarlo.

Takano no tardó demasiado en aparecer caminando por el pasillo. Se podía notar la sangre fresca cubriendo su ropa y en sus manos aún había rastros de suciedad.

-Takano-san.-El castaño se levantó y corrió hasta llegar hacia él.-¿Estás bien?-Onodera lo observó preocupado. El mayor tomaba riesgos que comenzaban a ponerlo nervioso.

-Bien.-Takano bajo su cabeza para poder mirar hacia Onodera y se quedó observándolo un rato.-Bien.-Luego siguió su camino y se sentó de nuevo enfrente de la puerta donde descansaban todos los demás.

-Mmm...-Ritsu mordió su labio y se sonrojó ligeramente. El menor estaba pensando seriamente en hacer algo, pero le daba mucha vergüenza. Empezó a respirar por la boca y luego de calmarse y llenarse de valentía, fue hasta donde su jefe.

-¿Mmm?-Takano ladeó la cabeza al verlo de pie enfrente de él. Onodera se puso de espaldas al pelinegro y se lanzó hacia abajo para sentarse en sus piernas.

-Hay que buscar un lugar donde bañarnos, estás muy sucio.-El castaño acarició la mejilla del mayor para quitar un poco de sangre de ella, al tiempo que rodeaba el cuello del pelinegro con su brazo. Takano se limitaba a verlo fijamente.-¿Qu-qué...?-El pequeño se sonrojó fuertemente al sentir la intensa mirada de su jefe.

-¿Tú bien?-El editor en jefe alzó una ceja en señal de confusión.

-¡Estoy bien, no seas imbecil o me voy!-Onodera sacudió sus brazos en el aire y lleno sus mejillas de aire.

-Ah.-Takano asintió sin comprender todavía de dónde salían tantas muestras de cariño pero sin querer perderlas de todos modos así que...-Bien.-Rodeó su cintura con sus manos y Onodera apoyó su cabeza sobre su pecho.

-En serio estás muy sucio, hueles a sangre por todos lados.-Puso sus manos sobre la camisa del mayor y se acurrucó a su lado.

-Mmm.-Masamune volvió a asentir mientras acariciaba con su mano la espalda del más pequeño.-Perdón.-

-Es entendible, no te preocupes*.-Ritsu puso ambas manos en los hombros del zombie y se alejó levemente para poder mirarlo.-Mmm...-Sus mejillas enrojecieron nuevamente y sus labios se apretaron en una fina línea antes de que el castaño comenzara a inclinarse sobre el mayor.

Takano espero hasta que Onodera fuera quien juntara ambos labios. El pequeño cerró los ojos y rodeó el cuello del mayor con sus brazos. El pelinegro acomodó mejor a Ritsu sobre sus piernas y abrió la boca para comenzar a tocar la lengua de su subordinado. Puso sus manos a los lados de la cadera del castaño y la apretó ligeramente, consiguiendo que el menor gimiera sobre su boca.

Llevaban un buen rato besándose hasta que Onodera tenía que separarse para poder respirar.-¡Mmm!-El menor trató de alejar los labios del más alto pero este lo apretaba contra él, impidiéndole tomar aire. Ritsu abrió los ojos y se encontró cara a cara con los ojos de su jefe. Takano se percató de las pequeñas lágrimas que la falta de aire estaba provocando en el menor, así que rápidamente lo soltó.

-¡Ah!-El castaño aspiró una gran bocanada de aire apenas sintió que su boca estaba libre. Le ardían los ojos y la garganta, además de que sus mejillas se tenían de un intenso carmín.-¡¿Qué crees que haces?!-Onodera lo empujó bruscamente, pero el pelinegro no dejó que se fuera.-¡¿Por qué no me dejabas respirar?!-

-Ah, no...-Takano sacudía la cabeza confundido. Él no había sentido la necesidad de tomar aire así que pensó que Onodera tampoco lo necesitaría, ¿acaso había mejorado su capacidad para aguantar la respiración?-Perdón, no querer lastimar, perdón.-

-Ah...-Ritsu siguió respirando por la boca por un rato hasta que sus latidos se estabilizaron.-Ya no sé si es seguro besarte...-El menor paso su mano por su barbilla para limpiar la saliva que el acalorado beso había dejado atrás.

