Capítulo 42
Nos relajamos un buen rato en el jacuzzi, pero no paso nada más que solo besos.
Tuve que esperar un momento hasta que se secara mi ropa interior y poder ponerme el vestido. Después subimos nuevamente a la fiesta.
Me senté en una de las mesas junto con personas desconocidas y Benjamín, al parecer él si los conocía.
—No —negó Benjamín ante un comentario—, Laura es mi futura esposa —exclamó entrelazando mis dedos con los suyos, yo estaba sentada en su regazo.
—Y él es mi futuro esposo —admití mirándolo.
—¡Que vivan los novios! —gritó un chico carcajeando.
—¡Que vivan! —siguieron el juego las demás personas a mi alrededor.
—Están invitados a mi boda —me burlé.
—¿Y cuantos años tienes Laura? —preguntó aquel chico que en el campamento estaba encargándose de la parrilla.
—¿Cuántos crees? —inquirí mientras Benjamín me daba besos en el cachete.
—Uhmmm —pensó—, te ves de veinte pero diré que tienes dieciocho.
Casi me atraganto ante su respuesta. —Noo —alargué riendo—, apenas tengo dieciséis.
Él también casi se atraganta al beber su trago, —¿Y ya piensas en casarte?
—Cosas de la vida —alcé mis hombros.
—Es que primero disfrutaremos, viajaremos y muchas cosas más, después nos casaremos —aclaró Benjamín—, ¿verdad amor?
—Sí amor —concordé y me dio un beso corto.
—Hola Laurita —interrumpió alguien que se posiciono al frente de nosotros.
Alcé mi mirada y me encontré al estúpido de Alessandro de brazos cruzados.
—Dudo mucho que a tu mamá le guste verte sentada en las piernas de este —acentuó Alessandro mirando a Benjamín con egocentrismo.
Benjamín no cambio su humor, seguía tranquilo.
—"Este" tiene nombre —acentué mas fuerte—, se llama Benjamín y es mi novio —aclaré intimidándolo—. Y a ti que te importa.
—Vamos a la casa —ordenó tomándome del brazo y jalándome con fuerza.
—¡Suéltame! —grité de inmediato posicionándome al frente de él, Alessandro me irritaba tanto.
Benjamín se levanto rápido y tomo su brazo con fuerza, —Suéltala —repitió enojándose.
—Ella es una niña como para que este contigo —dijo intentándome llevar a otro lado.
—¡Suéltame Alessandro! —grité pegándole una cachetada—, ¡no soy una niña!, ¡y tú no tienes ningún derecho de jalonearme! —apretó más fuerte mi brazo—, no eres mi hermano —aclaré hablando entre dientes.
—¡SUELTALA! —se enojó Benjamín.
Me soltó enojado, —Si no vienes ahora conmigo les diré a tus papás donde estas —amenazó—, y con quien —agregó odiosamente.
—¡Ve! —alcé la voz—, ¡diles donde estoy! —respondí sin dejarme intimidar.
—Lárgate —amenazó Benjamín.
Alessandro bufó de rabia y se marchó.
—Maldito sea —murmuré de la rabia.
—Mejor te voy a dejar a tu casa amor, ¿quieres? —cuestionó tranquilizándose.
—Sí —suspiré—, es lo mejor.
—No te preocupes —susurró dándome un beso en la frente.
Cogí mis cosas, me despedí de aquellas personas que estaban con nosotros y salí junto con Benjamín, momento después ya estábamos afuera de mi casa.
—Él es tu medio-hermano entonces —admitió apagando el auto.
—Tristemente —acepté—, sí te conté que es mi medio-hermano por parte de mi padre.
—Laura —me llamó—, tú madre —señaló con sus ojos la puerta de entrada de mi casa.
Regresé a mirar y mi madre se estaba acercando a nosotros, parecía estar enojada.
—Me tengo que ir Benjamín —dije rápido para bajarme del auto pero mi madre abrió la puerta.
—¡Bájate Laura! —alzó la voz señalando para afuera.
—Buenas noches señora Amelie —saludó Benjamín sin ser cortes.
—Bá-ja-te —repitió silaba por silaba sin saludar a Benjamín solo lo miró mal.
Me bajé haciendo caso a sus ordenes.
Azotó la puerta al cerrarla y me jaloneó haciéndome entrar a la casa.
—¡No me jales así! —alcé la voz soltándome de su agarre—, ¡¿qué te pasa?!
—¡Entra a la casa! —gritó.
Le hice señas a Benjamín para que se fuera y yo entré a la casa de mala gana.
—¡Primera y ultima vez que te vas de la casa sin pedir permiso! —gritó subiendo las escaleras—. ¡Y no quiero volver a verte con Benjamín!, ¡te prohíbo que estés con él!
