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❄Parte unica❄

El anciano estaba sentado en el rincón de la chimenea, suspiraba pesadamente mientras esperaba que pudiese sacar los pirozkis del horno. Los años habían pasado , y los inviernos habían dejado marcas en su cara, su cabello ya no era del color oscuro que tuvo alguna vez, el tiempo no solo le había arrebatado su juventud también se llevo a su esposa, quien perduraba en los recuerdos del anciano. Se sentia apenado al ver a los niños jugando la nieve penso en su pequeña Aleska cuando jugaba en la nieve, imagino como seria Yuri, su nieto, ¿Jugaría en la nieve? ¿Tendría los ojos de su madre? Probablemente seria parecida a su hija, cree que seria un muchacho de 16 años sano, y alegre, tal vez gruñon como lo fue alguna vez Aleska, quiere creer que el pequeño Yuri lo acompañaria al cocinar y que comerian junto a la chimenea. El anciano bien sabia que esas preguntas jamas tendrian respuesta alguna, ya no volveria a ver a algun pequeño en busca de calor junto a la chimenea, o zapatillas secandose junto al fuego, su pequeña habia crecido, y su bebe ya no esta con los vivos, tal vez este siendo malcriado por su abuela; su hija estaba en los brazos de la ruidosa ciudad, y con el tiempo se convirtió en un recuerdo lejano.

La puerta sonó, y despertó al anciano de su estado de ensueño, con dificultad se levanto, abrió la puerta y se encontró con un joven de cabellos negro y recortados, de ojos oscuros y pequeños, era el muchacho que había estado visitándolo últimamente, era un muchacho tranquilo que lo ayudaba y cuidaba del anciano durante el invierno, así desde hace 3 años. El anciano siempre le contaba las mismas historias, el joven ya sabia de la esposa y de la hija, además de más de una vez sobre Yuri. Se sentaron a comer junto a la chimenea mientras se oía lo niños que jugaban en la nieve reírse y aplaudir, el pelinegro se asomó por la ventana para ver cuál era la causa de tanta risa; allí estaban los pequeños orgullosos del labor que hicieron con el muñeco de nieve, el cuál era rechoncho y de sonrisa amplia, causaba risa que tuviese parecido con alcalde del pueblo.

-Mire señor Nikolai-Dijo el joven-Los niños hicieron un muñeco y adivine a quien se parece...
-Ya voy, Otabek-Se levantó de su puesto, y se acercó a la ventana, observó al muñeco que hicieron los niños-Pero si se parece al señor Youshko-Otabek asintió, el anciano siguió mirando, con nostalgia-Me recuerda a los muñequitos que hacía mi Aleska.
-¿Y como eran?
-Lo hacía gorditos, y sacaba la mejor zanahoria para que fuese la nariz. Yo creo que Yuri hubiese hechos unos parecidos ¿A que si?
-Yo creo que si-Sabía que el anciano siempre hablaba de su nieto muerto, pero no tenía el corazón para negarle algo al respecto-¿Quiere hacer un muñeco? Podemos hacerlo gordito.

El anciano lo miro incrédulo, después sonrío un poco.

-Creo que ya soy demasiado viejo para jugar como niño, y tú eres algo grande también. ¿Que dirían los...
-No veo el problema, si teme a que le vean y se burlen, podemos construirlo en el bosque.
-Podría ser.

El anciano se colocó su gorro y su abrigo, salieron y dieron un paseo por el pueblo, saludaron a una que otra persona del lugar. Después se dirigieron al bosque que limitaba con el pueblo, un lugar donde la nieve era tan blanca que cegaba, era hermosa, Otabek se sentó y empezó a juntar un poco de nieve.

Nikolai querría hacerlo algo alto, Otabek le hizo caso, quisieron que tuviese el porte de alguien sentado, se encargaron de que se notarán las piernas, y que el cuerpo estuviese bien formado, mientras el anciano hablaba de sus recuerdos. Con cuidado modelaron el cuerpo muy rápido, y lo único que les faltaba era la cabeza, un bolitas de nieve formaron las mejillas y el rostro, como no había zanahoria hicieron una naricita con un poco de nieve, le pusieron dos agujeros como ojos.

Ya terminado, Otabek retrocedió para ver si le faltaba algo, cuando notó algo extraño, le dijo a Nikolai que se pusiera a su lado para que pudiese ver. Era algo realmente extraño, allí donde debían estar los agujeros, se veía dos melancólicos ojos verdes que miraban atentamente a las dos personas. Luego, el muñeco perdió su blanco puro, las pequeñas mejillas adquirieron un tono rosado y se volvieron tersas, y unos labios brillantes aparecieron en donde estaba la boca. El viento sopló la nieve, la cabeza que estaba cubierta de esta se despejó mostrando unos cabellos rubios. La nieve que resbalaba del cuerpo se fue transformando en un traje blanco, un poco de gris y brillante. Antes de que Otabek o Nikolai hubiesen podido reaccionar el muñeco de nieve se había convertido en un chico.

