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—¡Ta-da!

Jeongin sacó con emoción el "misterioso" objeto que ha estado ocultando tras su espalda de una manera muy notoria desde que llegó, ordenando a su novio cerrar los ojos, alzó el regalo y exclamó.

Una linda bolsa rosada con corazones rojos y brillitos.

—Feliz San Valentín —le dijo mientras el mayor toma la bolsa entre sus manos. Se ruborizo y se avergonzó tanto que terminó agachándose para esconder su rostro al verlo abrir el regalo.

Hyunjin mira al pequeño esconderse y ocultar su bella cara con sus manitas en el suelo. Sonríe ligeramente por su ternura. Metió la mano dentro de la bolsa y sacó el contenido. Una bufanda de franjas negras y blancas.

—Gracias, Innie —dijo mientras se inclina para asomarse desde la litera hacia abajo.

Yang alzó el rostro y vio los ojos de su novio mirarle. Se ruborizo aun más, se levanta lentamente penoso con sus manos tomando de la bufanda que cuelga de su cuello, jugueteando con ella esperando que el mayor se diera cuenta.

Hyunjin sacó debajo de su almohada una pequeña bolsita y se la extendió. —No es mucho pero es...

—¡Me encanta! —le interrumpió con emoción mientras le arrebata el objeto. Al darse cuenta de lo eufórico que sonó se arrepintió la instante. Ríe avergonzado —Todo lo que sea de usted me encanta —se atreve a decir con sus deditos jugueteando con el regalo y su cuerpo balanceándose de un lado a otro.

Hyunjin sonríe y asiente. Sus manos acarician la suave bufanda tejida entre sus manos. La toma y la rodea en su cuello.

Jeongin se sentó al borde de la cama y abre la bolsa, encontrando un tierno y adorable peluche de una especie de zorro de color beige claro, con unos ojitos delgaditos y grandes orejas que lo hacen verse aún más adorable. Lo abraza contra su pecho sintiendo el suave pelaje como plumas acariciando su cuerpo.

—Hay algo más —le avisó Hwang.

El menor con confusión se asoma y ve una diadema con grande orejas, las mismas del zorro y además un llavero de una barra de chocolate con ojitos Kawaii. Con la diadema, la toma y se la viste con confusión —¿Es un zorro?

—Un zorro del desierto. Pareces uno —contesto simple. Aunque parece relajado, su corazón dio un vuelco alocado al verlo con aquellas tiernas orejitas entre su suave y esponjoso cabello. Tan tierno y tierno al punto que siente que su corazón va a explotar de tanta ternura. Fue Changbin quien le dijo que Jeongin parece un Zorro del Desierto, siempre lo había visto como un pequeño y lindo cachorrito, y eso es lo que había pensando en comprar pero Seo le aconsejo mejor.

Tuvo que visitar muchos negocios en varios centros comerciales para conseguir el peluche y aquello no fue suficiente, imaginar al menor como un bebé zorro fue suficiente para que buscara en Instagram algún negocio que se encargue de hacer diademas. Y de último, de vuelta a casa vio una maquinita de juegos que tiene como premio aquel llavero de chocolate que le recordó tanto a Jeongin, en ese instante sintió que debía ganarlo pase lo que pase y debido a ello después de clases pasaba una hora cada día perdiendo el tiempo hasta que por fin logró ganarlo. Los demás regalos los tiró o los regaló a cualquier niño que veía ya que no le interesaban.

Siente que todo su esfuerzo valió la pena. Siente que cumplió su misión de vida luego de verlo vistiendo aquellas orejitas mientras sostiene el peluche entre sus manos. Es una persona que desea atesorar con todo su corazón como si fuese más valioso que el oro.

—Falta una cola —penso seriamente en voz alta. Lo anotó mentalmente. ¿Dónde podrá conseguirle una colita al menor?

Jeongin esboza una sonrisilla. —Se ve embobado, ¿Tanto le gusta? —toca sus largas orejitas sintiendo la suavidad. —¿Quiere que vista esto cada vez que lo vea?

Sus palabras dejaron estupefacto por varios segundos al mayor quien negó —No lo hagas.

—¿Por qué? —fruncio el ceño tiernamente mientras se aproxima cortando un poco la distancia —Si a usted le gusta.

—Por eso —murmuro bajito apenado, bajando la vista.

