Capítulo 6. Solo es eso ahora.
Las clases dieron inicio. Yo me encontraba sentado en mi lugar y mirando hacia adelante, concentrando toda mi atención en la pizarra y en Miharu-Sensei, quien explicaba el trabajo que debía realizarse a más tardar el viernes y que probablemente lo entregue antes, por lo que no tengo problema con ello. O eso se suponía.
Por alguna razón, a pesar de que podía ver los labios de la maestra moviéndose y señalando lo escrito en la pizarra, mi mente no se hallaba en este lugar.
No conseguía pensar en otra cosa que no fuese la escena que se desenvolvió minutos antes dentro del aula y de la cual fui espectador desde atrás de la puerta.
"-Así que, por favor, no arruines mis planes...-".
Esa frase dicha por Shinomiya se repetía dentro de mi cabeza, produciendo un eco en el cual el volumen se disminuía conforme los segundos transcurrían.
-¿Qué se supone que significa eso?-.
Suspiré pesadamente y expresé esa interrogante.
Sinceramente no me considero una persona que se meta en la vida de los demás, mucho menos si consideramos que mi objeto ahora mismo es alejarme para siempre de la vida de Haruka, por lo que, sobrepensar un asunto que no me concierne pero que la relaciona a ella es seguir el camino contrario al que deseo.
No obstante, lo que me preocupaba no era específicamente el papel que desempeñaba Haruka en lo que sea que se le advirtió... sino el por qué Shinomiya se veía así de seria y molesta. Podría jurar que esa joven no dañaría a nadie y que su estado de ánimo normal es calmado, como si de un pequeño animalito recién nacido se tratara, pero... no vi es hace unos minutos. Era como si un sicario le diera una advertencia al dueño de un negocio para que este pague el derecho de piso.
Rasqué el costado de mi cabello, cerrando los ojos y frunciendo el ceño. Me sentía un poco cansado por estar considerando todos los escenarios posibles.
En este breve periodo de descanso y resignación, una luz se encendió sobre mi cabeza.
Despegué los párpados de repente y recuperé la energía.
-He estado considerando solo en los que ambas se relaciones, pero... ¿Y sí yo también estoy involucrado?-.
Murmuré, impidiendo que el resto del aula me escuchara, en especial las dos chicas a las que me refiero cuando digo "ambas".
A pesar de la baja probabilidad de que mi hipótesis sea correcta, no está de más considerarla dentro de la gama de opciones.
Aunque hay un problema sustancial en este y ese sería que...
"Que de estar en lo correcto, eso significaría que le gusto a Shinomiya por alguna razón. ¿Por cuál otro motivo le dirías de la nada a una chica que no conoces quien curiosamente es la ex novia de tu hipotético interés romántico que no arruine tus planes, sean cuales sean?".
Pensé. Instintivamente dirigí mi dedo pulgar a la boca y mordí la uña, frunciendo el ceño.
"También justificaría el interés que mostró en la biblioteca cuando vio que quien me acompañaba era Igarashi y no Haruka".
Era altamente curioso que me preguntara por ella tan de la nada, a tal punto que se prestaba a segundas intenciones.
"Gustarle a Shinomiya...".
Repetí mentalmente.
No era una idea desagradable... aunque la etiqueto como una presencia intrigante tras los sucesos de hoy.
Sin embargo... no he de asegurar que de eso se trata, capaz y su "amenaza" está completamente alejado de eso y ni siquiera me involucra.
No soy una persona tan idiota como para tomar una decisión tan apresurada, mucho menos si involucra lo sentimental.
Las emociones humanas son tan únicas y volátiles que no me atrevo a clasificarlas o etiquetarlas con tan poca información de por medio. Si bien hay rasgos, frases, comportamientos, entre muchas otras características, que te desvelan si un individuo se interesa en ti o gusta de tu persona, yo no soy del tipo de persona que los identifica con facilidad.
Sabiendo eso, sacar una conclusión tan precipitada sin conocimiento del panorama completo sería un error garrafal que no deseo cometer.