-Se parece a mi pequeña Aleska-Dijo Nikolai al borde de la lagrimas, Otabek no tenía el valor para negárselo. El rubio negó con la cabeza.
-Abuelo, tú sabes mi nombre.

El anciano se sentó en el suelo y se puso a llorar, Otabek le daba palmaditas en la espalda para calmarlo, el rubio corrió a su lado y lo abrazo.

-No llores estoy aquí.

Por mucho que pensaron que era una ilusión, era tan real como la nieve que sentían. Ante ellos estaba un muchacho rubio de piel pálida. De verdad estaba vivo, ni Otabek ni Nikolai podían creerlo pero allí estaba.

-Mi pequeño Yuri-Murmuraba el anciano entre lágrimas.

El anciano río y lloro de felicidad, mientras que Otabek se alejó un poco para darles algo de espacio. Cuando empezó hacerse de noche decidieron encaminarse a la casa, Yuri iba de la mano de Nikolai, mientras que el pelinegro los seguía a cierta distancia para no romper el momento. Una vez llegaron el anciano prendió la chimenea y empezó a cocinar más pirozkis para los invitados, aunque ambos muchachos se ofrecieron ayudarlo se negó a ambos.

Termino de ponerlos en el horno, fue por su cámara para poder tomar algunas fotos de la situación, cuando se acercó a la chimenea escucho a ambos de chicos conversar, notó que la forma de hablar del pequeño era algo grosera y alta, parecida a la de Aleska, y a pesar de eso Otabek nunca quitaba su formalidad al hablar, optó por dejarlos conversar un rato más hasta que tuviese que sacar los pirozkis.

Cuando los saco del horno vio como unos ojos verdes observaban atentamente la comida, le causó gracia Nikolai.

-Quiero.
-Espera a que se enfríen-Dijo el anciano, el menor asintió y siguió mirándolos con determinación.
-Tu mirada parece tener la determinación de un soldado-Dijo Otabek entrando a la habitación.
-¿Que vas a saber tú?-Dijo con algo de molestia, Otabek sonrió un poco y se encogió de hombros.

Esperaron a que se enfriasen los pirozkis, y se los comieron, una vez terminaron se fueron a dormir, Nikolai dejó que Otabek se quedase en la cabaña. Nikolai durmió en su cama, Yuri en la habitación de huéspedes y Otabek en el sillón con muchas mantas para que no pasase frío

Al despertar Nikolai temió de que todo fuese un sueño, para su fortuna no era así, allí estaba el rubio durmiendo en la habitación de huéspedes que ahora sería su habitación, Nikolai decidió hacer el desayuno, grata fue la sorpresa de encontrarse con Otabek cociendo unos granos en leche, para las tres personas que se encontraban en la cabaña, unas vez termino de cocinar sirvió las kashas en tres cuencos, le entregó uno a Nikolai, dejó el suyo en el mesón y se dirigió hacia donde estaba el rubio. Se escucharon algunos gritos y el pelinegro volvió con el cuenco dado vuelta en su cabeza y atrás un malhumorado rubio, enojado por despertar tan temprano. Otabek le pasó su cuenco al rubio y se sirvió en el cuenco que acababa de limpiar. Una vez terminado el desayuno Otabek se dirigió a donde normalmente se quedaba cuando estaba en el pueblo, Yuri y Nikolai disfrutaron la mañana, el anciano le contaba sus historias mientras que el otro escuchaba fascinado.

En la tarde Otabek volvió con ropa distinta y sin leche en la cabeza, también había traído un bolso que contenía ropa que no le quedaba y que le podía servir a Yuri, esta se cambio el traje que tenía por unas ropas más cómodas, después Yuri quiso conocer el pueblo donde todos quedaron encantados con la apariencia del muchacho, todas las niñas quería jugar con el, y más de un joven lo invitaba, esto último molesto un poco a Otabek, aunque Yuri se negó a todo de una forma no tan amable, Nikolai pedía las disculpas correspondientes.

Estaba frente a los más maravilloso que había visto en su corta vida, era un lago gigante el cual se encontraba congelado por la época, Nikolai le arrendó unos patines y Otabek se devolvió para ir por los suyos propios ya que sabía patinar desde pequeño. Yuri no podía estar mucho tiempo de pie en el hielo, por ende Otabek le ayudaba, le enseño lo básico y Yuri aprendió rápidamente, ya podía patinar sin caerse, Otabek le elogiaba.