-¡No!-El gritó asustó al castaño, haciendo que Takano carraspeara incómodo.-Perdón, no pasar.-

-¿Seguro?-Ritsu alzó una ceja en señal de duda.-Mmm... ¿te parece si te pellizco cuando necesite aire?-

-Bien.-El mayor estuvo de acuerdo.

-Bi-...-Onodera no termino de decir sus palabras cuando su boca se encontraba atrapada de nuevo entre los labios del zombie.

Takano se inclinó un poco hacia adelante, provocando que Ritsu alargara sus piernas por detrás de su espalda. El pelinegro sintió el leve pinchazo en su brazo y supo que era momento de alejarse. El mayor se separó un poco de Onodera para que este tomara aire, sin embargo, no queriendo desaprovechar el tiempo que tenían, Takano comenzó a lamerle el cuello con su lengua.

-Espera, espera.-El castaño trató de alejarlo cuando sintió que la situación se estaba saliendo de su control.-Estoy sucio, no hagas eso...-Su cara toda roja le decía al pelinegro todo lo contrario.

Sabiendo que no daría para expresarse correctamente, Takano decidió ignorar las quejas del pequeño y siguió haciendo lo que quería con el cuerpo del castaño. Subió sus manos por debajo de la camiseta del menor y empezó a acariciar sus pezones con sus manos.

-¡Mmm!-El castaño se dejó caer al suelo al soltar sus brazos del cuello del mayor solo para tapar su boca y evitar que los demás lo escucharan. Takano puso su mano detrás de su espalda para evitar que se lastimara.-Estoy sucio...-

-No importa.-El mayor siguió con lo que hacía, metiendo sus manos por entre la ropa del pequeño y quitando cualquier estorbo entre ellos dos.

-Estás sucio también, ¿sabes?-Onodera rodó los ojos al entender que sus palabras entraban por un oído del pelinegro y salían por el otro.

Apenas sintió el frío del suelo rozar su trasero, todo su cuerpo se estremeció levemente. Takano roto sus posiciones, dejándolo a él abajo, ya que sabía que hacerlo sobre el piso sería muy doloroso para Onodera. El menor encorvó su espalda y se inclinó sobre el pelinegro para volver a besarlo, cosa que el mayor aprovechó al máximo, recorriendo cada parte de la boca del pequeño con su lengua.

-Hah...-Ritsu se alejó lentamente para poder respirar de nuevo al tiempo que Masamune aprovechaba para empezar a abrir la corredera de sus pantalones.

Sujetando su miembro, el pelinegro comenzó a restregar todo el tallo de este contra el desprotegido trasero del menor. Onodera sentía el pene de su jefe especialmente caliente esta vez, aunque no le dio mucha importancia, pues estaba más distraído en sentir como el mayor chupaba sus pezones.

-Ta-Takano-san...-La saliva escurría por su boca y las palabras salían acompañadas de débiles jadeos. El pelinegro dirigió su mirada hacia él, pero sin dejar de tratar de meter su duro miembro por el pequeño agujero del castaño.-Pe-perdón por usarlo de esta manera.-

-¿Sexo?-Masamune se encorvo de nuevo y usando la pared más cercana como apoyo, dejo que el menor se sentara sobre sus piernas.

-No, no.-El pequeño río al escucharlo, sin evitar que su sonrisa se convirtiera en la cosa más bella que Takano había visto en este mundo.-Po-por usarlo para protegernos.-

-Ah, bien.-Takano le resto importancia y volvió a inclinarse sobre el menor para chupar su clavícula.-Bien para mí, sexo ahora.-

-Pervertido...-Onodera palmeó entre sus piernas para tratar de encontrar el miembro de su jefe, al encontrarlo, lo rodeó con su mano y trató de ubicarlo en su entrada. En ese proceso, el menor bajo la mirada y sus ojos se abrieron grandemente al darse cuenta de que era lo que estaba tratando de meterse.-¿Qu-qué...?-Onodera trató de alejarse al verlo.