Exhalé pesadamente y postergué la meditación respecto a este asunto, no llegaría a un resultado que satisfaga mi curiosidad, o al menos no por el momento.
Miré de reojo a Haruka, quien, como de costumbre, no expresaba ninguna emoción en su rostro semejante a un lienzo blanco sin color.
Ella se limitaba a escribir las instrucciones de Miharu-Sensei diligentemente, propio de ella.
En su mano derecha sostenía un lápiz de puntillas de 0.5 milímetros. El grafito de las minas se desgastaba conforme la escritura se desarrollaba.
Su mano izquierda daba pequeños golpes secuenciales con la punta de los dedos medio e índice, un ligero tic que posee y que le avergüenza admitir. Yo lo noté aproximadamente dos meses después de que comenzamos a salir.
Cada cierto número de palabras ella presiona botón dispensador de las puntillas para que la hoja no raspe con en extremo distal del lápiz mecánico al ya no tener una punta.
Cuando esto sucede cierra sus ojos, como si le significara un esfuerzo gigante presionar el botón. Tras esto, los vuelve a abrir y sus largas, negras y relucientes pestañas entrelazadas las unas a las otras se separan. En ese momento sus ojos brillan y prosigue con su escritura.
Yo... en serio la conozco tan bien... soy consciente de cosas respecto a ella que seguramente ni siquiera conoce de sí misma.
¿Y cómo no hacerlo? Cuando pasas tanto tiempo junto a una persona durante cuatro años de relación, más el tiempo antes de que fueran pareja, es inevitable observar cada pequeño detalle que engloba a su ser, cada cosa que la hace... ella.
La he mirado tanto tiempo con admiración...
La he visto todos los días desde que comenzamos a salir...
E incluso ahora que nuestra relación terminó, eso no ha cambiado...
Pero a pesar de todo eso...
Agacho la cabeza y dibujo una sonrisa melancólica al curvear las comisuras de mis labios.
"Pero a pesar de todo eso... ella jamás me vio...".
Dije mentalmente, sintiendo que se me formaba un nudo en la garganta.
Es doloroso y una carga demasiado pesada cuando en un noviazgo el amor, junto a la atención, no son recíprocos.
Y es que tiende a ser lo normal dentro de las relaciones humanas. Siempre habrá alguien que dé más que el resto para mantener a flote esos lazos.
"Apuesto que no le afecta en lo más mínimo nuestra separación... así que no le daré el gusto de ver que me afecta. Aunque dudo que siquiera le importe".
Fueron las palabras de aliento que me dirigí, inflando mis pulmones y retomando esa sonrisa alegre que tanto quiero que regrese a mi... esa sonrisa sincera que fue lo que tanto me caracterizó en preparatoria.
¿Cuantas veces he tenido estas resoluciones en el lapso del último día y medio? Si contamos la del principio del día de ayer, la que tuve cuando llegué a casa y hablé con mi hermana menor y ahora esta van tres.
Supongo que poco a poco me iré desprendiendo de lo que me aprisionaba... ese amor unilateral. Las tomaré como pequeñas victorias que sueltan mis ataduras al pasado para encaminarme al futuro.
Las horas pasaron y por fin pude olvidar el asunto de Shinomiya y Haruka, concentrándome en las clases.
No fue un día fuera de lo común. Los profesores explicaron las cosas referentes a sus clases tan diligentemente como se esperaba de una institución de renombre como en la que estudiamos.
El tiempo pasó en extremo rápido y fue aburrido. Debido a lo fuerte que estudié desde que entré a la universidad, me he adelantado en muchos temas que todavía no se nos imparten, por lo que desde mi punto de vista, solo estoy repasando lo que ya sabía.
Como he mencionado anteriormente, no todo fue malo en mi noviazgo, dado que obtuve cierto grado de responsabilidad académica, lo cual me ha permitido hasta ahora mantenerme dentro de los mejores estudiantes de la universidad.
Aunque, continuando con lo que les importa, estimados lectores, las clases concluyeron y llegó la hora de retirarnos.
