Capítulo 8. Haruka Asuzagawa.
-¡Me gustas! ¡Por favor sal conmigo!-.
Ese pedido nacido por una vergüenza, miedo y desesperación fue dirigido a mi persona cuando me hallaba tranquila consumiendo mis alimentos en total relajación, siendo ese uno de los placeres que más disfruto.
Previo a dicha propuesta, él, a quien no logró reconocer debido al breve periodo de tiempo entre su reverencia y la mirada que le dirigí cuando estuvimos cara a cara, me llamó, cosa que fue sorprendente debido a que, si bien soy consciente de la fama que acarrea a mi persona, muy pocas personas se atreverían a dirigirme la palabra por mi personalidad, mucho menos lo harían de una forma tan informal al llamarme por mi nombre. He de admitir que ese detalle captó mi atención e hizo que atendiera a su llamado. En una situación normal, solamente le hubiese respondido sin siquiera voltear a su dirección.
"Interesante...".
No era capaz de frenar esa palabra dentro de mi subconsciente.
Genuinamente en sujeto del sexo masculino a mis narices era interesante.
Por primera vez deseaba ver a la cara a tan descarado y directo individuo que se me confesó. Sin embargo, él todavía miraba al suelo con la mano estirada y temblando.
Fue ahí donde recordé sus palabras...
"Cierto... él se me acaba de declarar".
Eso explicaba porque permanecía en silencio e inerte. No he contestado a su propuesta, por ende, cree que su responsabilidad es aguardar calmo y sin emitir sonido alguno hasta que sus sentimientos sean correspondidos o rechazados.
Por razones obvias, la respuesta más eficiente sería un fulminante no, para que de ese modo le dé un cierre a sus emociones y no crear falsas esperanzas que acarreen problemas en el futuro debido a no concluir de manera satisfactoria este asunto.
Cuando estaba a punto de hablar, cuando mis labios se despegaron para emitir una única palabra compuesta por dos letras, él me miró de reojo y rápidamente se regresó al suelo, como si sintiera curiosidad por la larga pausa al contestarle.
Fue un breve segundo. Tan breve que incluso podría cuestionarme si en verdad aquello sucedió.
Pero... pude ver sus ojos. Un par de ojos sinceros que no guardaban nada detrás de ellos. Eran tan fáciles de leer, demasiado sencillo comprender lo que cruzaba por la mente del dueño de aquellos globos oculares.
En ese instante tuve la sensación de que mi ritmo cardiaco comenzaba a comportarse de manera irregular.
Posé la palma sobre mi pecho. Todo estaba normal.
"¿Qué fue eso?".
Inevitablemente me lo cuestioné.
Me fijé a detalle en cada rasgo visible sobre este intrigante individuo.
Su uniforme indicaba que nos encontrábamos en el mismo grado escolar.
Su cabello, aunque ligeramente desaliñado, se inclinaba a la derecha de forma delicada.
Su físico era... común por no decir menos.
Sus manos estaban llenas de callos y enrojecidas. Probablemente acababa de realizar una tarea que requiriera de un esfuerzo físico y el empalamiento de las manos.
Lucía tal cual como el Perfecto estereotipo de un japonés común, de esos que fácilmente te puedes topar en las calles una tarde cualquiera. Nada resaltaba de él, era lo más básico entre lo básico, como un diseño por defecto en un personaje de fondo.
No obstante, por alguna razón que no logro comprender, reconozco su silueta, por lo menos de la cintura para abajo.
Yo, quien siempre mantengo la mirada abajo para leer mis libros, sin prestar atención a lo que me rodea y quienes me rodean, solamente logro observar esa parte de las personas que se acercan a mi campo de visión.
Su voz resonó nuevamente en mi cabeza y yo trataba de asociarla a alguien en concreto.
"¿Quién es? ¿Por qué su voz me es tan familiar?".
Me cuestionaba.
Tenía cierto sentimiento de familiaridad con su voz, el tono de la misma y la forma de emitir un mensaje que posee.
De repente, los párpados que presionaban sus ojos se relajaron, abriéndolos nuevamente.
Recuperó su postura lentamente y pude verlo de frente, tal y como deseaba segundos antes.
Su expresión era complicada. Era una combinación entre nerviosismo, ansiedad y resignación.
