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Capítulo 32

Laura

Y ahí me encontraba yo...

Despertando con un dolor asqueroso, y con el mismo vestido que llevaba puesto ayer, pero eso no importaba...

Importaba los dos hombres que estaban a cada lado de mi cama.

Dios mío

¿Acaso hice un trío?

Intenté recordar que sucedió pero fue un intento fallido.

Me fregué los ojos para poder observan bien a las dos figuras que dormían profundamente en el piso.

Cualquier chica mataría por despertar al lado de dos hombres con cuerpos esculturales y con caras de ángel. Pero yo no, yo no porque el uno era mi hermano y el otro era mi supuesto novio.

Madre mía.

¿Qué carajos pasó ayer?

No les podía ver la cara pero estaba segura que eran ellos dos, los reconocería a kilómetros.

¿Ethan y Benjamín?

¿Que hacia Benjamín aquí?

¿Por qué Ethan lo dejó dormir aquí?

Me levanté de la cama aturdida yendo hacia la mitad de ellos para enfrentarlos y apenas pude ver sus caras tire un grito ahogado que amortiguó mi mano.

Me asuste tanto que di dos pasos hacia atrás. Pero ellos ni se inmutaron.

Sus caras estaban destrozadas.

Mi corazón sintió una pulsada al ver a Ethan así...

Su pómulo estaba con una mezcla de colores de morado y verde que llegaban hasta su párpado. Su labio inferior estaba hinchado y morado, mientras que parte de su nariz estaba morado.

En cambio Benjamín tenía su labio un poco hinchado, parte de su mentón estaba magullado y su nariz estaba casi igual a la de Ethan.

Toque mi cara, verificando si yo también estaba golpeada pero no.

¿Entonces que mierda pasó?

Ethan... —dije en un hilo de voz arrodillándome ante él.

Lágrimas invadieron mis ojos, mi hermanito...

Él se despertó junto a Benjamín, abrió sus ojos con cuidado y miró que lágrimas caían silenciosamente por mis mejillas.

—¿Qué te hicieron? —pregunté mirándolo sin evitar que lágrimas inunden mis ojos.

—No pasó nada —respondió suave mientras se sentaba—. No llores por favor —rogó enrollándome con sus brazos y pegándome a su pecho.

—¿Quién mierda fue? —pregunte logrando controlar mis emociones y separándome de él.

Ethan se quedó callado y regresé a ver a Benjamín. Los dos se miraron pero no dijeron nada.

—¿Quién mierda les hizo eso? —alce un poco la voz más cabreada pero arrepintiéndome al instante por el dolor que invadió mi cabeza.

—¿Recuerdas algo sobre anoche? —preguntó Benjamín sentándose con los pies cruzados.

Empecé a analizar.

Estaba charlando un poco con el amigo de Analia, después busque a Benjamín y lo encontré hablando sobre que lo iba a matar un tan Raffaele si no hacía algo, todo ese tema me dejó loca así que salí a bailar con Juliet, y eso era todo...
No recordaba más, solo que empecé a sentirme extraña.

Joder.

¿Me drogaron? —dije al instante intentando que sonará como una pregunta pero más parecía una afirmación.

—Maldita sea —salió de mi boca inesperadamente al entender que el silencio de los dos quería decir que sí.

Me drogaron...

¿Que querían hacer conmigo?

Fue él.

Ese asqueroso amigo de Analia.

De la dichosa Analia que estaba sentada en las piernas de Benjamín.

Cerré mis ojos, intentando no ponerme histérica y no imaginar cosas qué tal vez no podían ser ciertas.

Pero...

El amigo de Analia puede ser amigo de Benjamín también...

—¿Y dónde estabas tú, Ethan? —pregunté sonando cruel, pero no podía evitarlo—. ¿No que me acompañabas para protegerme? —soné más cruel y me mordí los labios intentando hacer contacto visual.

—Laura —me nombró Benjamín.

—Tú te callas —ordene grosera atacándolo con la mirada. Regresé a ver a Ethan que no decía nada—, tú dijiste que me acompañabas y no había pasado ni una hora y ya no estabas, te habías largado —afirmé con rabia.

Tal vez si el me hubiera protegido...

No culparé a Benjamín porque él no tiene porque cuidarme, él no tiene porque estar atrás de mí. Pero no confiaba lo suficiente en él y la duda de que si él tiene algo que ver con que me drogaran me atacaba fuertemente.

No quería seguir hablando, porque no quería decir o hacer algo de lo cual me arrepentiría.

—Las cosas no son como piensas —se escudó Ethan—, me fui porque tenía que irme, ademas te quedaste con Benjamín, y él te ayudó —afirmó sin dejarse intimidar por su hermana.

—Y sí el no me ayudaba, ¿qué hubiera pasado? —pregunté con un nudo en la garganta.

—Pero no pasó eso —interrumpió Benjamín y de inmediato lo volví a atacar con la mirada—, estás a salvo.

Respiré hondo varías ocasiones para pensar en lo que iba a decir.

