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Capítulo 7. ¿Podría ser yo...?

La tarde había caído en la ciudad, el cielo se teñía de color ámbar y los escasos rayos del mismo en su ocaso iluminaban débilmente los alrededores, antecediendo a la oscura noche que se avecinaba en tan solo unos pocos minutos.

Los automóviles pasaban cada vez menos y las farolas al costado de las calles se encendían una a una.

Al borde del camino, en la acera, tres jóvenes estudiantes de universidad avanzaban con tranquilidad, a excepción de cierta chica enérgica y animada que no dejaba de levantar la voz cada que abría la boca, siendo esto propio de su extrovertida personalidad.

-Y después Tanaka-Sensei me dijo "Si no te interesa mi clase, solo vete" y yo le respondo "Sensei, está exagerando, es que salió un nuevo capítulo de mi manga favorito, deme 5 minutos y le daré toda mi atención a la clase" pero eso lo molestó y-y...-.

Explicaba Igarashi de forma elocuente y cambiando su tono de voz cuando imitaba los diferentes papeles que se presentaron en el transcurso de su relato.

-Es una chica muy extrovertida...-.

Murmuró Shinomiya, sin soltar mi brazo y mostrando una expresión de incredulidad dirigida a nuestra Kohai, quien continuaba hablando.

-Sí, es todo lo contrario a lo que soy. Pero por alguna razón congeniamos muy bien. La admiro hasta cierto punto porque, según mi percepción, lo que ves de ella en el exterior, es lo mismo que hay en su interior. O al menos esa impresión me ha dado en los pocos días que llevo conociéndola-.

Contesté, sin quitarle la vista a Igarashi. En ese instante las comisuras de mis labios se curvearon, formando una sonrisa sincera y relajando mi rostro.

Es que esa chica que hasta hace poco era una desconocida es simplemente increíble una vez que cruzas palabra con ella.

Mientras estaba completamente sumergido en mis pensamientos y alabanzas, cierta presión al costado, en mi brazo derecho para ser específicos, rompió la burbuja en la que me encerré.

Rápidamente giré a dicha dirección, buscando a la responsable de esto, quien por obvias razones era Shinomiya, la cual agachaba la cabeza y se aferraba con mayor fuerza a mí.

Su cabello le cubría gran parte de la cara, impidiéndome observar su expresión para que, de ese modo, comprendiera qué motivaba tan repentino aumento de fuerza.

-¿S-Sucede algo, Shinomiya-San?-.

Pregunté. Las palabras salían entrecortadas a medida que finalizaba la interrogante. Algo dentro de mí intuía cuál sería la respuesta, pero no deseaba adelantarme a los hechos.

-Nada... es solo que me parece interesante lo mucho que tus ojos brillan y tu corazón late cuando hablas de nuestra kohai...-.

Con aquella forma tan peculiar de hablar, respondió. A excepción de un minúsculo detalle, sus palabras emitían tantos sentimientos y ninguno de ellos se asemejaba siquiera a la calma que transmite comúnmente al cruzar palabra conmigo. Era simple y sencillamente aterrador el cambio tan abrupto.

Ella levantó la cabeza y quedamos frente a frente. Tenía los ojos cerrados y una pequeña sonrisa que estaba lejos de ser producida por alegría.

Yo tragué saliva y salté desde mi posición cuando un breve, aunque potente, escalofrío me recorrió desde el tronco a las extremidades.

"Esta chica está celosa... ¡Soy un idiota a la hora de interpretar los sentimientos de las mujeres, pero es imposible que se trate de otra cosa diferente a los celos! ¡Así que de verdad le gusto y le desagrada que sea tan cercano a Igarashi!".

Los gritos internos eran tan fuertes que sí no fuesen contenidos por mi cabeza harían eco en todo Japón.

Sin embargo, retomando el asunto en el que fui acorralado y que llenaba de miedo este cuerpo, esa fue la respuesta a la que llegué.

¿Dónde quedó esa chica de menos de 1.60 metros que se la vive en silencio como un alma imperturbable que no dañaría a ni una mosca? Definitivamente no a mi lado.

-S-Shinomiya-San, estás asustándome... ¿A-Acaso dije algo que no debía?-.

Declaré a duras penas, tratando de sacarme de esta fuerte presión sobre la espalda a consecuencia de esta, según todo apunta, escena de celos.

