Capítulo 12
—Benjamín en verdad no te metas —escupí y regreso a verme con una ceja alzada—, si terminas diciendo cosas que él no sabe nos meterás en un gran problema, así que cállate, puedo defenderme sola —dije volviendo mi mirada al frente.
—Trato de defenderte ¿y ahora me dices que no lo haga? —habló con incredulidad.
—Yo nunca te pedí nada —lo mire frunciendo el ceño—, así que solo cállate.
—Perfecto —exclamó con odiosidad.
Benjamín se levantó dejándome con los demás.
Que se vaya a la mierda.
Yo nunca dije "Benjamín amor de mi vida, defiéndeme"
—¿Tú crees que ella esté bien? —preguntó ángeles apoyando su cabeza en mi hombro desde su asiento.
—Ella está bien —respondí reconfortándola—, ella siempre está bien.
No fue como en las películas que un doctor salía de aquel pasillo y decía en voz alta "familiares de Valentina Brown". Edward fue de nuevo a preguntar por ella y le dijeron en donde estaba.
Alcance a escuchar. Está en este piso, habitación B.
Me levante junto con Ángeles acercándome con rapidez.
—Nosotras también vamos —me integre mirando a la enfermera que estaba sentada en la silla del escritorio.
—Ustedes no van —dijo Edward enfrentándonos.
Ahora si que él iba a enfrentar a la verdadera Laura.
Lo regresé a mirar con enojo. —No eres nada de ella, ni siquiera son hermanos, así que tú —mi dedo índice fue directo a su pecho—, no nos puedes prohibir ni ordenar nada.
—Solo pueden pasar dos personas al mismo tiempo y no más de 10 minutos, y necesito algunos datos de Brown —interrumpió la enfermera sin interés alguno.
—Perfecto —sonreí falsamente—, iremos las dos y tú te quedas dándole la información que necesita. Laura Bell y Ángeles Miller —agregué yéndonos directo al pasillo junto con Ángeles con rapidez.
La enfermera le hizo una señal al guardia para que nos deje pasar y así lo hizo.
Estábamos buscando la maldita habitación B con desesperación. Se encontraba casi al final del pasillo al lado izquierdo.
Ángeles entró primero y después yo, nos acercamos poco a poco.
Lo primero que vi fue a Valentina que regresó a mirarnos lentamente.
La habitación era pequeña, no había un baño, solo había un pequeño mueble, una silla, una ventana que estaba en una esquina y por supuesto una camilla.
Era como si de repente el tiempo pasaba más lento al ver a Valentina así, estaba con una bata delgada, a su brazo estaba conectado una intravenosa que era de un suero color amarillo, traía una manta súper delgada que apenas la abrigaba y en su muñeca estaba una pulsera amarilla que decía algo que no podía leer bien.
No podía decir palabra alguna.
—Hace frío aquí, ¿no? —habló Valentina, su voz se escuchaba seca y débil.
—¿Cómo te sientes? ¿Estás mejor? —preguntó Ángeles.
—Siento como si me hubiera pisado un tren —respondió Valentina con una sonrisa corta.
Tragué saliva y hablé.
—Perdón Valentina, nunca quise verte así y menos por mi culpa, yo de...
Valentina me calló. —No fue tu culpa Laura —su voz era delicada y suave—, y quítate ese pensamiento de la cabeza, estoy bien.
Suspiré y no dije nada más.
—Es verdad, no fue tu culpa —regresó a mirarme Ángeles y sonrió suavemente—, hubieras visto la cara de Laura al defenderte, tenía al diablo en sus ojos.
—Sus ojos los heredó de su papi Lucifer —comentó Valentina riendo un poco pero haciendo una pequeña mueca de dolor.
—¿Qué te duele? —preguntó Ángeles sentándose en una esquina de la camilla.
—El brazo, no me encontraban ninguna vena, y me sacaron mucha sangre —dijo sin ganas.
—Valentina —aclaró la garganta Ángeles y yo hice una señal de que se callara. Estaba segura de que le iba a preguntar por su fobia—. ¿Por qué tienes esa fobia?
—Algún día se los contaré, pero hoy no —respondió mirando al techo y cerrando sus ojos.