Yang se inclina para buscar la mirada del mayor. —Lo usaré para usted siempre —confirmó y dicho esto, acortó la distancia para depositarle un besito en la punta de su nariz. Cuando recibe la mirada perpleja de su novio, no puede evitar reír como si hubiera cometido una travesura. —La última vez que nos besamos fue hace tres días, un buen novio no hace eso pero sé que es tímido así que está bien. Yo puedo besarlo, ¿Verdad?

—No soy tímido —refutó de inmediato. Sólo teme terminar asustando al menor por culpa de sus deseos e impulsos. Es muy lindo e inocente para su mente.

—Entonces demuestrelo —puchereteo.

Sinceramente se sintió un poco ofendido. Él no es tímido y no debería porque demostrarlo. Sólo lo está cuidando de él, no es porque no sea capaz.

Miró a los ojos al menor, sus oscuros orbes no apartandose de aquellas bolas de miel brillantes. Acunó las mejillas entre sus largos dedos y depositó un suave beso en aquellos labios. Se alejó ligeramente y ve aquellos ojitos cerrados con fuerza mientras su rostro se ha vuelto un tomate. Vuelve a besarlo pero está vez en la mejilla, luego en la otra mejilla y por último en su frente.

—No soy tímido —culminó.

—Solo jugaba —se excusó con una voz delgada y bajita. Abre lentamente sus ojos y se topa con la oscura mirada del mayor. Tan avergonzado quedó que simplemente recostó su cabeza en el hombro ajeno evitando su mirada pero haciendo crecer el contacto de sus cuerpos.

Hwang simplemente cubrió el cuerpo del menor entre sus brazos con suavidad. —Feliz San Valentín —le susurró al oído ocasionando que la piel del menor se erizara.

En ese instante, se dio cuenta de algo. Ambas bufandas son extremadamente parecidas. —¿Es un conjunto de pareja?

Jeongin niega divertido —¿Hasta ahora se da cuenta?







La luz brillante y resplandeciente del sol desvaneciéndose en el horizonte ciega su mirada. Su espalda recostada en el prado junto a un gran árbol. El sonido de risas, pisadas y voces ciernen el ambiente. Su cabello rubio desordenado cae en su frente y gran parte en el césped sin importar ensuciarse. Se acomoda de lado ya que la luz incomoda sus ojos.

Una tarde de Miércoles, luego de haberse trasnochado la noche anterior haciendo tareas y adelantando algunas, hoy luego de clases y de estar gran parte de su tiempo metido en la biblioteca, siendo las seis de la tarde decidió descansar un poco mientras aspira el aroma del fresco aire de afuera. Se lanzó al césped y lleva algunos minutos en ello ya.

Una de sus manos teniendo raspones en su palma por sostener una rama, la cual presiona y desliza en contra de su muñeca contraria, ocasionando leves heridas, su piel rojiza e irritada. Titubea más de una ocasión pensando en lo que sería si tuviera una tijera o cuchillo en vez de una simple rama que no sabe hacer su trabajo bien.

Suelta un pesado suspiro cansador mientras lágrimas silenciosas se deslizan por sus mejillas cayendo en el césped. Sus ojos fríos y vacíos, mostrando la nada misma. Lo había perdido todo, no había nada más que perder además de su miserable alma en pena que desea desaparecer.

—¿Qué estás haciendo? ¿Y mi tarea? —la dura voz de aquel matón lo sacó abruptamente de sus pensamientos.

Se sentó de golpe y tiró la rama mientras oculta sus muñecas y manos con las mangas del suéter.

—L-Lo hice, está listo —contestó torpe y cohibido. Con sus manos escondidas tras las mangas azules secó su rostro cabizbajo. Tan pequeño e indefenso escondido debajo del gran árbol, temblando y cerrándose a sí mismo.

—Me gustan los servicios rápidos —asiente y se sentó justo al lado de Felix apoyando su espalda contra el árbol.

El menor se tensó más no dijo palabra, solo se encorvo aún más y escondió sus manos por detrás de su espalda.

—Le diré a la cocinera que tienes prohibido entrar a la cocina —arrojó el azabache de pronto.

—¿Por qué? ¿Hice algo mal?

Seo dejó de mirar el cielo para enfocarse en los ojos del rubio, quien inmediatamente rompió el contacto visual. De forma imprevista se inclinó hacia el menor acortando la distancia de sus cuerpos y tomó el brazo ajeno alzándolo y bajando la manga demostrando su irritada piel llena de raspones.

—Debí sospecharlo, eres masoquista.

