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Prólogo.

Hola, mi nombre es Yukito Yukihira. Estudio mi segundo año en la universidad de Kioto, en la carrera de ciencias puras y aplicadas, y tengo una novia muy hermosa desde mi época de preparatoria.

Su nombre es Haruka Azusagawa. Una chica linda de cabellera negra la cual se extiende hasta la zona media de su espalda y que posee un físico realmente admirable. También cabe resaltar que es una de las estudiantes más prometedoras de nuestra generación. Desde que la conocí nunca ha bajado del top 5 de los mejores promedios en cada materia. Incluso ahora sigue manteniendo esa racha.

En resumen, Haruka es el tipo de mujer que está destinada al éxito tanto por físico, apariencia, etc. Como por su realmente basta inteligencia que haría palidecer a cualquier mortal sin la materia gris suficiente como para entenderla al hablar. O eso quisiese decir si ella realmente fuese del tipo de persona que conversa con otros y tiene amigos.

Déjenme explicarlo. Ella tiene un minúsculo problema el cual es... su falta de expresividad y amabilidad hacia el resto. También su poca comunicación y nula sociabilidad debido a que, a palabras suyas, "No es eficiente perder el tiempo con personas que no traen ningún aporte a ningún aspecto de mi vida".

Dime, con esa clase de pensamientos y forma de ser ¿Quién osaría siquiera acercársele? Bueno... pues aquí levanta la mano el idiota que la tiene como novia.

¡Sí! ¡Yo! ¡Un mero chico común obtuvo a esa hermosa mujer como pareja! Muchos deben de estarse preguntando "Entonces... ¿Solo quieres presumirnos tu suerte, maldito bastardo?" Y la respuesta es más complicada de lo que creen.

Antes de comenzar a explicar el por qué de todo este contexto respecto a mi vida amorosa, debo comentarles un detalle importante.

Las personas, o muchas de ellas, tienden a formar vínculos afectivos con el objetivo de conseguir eso mismo, afecto, o cierto reconocimiento de los demás a raíz de una inseguridad respecto a la propia persona por falta de cariño. Varios más tienden a buscar estatus al conseguir como pareja a personas de peso en instituciones. Como a nuestra edad somos meros estudiantes, solo se puede apuntar a las chicas populares, las más hermosas del curso o, si de plano estás loco, a la directora o maestras de la escuela.

Preferí ir a la segunda opción aunque la tercera lucía realmente tentadora.

Y lo que me motivó a dar un paso adelante en el objetivo de conseguir ese tipo de vínculo amoroso con Haruka fue... ¡Una maldita y exagerada cantidad de falta de amor propio! Sí, no temo admitir la cruz que me tocó cargar.

Yo nací en un círculo familiar donde la mayoría de atención, afecto y amor fue transmitido a mi hermana menor. Los hermanos mayores poco o nada importan cuando estos tienen la edad suficiente como para valerse por sí mismos.

Sinceramente, a veces, me siento falto de reconocimiento.

Cuando logré entrar en el top 20 de promedios en la secundaria fui épicamente ignorado por mis padres a consecuencia de que mi hermana, de nombre Rena Yukihira, no reprobó ninguna materia. Para ellos, Rena era quien merecía ser festejada por aquella "Hazaña". Yo me limité a festejar solo mi propio esfuerzo sin recibir ni una pizca de reconocimiento, siendo esto ya cosa de todos los días.

¿Ya ven hacia dónde se dirige la cosa? Nunca he sido considerado un orgullo o alguien digno de enorgullecer a quienes me rodean. Y... yo estoy bien con eso.

No le guardo rencor a mis padres o a Rena. Sé que no eliges a los hijos y tampoco está mal tener favoritos. Pero eso causó en mí un severo complejo de inferioridad ante cualquier persona que se me comparara.

Y, entrado a los 15 años, durante mi primer año de preparatoria, surgió en mí una solución a ese problema.

Conseguir una novia, efectivamente.

Alguien que me diera el amor que no tuve de mis padres.

Que me felicitara cuando hiciese algo bien.

Que me mime y dé abrazos.

También una acompañante en esta vida a la cual pueda confiarle todos mis más profundos y sinceros sentimientos sin que estos sean menospreciados o de plano ignorados.