—¿Me puedes dejar cinco minutos a solas con Benjamín? —pedí a mi hermano sin hacer contacto visual ya que miraba a Benjamín.

Ethan le atacó a Benjamín con la misma mirada que le hice hace unos minutos.

—Tu y yo tenemos que hablar de eso —me miró serio y nos señaló a mi y a Benjamín parándose y saliendo del cuarto.

Mierda. Ya sabe que le mentí.

Benjamín espero a que yo hable.

—Fue el amigo de tu —hice énfasis— amiga Analia quien me drogo —afirmé con certeza—, ¿tienes algo que ver en esto? —pregunte sin rodeos.

—¿Qué? —salió de su boca sin poder creer lo que le había dicho—, jamás haría eso —me miró molesto—, jamás —enfatizó.

—Tú amiguita me lo presentó —solté.

—Yo no tengo nada que ver —negó sin quitar la mirada de mí.

—No te creo —confesé dando media vuelta y dirigiéndome al baño, me entraron ganas de vomitar.

No me dejó avanzar más de dos pasos porque tomó mi muñeca deteniéndome.

—Laura —intentó mirarme—, ayer te protegí, estuve a tu lado incluso hasta después que llegara tu hermano —espero por unos segundos a decir algo—, si yo quise hacerte eso, ¿no crees que hubiera hecho lo contrario?, ¿no crees que te hubiera dejado ahí?

—¿Y qué estabas haciendo antes? —me atreví a preguntar.

—Estaba buscándote —respondió sin entender mi pregunta.

—No —enfaticé—, antes de buscarme, ¿dónde estabas? —me acerqué buscando su mirada.

Frunció el ceño como solía hacerlo siempre.

No quiso responder a mi pregunta.

—Lárgate Benjamín —me solté de su agarre.

—¿Pero por qué me culpas? —se enojó.

—Ayer te ví con Analia —le conté y él no entendía a qué me refería—, sentada en tus piernas —agregué y su cara cambio pero lo ocultó rápidamente.

—No es lo que estás pensando —dijo rápidamente cuando empecé a caminar hacia el baño—. Ella y yo solo somos amigos, éramos —corrigió rápido siguiéndome—, yo no sabía que ella te presentó a sus amigos callejeros hasta que me enteré mucho después y corté toda relación con ella.

—¿Y qué es lo que estoy pensando? —pregunté incrédula—. No te estoy reclamando que estés con ella —solté cruda—, simplemente te estoy contando que yo te ví con ella —aclaré—, con la misma tipa que me presentó al tipo que me drogó.

—Laura no tuve nada que ver con eso —dijo rápidamente pero le cerré la puerta del baño en la cara.

—Déjame en paz —le dije intentando calmar las ganas que tenía de vomitar.

—Pero es que no voy a dejar que pienses que yo te hice eso —alzó la voz.

—Benjamín sal de mi habitación —intenté calmarme pero inmediatamente sentí como mi boca se puso salada y vino una arcada.

Me arrodillé de inmediato casi metiendo mi cabeza en el sanitario.

—¿Estas bien? —preguntó cerca de la puerta.

—¡Ni se te ocurra abrir la puerta! —alcé la voz balbuceando mientras venían más arcadas.

Y abrió la puerta...

—Ayer fui yo el que te sostuvo el cabello mientras vomitabas —mencionó acercándose a mí y tomando mi cabello—, así que shhh.

—Déjame —dije ruda, pero vino otra arcada y esa fue la que me hizo vomitar.

Hasta que punto he tenido que llegar...

—Confía en mí —pidió Benjamín mientras tomaba un mechón de cabello que colgaba en mi cara colocándolo en la cola de caballo que me estaba haciendo—, jamás te haría algo así, y si hubiese sido yo, no te hubiese protegido con garras y dientes.

—Jamás confiaré en un hombre —escupí—, pero está bien. Además tú sabrás con quien te juntas y a quien tienes de amigos —reproché sabiendo claramente que él no tenía buenas amistades y estaba metido en Dios sabe qué.

(...)

Y como siempre... Benjamín había desaparecido toda una semana, pero no lo culpaba, yo también hice lo mismo pero porque era la última semana y siempre es estresante. Además que me dejaba mensajes, es decir, no se había olvidado de mí.

Benjamín ya se graduaba hoy en la tarde y a mí me faltaba un año para acabar el colegio.

Lo supe porque me llegó la tarjeta de invitación por parte de él, una fiesta que realizaba el colegio para cada promoción.

—Todo fue bonito mientras duró —dije arreglándome.

Supongo que él tendrá que ir a la universidad y ya no nos volveríamos a ver...

Pero tendría unas vacaciones con él, en dos días nos iríamos a República Dominicana, y la siguiente semana tendríamos el viaje de fin de curso, pero el iría a donde sus compañeros hayan planeado y yo iría a la playa por tres días con mi curso, después ya me iría con toda mi familia a no sé dónde, y las últimas semanas de mis vacaciones iría a Londres.