-Bueno...-.

-¡¿Eh?! ¡Shinomiya-Senpai! ¡Yukihira-Senpai! ¡No se queden atrás!-.

Percatándose de nuestra ausencia, Igarashi frenó su relato, se dio la vuelta y se dirigió a donde nos hallábamos de pie tras haber detenido nuestro andar, interrumpiendo la respuesta de este pequeño ser repleto de emociones negativas, presuntamente.

-Lo lamento... es que nos distrajimos un momento, no volverá a suceder...-.

Respecto a ella, fue la primera en responder, retomando su actitud habitual y dándole una breve reverencia en señal de disculpa.

Yo solo abrí los ojos de par en par, impresionado por lo volátil que era su personalidad y lo sencillo que le era alternar entre ambas caras de la misma moneda.

-¿Por qué me miras directamente...? Me pones nerviosa...-.

Shinomiya posó su mano libre en la mejilla, sonrojándose y evitando el contacto visual, como si de una doncella enamorada se tratase.

Solo agudicé la vista, juzgándola.

-¡Yukihira-Senpai! ¡Deja de molestarla!-.

Igarashi interfirió y la abrazó, separándola de mi.

-¡Ella es un tierno animalito! ¡No le eches mal de ojo!-.

Recriminó, culpándome de lanzarle una especie de maldición.

-¡No estoy haciendo eso!-.

Repliqué y seguido de esto suspiré. Dentro mío no había ni pizca de intención de dilatar esta discusión. Tal vez llegar rápido a la librería sería lo mejor.

-Continuemos. No puedo ausentarme mucho tiempo de casa porque mi hermana menor me espera-.

Comenté, mencionando los motivos por los que no podía perder el tiempo en pequeñeces.

-¿Uh? ¡¿Senpai es hermano mayor?!-.

-Eso no me lo esperaba...-.

Ambas reaccionaron ante ello como si se tratara de una revelación que podría cambiar el destino de la raza humana.

-¿Debería ofenderme por la sorpresa y el desagrado en ustedes?-.

Pregunté.

Ambas negaron repetidamente.

-Es solo que no te imagino como un hermano mayor. Tienes poco...-.

-¿Poco...?-.

Igarashi se detuvo en seco y yo insistía en que terminara. Ella desvió la mirada y sudó a mares.

-Poco tacto con las chicas... eso es lo que quiso decir...-.

Con aquella voz calma y elocuente, la tercera en discordia completó la frase.

No lo negaré, sentí como si una flecha se me clavara en el corazón.

¿Esa impresión les doy?

-Ugh... perdón...-.

Pedí disculpas, demostrando el malestar en mi pecho tras mi quejido de dolor.

Igarashi solo me dio palmadas repletas de condescendencia en la espalda.

-Se nos hará tarde... y tu hermana te espera... apresurémonos-.

Aquella existencia incomprensible para un mortal como yo señaló hacia adelante, ignorando el malestar producido por sus palabras.

-Hai Hai...-.

Contesté y los tres retomamos el andar. Shinomiya aguardó a que cruzara a su lado para volver a aferrarse a mi brazo como antes de que fuese arrancada de ahí por nuestra Kohai.

De nuevo estuve nervioso y sonrojado, aunque esta vez no emití queja alguna, sabiendo que serían completamente inútil en contra suya.

Ella sonrió, victoriosa y tarareando una canción armoniosa.

"¿Qué demonios quiere obtener? No nos conocemos de nada y actúa de este modo tan repentinamente cuando antes de terminar con Haruka no cruzamos palabra más que en contadas ocasiones. Acaso... ¿Estaré en mi época de popularidad?".

Pensé, cuestionándome la actitud tan propositiva y desvergonzada de este hermoso animalito al costado. Solo llegué a la conclusión de que esté convirtiéndome en un ser que solo he admirado desde las sombras, un individuo que es reconocido y querido por quienes lo rodean.

-Está pensando algo increíblemente raro ¿Verdad?-.

-Sí, eso parece-.

Escuché el breve intercambió entre las dos, no obstante, decidí ignorarlo. Quiero quedarme en este mundo imaginario unos minutos más.

Quizás no sea tan malo ese escenario. Si estoy en lo correcto, será fácil conseguir amigos y una novia en menos de lo que estimaba.