Después de todo, no todos los días veías un pene cubierto por venas verdes que resaltaban aún más en la oscuridad, era sorpréndete lo distraído que había estado que estuvo a punto de meter esa cosa en su cuerpo.

-¿Mmm?-Takano lo tomó de la cintura y le impidió irse. Agarró con su manos una de las nalgas del castaño y la jalo hacia un lado levemente, dejando al descubierto el ano del pequeño editor.

-No, no, no.-Ritsu usó su mano para tapar su entrada.-No pienso meter esa cosa...-Sus mejillas se sonrojaron fuertemente y apretó sus dientes.

-¿No?-Takano ladeó la cabeza para después dirigir la mirada hacia su propio miembro. Era obvio que había cambiado pero... no era la gran cosa.-¿Por?-

-¡Está brillando!-Exclamo Onodera, exaltado.

-No peligro, no preocupar.-El editor en jefe tomó entre sus manos el miembro de Ritsu para comenzar a masturbarlo junto al suyo.

Al principio, Onodera trató de resistirse pero las sensaciones eran tan buenas que su cabeza dejó de pensar en cualquier cosa coherente. Se limitó a apretar fuertemente sus manos contra la espalda de su jefe, sin darse cuenta de que el mayor iba metiendo su miembro lentamente por entre sus nalgas.

-No, n-no...-Sus quejidos acompañados de gemidos que no conseguían convencer al pelinegro, quien introdujo todo su pene tranquilamente por entre la entrada del menor.-Hah...-Onodera cerró los ojos y trató de relajarse.

-Te amo.-Esas palabras hicieron que el interior del menor se contrajera alrededor del miembro de Takano, haciendo que este soltara un leve quejido de dolor.-Shh...-Lamia su oreja en búsqueda de conseguir relajarlo para poder comenzar a moverse.

Pasado un tiempo donde Onodera tuvo que respirar fuerte y pausadamente, el pequeño comenzó a mover su cintura en círculos sobre el editor en jefe. El zombie tomó esto como una señal y puso sus manos sobre el trasero de Ritsu, empezando a alzarlo y bajarlo lentamente.

Sus embestidas se hicieron más fuertes y con ayuda de las piernas de Onodera que lo ayudaban a impulsarse hacia arriba y hacia abajo, los dos editores habían conseguido olvidarse de todo lo que los rodeaba hasta el punto de que lo único en sus mentes era su pareja. No había nada más embriagante que eso.

-¿Mmm?-Takano apoyo su barbilla sobre el hombro de Onodera, al tiempo que sus embestidas mantenían distraído al menor.

El pelinegro alcanzaba a ver a algunos otros zombies por la entrada hacia el lugar donde estaban ellos. Era obvio que el ruido los atraería pero Takano no estaba dispuesto a dejar que dañaran su noche.

-Arruinan mi noche y yo les arruino sus caras contra el suelo*.-El mensaje se escuchó fuerte y claro en las mentes de los demás zombies, quienes veían como el otro zombie introducía fuertemente su pene a través de la entrada del castaño.

Sabiendo que pasar la barricada sería una molestia y teniendo a alguien como Takano de su lado, los demás zombies decidieron irse por el momento.

Aunque estaban seguros de que la imagen del pene verde fluorescente desapareciendo a través del trasero de aquel chico nunca se les borraría de la mente.

*Este Yamato:

*¡ENTONCES DEJA DE JODER! Uish no.

*Que violencia.

¿Yo porque escribí que era verde? Ya se me olvidó el chiste.

Cambio y fuera mis amigos. Aquí Todoroki19.

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