En resumen. ¡ESTABA NECESITADO DE ATENCIÓN Y AMOR! ¡NO ME JUZGUEN! ¡INCLUSO NOSOTROS LOS HOMBRES REQUERIMOS AMOR PERO LOS MALDITOS ESTEREOTIPOS DE LA SOCIEDAD NOS IMPIDE EXPRESARLO PORQUE SEGÚN DEBEMOS SER MACHOS INEXPRESIVOS QUE NO SE QUEJAN DEL DOLOR! ¡MUCHO MENOS DEL EMOCIONAL!

Esa idea permaneció en mi cabeza durante la mitad de mi primer año de clases, la cual pasé sin pena ni gloria. Y donde casi ninguna persona siquiera recordaba mi nombre.

En pocas palabras, el pizarrón del salón tenía más presencia que yo.

Hasta que por fin decidí movilizarme y actuar.

Fue ahí donde se me ocurrió la maravillosa idea de confesarme a la chica más inalcanzable de todo el curso.

Exacto, me refiero a Haruka.

¿Por qué? La verdad ni siquiera yo lo sé. Un día solo pensé en que sería lindo ser novio de tan misteriosa, al igual que perfecta, persona y sucedió.

Durante una tarde de otoño, mientras las hojas de los árboles caían, me la encontré en la parte trasera de los salones, comiendo su desayuno.

No me malentiendan. No la seguía ni nada que un acosador haría. Fue mera coincidencia. Yo solo fui a tirar algunos residuos que el conserje no pudo cargar porque sufría dolor de espalda. Para mi es difícil negarme a ayudar a la gente que en verdad requiere apoyo. Supongo que por ese motivo hay gente que se ha aprovechado de esa nobleza. No obstante, mientras no perjudique a otros o a mi, no hay problema. Es de las ventajas de tener tanto tiempo libre y que no haya nadie en casa que te recibe con un "¡Bienvenido, Yukito!". Mi punto es que no tenía la urgencia de llegar a casa ni otros compromisos que impidieran echarles una mano a los necesitados.

¿De acuerdo? Bien, entonces prosigo.

Como les dije antes, me la encontré.

Ella y yo habíamos cruzado palabra en diferentes ocasiones. Obviamente no sobrepasábamos los 10 segundos de conversación pero ¡Hey! Al menos puedo decir que he llegado más lejos que muchos, a los cuales simplemente ignora o de plano les tiraba una mirada repleta de desprecio y asco.

En fin, continuando.

Habiéndomela topado en dicho sitio, mi mente se formuló un reverendo argumento para hacerlo ahí y ahora.

"¡Vamos Yukito! ¡Confiésale tus sentimientos! Si te rechaza al menos serás conocido como el idiota que se le declaró a una chica que ni siquiera conoce su nombre. No hay mala popularidad. Aunque probablemente sufras burlas. Sin embargo, por lo menos sabrán que existes".

¿Ven? ¿Cómo ir en contra de tan bien estructurado argumento? A veces tengo unas ideas muy buenas.

Tiré las bolsas de basura al enorme contenedor y le eché gel antibacterial a mis manos. No sé qué cosas almacena ese enorme cubo de metal oxidado.

Me alejé de ahí y respiré hondo, caminando hacia Haruka.

Mentalmente repetía las palabras que diría. Aunque estaba seguro de que, tan pronto recibiera esa mirada fría, cualquier cosa que planeara en mi cabeza se esfumaría y me convertiría en un manojo de nervios incapaz de hilar dos palabras seguidas.

¿Y qué creen? Tuve toda la maldita razón.

Cuando la llamé por su nombre ella levantó la cabeza ligeramente, sus ojos fríos y rostro inexpresivo contactaron con los míos y todo se volvió oscuro para mí.

-H-Haruka. Y-Yo...-.

Les dije. No podía hilar ni siquiera dos palabras sin tartamudear.

Ella agudizó la vista, a espera de lo que diría.

Tragué saliva. Es increíble lo mucho que estoy sudando ahora. Siento que se desliza por mi espalda, frente y otras zonas que prefiero no especificar.

Rápidamente me incliné ante ella, pegando las manos a los costados de mis piernas y tirando toda la parte superior de mi cuerpo en un ángulo de 90 grados.