Novia...

La imagen de Haruka cruzó por mi cabeza tan fugazmente que incluso me cuestiono si de en verdad se presentó cuando esa palabra fue dicha en mi cabeza.

Ese ánimo en las nubes que brotaba de lo profundo de mi pecho se mermó ante esto.

Sin embargo... no permitiré que eso me afecte.

Cerré los ojos y respiré hondo.

-¿Ocurre algo...?-.

Tierna y dulce fue la manera en la que Shinomiya mostró su preocupación.

Eso provocó un subidón de azúcar en mi sangre.

-N-No es nada...-.

Respondí.

"¿Y sí lo intento...? ¿No es demasiado cutre por mi parte saltar a otra relación luego de terminar una de cuatro años? Además, todavía no la conozco suficiente y sinceramente es aterradora cuando abandona su estado normal".

El debate interno dio inicio y no se detuvo hasta que llegamos al sitio de trabajo de Igarashi. Los minutos previos a entrar fueron de absoluto silencio por parte mía, tanto así que el par de bellezas que me acompañaba se preocupó.

-¡Bienvenidos al "Rincón del lector"!-.

Mi linda Kohai abrió la puerta del establecimiento y nos permitió el paso, no sin antes darnos una animada bienvenida, propia de una trabajadora que ama lo que hace.

-¿Rincón del lector...? ¡Es un nombre genial...!-.

Opinó Shinomiya, desprendiéndose de mi brazo prisionero y apresurándose a entrar como si de una niña en dulcería se tratara.

-¡Te mostraré las secciones!-.

Igarashi la siguió, dejándome atrás.

Yo las observé a la distancia, dibujando una sonrisa y seguidamente introduciéndome al lugar.

Fui detrás de ellas y tomé asiento al lado de Shinomiya.

-Regresaré pronto. Debo ponerme el uniforme y avisarle al encargado que empezaré mi turno. Él es un vago que duerme en la planta de arriba todo el día y solo trabaja cuando los supervisores vienen a evaluarnos-.

Avisó Igarashi, posando ambas manos en la cintura y negando con la cabeza, para después señalar hacia arriba.

-No te preocupes. Te esperamos-.

Dije mientras sudor me bajaba de la frente.

-Tómate tu tiempo...-.

Musitó mi compañera de clase, moviendo la mano de derecha a izquierda a ritmo lento, despidiéndose.

Luego de esto se retiró, subió las escaleras y nos quedamos solos en silencio. El sonido de los ventiladores girando y las manecillas del reloj de pared que indicaban las 7 pm fueron los únicos que se presentaron al interior.

Esto era sumamente...

"Incómodo...".

Ninguno de los dos rompía el hielo. Solo posábamos las manos encima de las rodillas y mirábamos fijamente a la mesa.

¿Dónde quedó esa actitud propositiva de antes? ¿Te incomoda coquetearme cuando estamos a solas? ¡¿Qué sentido tiene eso?! ¡Normalmente es al revés!

-Yukihira-San... ¿Haz venido antes...?-.

Habló cuando parecía que permaneceríamos en completa quietud antes de que nuestra enérgica compañera regresara.

Es una pregunta simple que no representa dificultad alguna. Puedo con eso.

-Sí. Ayer de hecho. A pesar de que está a pocos kilómetros de mi casa, jamás me percaté de que la abrieron hasta la noche de ayer-.

Contesté.

-Oh... ¿Y a qué se debe eso? Si es tu paso diario... ¿Cómo no te diste cuenta...?-.

Ella ladeó la cabeza y posó su dedo índice encima de su mejilla en un tierno gesto bien trabajado.

"¡Es tierna por naturaleza!".

Grité internamente mientras presionaba los párpados a mis ojos. Cada movimiento que realiza, por más sencillo que luzca, parece tan finamente trabajado que es imposible no resultar encantado por ello.

-D-Digamos que al regresar a casa era normal que mirara al suelo o estuviese cabizbajo. Esa es la razón...-.

Respondí, intentando mi tono entrecortado fuese evidente.

-Oh... ¿Cabizbajo...? ¿Por qué...?-.

Cuestionó.

¿Por qué trata de indagar tanto? No es como si le confesara que la responsable de mi estado decaído y desganado anterior haya sido producido por Haruka. No es una conversación que desee tener en este momento.