Felix frunce el ceño, atreviéndose a mirar la cara de aquel matón con sus ojos temblando. Desde que llegó, no se ha sentido más que invadido por aquel mayor. Le molesta que le persiga, le atociga, le haga cargar sus cosas y trabajar. Pero ahora que se meta con su privacidad, eso sí que no lo puede soportar.

—No es su problema —tensó los dientes con frustración.

—En vez de lloriquear por ahí deseando morir deberías hacer algo más productivo. Por ejemplo, buscar el perdón de Hyunjin y mi cuñado, ¿No crees? —arqueo una ceja mientras a la par, lo empuja soltándolo.

Felix se soba su bracito. —No lo merezco —contestó simple. —Personas como yo no lo merecen.

—¿Entonces te parece mejor sumergirte en la miseria y lastimarte? Eres un tonto, hiciste las cosas mal, lastimaste y casi se muere mi amigo, sin contar que eres un abusador y agresor. No mereces quedarte aquí, mereces ir y pedir perdón, suplicar y rogar si es necesario.

El rubio siente su labio inferior temblar debido al llanto que quiere escapar. Se sintió herido, siempre lo hiere con sus palabras duras y crueles. —Ya lo sé, sé todo eso. ¿¡Es necesario que me lo recuerdes!? ¡Ya es suficiente con que lo recuerde yo mismo! —sin evitarlo, rompió en llanto. Avergonzado le da la espalda e intenta levantarse para escapar y ocultarse, eso es lo único que se le ha dado bien los últimos días.

De pronto, un jalón en su mano, lo hizo caer hacia atrás, su trasero chocando contra el césped y su espalda con algo más duro. Unos brazos rodean su cuerpo impidiéndole escapar mientras siente un mentón apoyarse por encima de su cabellera. El sonido ligero y calmado de los latidos del corazón ajenos se mezclan con los suyos, descontrolados y al borde del colapso.

—S-Suéltame —intentó removerse para salir de su agarre.

En cambio, Changbin lo ignora y sólo ejerce presión sin llegar a lastimar al menor a quien tiene en contra de su pecho. Inhaló el aroma suavizante de lavanda de aquel brillante y sedoso cabello rubio.

—Te pelo huele jodidamente a nena, ¿Qué es lo que utilizas de shampoo?

En ese instante Felix se ofende y exclama molesto mientras llora —¿¡Nena!? ¿C-Cómo me dices algo así? Huele d-delicioso, e-es mi crema de c-cabello favorita.

—Oh...

—P-Pero a-ahora estoy en este miserable orfanato viejo y p-pobre. C-Cuando se g-gaste n-no podré comprar m-mas —reveló con dolor sollozando, se oculta su rostro. —Y-Y m-mis l-lápices de colores, c-cuando s-se gasten no tendré más... O-Odio l-la comida de a-aquí, m-mi mamá c-cocinaba más r-rico... Y-Y cuando dormía no escuchaba ronquidos, n-nunca esperé una fila para ir al baño, m-me sentí invadido cuando me bañé con otros, f-fue horrible... Y-Y... Y-Y... A-Alguien me robó mi m-maletín con mis c-cremitas... T-Tendré una piel fea y h-horrible... O-Odio aquí...

—¿Por qué no me dijiste que te robaron tu maletín con cremas?

—N-No te importa —contestó mientras sufre espasmos. Por alguna razón, encuentra consuelo en aquellos fuertes brazos que lo rodean, sintiendo una calidez extraña jamás sentida. Cerró los ojos deseando nunca tener que levantarse y enfrentar cara a cara la vida. Es el primer abrazo que recibe luego de que todos le abandonaran y su vida se fuera abajo, es la primera persona que se quedó a escuchar sus quejas y llantos a pesar de todo el mal que ha hecho.

—Si me importa, eres mi mascota. Nadie puede meterse con mis cosas sin salir ileso —sus palabras ocasionaron una ligera risa áspera en el menor. —Recuperaré tus cremas y tú te disculpas con mi familia, ¿Te parece?

Felix formó un lamentable puchero, cerrando los ojos con fuerza. ¿Tiene que enfrentarse a Jeongin? ¿Disculparse para ser repudiado e insultado? Por más amable que sea el menor, nunca será capaz de perdonarlo. No lo merece.

—E-Esta bien...

No puede esconderse por mucho tiempo, volviéndose en el sirviente de aquel insensible —tal vez no tanto— matón, no podrá evitar por mucho tiempo a quienes más desea evitar.