Desde aquel día, Yuri iba sin falta a patinar junto con Nikolai y Otabek, este último le había regalado unos patines, en poco tiempo ya sabía hsta dar unos cuantos saltos, la habilidad de Yuri empezó a atraer a la gente a observar el acto que se formaba sobre el hielo. El tiempo pasaba y no solo la habilidad de Yuri aumentaba, también los sentimientos que está tenía hacía cierto muchacho de cabellos negros, por mucho que el rubio lo negara. Para Nikolai los sentimientos que sentían los muchachos entre ellos eran evidentes, pero dado al poco avance que estos daban, optó por ayudar. Casualmente un día decidió salir, y dejar a su nieto solo en la cabaña, sabía que Otabek iría a visitarlo sin falta.

No es esperaba que su plan terminase en ambos muchachos besándose fogosamente en el sillón al lado del fuego. Ambos muchachos con la cara roja de vergüenza ser descubiertos en esa forma, se separaron rápidamente Otabek decidió volver a su casa, Yuri se quedó nervioso y optó por ir a su habitación con la orejas rojas. Después Nikolai tendría que hablar con ciertos jóvenes.

Los meses de invierno estaba llegando a su fin. Con pasos suaves, poco a poco la nieve amenazaba con desaparecer, en menos de un mes el suelo verde, la nieve ya no estaría y el lago se congelaría, los pájaros volverían al pueblo y cantarían, el viento se volvería cálido, la primavera pronto llegaría, y Yuri se encontraba triste.

-¿Que sucede mi muchacho?-Dijo su abuelo al ver el estado de su nieto.
-Quisiera patinar antes que el lago se descongelase abuelo-Dijo de forma suave.
-Podemos ir hoy-Yuri hizo una mueca que parecía una sonrisa. Esperaron a que Otabek llegase antes de ir a patinar.

Parecía un ángel en el hielo, se movía delicadamente y los saltos ya los había aprendido, estaba mostrando una coreografía sublime, Otabek lo miraba con asombro y en medio de la coreografía Yuri lo invito a que patinasen juntos y así lo hicieron, fue un acto mágico sobre hielo, Yuri jadeaba de cansancio pero se sentía feliz. Al día siguiente el lago se descongelo.

Cuando faltaba menos de una semana para que llegase la primavera y el anciano había quedado de ir donde unos de sus amigos para jugar, una tormenta se asomó, la última tormenta del invierno, por ese hecho Nikolai se tendría que quedar el la casa de su colega. Otabek se quedaría en la cabaña junto con Yuri, cualquier sonido que pudiese haber sonado allá fuera, se quedaron en segundo plano en el momento que el nombre de alguno salió de la boca del otro.

El día siguiente la primavera parecía estar tocando la puerta, esa tarde que parecía se igual a cualquier otra, Nikolai estaba haciendo su receta, Otabek estaba abrazando a Yuri, los niños jugaban afuera y sus risas resonaban; pero los ojos de Yuri estaban opacos estaban concentrados en el exterior, en los árboles verdes. Otabek no que el rostro de su amado estaba pálido y que sus ojos tenían un tono menos verde de lo normal.

-¿Te encuentra bien, Yura?-Pregunto con preocupación.
-No, Beka-Respondió tristemente-No me gusta la hierba, la nieve era hermosa ¿Por que se tiene que ir? Quiero que la nieve vuelva.
-Pues claro que volverá-Dijo Nikolai que escucho que Yuri no se sentía bien y entro a la habitación-¿No encuentras que las flores y los árboles son bonitos?
-Más bonita es la nieve puramente blanca, o el lago cuando está congelado.

El día que siguió Yuri tenía un aspecto más triste y estaba tan pálido que las personas que amaba se asustaron, y no sabían que hacer.

-¿Que te pasa cariño?
-Creo que con el aire tibio mi corazón se derretirá. Quiero la nieve.
-La nieve volverá el año que sigue-Dijo Nikolai, Yuri negó con la cabeza.
-¿Y si salimos a dar un paseo?

Se encaminaron al único lugar donde todavía había algo de nieve, era un pequeño cerro que era pasando el bosque, como todavía era de mañana el sol no salía. Al mediodía estaban a punto de llegar al cerro, y el sol le llego a Yuri lanzo un chillido de dolor, y empezó a derretirse un poco, Otabek lo tomó y lo llevo corriendo hasta llegar a la nieve, todos estaban llorando, Yuri abrazo a su abuelo.

-Adiós abuelo, te quiero-Le dijo, se separó de Nikolai y miro a Otabek.
-Cuídate Beka, te amo-Y le dio un débil beso.
-Te quiero Yura.

Los tres se abrazaron, hasta que se convirtió en un abrazo de dos. Yuri se había fundido con la poca nieve del lugar, después de todo su corazón era de hielo y había llegado la primavera.

❄️❄️❄️


Y aquí termina este one-shot espero que les allá gustado, seguiré escribiendo historias así, además de que debo seguir con Soulmates pero es que son demasiadas ideaaaas. Ay.

En fin, yo seguiré en lo mío y usted en lo suyo.

Nos leemos en otra ocasión.

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