Guardé todo mi material de estudio dentro de la mochila y me puse de pie rápidamente.
Saqué el móvil del bolsillo, queriendo contactar a Igarashi para avisarle que estaba libre y de ese modo irnos juntos, como acordamos en la biblioteca. Por algún motivo la idea me emocionaba mucho. Será la primera vez en la que regresó a casa con compañía. Sé que un sujeto de casi veintiún años diciendo eso es deprimente, por lo que solamente pido comprensión y empatía.
Caminé a la puerta de salida mientras le mandaba el mensaje que se limitaba a decir "Te veo en la entrada principal".
No obstante, cuando estaba por cruzar el marco de la puerta para abandonar el aula, el costado derecho de mi camisa fue jalado delicadamente. En cualquier otra circunstancia no me daría cuenta dado que la fuerza infundida fue extremadamente diminuta, como si un bebé sujetara con sus pequeñas manos el dedo de su padre, pero como este contacto fue seguido por un llamado, volteé a dicho lado instintivamente.
-Yukihira-San...-.
Mi nombre provino de Shinomiya, quien estaba debajo de mi brazo y tomándome de la ropa. Sus mejillas estaban completamente sonrojadas y cuando notó que atendí a su llamado, me soltó.
-¿Q-Qué sucede, Shinomiya-San?-.
Pregunté, nervioso. Esa expresión tierna dibujada en su fino y delicado rostro es realmente encantadora, no obstante, todavía recuerdo cómo se alteró antes de entrar a clases, por lo que me despertaba cierto miedo estar junto a ella.
Sus labios color cereza temblaron ligeramente y agachó la cabeza cuando terminé mi interrogante.
-Quisiera sabes si...-.
Musitó a un volumen bajo, tan bajo que se me imposibilitó oír la finalización de su oración.
-¿Perdón?-.
Insistí, comunicándole que no recibí el mensaje.
Ella levantó la cara e hicimos contacto visual.
-¿P-Podrías acompañarme a casa...?-.
Preguntó.
Un shock recorrió cada fibra de mi cuerpo.
-¿A-Are...?-.
Fue lo único que salió de mi boca, sin salir de, estado de impresión en el que me metió esa solicitud.
Ella desviaba la mirada, evitando a toda costa que nuestros ojos chocaran.
Sí...
"¡DEFINITIVAMENTE LE GUSTO A SHINOMIYA-SAN!".
Grité internamente, confirmando la hipótesis que desarrollé horas antes.
Sé que dije que no era idóneo adelantarse a los hechos, pero... ¡ES QUE ESTA ES UNA PRUEBA INEQUÍVOCA DE QUE ESAS SOSPECHAS ERAN CORRECTAS!
De repente, decenas de murmuras rondaron a nuestro alrededor.
Yo, abandonando la sorpresa, presté atención a las personas que rodeaban, la mayoría compañeros de clase que todavía no abandonaban el aula, siendo aproximadamente veinte.
Todos ellos se hablaban entre susurros, señalándonos sin apartar la vista de Shinomiya y yo.
Comencé a sudar frío a consecuencia de los nervios. No disfruto ser el centro de atención, toda mi vida me he acostumbrado a tener un papel menor en ella grupos de gente, por lo que estar en esta posición que desconozco me sentaba mal.
-S-Shinomiya-San... ¿P-Por qué...?-.
-¿Acaso no quieres...?-.
Ella interrumpió mi pregunta y gracias a eso no pude pedir razones respecto al pedido que salió de la nada.
Ella adoptó un gesto triste. Sus ojos perdieron el brillo y sus hombros cayeron, como si se sintiera derrotada.
Los murmullos aumentaron. Entre estos alcancé a escuchar que me decían insensible o cosas por esa índole.
-¡Y-Yo no dije eso! P-Pero es que...-.
Me justificaba.
Posé la mano detrás de la nuca y la rasqué.
-L-Le prometí a Igarashi-San que la llevaría a su trabajo saliendo de la universidad... por lo que no podría acompañarte ya que iré con ella...-.