-La universidad tiende a ser difícil y agotadora. Cuando terminan las clases solo ansío bañarme, cenar y dormir. Quizás ese fue el motivo. Sin embargo, últimamente me siento lleno de energía, cambié de enfoque y me propuse disfrutar esta etapa de mi vida-.

Aclaré, empleando esa excusa disfrazada de verdad. Si bien no era lo principal, formaba parte de la realidad en términos muy generales. Nombrar a Haruka podría ser contraproducente dado que no conozco la relación que ambas tengan o el por qué de aquella reunión previa a las clases. Todo lo que se ha formulado en mi cabeza a partir de eso son meras especulaciones, así que lo mejor en este caso es mantenerse al margen y contar solo lo necesario para evadir conflictos.

Shinomiya regresó la mirada al frente y se sostuvo la barbilla.

-Entiendo... entiendo...-.

Murmuró.

Aunque... de repente se le dibujó una sonrisa que me daba muy mala espina.

-Yo creí que se debía a la terrible y desagradable relación que tenías con Azusagawa-San...-.

Un shock recorrió cada célula de mi cuerpo.

-¿C-Cómo...?-.

-No me malinterpretes... hablo desde lo que conozco y me has contado... es común que desde fuera den esa impresión. Como te comenté antes, no aparentaban ser una pareja...-.

Se justificó tan pronto notó la sorpresa que sobresalía de mí.

Tragué saliva.

-S-Supongo que no es erróneo creerlo... p-pero te aseguro que ese no es el caso-.

Declaré, sosteniendo la mentira a pesar de que ya se sospechaba la verdad.

-Lamento si te incomodé... tiendo a decir lo que pienso y eso me ha traído problemas...-.

Ella se disculpó, agachando la cabeza como si de un animalito regañado se tratase.

Suspiré, recuperando la calma.

-No te preocupes. En parte te comprendo. También visualizaba la relación entre Haru... quiero decir, Azusagawa-San y yo como una que se hallaba lejos de serlo. Actualmente solo quiero cambiar de página y retomar mi vida. Ya no ser meramente un accesorio o... una rata de laboratorio. Si no que encontrar al verdadero yo y alcanzar mi propia felicidad-.

Me sinceré. Sé que al decir esto le proporciono información valiosa sobre el impacto que mi ex novia tuvo en mi estilo de vida y relaciones. Pero, a pesar de lo terriblemente tenebrosa que Shinomiya es, siento que no lo usará como arma en contra mía.

De repente una sensación suave y cálida se posó en mis mejillas. Las manos de la bella chica sentada al costado eran las que las sostenían y giraron mi rostro ligeramente para que de ese modo quedáramos de frente.

Tenía una expresión dulce y se ruborizó cuando hicimos contacto visual.

-S-Shinomiya...-.

La nombré, sonrojado en demasía.

-Oye, Yukito...-.

Me llamó por mi nombre. El ritmo de los latidos de mi corazón se aceleró.

-¿Podría ser yo...?-.

-¡Ya volví!-.

Antes de que la pregunta fuese terminada, la eufórica voz de Igarashi produjo eco en la sala e instintivamente fui soltado.

Ambos estábamos ruborizados hasta las orejas.

-¡I-Igarashi-San...! ¿Qué libro me recomiendas de esta sección...?-.

Shinomiya se puso de pie de repente y corrió hacia nuestra Kohai.

-¿Are? ¿De aquí?-.

-¡S-Sí...! ¡De aquí...!-.

-¡¿Fueh?! ¡Tienes mucha prisa!-.

Fue el breve diálogo que tuvieron antes de que ambas se alejaran.

Yo volteé de reojo, todavía procesaba lo ocurrido. Cuando lo hice, la responsable de este estado alterado también lo hizo.

Ella posó el dedo índice encima de sus labios, pidiéndome que guardara silencio respecto a lo sucedido segundos antes. Seguido de esto, se giró y se retiró junto a Igarashi.

Froté los párpados con la yema de los dedos pulgar e índice.

-¿Qué quiso decir? ¿A qué se refería?-.

Cuestioné.

"-¿Podría ser yo...?-".

Esa interrogante incompleta se repitió en mi subconsciente, sembrando dudas.

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