-¡Me gustas! ¡Por favor sal conmigo!-.

Sí. Este cobarde don nadie le expresó sus sentimientos a la reina de hielo. No confundir con cierta chica de novelas ligeras llamada "Yukino".

Cerré los ojos y mis párpados presionaban para impedir que estos se abrieran.

Los segundos transcurrían en silencio sin respuesta alguna.

Los oídos me zumbaban. Si ella respondió o si se fue no lo escuché. La única forma de asegurarme era despegando los párpados, cosa que hice tan pronto la vergüenza se esfumó de mí.

Mis ojos chocaron con los suyos, los cuales, como siempre, no mostraban ninguna señal de vida.

¿Será que no soy merecedor de una respuesta y está esperando a que me largue porque invado su espacio personal?

Retomé la postura recta de mi espalda, preparado para salir corriendo, aceptando el rechazo de antemano. Sin embargo, una voz seca y neutra se produjo enfrente mío.

-Acepto. Sería interesante-.

Limitó su contestación a esas tres palabras.

-¿E-Eh?-.

Me limpié los oídos.

-Disculpa. Creo que no escuché bien. ¿Lo repetirías?-.

Le pedí amablemente. Incrédulo ante lo que creí oír.

-Dije que acepto salir contigo-.

El color de mi piel cambió a un tono rojizo, aún mayor al de antes de confesármele.

-¡¿A-Aceptas?!-.

-Sí. Estoy a tu cuidado a partir de hoy, Yukito-.

La reina de hielo conoce mi nombre...

Ella, al darme esa respuesta, cerró su bento y agradeció por la comida. Tras esto se retiró de ahí mientras yo seguía estático, sin moverme de mi lugar.

Después de que se alejó, dejándome solo, todo se volvió oscuro para mí.

Solo recuerdo que, cuando recobré la consciencia, la campana de salida sonó. ¿Cómo demonios llegué al salón? No tengo ni idea.

Abandoné la institución, caminando sin rumbo e ignorando el bullicio que me rodeaba.

No caía en cuenta de que, esa propuesta sin esperanza de ser aceptada y hecha solo por la anécdota, trajo consigo a una hermosa novia para este idiota.

Llegué, quién sabe cómo, a mi casa.

Siendo la costumbre de todos los días, nadie me recibió.

Subí a mi habitación y entré sin siquiera avisar de mi presencia allá. Tiré la mochila al pie de la cama y me lancé al colchón, boca abajo.

-¿Qué mierda acaba de suceder?-.

Esa pregunta fue hecha al aire a duras penas por la presión entre mi rostro y la almohada.

-Ella aceptó... ¿Cierto? ¿No escuché mal? ¿No fue producto de mi imaginación? Si voy mañana y le pregunto su respuesta seguirá siendo la misma ¿Correcto? No se tratará de un efecto Manuela o como sea que se llame ¿Verdad?-.

Volteé mi cuerpo cual carne de hamburguesa y observé atentamente el techo blanco de mi cuarto.

-Yukito... ¿Somos populares?-.

Hablé en tercera persona. Mi emoción era mayúscula.

¡Por fin conseguí una novia!

¡Al fin recibiré ese amor que tanto he deseado!

¡No puedo esperar para dar mi primer beso e ir a mi primera cita!

¡Estoy que no quepo de la alegría!

O eso se suponía que pasaría...

Después de aproximadamente 4 años de relación, nos encontramos aquí.

Haruka está enfrente mío, mirándome fijamente como la primera vez en que nos conocimos.

Yo estoy de pie ante ella, buscando el modo de comunicarle mis pensamientos.

Apreté los puños y tensé mis músculos.

Estoy aquí con ella en la parte trasera de la universidad en la que estudiamos, parecido a cuando me le confesé en preparatoria.

Muchos sentimientos encontrados queriendo salir al exterior.

Nerviosismo.

Ritmo cardíaco acelerado.

Sudoración excesiva.

Se preguntarán ¿Por qué estaba en tal estado?

Bueno, resulta que la cité aquí mismo, donde ningún alma nos encontraría, para...

-Haruka, quiero que terminemos nuestra relación-.

Para terminar con ella...

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