—¡No! —grité también subiendo las escaleras—, ¡¿quien te crees para prohibirme con quién esté?!
—¡SOY TU MADRE! —gritó mas fuerte.
—¿Qué está pasando? —salió mi padre del cuarto preocupado.
—No me voy a alejar de Benjamín —respondí mas tranquila.
—Vas a hacer lo que te ordeno —dijo mamá sin dejar de sonar amenazante.
—¿Pero que está pasando Laura? —preguntó papá tranquilo.
—Benjamín es mi novio y no me voy a alejar de él —confesé—, así que te aguantas.
Mi papá quedo con la boca abierta pero mi mamá no se sorprendió.
—Pues terminas con él y ya —dijo ella—. Te prohíbo rotundamente que lo vuelvas a ver y me tratas con respeto.
—Tú no mereces respeto —la miré mal.
—Basta —se metió papá—. Hija te puedes ir a dormir —señaló y me marché a mi cuarto de mala gana. Ellos entraron al cuarto y lo cerraron.
(...)
No podía dormir, estar en esta casa se me hacia incomodo y no podía estar tranquila.
Llevaba más de una hora intentando dormir, ya mismo eran las tres y no tenía sueño, en cambio sí tenía hambre.
De mala gana bajé hacia la cocina sin hacer ruido. Abrí la nevera y saqué el bote de yogurt, lo abrí y bebí directamente recordando que mi madre ya me hubiera regañado por hacer eso.
También cogí cereal de chocolate sirviéndolo en un tazón para llevarlo a mi cuarto, salí de la cocina pero antes de pasar por la puerta escuché ruido y sorprendí no únicamente a Alessandro, también a la chica que entraba atrás de él con sus zapatos en mano.
—Hermanita —sonó borracho.
Coloqué mi brazo en frente antes de que entraran totalmente a la casa.
—Ella no entrará —exclamé fría—, esta es una casa, no un hotel a donde llevas a tus noviecitas —la señalé con mi dedo.
—¿Celosa? —inquirió alzando su ceja. Aquella chica intentó entrar pero mi brazo no se movió.
—Se va, o los dos duermen afuera —amenacé sin importar como me miraban los dos.
—No seas celosa —lanzó un beso.
—Muy bien —dije empujándolos para afuera—, en esta casa no duermen.
Alessandro detuvo la puerta antes de que la cerrara, —Muy bien, muy bien —repitió mis palabras—, tú ganas hermanita —sacó su celular y alcancé a ver que pidió un taxi—. Lo siento, un taxi vendrá por ti en dos minutos —le sonrió a la chica.
—Púdrete —exclamó sacándole su dedo del medio y marchándose.
—¿Estas feliz? —reclamó queriendo entrar pero al instante tropezó y por poco se cae de cara.
—Si no estuvieras aquí, probablemente —dije cerrado la puerta y pasándole por un lado para ir a mí cuarto.
Él me detuvo jalando mi camiseta. —Ayúdame —pidió con su mirada perdida.
—Tú puedes solo —mencioné de mala manera esperando a que me soltara.
—No —negó—, ayúdame a subir las escaleras —volvió a pedir pero esta vez más tranquilo.
Lo miré mal, deje el cereal a un lado y cogí su mano pasándola por mi cuello hasta mi hombro y apreté para no soltarlo. —Sube —ordené mientras lo empuje para que subiera la primera grada mientras se sostenía de mí. Me mantuve subiendo poco a poco pero Alessandro se apoyaba mucho más cada vez.
Vi las ultimas las gradas y suspiré cuando llegué al final de estás. Caminé y entré al cuarto de Alessandro junto con él, inmediatamente su aroma penetro mi nariz, como pude prendí la luz y me esperaba encontrar con un cuarto desordenado pero no fue así, nos acercamos a su cama y lo tire hacia esta con todas mis fuerzas.
Pensé en dejarlo ahí pero cuando note que estaba más borracho de lo que parecía me apiade de él, únicamente le quité los zapatos y lo volteé dejándolo de lado para que no se asfixie si es que vomita, lo miré y sus ojos estaban cerrados, así que apagué la luz y salí de aquel cuarto con cuidado, por suerte Ethan no estaba durmiendo en casa así que no se daría cuenta.
Regrese por mi cereal y mis ojos brillaron al pasar por el estante donde se encontraban varias botellas de alcohol, con pena las ignoré y continué.
(...)
