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Capítulo 33 +18

Nota de la autora:
Por favor, se los ruego, que si son sensibles o si no quieren leer un contenido un poco fuerte que estará a continuación pasen al siguiente capítulo, ya que contiene escenas +18, y no se pierden de casi nada. No diré que las personas que tengan más de tal edad pueden leer este capítulo porque no me harán caso, entonces es decisión de ustedes, así que espero sigan mis recomendaciones y no denuncien este capítulo que me costo escribirlo para mis lectores, y bueno... a las personas que sí quieren pues disfrútenlo que me esforcé jajaja.

Benjamín y yo entramos a un vestidor, todo estaba oscuro ya que solo había una pequeña ventana, también estaba una pequeña mesa de madera en el rincón, me sentó ahí y sus labios fueron directamente a los míos, metiendo su lengua y haciendo pequeños círculos chocando con la mía. Su boca sabía a azúcar y a caramelo.

—Extrañaba tocarte —murmuró entre cada beso rozando con su uña atrás de mi oreja.

Mis piernas se enrollaron en su cintura y sus manos bajaron hasta mis muslos, los apretó mientras mordió mi labio.

Mis manos indecisas fueron hasta su cuello quedándose ahí.

—Yo también lo extrañaba, imbécil —reí por lo bajo.

Con sus dos manos subió mi vestido hasta casi la cadera, dejándome un poco expuesta.

Toqueteaba con mi cuerpo pero Benjamín no se atrevía a tocarme del todo.

—¿Mucho? —preguntó él mirándome con picardía.

—Demasiado —respondí con la mirada en sus manos, después yendo hacia sus deliciosos labios.

Las yemas de sus dedos rozaban mis piernas, cerca de mi intimidad, como si estuviera dibujando un mapa en ellas, y cada vez se me iba erizando la piel con cada roce.

Sus manos en mi cuerpo estaban haciendo chispas en mi interior.

Mi lengua ahora estaba en su boca, y mis manos intentando sacarle la corbata, una vez que lo hice la dejé a un lado y fui hacia su camisa, desabotonando cada botón con lentitud.

Pasé la camisa por sus hombros quitándosela, admiré por unos segundos su cuerpo, la boté a un lado y fui a su cuello, lo mordisquee por unos segundos y él no se quejó.

La escasa luz que podía entrar por esa ventana apenas me dejaba ver lo definido que estaba su abdomen y las pequeñas venas que sobre salían de esta, está tan deseable que me lo estaba comiendo en mis pensamientos.

Quería pegar mis caderas más a él, intentar sentir lo duro que estaba por mí.

Mis manos inquietas querían tocarlo, querían pero no se atrevían.

—¿Puedo tocarte ahí? —preguntó con su respiración un poco agitada, intentando encontrar mi mirada.

Sentí mariposas en el abdomen y me separé de él para mirarlo con cautela, sus ojos oscuros estaban llenos de deseo, sus mejillas estaban rosadas por lo poco que pude ver y sus labios tan apetecibles como siempre. —Hazlo —casi rogué sin hacer ningún movimiento.

Seguía mirándome con sus pupilas casi dilatadas para ver si hacía un gesto de arrepentimiento, pero no fue así, y al ver eso metió su mano lenta y con delicadeza entre mis piernas, inmediatamente las cerré por inercia.

—Si quieres que no lo haga, dímelo —pidió él escuchándose más ronco de lo normal pero tierno a la vez.

—No, hazlo —negué un poco agitada besando sus labios y abriendo mis piernas—, por favor —susurré candentemente.

Entonces con movimientos lentos sumergió su mano entre mis piernas, tocando mi intimidad húmeda por encima de mi ropa interior que no se podía observar bien y solté un pequeño gemido.

Sus manos en mí... que bien se sentía.

Recordé que no me había puesto una lencería sexy pero tampoco una ropa interior de elefantes y corazones que decía "tierna", entonces no importaba.

Su otra mano estaba en mi mandíbula, sus labios junto con los míos moviéndose a un ritmo sincronizado. Después la bajó acariciando suavemente uno de mis pechos por encima del vestido.

Con uno de sus dedos empezó a hacer círculos en mí palpitante intimidad, haciéndome disfrutar de la maravilla que estaba haciendo, haciéndome mojar cada vez más.

Él sabía lo que hacía. No era ningún inexperto.

Mis manos no hacían nada así que una de ellas bajó hasta su pantalón, me atreví a tocarlo, a tocar lo que tenía en medio de sus piernas. Algo que volvía loca a muchas mujeres.

Empecé a mover mi mano de lado a lado lentamente, no podía tomarlo del todo por que se interponía su pantalón.

Pero es que no quería ver en vivo y en directo a la Benjaconda, aún no. No creo estar preparada. Si con solo tocar ya podía imaginarme como es.

Benjamín soltó un pequeño jadeo entrecortado y eso aumentó mi temperatura, sus movimientos iban cambiando el ritmo y ahora iba un poco más rápido.