Una luz tenue que provenía de su espalda lo iluminó. El viento sopló delicadamente y tanto su corbata como su cabello se movieron en el sentido de la corriente de aire.
Fue ahí donde lo reconocí.
"Yukito Yukihira...".
Aquel chico que era un completo misterio.
Participaba en todas las actividades del aula.
Ayudaba en absolutamente todo asunto, llámese festivales o entrega de trabajos al profesor en su oficina.
Cada mañana, era el primero en llegar después de mi, lo cual nos llevaba a breves saludos de "Buen día" que no pasaban de ahí y seguido de esto limpiaba él aula, como si fuese su responsabilidad.
En cada buen acto en el que él ha sido inmiscuido, yo estuve presente por causalidad, mirándolo de reojo. Era la única persona a la cual veía, así sea por breves segundos. Mientras lo hacia, una pregunta abordaba mi cabeza...
"¿Por qué haces algo tan inútil por los demás?".
Y esa pregunta se originaba porque... jamás vi que le dieran las gracias.
A pesar de sus esfuerzos de encajar en el aula, su presencia en la misma era inexistente.
Era un ente que solamente existía en el mismo plano que muchos otros pero que no era visto ni considerado. Justo como yo... con el detalle de que, a diferencia de Yukihira, yo no tenía ni la más mínima intención de encajar con el resto.
¿Por qué esforzarse en algo que debe suceder de manera natural?
"¿Por qué permitir que las personas tengan relevancia en tu vida...? Solo les das armas para hacerte daño...".
No lo entendía.
A pesar de los múltiples esfuerzos por encajar que han finalizado siempre en rechazos de los demás, seguía dibujando una sonrisa en su rostro y levantaba la mano para ayudar a quien lo necesitara.
¿Eso era suficiente para él? ¿Qué beneficio obtenía de todo esto?
"No haces actos buenos esperando una recompensa. Los haces porque es lo correcto...".
Aquella frase dicha por mi padre respondió mis dudas, como si lo hubiese invocado.
Mis ojos apagados brillaron de forma tenue, o eso quisiera decir porque sinceramente desconozco qué efecto tendría eso en mi o si siquiera sería apreciable, llegué a la siguiente conclusión...
"Yukito Yukihira... eres un ser intrigante...".
¿Quė ventajas o desventajas habrían al relacionarme con alguien como él? Lo desconocía. Siendo ese el caso no consideraría siquiera aceptar su propuesta ante el misterioso futuro.
Sin embargo... mi razón fue superada por una emoción completamente nueva para mí.
Ya no era solo curiosidad.
"¿Hmm? ¿Arritmia cardiaca?".
Interrogué mentalmente y posé la mano en el pecho nuevamente.
Nada, sin resultados anormales.
Era extraño.
"El amor es un veneno que solo pudre nuestros corazones y limita tus capacidades...".
"El amor es un sentimiento que cuando es puro y verdadero puede ayudarte a alcanzar todo tu potencial...".
Dos frases sobre el amor que distaban en demasía una de la otra. La primera dicha por mi madre, la segunda, con un enfoque más positivo, emitida por mi padre.
¿A quién creerle? ¿Siquiera esta propuesta tan informal sería capaz de transformarse en amor?
Yo no sé qué es el amor. No sė cómo se siente. No hay ningún libro y/o estudio que detalle con exactitud una emoción. Solo conozco las sustancias químicas que al liberarse dan esa sensación. Todo es un proceso químico, no entiendo como tal proceso químico podría influir en mi potencial y capacidades.
Pero... quiero averiguar qué enfoque es el correcto.
Un experimento...
Decidida y segura del camino a tomar. Le respondí.
-Acepto. Sería interesante-.
Limité mi contestación a esas tres palabras.
-¿E-Eh?-.
Ese breve sonido/balbuceo salió ante mi contestación, repleto de incredulidad.
-Disculpa. Creo que no escuché bien. ¿Lo repetirías?-.
Me pidió amablemente. Quizás no fui muy clara con mi respuesta.
-Dije que acepto salir contigo-.
Reafirmé para no dejar lugar a dudas.
Pude notar como su color de piel se ruborizó de un segundo a otro. Una reacción extraña cuanto menos.
-¡¿A-Aceptas?!-.
Preguntó. Comienzos a cuestionarme si es sordo o mi voz es muy baja.
-Sí. Estoy a tu cuidado a partir de hoy, Yukito-.
