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Capítulo 4. Despedirme de mi yo actual.

Tras mi breve encuentro con Igarashi, el cual provocó que dudara sobre muchas cosas de mí y que despertó muchos sentimientos que me confunden mucho, llegué a mi hogar.

Saqué las llaves de la puerta principal que guardé en mi bolsillo derecho. Mi yo de antes solo las hubiese tirado dentro de la mochila. No fue hasta que Haruka me explicó por qué es importante tener localizado cada objeto que te serviría después de salir que comencé a guardarlas en el sitio que mencioné anteriormente.

Incluso en cosas insignificantes como estas me acuerdo de ella. Puedo ver una imagen de ella con su mirada fija en mí con esos ojos vacíos y fríos mientras me explica aquello. Por alguna razón, a pesar de que a cualquiera podría parecerle algo poco lindo de recordar, me es grato rememorarlo.

Sacudí la cabeza de un lado a otro y suspiré. No es el momento de que ese tipo de cosas pasen por mi mente, Haruka y yo ya hemos terminado nuestra relación, o experimento, como les siente mejor nombrarla.

Introduje la llave en la cerradura y retiré el seguro de la puerta.

-Estoy en casa...-.

Declaré, introduciéndome a mi morada. Una casa común para una familia común. No había mucho a destacar.

-¡Bienvenido a casa, Onii-Chan!-.

Me gritó Rena desde la sala. El ruido de la televisión me daba aviso de que había comenzado su programa favorito. Creo que era un anime que adaptaba una novela web llamada "Cuando le dije: "Vamos a romper" a mi fría novia que siempre decía: "Estoy rompiendo contigo", se volvió muy linda.".

¿Por qué casi todas las novelas web tienen nombres tan largos? Prácticamente cuentas toda la historia solo con el título. Además, por alguna razón, parece aterradoramente exacto si consideramos mi situación actual. Ignorando lo de "Se volvió muy linda" claro, Haruka aceptó sin problemas nuestro rompimiento.

¿Por qué sigo pensando en ella? ¡Maldito anime con un título semejante a mis vivencias actuales! ¡Así no podré olvidarla!

Dejando de lado mi debate interno, me retiré los zapatos y asenté la mochila en a un costado del camino.

-Estoy en casa, Rena. ¿Dónde están mamá y papá?-.

Le pregunté a mi hermana menor mientras hurgaba en el refrigerador para buscar algo medianamente comestible. Muero de hambre.

-¡Las sobras están en el microondas! ¡Las guardé para ti, solo debes calentarlas!-.

Ella se percató de mis intenciones en la cocina y me indicó qué hacer.

En serio, eres lo único bueno que me queda en la vida, Rena. Casi siento que saco lágrimas de felicidad por la forma en la que me cuidas.

-No sé qué haría sin ti. Por favor nunca me abandones-.

Respondí de forma un tanto sarcástica pero amorosa, aproximándome al electrodoméstico.

-No bromees con eso, Onii-Chan. No quiero tenerte como carga...-.

Respondió fríamente, volteando a mi dirección y agudizando la mirada como si fuese la peor escoria que ha pisado tierra japonesa.

-Solo bromeo-.

Expresé, blanqueando los ojos ante la negativa. Sin dudas eres una chica muy bipolar.

-Pobre de tu futuro novio. No podrá bromear contigo porque lo tomarás literal. Casi siento pena por ese desgraciado-.

Me mofé, dándole inicio al calentamiento de mi comida.

-¡Oye! ¡Que me comporte así contigo no significa que sea así con todos!-.

Replicó.

-Sí, sí. Como digas-.

Le di el avión.

Ella recostó la espalda en el respaldo del sillón donde yacía sentada de frente a la televisión y se cruzó de brazos.

Sin embargo, una sonrisa traviesa se dibujó en sus labios.

-¡Tch! Que un nerd sin novia quiera hablar sobre mi vida amorosa es hipócrita-.

-¡Gah!-.

Sus palabras cortaron en lo profundo de mi corazón como si fueses cuchillos. Pude sentir mi HP bajar a un ritmo alarmante, incluso caí de rodillas porque mis piernas vacilaron.

-¿Eh? ¿Qué te sucede? Normalmente no reaccionas así-.

Rena se dio cuenta de que ese ataque hizo más daño del previsto.

-D-Digamos que tocaste una fibra sensible...-.

Contesté, reintegrándome mientras mi cuerpo temblaba de forma caricaturesca, al menos desde mi perspectiva.