Agregué, apenado y sumamente sonrojado.
-¿Igarashi-San...?-.
Ella ladeó la cabeza, confundida.
-Sí. La Kohai con la que estaba en la biblioteca-.
Revelé.
De pronto su cara se iluminó.
-¡¿La que trabaja en la librería...?!-.
Emocionada, muy a su estilo calmo y poco enérgico, preguntó, recordando lo que Igarashi le dijo cuando se conocieron y la propuesta de "ven cada que quieras" que le hizo.
Yo asentí, confirmando que se trataba de la antes mencionada.
-¡Eso suena muy interesante...! ¡¿Puedo ir con ustedes...?!-.
Del mismo modo que antes, emitió su pedido, este vez difiriendo con la petición anterior.
-Dependerá de lo que diga Igarashi-San, por lo que no depende de mí-.
Expliqué.
-Oh...-.
Su estado de ánimo decayó.
-A-Aunque... no perdemos nada en comentarle. Dudo que se niegue...-.
Expresé. Siempre he sido débil ante la tristeza de los demás, por lo que se me dificulta abandonarlos en ese estado, siendo esa la razón por la cual dije lo anterior.
-¡¿En serio?!-.
Se recuperó de la tristeza cuando le hice saber que podría ir con nosotros.
Es muy bipolar. Su ánimo sube y baja tan repentinamente que es aterrador.
-S-Sí...-.
Reafirmé.
-¡Vayamos a verla...!-.
Desvergonzada, a lo mejor a causa de su alegría, se aferró a mi brazo derecho, provocando que saltara de repente tan pronto pude sentir el calor que su diminuto cuerpo emitía.
-¡¿Q-Qué haces?!-.
Reclamé.
-Igarashi-San está esperando... no debemos atrasarnos...-.
Fui ignorado por completo.
Ella me jaló con todas sus fuerzas, tratando de moverme para que de ese modo saliéramos. Sus mejillas se inflaban y se ruborizaban al esforzarse en esa tarea, parecía una ardilla con bellotas en la boca.
Yo solo le facilité la tarea al comenzar a moverme porque la verdad ya no deseaba recibir esas miradas extrañas que no dejaban de perforarme la espalda como la bala de un francotirador.
Mientras avanzábamos, ella dibujaba una amplia sonrisa en sus labios, sintiéndose realizada por lograr su cometido.
Momentáneamente volteó hacia atrás, frenando en seco y riéndose.
-Fufufu-.
Esto me pareció extraño, por lo que le pregunté a qué se debía.
-¿Algún problema?-.
Dije.
Ella se limitó a negar con la cabeza lentamente. Cada movimiento suyo parecía delicadamente hecho, como si no fuese capaz de realizarlos bruscamente porque se rompería, al igual que una muñeca de porcelana que ya ha sido agrietada.
Traté de ver lo que sus ojos enfocaron, pero...
-No es nada... vámonos...-.
Declaró, jalándome nuevamente hacia afuera.
De reojo, los tenues rayos del sol que entraban desde la ventana detrás nuestro impactaron en mí, deslumbrándome en un corto lapso de tiempo.
La sombra de una chica sentada justo en medio despertó mi atención. Se trataba de Haruka, o eso suponía debido a que ahí se ubicaba su asiento.
No era capaz de notar su expresión a causa de esta pequeña escena que Shinomiya y yo tuvimos ante toda la clase porque no podía mantener abiertos los ojos ante la luz, aunado a que, al estar a contraluz, su figura era semejante a una sombra, como lo que le sucede a la luna al estar entre el sol y la tierra.
Fui arrastrado, evitando que continuara observando a dicha dirección.
¿Estará celosa?
¿Habrá algún cambio en su rostro?
¿Algo?
No... lo dudo...
Creo que... estoy dándome demasiada importancia.
Devolví la cabeza hacia adelante y abandoné este pobre intento de buscar emoción alguna en mi ex novia.
Sí... solo es eso ahora, mi ex novia.