Respondí por tercera vez, llamándole por su nombre como hizo con el mío antes de confesarme sus sentimientos.
"Humm se siente bien por alguna razón...".
Pensé.
Él continuaba pasmado.
Me limité a cerrar mi bento.
-Gracias por la comida...-.
Susurré y me puse de pie, retirándome de ahí.
Cuando estuve a la suficiente distancia, volteé de reojo, del mismo modo en el que siempre lo he visto.
Cuando lo hice, Yukito sonrió ampliamente y un par de lágrimas se deslizaron por su mejilla.
Eso me sorprendió.
A la distancia pude escuchar un "Gracias" mientras inclinaba la cabeza y su frente chocaba con la pared.
Eso alborotó mi corazón nuevamente. Creo que sería buena idea ir al médico.
"¿Arritmia otra vez?".
Cuestioné.
Las horas pasaron. Estuvimos en clase sin dirigirnos la palabra. Necesitaba un tiempo para asimilar lo que acababa de suceder.
Acepté ser novia de un "don nadie" sin impedimentos ni peros por un experimento que me beneficiaría en... ¿En qué?.
No lo sé...
Pero... ¿Por qué me siento tan emocionada?
Cuando la hora de la salida llegó, como todos los días, mi padre se estacionó en la entrada del instituto para llevarme a su casa. Como ya era la costumbre.
Yo me senté en la segunda cabina, mirando a la ventana.
-¿Sucedió algo bueno?-.
Preguntó mi padre.
Esto me extrañó.
-¿Por qué preguntas?-.
Cuestioné.
Él me vio desde el retrovisor.
Nuestras miradas chocaron.
-Porque no has dejado de sonreír desde que subiste, Haruka-.
Respondió.
Me miré en el reflejo del cristal de la ventana y una sonrisa diminuta y temblorosa se encontraba dibujada en mis labios.
Mis mejillas y orejas se sonrojaron.
Sentía mucho calor en el rostro.
No entendía a qué se debía.
Hoy más que nunca me di cuenta qué hay muchas cosas que no entiendo.
Solo agaché la cabeza y guardé silencio.
Papá no insistió y regresó la atención al camino.
Tras unos minutos llegamos a casa.
Yo subí a mi habitación y, como era costumbre, me senté en mi escritorio y saqué mis cuadernos para hacer tarea. Entre más pronto fuese realizada, más tiempo habría para estudiar los temas futuros. Es la manera más eficiente de ser estudiante.
Al abrir mi cuaderno y proponerme escribir...
"Gracias...".
El agradecimiento de Yukito se repitió en mi cabeza.
"Porque no has dejado de sonreír desde que subiste, Haruka".
La observación de mi padre también.
Me sonrojé por segunda ocasión.
-¿Qué es lo que me pasa...?-.
Estaba confusa.
-¿Qué se hace en un noviazgo...?-.
Cuestioné.
Dejé lo que estaba haciendo y busqué en internet.
Y mientras más leía, más apuntaba. Pero la mayoría de las cosas que hacen las parejas... me avergonzaba mucho, así que lo descarté, quedándome con lo que podría manejar.
"Quizás sería buena idea... hacer un horario, de ese modo podríamos pasar tiempo juntos sin comprometer nuestros estudios".
Fue mi pensar.
Rápidamente tomé mi ordenador y redacté un horario en el que se planificaba las actividades que haríamos.
También hice un contrato para que de ese modo todo saliera bien.
En mi mente, eso era ideal.
Pasé horas haciendo aquello. No me di cuenta de que mi hora de dormir se había pasado hasta que finalicé los documentos.
-Supongo que me emocioné demasiado...-.
Expresé, mirando mi reloj.
Cerré la carpeta y la guardé en mi mochila.
Me acosté en cama y pensé...
"Espero que le guste...".
No sé si sonreía o no, pero... tuve la misma sensación que antes de ser interrumpida por mi padre en el auto.
-Un experimento... ¿Cierto?-.
Quise confirmar antes de cerrar los ojos y dormir.
En mis sueños, la imagen de mi madre y padre apareció.
Yo era solamente una niña y me asomaba por la puerta, espiándolos.
Mi padre lucía agotado pero él sonreía y repetía una frase cada vez que mamá se iba a su trabajo, dejándonos solos. Una que jamás podré olvidar.
"Tal vez mañana... sea diferente...".
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