-¿Uh? ¿Por qué sería una fibra sensible decirte que no tienes novia? Si así ha sido desde que tengo uso de consciencia, Onii-Chan-.

Preguntó.

-¡Gah! ¡Mi HP! ¡ESTÁS ACABANDO CON MI HP!-.

Otro golpe bajo. Siento que caeré rendido en cualquier momento.

-No me digas que... ¿En serio tu sentido de la realidad se alteró a tal grado que comenzaste a creerte esa mentira de que Haruka Asuzagawa era tu novia?-.

-...-.

Guardé silencio y...

¡PAM!

Caí al suelo como costal de papas.

-¡ONII-CHAAAAAAAAAN!-.

Gritó Rena a la distancia.

No se preocupen por mi. Yo ya estoy muerto. La luz al final del túnel es realmente linda y reconfortante.

Ni en las pocas horas después de cortar mi relación tóxica pude ser feliz...

Dios... si puedo reencarnar, quiero que sea en un mundo donde haya un harem de hermosas chicas atrás de mi...

¡SPLASH!

De repente mi fantasía fue interrumpida cuando mi hermana me tiró agua en la cara.

-¡¿POR QUÉ HICISTE ESO?!-.

Le interrogué tan pronto levanté la espalda del suelo.

-¡ESTABAS COMPLETAMENTE PÁLIDO! ¡EN SERIO ME ASUSTÉ!-.

-¡PUDISTE HABER HECHO OTRA COSA! ¡NO TIRARME AGUA!-.

-¡FUE LO PRIMERO QUE SE ME OCURRIÓ, PERDÓN POR NO CUMPLIR TUS EXPECTATIVAS, IDIOTA!-.

Tras el intercambio de gritos, ambos tomamos grandes bocanadas de aire para reponer el que sacamos.

Suspiré pesadamente tan pronto mi corazón se calmó.

-No era mentira, Rena. Yo realmente tuve algo con Asuzagawa-San. Ahora mismo no sé si fue un noviazgo o un experimento, pero tuve una relación cercana con ella, a la cual... puse fin hoy...-.

Expliqué.

Si bien tanto a mis padres como a Rena les dije que conseguí novia, ninguno de los tres me creyó y yo tampoco insistí en convencerlos de que era verdad.

Pequeñas lágrimas se deslizaban desde mis pómulos hasta las mejillas para al final caer al suelo.

Agaché la cabeza y apreté los puños que yacían encima de mis muslos.

-Onii-Chan...-.

Susurró Rena.

De repente mi cuerpo fue jalado y una sensación cálida lo rodeó.

-¿Uh?-.

Balbuceé ese sonido.

-N-No significa que te crea. Aunque puedo darme cuenta de que te duele mucho. Mi deber como tu hermana es ayudarte, así que... llora todo lo que creas necesario-.

Dijo, acariciándome la nuca suave y delicadamente.

-Yo... ¿De verdad solo fui una rata de laboratorio para ella?-.

Cuestioné, sintiendo como mis lágrimas se acumulaban.

-A pesar de que estuvimos juntos por cuatro años... ¿No signifiqué nada para ella?-.

Fue la otra duda que pesaba en mi alma.

Rena continuaba abrazándome, las lágrimas empapaban su pecho, pero a ella parecía no importarle y continuaba en su intento de calmarme.

Sin mediar palabra... mi corazón decía que debía sacarlo todo porque si no dolería mucho más en el futuro si lo contenía.

Y mi hermana solo afianzaba en mayor medida lo que rondaba por mi mente cada que me cuestionaba si valía la pena seguir viviendo bajo el mismo techo con mi familia.

"Rena es... el único motivo por el que no me he quebrado todo este tiempo...".

Ese ha sido mi pensamiento.

Podremos ser muy groseros y descarados el uno con el otro, pero en el fondo, muy en el fondo, ambos nos queremos y apoyamos.

Ella mejor que nadie sabe lo mucho que he sufrido por culpa de la falta de atención de mis padres y el poco amor que ellos me demuestran desde que nació.

Sin embargo, a pesar de ese dolor acumulado y escondido detrás de sonrisas, optimismo y alegría, de esa falta de amor hacia mi persona y soledad que me abrumaba, tuve la bendición de recibir a una grandiosa hermana.

Sin darme cuenta o siquiera interesarme, pasaron 20 minutos, en los que Rena no se separó ni uno de ellos.

Cuando pude calmarme, yo fui quien rompió el abrazo y limpié la humedad en mi rostro con la manga de mi camisa.

-Onii-Chan, supongamos que te creo y que desde hace cuatro años estuviste en una relación con la reina de hielo de la preparatoria, dime ¿Qué fue lo que te llevó a terminar con ella?-.