Minutos después.
-¡Senpai!-.
El llamado de Igarashi provino desde enfrente de nosotros, sacudiendo su mano enérgicamente a manera de saludo, como ya era costumbre.
-¡Igarashi-San!-.
Le copié el estilo de saludo. Quiero creer que le agradará.
Ella corrió hacia ambos, sosteniendo los tirantes de su mochila e inclinándose hacia adelante y atrás tan pronto se detuvo a escasos centímetros de mi nariz.
Gracias a su estatura, puedo estar por encima de su rostro por casi media cabeza y de ese modo oler la dulce fragancia de su cabello.
Yo me sonrojo ante la cercanía de nuestras cabezas y sacudo la mía para deshacerme de estos pensamientos que me confunden mucho.
-¡Oh! ¡Shinomiya-Senpai! ¡¿También vienes?!-.
Preguntó Igarashi tan animadamente como siempre.
-S-Si no es una molestia...-.
Dijo, tocando sus dedos índices y desviando la mirada.
-¡Waaaaaa! ¡Kawaaaaaiiiiii!-.
La reacción de nuestra Kohai fue casi inmediata, lanzándose a abrazarla y pegando su mejilla a la de ella.
-¡Claro que puedes venir, senpai! ¡No puedo negarme ante una cosita tan mona!-.
Declaró, dando a entender que no tenía problema en que se nos uniera a la ida al sitio en que trabaja.
-¡Genial...! ¡Gracias...!-.
Respondió Shinomiya.
-Jejeje, no es nada. ¡Entre más, mejor!-.
Igarashi se separó de ella y expresó lo anterior, abriendo los brazos en todo lo largo.
-¿Eh?-.
De pronto su actitud se alteró.
-Senpai... ¿Por qué está abrazándote el brazo?-.
Cuestionó.
Yo bajé la mirada y vi que todavía no me soltaban.
-¡N-No me digan que están...!-.
Su mente divagó hasta llegar a una conclusión precipitada.
-¡N-No se trata de eso! ¡Es solo que...! La verdad ni yo lo sé-.
Repliqué, interrumpiéndola.
Ambos nos dirigimos a la tercera persona en este grupo.
-¿Uh? Es que... Yukihira-San es muy cómodo...-.
Respondió, sonrojándose ligeramente.
"¡NO HAY DUDA DE QUE LE GUSTO!".
Grité internamente.
-¿Cómodo? ¡Permíteme comprobarlo?-.
-¿Perdón?-.
Rápidamente respondió Igarashi y se movió a la velocidad de la luz. En menos de un segundo de que vociferó lo anterior, entrelazó su brazo con el mío.
-¡¿Eh?!-.
Reaccioné sorprendido y avergonzado.
-¡Waaaaaaa! ¡Tiene razón Shinomiya-Senpai! ¡Yukihira-Senpai es muy suave!-.
Opinó, frotándose en mí como si de un gato se tratara.
-E-Esto es demasiado...-.
-¿Verdad que sí...? ¡Es muy cálido...!-.
-¡No le des cuerda!-.
Shinomiya interrumpió mi queja.
-¡Jejejeje! ¡No te quejes Senpai! ¡Estas en una posición privilegiada! No todos los días tienes a dos bellezas abrazándote cada brazo-.
Igarashi infló su pecho repleta de confianza.
-No se trata de eso. Es solo que...-.
-¡No acepto quejas! ¡A mi trabajo!-.
Como si de una capitana guiando a un pelotón se tratara, señaló con su dedo índice el camino a seguir y nos arrastró.
Shinomiya reía delicadamente, cubriéndose la boca. Parecía divertirse por la actitud tan libre y suelta de ataduras que poseía nuestra Kohai.
Suspiré pesadamente.
"¿Por qué siento que será difícil tratar con ambas?".
Me pregunté.
"Aunque... supongo que de eso se tratan los amigos...".
Finalicé, sonriendo.
Esta nueva etapa en mi vida será cansada, aunque... no me desagrada en lo absoluto.
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