Esta última semana apenas me alcanzó para hacer todo lo que tenía planeado, con el dinero que había ganado en el concurso doné cierta cantidad a la mayoría de perreras de la cuidad, y la otra parte se la deposité a Benjamín, cuando fui a cada una de ellas vi a muchos perritos y gatitos, siempre me había hecho ilusión tener alguna mascota, pero a mi madre no le gustaba ni un poco.

Le quería obsequiar un regalo a Benjamín y le compré un perfume, me tomé el tiempo de oler cada una de las muestras y comprar el que más pegaba con él, un olor sexy, varonil y delicioso a la vez.

En una tarjeta coloque un mensaje:
Felicidades.

No tenía más que decir.

Guarde lo que iba a llevar en mi auto, en mi bolso coloqué mi licencia, tarjeta, y demás cosas necesarias.

Por cierto, la licencia la saqué esta semana, hace dos días, solo tuve que dar un examen de manejo por la mañana y en la tarde ya la tenía.

(Cosas de tener un padre con influencias en todo lugar)

No había nadie en la casa, pero mi madre sabía que iba a salir así que no me preocupaba.

Trate de ir lo más sencilla posible, no quería llamar tanto la atención, mi cabello estaba suelto y alisado, me coloqué un vestido de un solo color que era azul mate, descubierto por los hombros y entallado hasta la cintura que tenía un cinturón delgado color beige, junto con unos tacones de plataforma y unos accesorios. Y mi maquillaje no importaba, no era la gran cosa.

Subí a mi auto y de inmediato se abrieron las puertas del garaje dejándome salir.

Antes de arrancar el auto un mensaje llegó, revisé mi teléfono y era Benjamín.

Benjamín Castelblanco:
Te estoy esperando, no me dejes plantado o te daré unas nalgadas diablita malcriada.

Sonreí un poco y envié un mensaje de vuelta.

Laura Bell:
Las nalgadas quiero que me las des cuando esté en cuatro.

Ya me imagino la reacción de Benjamín, me gusta ser directa, aunque bromeaba.

Benjamín envió otro mensaje y no dude en ver.

Benjamín Castelblanco:
Lo que tú quieras, cuando quieras y donde quieras, aunque siempre es un placer tocarte esas maravillosas nalgas que el diablo te obsequió, mi amor.

Carcajeé y envié un último mensaje.

Laura Bell:
Te veo en 20 minutos.

Llegué al lugar donde siempre se hacían todos los programas del colegio. Estacione el auto y Benjamín me había estado esperando.

Está más guapo que nunca.

Su cabello un poco despeinado, sus ojos mirándome como si me fueran a comer, sus labios color carmesí, su mandíbula bien marcada, en su cuello adornaba la corbata color del uniforme que era un verde oscuro y una camisa blanca, junto con un traje un poco entallado color gris oscuro y con unos zapatos negros de punta. Todo le quedaba perfecto.

Se acercó y me abrió la puerta extendiéndome su mano y ayudándome a bajar.

—Pero qué sexy estás —alagué rodeando su cuello con mi mano y poniéndome de puntitas para poder alcanzar sus labios.

—Solo para ti —dijo mordisqueando mi labio e introduciendo su lengua a mi boca.

Mis manos no pudieron evitar ir a su culo,  bajaron lentamente por su espalda y entre besos mis manos agarraron fuertemente su suave trasero.

—Que culo mas bello que tienes Benjamín —dije intentando calmar las ansias que tenía de arañarle la espalda mientras hacíamos cosas...

Cada día aumentaba mi calentura, y para colmo tenía a un hombre esculpido por Dios besándome, y ese hombre se estaba robando todos mis malditos sueños húmedos...

Tu culo es el más bello —agarró mis nalgas con fuerza sin dejarme de besar—, lo tendría en un altar si es posible.

—Para Benjamín —intenté separarme al ver que personas estaban en el estacionamiento y no quería que vieran el show que estábamos armando, ademas que ya estaba poniéndome caliente—, nos van a ver.

—Me importa una mierda —dijo subiendo sus manos a mi espalda y de una forma rápida desabrochándome el brasier que llevaba puesto.

Salte de inmediato separándome. —¡Benjamín! —dije intentando abrochármelo.

—Me pones tan duro que duele —dijo él susurrando en mi oreja, mientras me acariciaba la mandíbula, mis vellos se pusieron de punta solo al escucharlo susurrar.

—Puedo hacer que no duela —afirmé pero sonó más como una pregunta.

—Obvio que puedes —sonrió toqueteando mi cintura.

A la mierda todo...

Llévame a cualquier lugar donde no nos puedan ver —sonreí dispuesta hacer que el pene de mi querido Benjamín cara de culo ya no doliera por lo duro que se estaba poniendo.

—¿Estás segura? —sonrió con perversidad mirando mis ojos.

—Siempre lo estoy.

Y esas tres palabras fueron suficientes para que Benjamín me tomara de la cintura y me llevara en sus brazos a no sé dónde.

$$$
¿Quieren un capítulo medio caliente? Jajajaja.

¿Están listos para presenciar lo que puede pasar?

Todo o nada jajajajaja.

Estamos más cerca de que se abra la caja de Pandora.

Y se quedarán con la boca abierta.

Besooos.

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