-Yo... no era feliz-.

Fui breve con la respuesta porque todo se resumía a eso.

-Y si no eras feliz ¿Por qué esperaste tanto tiempo para cortar el problema de raíz?-.

Esa fue una excelente pregunta.

-Tenía la esperanza de que las cosas cambiaran. "Tal vez mañana sea diferente" era lo que repetía día a día sin que nada surtiera alteraciones...-.

Contesté, rememorando esa maldita frase.

Rena se cruzó de brazos y frunció el ceño.

-Hmmm, perdón por lo que voy a decir...-.

Se disculpó de antemano.

-¡Eres un idiota! ¡No puedes pretender amar a alguien más sin antes amarte a ti mismo! ¡El dolor y sufrimiento es lo único que le espera a una relación donde uno de los integrantes no se valora!-.

Alzó la voz vehementemente, expulsando su rabia y enojo. No hacia mí exactamente, si no hacia la situación que me atenuaba.

Abrí los ojos en demasía.

-Onii-Chan, si bien nuestros padres han sido una basura contigo, debes comprender lo mucho que vales. Eres un gran ser humano, siempre dispuesto a ayudar a los demás sin siquiera pensar en tu propio bien. Cualquier mujer que no vea lo especial que hay dentro de ti no te merece-.

Comunicó, posando la punta de su dedo índice en mi pecho, justo donde se hallaba mi corazón latiendo fuertemente.

Sus palabras fueron reconfortantes. Sin embargo... esa oscuridad me rodeó.

Cabizbajo, hablé.

-Ese Yukito que describes... desapareció...-.

Tragué saliva antes de proseguir.

-Estoy intentando recuperar todo lo que perdí por esos cuatro años. No sé si lo lograré... tampoco si es lo mejor...-.

-Estoy solamente divagando con una pequeña lámpara ante el oscuro panorama que me aguarda en el futuro-.

Finalicé, perdiendo el brillo en mis ojos.

-¿Y eso está mal?-.

Pregunto Rena.

-¿Eh?-.

Esa palabra salió de mí, debido a la sorpresa. Genuinamente no esperaba eso.

-¿Es malo que el futuro sea así? Nadie sabe lo que le deparará en un segundo, un minuto, una hora y mucho menos en varios años. Preocuparse por eso solo hará que cometas errores en el ahora. Onii-Chan, nadie puede saber si está equivocado hasta el final-.

Una pequeña brisa me golpeó de frente, como si acabara de recibir una revelación.

-Así que, sí crees vale la pena reconstruirte en busca de rescatar lo que eras, entonces hazlo. ¡Yo te apoyaré!-.

Vociferó, sujetándome de las manos.

Una pequeña sonrisa se me dibujó en los labios.

Sí... Rena tenía razón...

Y fui un idiota por no darme cuenta.

¿Cómo puedo pretender ser el yo de antes sin antes despedirme de mi yo actual?

Este será el renacer de Yukito Yukihira, el verdadero renacimiento de Yukito Yukihira.

-Así que dime... ¿Qué planeas hacer a partir de hoy?-.

Interrogó. Pero yo ya había decidido el camino que tomaría y ella sabía que, sea lo que sea que rondara mi mente, lo haría bien.

-Buscaré mi propia felicidad-.

Respondí, poniéndome de pie y ofreciéndole la mano a Rena, quien sonreía, para ayudarla a pararse.

-Estaré esperando para verte genuinamente feliz de una vez por todas-.

Me comunicó.

Con los sentimientos al orden y el apoyo de mi hermana ¡Puedo hacer lo que sea!

De repente una canción armoniosa resonó desde la sala, rompiendo el estado de ánimo.

A Rena se le escapó el alma por la boca y su color de piel palideció.

-¡NO VI EL CAPÍTULO DE HOY!-.

Gritó con esa voz chillona de siempre.

-Perdón...-.

Me disculpé. Por culpa mía es que ella se perdió su anime favorito.

De repente ella volteó con los ojos inyectados en sangre y, al menos en mi imaginación, una llama viva se encendió en ellos.

-¡ESTO ES CULPA TUYA, ONII-CHAAN!-.

-¡PERDÓN!-.

Comenzó a corretearme por toda la casa con claras intenciones asesinas. Yo he visto programas de investigaciones policiacas y muchos asesinatos son hechos por motivos estúpidos. Este parece ser el caso.

-¡Puedes verlo en internet! ¡¿Por qué te enojas?!-.