Nunca presiones a una persona para que haga algo, si quieren hacer algo que sea porque les nace y así quieren, no por presión. Es horrible presionar a una persona para saber algo de ella, si no te lo quiere contar solo déjala en paz.
—Estaremos aquí para escucharte —tomé su mano suavemente y me acerqué un poco más dándole un beso en la frente—. Te quiero mucho Valentina —dije en con un tono de voz bajo.
Me dolía algo, tal vez era mi corazón, no lo sé, pero eso indicaba que si algún día Valentina decidía dejarme sola e irse, iba a querer matarme y eso iba a doler mucho.
He decidido abrirme un poco ante ellas, siempre hay algo que me dice "No Laura, todos se irán. No confíes, que tarde o temprano te apuñalaran por la espalda." Y en una parte supongo que es verdad, todos se irán algún día.
Por eso nunca debes depender de nadie, para que no te importe si se van o no.
¿Tú dependes de alguien emocionalmente?
El sonido de la puerta que se abrió me hizo despertar de mis pensamientos.
Regresé a ver quien era, Edward.
Entró sin expresión y se acercó hacia nosotras con unas hojas en las manos.
—Ya se pueden ir —habló Edward, su semblante estaba tenso.
—No —negó Valentina regresándolo a mirar—, son mis amigas Edward.
Decidí morderme la lengua para no mandarle al infierno.
—Apenas acabe ese suero —señaló con las cejas al mismo— te darán de alta, así que no hace falta que se queden más —dijo fuerte y claro, nos regresó a ver—, se pueden ir.
—Yo no me voy a ir —lo enfrenté—, ¿qué te crees o qué? Estoy aquí por ella, porque no voy a dejarla sola, no estoy aquí para obedecer las órdenes de un estúpido.
Querido Lucifer, ¿Por qué no me diste el poder de hacer desaparecer a la gente cuando se me diera la gana?
Lucifer:
—Porque tú puedes hacer desaparecer a quien quieras sin necesidad de un poder.
—Mira Laura —regresó a mirarme con maldad—, realmente me importa muy poco que hagas, pero ahora quiero que se larguen porque necesito estar a solas con Valentina.
—Edward —lo llamó Valentina—, no ahora —negó con su cabeza y nos regresó a mirar—, estoy bien, Edward me llevará a casa, así que se pueden ir —lo dijo con delicadeza.
—¿Estás segura? —preguntó Ángeles parándose.
Sabía que ella sí se tuvo que morder más que la lengua para no decir nada.
Valentina acertó con la cabeza y Ángeles se acercó y le dio un beso en la frente para después salir de aquella habitación.
—Puedes quedarte en mi casa y lo sabes —dije susurrando en su oreja.
—Quiero descansar para estar lista para acampar el viernes —dijo en voz baja con una sonrisa.
Ay Valentina.
Sonreí ligeramente para después dar media vuelta y salir de ahí.
Seguían Benjamín, Alex y Max en la sala del hospital junto con Ángeles.
Me acerqué a ellos. Ángeles le estaba diciendo a Max que no podía pasar a verla.
—¿Entonces ella está bien? —preguntó Max.
—Sí —afirmó Ángeles—, mañana hablas con ella, pero si vas ahorita la meterás en un problema con su hermano.
—Es mejor que esperes hasta mañana —habló Alex desde su asiento.
—Ya no tenemos nada que hacer aquí, vámonos —comentó Ángeles.
Alex y Max se pararon tomando sus cosas. Benjamín después de unos segundos igual se paró siguiéndonos hacia el ascensor.
Antes de entrar me detuve.
—Yo iré a casa —comenté—, tomaré taxi, no te preocupes —le dije a Ángeles.
—Yo te llevo —se ofreció Benjamín.
—Tomaré taxi —volví a repetir, regresando mi mirada hacia él—. Nos vemos mañana —dije a todos alejándome hacia la puerta del hospital.
Benjamín después de unos segundos me siguió deteniéndome afuera del hospital.
—¿Estás segura de que no quieres ser mi acompañante? —inquirió.
—Estoy más que segura, no me pierdo de absolutamente nada —escupí dirigiéndome hacia la vereda donde estaban algunos taxis.
—Yo diría que te pierdes de mucho—dijo Benjamín atrás mío.
—Estoy cansada, así que te agradecería si te vas con tu ego a otro lugar —comenté con odiosidad acercándome a un taxi y después subiéndome a él.