—Cuídate hoy.

—Si, abuela —depositando un sonoro beso en la mejilla de la mayor, se retiró mientras su bolso escolar cuelga encima de sus hombros.

Los días han pasado de manera inevitable y hace dos le tocó contar los hechos de su lado de la historia a unos oficiales, los cuales con amabilidad lo escucharon y anotaron. Realmente espera que este caso sea cerrado de manera justa.

Pero de entre todas las cosas, hay algo que le preocupa y aún no sabe cómo será resuelto.

El padre de Hyunjin, su suegro.

Un hombre que no le ha dado una buena primera impresión y que además si se pone a pensar en él, le desagrada de una sobremanera al punto de producirle náuseas. Quiere preguntarle a su novio qué sucederá con ese señor y su vida con él pero tiene miedo de hacerlo, que se moleste y le diga que no es de su incumbencia o peor aún, que se cierre a si mismo y no le hable. Hyunjin tiene tanta cara de aplicar la ley de hielo. Prefiere preservar la comodidad que tiene el mayor con él, por ello mismo calla sus dudas, preguntas y preocupaciones aunque se esté muriendo por decirlas en voz alta.

Todos los días le visita, durando largas horas junto a él. Se ha tenido que quedar en el hospital y lo hará por unos pocos días más, está recibiendo cuidados, rehabilitación y fisioterapia.

Al llegar, Jisung y Seungmin lo recibieron con amabilidad y atención. Y no solo ellos, también el salón entero el cual está al tanto de la situación.

Lo que más le sorprendió fue ver a Felix sentado en una esquina cabizbajo alejado de todos y de todo, como si estuviese aislado en su propio mundo.

—Desde el lunes viene a clase —le especificó Seungmin al darse cuenta que no le apartaba la mirada.

—¿Y es cierto que...? —a escuchado algo pero no está seguro.

—Si, fue trasladado a un orfanato, parece que de verdad su familia no lo quiere y le maltrataba. Sus padres irán a prisión algunos años —Jisung le contestó con cierto toque de pena y es que sinceramente Lee lo daba, bueno, anteriormente apellidado Lee.

Jeongin asiente ligeramente. En parte se siente un poco mal, pero la molestia y el odio aún emergen de su corazón. No puede perdonarlo y menos cuando escuchó de parte de los oficiales que Felix reveló haber leído su diario en secreto y le contó a Jooyeon como una manera desesperada de salvarse de sus abusos. No importa si Jooyeon lo hubiese apuñalado mil veces, nunca le hubiera contado el secreto de Hwang y si debía morir, llevaría el secreto a la tumba. Esa es la diferencia de ambos, Felix ha sido cobarde, egoísta y lleno de unos celos abusivos.

¿Cómo puede perdonarlo?


Mientras se dirigía hacia su asiento, no pudo evitar notar que un compañero de clase empujó a propósito al rubio sentado y tomó sus cuadernos para lanzarlos contra el suelo. Se disculpó con una falsa pena obvia y lo dejó. Felix no dijo nada y solo se puso de cuclillas para recoger sus cosas del suelo.

Mientras se levantaba, de manera accidental hicieron contacto visual y en vez de recibir una mirada llena de odio o rencor cómo está acostumbrado, simplemente vislumbró una especie de miedo y vergüenza.

Felix agachó el rostro de inmediato como si quisiese ocultarse a si mismo. Regresó a su asiento y recostó su cabeza contra la mesa cubriéndose con sus brazos.

Es la primera vez que ve a este Felix. ¿Por qué ha cambiado tanto y otra vez?

De quererlo pasó a tenerle miedo, luego a odiarlo y ahora ¿A sentir pena? ¿Se puede cambiar de parecer tantas veces el sentimiento hacia una persona?

No quiere pensar en él ni volver a hablar con él.

Pasaron las primeras horas de manera pacífica y por primera vez, el sonido del timbre indicando el recreo no le causó miedo. No está Jooyeon, no está Jake y Felix ya no hará nada.

—¿Vienes con nosotros? —la pregunta de Jisung tan amable e interesado le sorprendió al principio. Su mirada expectante indica que quiere que confirme. Hace sólo una semana tenía miedo y parecía disconforme pero ahora, ha cambiado.

Esbozo una sonrisa y asintió. —Si, vamos.

Con el delegado a su lado derecho y su mejor amigo a su lado izquierdo, caminaron por el pasillo hacia la cafetería. Se sirvieron y se sentaron a comer.