Los excitantes gemidos no se esperaron y salieron de mi boca, aunque Benjamín me siguiese besando cada vez más apasionadamente se escucharon claramente.

Y la poca vergüenza que me quedaba desapareció.

Con ayuda de mis manos desabroché su pantalón, y con fuerza lo tiré hacia abajo, él quedó casi expuesto.

—¿Puedo...? —pregunté mirándolo nerviosa.

—Ya te dije que soy tuyo —respondió seguro devolviéndome la mirada con un toque de lujuria que él siempre tenía.

—¿Todo mío? —pregunte sonando excitada.

Aceptó con la cabeza volviendo sus labios hacia los míos, sin parar de mover sus dedos de mi intimidad.

Entonces me atreví hacer lo que jamás en mi vida había hecho.

Bajé su bóxer negro hasta donde pude, era suficiente para rosarlo con mi mano al momento en que éste se levantó.

Me tomó unos segundos tomar su miembro y apenas lo hice Benjamín soltó un leve suspiro que hacía que te excites más.

—Por favor hazlo —rogué refiriendo a que introduciría sus dedos en mi. Lo necesitaba.

Él hizo a un lado mi interior y sumergió fácilmente un dedo en mí, mordí su labio amortiguando mi gemido y él no se quejó, su dedo empezó a salir y a entrar de mí lentamente, y con el dedo pulgar hacía círculos donde más me excitaba, donde más provocaba corrientes eléctricas de placer.

Me lamí los labios al sentir lo que estaba en mi mano, y esta empezó a moverse con lentitud y suavidad de arriba hacia abajo sosteniendo su miembro, intentado estimularlo.

Era la primera vez que lo hacía, y supongo que no lo hacía mal porque Benjamín no se quejaba, es mas, lo estaba disfrutando y me encantaba verlo así.

Después de aumentar la estimulación en mí, Benjamín sumergió no tan fácilmente dos dedos en mi cavidad que estaba más que húmeda hasta este punto, eso me hizo arquear la espalda y a la vez soltar un gemido casi fuerte en su boca.

Benjamín paró de besarme por unos segundos para decir, —No sabes cómo me prende escucharte gemir, diablita malcriada —agregó.

Dios mío, me prendía tanto escucharlo decir esas dos ultimas palabras con su voz tan sexy y candente.

Entre el silencio, los besos y jadeos de los dos se escuchaba mi corazón palpitando rápidamente.

Empecé a mover mi cadera en círculos cortos mientras él metía y sacaba sus dos dedos aumentando la velocidad.

La temperatura aumentaba rápidamente y sentía que necesitaba tenerlo dentro.

Quería gritarle que entrara en mí.

Quería sentirlo dentro de mí.

Pero no quería que mi primera vez fuera en un vestidor.

Mueve tu mano más rápido —ordenó yendo hasta mi cuello.

Le hice caso y mi mano empezó a moverse más rápido. Subía y bajaba apretando muy ligeramente.

Mis ojos fueron hacia su cuerpo, él se miraba tan sexy, tan deseable, desnudo frente a mis ojos, aunque aún no podía ver bien su miembro, solo sentirlo con mi mano, pero con eso era más que suficiente.

Joder...

Él sí que moja mi ropa interior.

Fue hacía mi cuello lo mordió y chupo por unos segundos, hasta que se acercó a mi oreja y susurró, —Eres tan jodidamente sexy pequeña diablita.

Mis vellos se pusieron de punta, su voz, sus movimientos, todo de él me excitaba demasiado.

Nos encontrábamos en una situación tan íntima y expuesta a la vez.

—En verdad necesito estar dentro de ti —siguió susurrando y con cada palabra suya sentía que moría de placer.

Pero no sabía que decir.

No quería decirle que él estaba siendo mi primera puta vez en todo. Porque sí, esto también es mi primera vez.

No le hice caso y seguí haciendo mi trabajo, cada vez el ritmo de los dos aumentaba haciéndome gemir más seguido.

—Benjamín —jadeé al sentir que necesitaba que sus dedos se movieran más rápido.

—¿Sí? —articuló sonando excitado.

—Más rápido —pude a decir antes de volver a gemir de placer.

Mi mano instintivamente se movía más rápido, quería devolverle el placer que estaba causando en mí.

Olas de placer invadían mi cuerpo y para amortiguar mis gemidos estaba mordiendo el hombro de Benjamín.

Mi respiración cada vez era más rápida, sentía que pronto vendría la más grande ola de placer.

—Laura...

—Shhh —lo interrumpí—, no pares —pedí jadeando.

Mis caderas cada vez se movían más bruscamente. Mi intimidad estaba sintiéndose satisfecha de lo que estaba haciendo Benjamín con sus dedos, no necesitaba que me penetrara para lograr placer en mí, no necesitaba pero yo lo quería.

Benjamín estaba respirando fuerte y agitadamente logrando hacer su trabajo perfectamente bien.