—Me envías un mensaje a lo que llegues —ordenó quedándose parado en la vereda.
—Si claro, ¿algo más mi amor? —hablé de forma sarcástica.
—Que me digas mi amor todos los días —habló riéndose—, se escucha de lo mejor saliendo de tu boca —me hizo un guiño.
Me reí por su comentario tan estúpido.
El auto arrancó y di la dirección de mi casa viendo como Benjamín entraba de nuevo al hospital.
Viernes por la tarde.
En estos últimos días no salí, mamá me obligó hacer ejercicio y muchas otras cosas más, me costó demasiado pedir permiso a Ethan para que me dejara ir a acampar pero al final si me dejo y habló con mamá, tampoco vi a Benjamín por ningún lado en estos días y Valentina estaba como antes, solo que ahora llevaba su inhalador, dijo que todo estaba bien y solo lo lleva por si ocurre otro percance. Daniel no me volvió a buscar, y tampoco supe nada de él, ni me interesa.
Estaba en mi cuarto verificando que no se me olvide nada. Ya me había cambiado de ropa, afuera estaba un calor infernal así que llevaba puesto un short un poco holgado, una camiseta corta blanca y unas zapatillas negras junto con una coleta alta.
Me tocó llevar algunos snacks.
En mi maleta lleve dos cobijas, ropa delgada y gruesa por si hace calor o frío, estaba preparada para todo, audífonos que no podían faltar, cargadores inalámbricos, una botella de vodka y agua para la sed, y algunas otras cosas más como bloqueador solar, lentes de sol, gorras, etc.
Aparte lleve los snacks que si eran muchos ya que iban a ir muchas personas y una carpa desarmada.
Lucifer protégeme de qué no me coma algún oso en este campamento.
Estaba nerviosa, ya mismo me recogían. No tenía idea de que más llevar, para mi ya estaba todo.
Ethan ya se despidió de mí hace media hora, y como siempre me dijo las reglas que debo cumplir.
1. Enviarle fotos.
2. Llamarle por lo menos tres veces al día.
3. Pasarle a Valentina y confirmar que no estábamos borrachas.
4. Enviar mi ubicación al llegar.
5. No confiar.
No estaba nadie en la casa ya, solo Rocío que me preparo unos sándwiches, le salen riquísimos.
Supe que ya llegaron porque empezaron a sonar los cláxones de algunos carros. Sonreí, tal vez este iba a ser el mejor fin de semana para desestresarme.
Baje rápidamente con mis cosas.
—Qué le vaya bien niña —dijo Rocío.
—Gracias Rocío —respondí de forma amable.
Ella me ayudó a llevar la carpa que estaba en un bolso grande.
Apenas vieron que salí empezaron a sonar los cláxones y Ángeles sacó su cabeza por el techo panorámico del carro de Alex. —¡¿Estás lista?! —gritó con emoción.
—¡Desde que nací! —grite devolviéndole una sonrisa.
Estaba una caravana de carros. Siete para ser exactos.
Salí con mis cosas y Valentina, Ángeles y Alex se bajaron del carro.
—Tenemos un problema —dijo Ángeles mirando a Alex.
—¿Qué pasó? —pregunté mientras vi que Valentina me sonreía suspicazmente.
—Pues tus cosas irían en otro carro porque en este ya no alcanzan —dijo Alex.
—¿En cual? —Pregunté dudosa.
—En el de Benjamín, ese es el único que queda libre —dijo Alex y fruncí el ceño.
¿Benjamín Castelblanco?
Alex señaló a un carro, lo regrese a ver y sí, en ese carro estaba el papi chulo de Benjamín.
Él estaba mirándome y le regrese una sonrisa diabólica.
¿Hoy es un gran día para jugar con Benjamín?
No lo sé, espero y sea el mejor.
$$$
¡Holaaaaa!
¿Qué tal?
Espero se encuentren bien❤️.
No tengo nada que comentarles por hoy, solo lo de siempre, que me ayuden recomendando el libro❤️.
¿Pasará algo con Benjamín y Laura en el campamento?
Laura y Benjamín juntos son el infierno.
Heeey, cree un grupo en Instagram sobre este libro, si quieres estar en el grupo solo déjame tu user (de Instagram).
Besooooos.
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