Pasaron los días y yo continuaba ignorando a mis padres, los abuelos habían vuelto a Londres dejándome saber que puedo ir cuando sea y que siempre contaré con ellos. Por otro lado, Alessandro continua haciendo lo que quiera con dinero ajeno, Ethan ya casi no dormía en casa y Benjamín empezó a venir a mi casa por las tardes y no había problema porque solo yo pasaba en la casa junto con Rocío, pocas veces se quedaba Alessandro.
Ahora mismo Ethan y mis padres estaban subiendo a un avión con rumbo a no sé donde. Tienen un caso muy importante en otra cuidad, se suponía que solo tenían que ir mi hermano y mi padre pero mi madre también quiso ir aunque no aporte nada. Por las ultimas peleas que hemos tenido no quise ir con ellos, pero no querían dejarme "sola", así que Alessandro también se quedó para "cuidarme".
Siento que Alessandro me odia, lo noto cada vez que me mira o dice algo, por eso y otros motivos ni si quiera le dirijo la palabra.
—¿En qué piensas tanto? —interrumpió Benjamín mientras conducía.
—En el lindo día que pasaremos hoy —sonreí apretando su mano.
—Sí pero hay una pequeña cosa que no te he dicho —sonrió mostrando sus dientes.
Fruncí mis cejas, yo conocía esa cara de picaron que hacía Benjamín. —¿Qué cosa?
—No iremos en auto —dijo y me confundí—, iremos en moto —corrigió sonriente mientras estacionó el auto en su casa.
—Pero... —solté confundida—... me da un poco de miedito —confesé bajando del auto.
Inmediatamente me alcanzo y se puso al frente. —Confía en mí —tomó mis dos manos y sonrió—, este día es únicamente de nosotros —le sonreí devuelta y busco algo rápidamente hasta que lo vio. Me soltó para tomar un casco, pero no era para él, era para mí, me lo colocó con delicadeza y lo aseguro, después tomo el suyo y se lo colocó.
Él transmitía felicidad con solo mirarme. Se montó a su moto color negro mate y me hizo señales para que yo también lo hiciera. Lo hice y entrelacé mis manos pasándola por su cintura para sostenerme de él.
—No tengas miedo —dijo encendiendo la moto—, solo déjate llevar y disfruta de esta sensación.
Él no se estaba refiriendo a ir en moto.
—Eso haré —contesté con la sonrisa de oreja a oreja.
Pronto me encontraba apoyando mi cabeza en su espalda mientras él conducía y yo veía la cuidad que se estaba alejando de mi vista.
—¡Benjamín! —grité—, ¡te quiero! —dije por primera vez.
—¡Yo también te quiero pequeña diablita! —gritó viéndome sonriente por el retrovisor.
Después de varios minutos ya estábamos llegando al mirador mas alto de la cuidad, y es que ni desde ese punto se podía observar toda la cuidad porque es gigante.
Estacionó la moto y me bajé antes que él sacándome el casco y observando el lugar. Benjamín se bajó y se saco el casco despeinándose un poco, viéndose sexy, los coloco a cada lado y tomó mi mano caminando junto a mí.
Desde donde estábamos se podía observar el picnic que Benjamín hizo para los dos.
—Tarde de picnic —aclaró.
—¡SÍÍÍ! —chillé como una niña pequeña saltando a sus brazos y el de inmediato me sostuvo. Rápidamente le robé un beso.
—Te ves muy tierna robándome besos —se sonrojó mientras me miraba.
Solté una pequeña risa, me bajé dándole la espalda y dejándolo atrás, yendo hacia el picnic.
Me senté de piernas cruzadas en la delgada tela que impedía que me siente directamente en el césped, Benjamín llego hasta donde yo estaba sentándose cerca de mi, los dos con vista a la cuidad, abrió la pequeña canasta que se encontraba a un lado y empezó a servir lo que había allí en unos platos de vidrio.
—¿Quieres que te ayude? —pregunté.
—No —negó amable—, porque... —esperó unos segundos—, ya está —sonrió.
Vi la caja donde viene la pizza y la abrí dejando salir el olor de esta, —Que rico —inhalé.
Él cogió una servilleta, tomó un pedazo y se acercó a mí boca. —A ver esa boquita —se burló.
La abrí y di un tasco, la pizza aun estaba caliente así que la disfruté aun más. Carcajee cuando el también tasco un pedazo pero la mitad del queso derretido se le cayó.
—No te burles de mis desgracias —hizo puchero.
Carcajee aun más cuando se le cayó el queso que sobraba en el pantalón.
—Esta bien, esta bien —volví a repetir cogiendo una servilleta y limpiando su pantalón rápidamente—. Ya está, no hay ningún problema —dije cogiendo con cuidado otro pedazo de pizza—. Abre tu boquita —ordené y el me hizo caso, metí un poco la pizza en su boca y el mordió—, muy bien —expresé tascando otro pedazo.
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