Faltaba poco...

—Benjamín —logré nombrarlo mientras gemía.

Y mi cuerpo empezó a sentirse como si estuviese yendo a mil por hora, se contraía y temblaba ligeramente.

Él lo noto y aumentó la velocidad.

Un gran gemido salió de mi sin poderlo evitar, retumbó por toda la habitación. Mi intimidad empezó a palpitar rápidamente, casi llegando al clímax, cerré los ojos mientras que las uñas de mis dedos se impregnaban en su brazo, de pronto sentí como la ola de placer arrasaba conmigo, dejándome quieta para poder sentirla por completo. Casi haciéndome ver estrellas.

Sin darme cuenta los gemidos se habían apoderado de mí y ahora estaba respirando tan agitadamente que sudaba frío.

Intenté calmarme para volver a la normalidad pero era imposible, Benjamín siguió metiendo y sacando lentamente sus dedos de mí pero después quitó los ligeramente y llevó su mano a donde estaba la mía, la tomó aparentándola y haciendo lo mismo que estaba haciendo antes, solo que a su manera.

De arriba hacia abajo y cada vez más rápido se movían nuestras manos.

—Me vendré en tus piernas —avisó sonando excitado y yo acepté.

Se acercó a mí, quedando frente con frente sin dejar de darse placer con mi mano en su lugar, me miró plasmando deseo y lujuria en mí, para después besarme lentamente, mordisqueando mi labio y después introduciendo su lengua en mí.

Su mano con la mía rápidamente subía y bajaba por su longitud, estaba como una piedra de duro.

Rápidamente llegó su orgasmo también, jadeó en mi boca sin dejar de besarla, y el caliente líquido que llegó a mis piernas me hizo saltar.

Apoyó su mano en la mesa y fue hacia mi cuello, dejando picos hasta subir a mi oreja.

Yo aún no me movía pero ya había quitado mi mano de él, estaba intentando asimilar lo que acabó de pasar.

—Te quiero —soltó él subiéndose el bóxer y fue como si un balde de agua fría cayera en mí.

Y reaccioné.

Creo que a la final solo fue calentura por parte de los dos, y no necesitaba hacerme sentir como si me amara. Pero de todas maneras no iban a cambiar las cosas por esto.

Bajé mi mirada hasta mis piernas, oh Dios mío...

—Manchaste mi vestido —dije viendo como una gota de su líquido había llegado hasta mi vestido azul, lo demás estaba regado en mis piernas.

—Ya está —dijo cogiendo con su dedo esa gota—. Aquí pueden estar nuestros hijos —miró su dedo, e inmediatamente a mí y sonreí.

Nuestros...

No sabía que sentir, si vergüenza o felicidad. Pero de todas maneras lo habíamos disfrutado.

Estaba en shock.

Benjamín sacó algo que parecía ser una servilleta de su pantalón, que se lo puso en un dos por tres, —Te limpiaré —avisó sutilmente pasándola por las partes donde regó su líquido.

Terminó de hacerlo y cogió su camisa poniéndosela rápidamente.

Me paré y di media vuelta para acomodar mi ropa interior, controlando mi respiración.

La vergüenza quería invadirme.

No tengo que sentir vergüenza de nada, y mucho menos de esto.

Volví hacia él que estaba abotonando los botones de la dichosa camisa, sus mejillas aún seguían un poco rojas, dándole un toque coqueto.

—Ven —lo acerque a mi cogiendo el cuello de su camisa y acomodándolo—, déjame hacerlo —dije empezando a abotonar su camisa desde abajo hacia arriba.

Cuando terminé metí la camisa por su pantalón, aproveché y lo nalgueé, el sonrió amusgando sus ojos y simplemente deje un beso mojado en su cuello, después cogí la corbata la pasé por el cuello de la camisa e hice el nudo, al final jalé de su corbata robándole un beso y él sonrió de dientes.

—Vámonos —dije peinando mi cabello con mis dedos—, quiero ver la graduación.

Tomó mi mano deteniéndome y me estampó un beso, viré los ojos y sonreímos a la vez.

—Por favor señorita —dijo extendiéndome su mano para que la tomé.

La tomé empezando a caminar y entrelazó mis dedos con los suyos siguiéndome el paso.

Por favor Laura, no te enamores.

$$$

Bueno... la calentura les ganó jajajajajaja.

Si leíste este capítulo y eres menor de edad, déjame decirte que dios se apiade de ti... y de mí también jajajajajaja, mentira, espero lo hayas disfrutado como Benjamín y Laura disfrutaron haciendo lo suyo😏 .

Rotundamente gracias por sus votos, sus comentarios que siempre estoy leyendo, me inspiran a seguir escribiendo esta historia que comenzó hace casi un año cuando me encontraba encerrada en casa sin hacer nada más que lavar platos y cocinar papas fritas jajaja. (Suspiró lentamente), en fin... gracias por hacerme feliz ❤️.

Besooos.

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