—Buenas, buenas —Minho se sentó en frente de ellos, enviando una mirada para nada discreta a Han quien se ruborizó y desvió la mirada, acción que causó confusión a nuestro pequeño protagonista.

—¿Cómo ha estado Hyung? Llevo días que no le veo —saludó Innie amable. Desde que le llevó a ver a Hyunjin para revelarle la verdad no le ha visto.

El moreno se encoge de hombros —Los hospitales no son lo mío, no me gustan.

—Pensé que había causado un disturbio la última vez que fue y por eso le prohibieron la entrada —comentó el delegado con confusión.

Su relato dejó perplejo a Yang —¿¡Cómo!?

—Supongo que soy inolvidable y especial —asume con simpleza demostrando ego y supremacía.

Jeongin se ríe. Minho sin duda es muy especial.

De pronto, para interrumpirlos apareció Changbin sentándose con relajo y tranquilidad como si nada pero el problema no es él sino a quien trae arrastrado obligando a sentarse a su lado. Es Felix cabizbajo sin atreverse a alzar la mirada, temblando de los nervios y el miedo.

No sabe que es más raro, verlo de esta forma, que se siente delante de él o que sea Bin quien lo haya traído.

—El pollo quiere decirte algo —reveló aquel azabache mientras come de sus fideos con calma.

El rubio se levantó de inmediato y se detuvo justo al lado del castaño para caer de rodillas contra el suelo.

—Lo lamento, lamento todo lo que he hecho. Prometo no volver a hacer algo así y ser responsable de mis acciones. No volveré a dañar a nadie más en mi vida. Prometo ser mejor y m-merecer vivir aunque en realidad n-no lo merezca... —murmuró lo último en un hilo de voz tembloroso. Seca de manera brusca las lágrimas traicioneras que se escaparon sin su consentimiento. —N-No espero que me perdones, n-no lo merezco. S-Solo... Permíteme disculparme por e-el resto de mi vida... L-Lo siento.

Sus palabras llenaron de tensión la mesa, con los presentes quienes miran a Yang esperando con curiosidad una respuesta de parte de él.

Por varios segundos se sumergieron en un silencio sepulcral que llenó de terror y ansiedad el corazón del rubio.

—No te perdono —contestó simple y con un toque de frialdad que es sorprendente para alguien tan dulce y tierno.

Desde que vio la vida de Hyunjin queriendo desvanecerse delante de si, se prometió cambiar, ser más fuerte y capaz. No puede seguir siendo el mismo pequeño y dócil Jeongin. No perdonará fácilmente a quienes le hayan dañado y no permitirá que algo así vuelva a ocurrir en su vida.

—Puedes disculparte toda la vida pero no es seguro que te vaya a perdonar, sigue tu vida y no pierdas el tiempo conmigo —culminó con seriedad enviando una última mirada a quien alguna vez fue su mejor amigo y más grande confidente. La confianza está dañada, es imposible que vuelvan a ser los mismos de antes.

Tomó sus palillos y siguió comiendo ignorando al muchacho que sigue arrodillado a su lado.

Felix perduró en su misma posición por varios minutos que hicieron sentir incómodos a los miembros de la mesa, eso hasta que creyó que era suficiente. Se levantó lentamente y tomó de su bandeja de comida para retirarse con una reverencia.

Desde el incidente, absolutamente todos le han repelido como si fuese una plaga que no merece respirar su mismo aire. Pasando entre estudiantes que le miran con frialdad y susurran entre ellos se escondió entre lo más remoto y oculto de la escuela para poder comer.

—¿Desde cuándo es cercano a Felix? —se atrevió a cuestionar el castaño al azabache de enfrente.

—No somos cercanos.

—¿Seguro? —Seungmin frunció el ceño —E escuchado que hablan de cómo ha llegado con él a la escuela.

Jeongin se sorprende ante tal dato. En cambio, Seo simplemente lo tomó con relajo.

—Estamos en el mismo orfanato y lo he tomado como mi sirviente personal.

—¿Entonces lo está cuidando? —Yang tal vez fue muy perspicaz al pensar de aquella forma.

Bin soltó un suspiro cansador. —Es patético y tiene una vida patética, solo porque ha hecho mal no merece que otras personas le hagan mal. Míralo, si lo vez bien, te darás cuenta que arruinó su vida por los próximos años. No tiene nada y no tendrá nada. Solo actúo según mi criterio personal.

—¿Aún cuando Hyunjin-hyung estuvo a punto de morir por su culpa?