-¡NO SE SIENTE IGUAL! ¡YO ME ENORGULLEZCO DE APOYAR A MIS ESTUDIOS DE ANIME FAVORITOS AL VER SUS ANIMES DE FORMA LEGAL!-.

-¡¿QUÉ LÓGICA TIENE ESO?!-.

Pasaron varios minutos hasta que nos cansamos y nuestros padres llegaron, deteniendo el intento de homicidio.

Después de este intercambio donde pude abrir mi corazón, procedí a tomar una ducha y cenar lo que calenté en el microondas, lo cual olvidé ahí mismo luego de mi recaída emocional.

Ya habiendo finalizado mis actividades antes de dormir, procedí a acostarme en mi cama en silencio.

Habían muchas cosas en mi cabeza, tantas que podría hacer una lista de ellas en orden de importancia.

Aunque... decidí ignorarlas y silenciar esas voces que trataban de frenarme.

Estiré la mano hacia el techo, como una analogía del objetivo que estoy por alcanzar, el cual me rebasa. Ese ideal que hoy parece lejano, pero que pronto conseguiré.

-Sin dudas, mañana será un día excelente...-.

Murmuré antes de caer dormido.

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Mi despertador sonó y antes de que transcurriera un segundo desde la alerta, lo apague, poniéndome de pie enérgicamente.

-¡Hoy será un gran día!-.

Grité repleto de confianza.

Entré al baño a hacer mis necesidades, me lavé las manos y cepillé mis dientes. Al verme directamente en espejo pude notar que en mi reflejo había un joven adulto lleno de energía y esperanza por un nuevo amanecer, todo lo contrario a lo de ayer.

Me regalé una sonrisa a mi mismo como si fuese un maldito narcisista y continué con mi rutina.

-¡Buenos días!-.

Saludé a mi familia, quienes se sorprendieron de verme tan temprano despierto.

Tomé dos panes tostados con mantequilla y los introduje en mi boca, masticando con velocidad y tomando el jugo de naranja recién preparado por mamá.

-Buenos días...-Papá y mamá me correspondieron, extrañados.

-¡Buenos días, Onii-Chan! Luces muy feliz hoy ¿A qué se deberá?-.

Rena también me devolvió el saludo, finalizando su oración con una pregunta al mismo tiempo que sonría pícaramente. Era consciente de que el cambio abrupto de mi estado de ánimo era gracias a ella y quería presumir un poco.

-Es un día repleto de oportunidades para ser mejor ¡Debo aprovechar cada segundo de él!-.

Me esforzaba en convencerme a mí mismo de que fuese feliz. No era muy difícil tras mi cambio de perspectiva aunque todavía no me acostumbraba.

La primera meta para volver a ser yo es retomar los hábitos que poseía. Uno de ellos era despertarme a primera hora y desayunar con mi familia mientras mi hermana y yo nos peleábamos por la última pieza de pan.

Y eso fue exactamente lo que sucedió. Antes de que ella se apoderara de la tostada, moví mi mano derecha y la agarré.

-¡Hey! ¡Onii-Chan! ¡Deja eso ahí! ¡Me pertenece!-.

Reclamó, por obvias razones.

Yo partí en dos la rebanada y le di la mitad con mayor tamaño.

-De este modo ambos podremos tener la última pieza. Incluso soy tan amable como para darte la satisfacción de que comas el trozo más grande. Puedes agradecérmelo con una reverencia-.

Comuniqué de manera burlona.

-¡Hmph!-.

Ella infló sus mejillas y apartó su cara.

¡Eres adorable!

-Yukito, actúas... diferente. ¿Sucedió algo bueno?-.

Mamá mostró interés en lo que me sucedía.

-¡Muchas cosas! De hecho...-.

Antes de contestarle mi celular vibró, se trataba de mi segunda alarma.

-¡Oh! ¡Llegaré tarde! ¡Nos vemos! ¡Los amo!-.

Me paré rápidamente del asiento y le di un beso en la mejilla a mamá y a Rena. A papá solamente le di un apretón de manos, pasando a retirarme de mi humilde morada.

Los cálidos rayos del sol golpeaban mi rostro y la suave brisa de otoño soplaba de tal forma que ondeaba los mechones de mi cabello.

-Un clima perfecto-.

No había otra palabra para describirlo.

A toda prisa caminé a la universidad, saludando amablemente y por cortesía a cada extraño que me topaba.

El Yukito de ayer se limitaría a ver su celular y solo despegarse de él para mirar a ambos lados de la calle antes de cruzarla.

¡Hoy no es así!