—Por esa razón es mi sirviente, le haré pasar un mal rato. No podrá librarse de mi pero tampoco seré inhumano.

—Simplemente será Changbin —asintió Yang entendiendo.

Es amable, es mucho más amable y empático de lo que alguna vez pensó que era. Cada día que los conoce, más se da cuenta de lo erróneos que han sido los rumores sobre ellos. Si bien, tienen acciones un tanto cuestionables, en realidad, no tocan a una buena persona, sus puños son para los malos y son aquellos malos quienes han inventado tantas historias de ellos.

El día pasó de lo más tranquilo y normal sin disturbios. Fue cómodo pero sería mucho más cómodo si Hyunjin estuviera a su lado. Cuando terminó la clase, decidió dirigirse al Hospital para visitarlo un poco antes de ir a casa. Le escribió un mensaje a su abuela avisándole para que no se preocupe.

Llegó al lugar y en el momento que abrió la puerta escuchó palabras y voces. Se sorprendió al oír la voz de su abuela incluida.

—¿Abuela? —se atrevió a cuestionar una vez entró.

No se dio cuenta que el ambiente era tan tenso y extraño hasta ese instante. Como si hubiese un espeso humo imaginario cerniendose alrededor de ambos.

La mirada seria de su novio tanto como de Nayeon, hicieron que sintiera un mal sabor en la boca y peor aún, que hayan callado tan repentinamente una vez hizo aparición.

—¿Qué Sucede? ¿De qué hablaban? —se adentró unos pasos con confusión.

Ella cambio su expresión a una afable. —Solo vine a visitarlo, sabía que vendrías luego de la escuela —contestó simple como si no fuera nada irregular. —Los dejaré a los dos y luego nos vamos juntos a casa, ¿Si? —se acercó a su pequeño y le depositó un beso en la frente.

Es raro, no quiere creer que lo es. Pero la mirada de su abuela es extraña, aún cuando le sonríe parece sentir pena.

Ella se retiró y los dejó a ambos en la habitación. Solos. Pero Yang no se siente cómodo.

—¿Sucede algo? —volvió a cuestionar mientras se acerca a la cama de su novio en donde se encuentra sentado.

—No es nada, solo hablábamos. Tu abuela es muy buena —contestó con calma. Extiende su mano y acaricia las hebras de cabello del menor echándolas hacia atrás con suavidad. —¿Cómo te fue en la escuela?

Jeongin formó un puchero. Sintió que de alguna forma el mayor evitó el tema y lo cambió por completo a propósito.

—Bien, todo está bien. Todos me han tratado muy bien y bonito —explicó mientras juega con la tela de su suéter. —Incluso Felix se ha disculpado pero no le perdoné. ¿Usted le perdona?

—Le guardaré rencor si tú le guardas rencor, le perdonaré si tú le personas y me vengaré si quieres vengarte de él.

—¿Vengarme? No, claro que no. Eso es malo —apresuró a negar alarmado —No haga nada de eso, solo... Esta bien como estamos así, no necesito hablar con él ni verlo. Solo quiero vivir cómodo junto a usted y no separarme nunca, nunca. Solo necesito estar a su lado, no quiero que haga nada más.

Al pronunciar aquellas palabras genuinas y completamente honestas, sabía que obtendría una reacción pero no pensó que sería esa clase de reacción. La mano de su amado que le acariciaba el pelo se detuvo, lo sintió tensarse más no dijo nada sobre ello.

—Puedes vivir cómodo estando o no junto a mi.

No quería recibir esa clase de respuesta, realmente no lo deseó en ese momento que solo quería ser mimado y tranquilizado por el mayor. Todo es paranoia de él, no está sucediendo nada más.

—Estando con usted puedo vivir cómodo, si no está no estaré cómodo nunca —insistió sin poder evitarlo, sonando más necesitado y dependiente de lo esperado. Es su primer novio, claro que quiere ser feliz y disfrutar de su noviazgo, Hyunjin debe entenderlo. Prometió estar a su lado pase lo que pase.

—Ya no está Jooyeon, no es necesario necesitarme tanto. Eres capaz tanto como cualquiera, puedes hacerlo.

Sus palabras le confundieron aún más. —¿Hacer qué?

No respondió.









¿Hacer qué?
¿Qué es lo que le oculta Hyunjin?
¿Después de tanto no serán felices?
¿Felix logrará estar en paz consigo mismo alguna vez?








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