Cuando me acerqué a la universidad pude toparme con rostros conocidos, aunque es difícil entablar conversación con alguno de ellos, ya que ignoré sus existencias durante un par de años. Por lo que...

-¡Buenos días!-.

Solo los saludé.

Me vieron como un bicho raro. No obstante...

-B-Buenos días...-.

Fui correspondido.

Una sonrisa y un gesto amable tiene un poderoso efecto en las personas.

Crucé varios salones para llegar al mío. Faltaban 40 minutos para la hora de entrada así que el tiempo no era un factor que tuviese en contra.

-Yu-ki-hi-ra ¡Senpai!-.

Escuché mi apellido siendo deletreado por una voz enérgica y alegre que ya conocía. De repente alguien saltó desde mi espalda y...

¡puff!

Dos brazos delgados me rodearon.

-¡¿I-Igarashi-San?!-.

Nombré, avergonzándome en demasía.

Sí, efectivamente, se trataba de mi Kohai, quien hasta apenas ayer me enteré de que era una chica.

-Hee~ Hee~ ¡Supiste que era yo!-.

Celebró, sonriendo de forma tonta y linda.

Ahora que sé que no es hombre, puedo halagarla sin miedo alguno a ser tachado como una persona amante de los femboy.

-Bueno días, Igarashi-San-.

La saludé amablemente, inclinando la cabeza y doblando la comisura de mis labios en un gesto gentil.

-¡¿Fueh?!-.

Ella retrocedió, alzando las manos hasta la altura de su rostro.

-¡¿Q-Quién eres tú?! ¡El Yukihira-Senpai que conozco tiene una expresión amargada y cansada de la vida! ¡Devuélvemelo, impostor!-.

-E-Estás haciendo mucho escándalo y ofendiéndome. Tus palabras duelen ¿Sabes?-.

Repliqué.

-Perdón, perdón. Es que hubo un cambio muy radical en ti y eso me asustó. Me disculpo por mi reacción tan exagerada-.

Contestó.

-No hay problema. Es un gusto encontrarme contigo, Igarashi-San. Estuve leyendo en algunos sitios web antes de dormir y me topé con que hay un manga muy popular últimamente. Quería consultarte sobre él-.

Declaré. No era mentira, busqué en internet temas de los cuales hablar con ella. Siento que puede ser mi primera amistad real.

-¿Uh? ¡Claro, Yukihira-Senpai! ¡No hay problema alguno! Soy una experta en la cultura popular y en los medios literarios de entretenimiento que mantienen las mentes de la juventud en un estado deteriorado para ser controlados de mejor manera por los altos mandos del gobierno-.

Contestó.

Yo guardé silencio, sintiendo una clase de Déjà vu.

-¡Pfffff! ¡Debiste ver tu cara!-.

Se rio a consecuencia de mi silencio.

-¿Q-Qué fue eso?-.

Cuestioné.

-¡Solo bromeaba contigo! ¡Copié la forma en la que me hablaste ayer!-.

Su brazo se posó en mi hombro mientras sonreía de forma amplia, mostrando sus blancos y bien cuidados dientes.

-Demonios... ¿Así me escuchan los demás?-.

Me preocupé, palideciendo.

-¡¿Yukihira-Senpai?!-.

No era de extrañar que quienes me rodean pensaran en mi como un bicho raro.

Acabo de deprimirme.

-¡Es broma! ¡No te lo tomes tan personal!-.

Igarashi intentó tranquilizarme.

-Prometo que no volveré a hablar así-.

Miré al suelo, sujétele mi antebrazo izquierdo con la mano derecha y ladeé el cuerpo, avergonzado.

-D-De acuerdo...-.

A mi linda Kohai no le quedó de otra que aceptarlo.

-En fin ¿Te parece bien si platicamos antes de clase? Podemos ir a la biblioteca-.

Sugerí. Como mencioné anteriormente, todavía faltaban 40 minutos para mi hora de entrada.

-¡Claro!-.

Ella aceptó y...

-¡O-Oye! ¡¿Qué haces?!-.

Reclamé.

Su brazo se entrelazó con el mío.

-Vamos a la biblioteca, Yukihira-Senpai-.

Dijo, regalándome otro lindo gesto al guiñarme el ojo y sacar su lengua.

Mis mejillas se sonrojaron en demasía de nuevo y un fuerte calor se irradiaba de ellas.

En serio, elegí a la persona más difícil de tratar como primera amiga.

Igarashi me jaló, guiándome a la biblioteca a pesar de que conocía el camino.

No lo negaré, me divertía tan solo con eso.

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