(IX) Frustración
Dedicado a julsnzarri, escribí este cap antes de lo planeado porque me lo pediste, JAJAJA.
Erica
—El señor Enzo se retiró, fue a la universidad— me explica Luisa apenas bajo y hago un gesto, buscando a la causa de tanto silencio.
—Ah, claro— afirmo —. ¿Me preparas el desayuno?
Ella asiente y comienza a calentar la leche para mi café de todos los días.
Mientras miro como hace su trabajo, recuerdo las palabras de Enzo.
"Se suele saludar a los empleados". Él siempre quería que yo fuera "respetuosa" con quienes trabajaban para mí, y tenía razón, a veces_ solo a veces- era un poco mal educada.
—Gracias, Luisa— sigo los consejos de mi niñero —. Está delicioso— agrego apenas siento el sabor de la bebida.
Ella abre los ojos notoriamente, sorprendida, y me regala una gran sonrisa de boca cerrada.
—Oh... Gracias.
—A ti— devuelvo —. Ten buen día- le digo, mientras me levanto de mi asiento.
Al final no era tan difícil ser buena persona.
Me sonrio a mi misma mientras subo las escaleras, victoriosa.
Enzo estaría orgulloso.
Le contaré, sé que me felicitará.
Que tierna.
Ñeñeñe.
Encerrada en mi habitación, hago mis tareas pendientes hasta la hora de la uni.
***
—Gracias, Eros— digo y bajo del coche.
—¿Otra vez tarde?— apenas entro en mi aula, el profesor de guión, Laterfago, pregunta, alzando las cejas.
—Ehh, perdón, se me demoraron los tiempos.
—Ajá— baja sus lentes, dandome una mirada malvada —. Vaya a sentarse.
Le asiento con la cabeza mientras me dirijo a mi banco con algo de vergüenza al sentir las miradas en mí.
Algunas pataditas se reciben en mi asiento. Giro atrás bruptamente para encontrarme con los ojos de Vincent, mi mejor amigo, juguetones.
—¿Puedes parar?— le pido, algo frustrada, con miedo a que Laterfago me pille hablando.
—No hasta que me saludes, loca— responde, con una sonrisa malvada.
—Ay, Vizy, perdón por no saludarte una vez.
—¿'Una vez'?— se ríe un poco mientras lo dice, haciendo que mi mueca sea vista.
Ruedo los ojos y me concentro en el pizarrón, lleno de explicaciones aburridas para algunos, pero interesantes para mí.
Cursar cine era divertido.
Aunque, para ser honesta, había profesores que hacían que la carrera sea insoportable. Pero me los podía aguantar.
Mentira, S.O.S, no soporto a Laterfago ni por un millón de dólares.
Bueno, a veces mi conciencia revelaba mis pequeñillas mentiras.
¿'Pequeñillas"?
Ought, mi conciencia es indiscutible, ¿verdad?
Verdad.
***
Al llegar a casa, luego de despedirme de Eros con una gran sonrisa, entro en la casa y me dirijo a la cocina, hambrienta.
Pero me sorprende no encontrar a Enzo charlando con Luisa mientras se preparaban su merienda. Siempre hacía eso a la hora de mi llegada.
Y él volvía mínimamente una hora antes que yo, así que no había explicación para que no esté.
—Esta vez no sé dónde está— dice Luisa, haciéndome entender que mi mueca era notoria.
—Qué extraño— reflexiono —. Luego le escribo, quizás fue a lo de un amigo.
Mi empleada me asiente, dándome la razón.
—Sí, debe de ser. ¿Me preparas un café, por favor?— pido, y ella no tarda en darse la vuelta y hacerlo.
Al terminar mi comida, me dirijo a mi habitación, donde tomo mi celular y busco entre mis contactos a mi niñero.
Erica: ¿Dónde estás? Ya deberías haber llegado hace rato.
La duda me carcome y la espera me mata, pero su respuesta nunca llega.
***
—¿Está segura de que no le comentó nada al respecto?— pregunta Luisa al ver mi notoria desesperación.
Ya pasó una hora y cada vez me preocupa más.
Quién iba a decir que yo haría del rol de niñera esta vez.
Enzo sigue sin responder, mientras que yo envío y envío mensajes ansiosos, mientras muerdo mis uñas y camino en círculos por mi sala de estar, reflexionando e intentando contradecir todas ideas de un final de esta historia horribles que se pasan por mi cabeza.
Secuestrado.
No lo creo, sabría defenderse.
Podrá ser fuerte, ¿pero tanto como para unos secuestradores? Nah.
¿Se habrá perdido? Sí, seguro es eso.
No te la crees ni tú.
Enzo está bien, Enzo está bien.
Que lo manifiestes no hará que sea verdadero.
¡Cállate un poco, maldita conciencia!
Bueno, bueno, no me grites.
Agth.
Las llaves hacer ruido contra la puerta, y parecen desesperadas por entrar de una vez a la casa.
Cuando se abre, lo veo.
Corro hacia él, entre aliviada, enojada y confundida.
-¿Dónde mierda estabas?- pregunto, aunque cambio mi vocabulario, a él no le gustaba que yo hablara así -. Me tenías preocupada, Enzo. A mí y al resto- señalo a Luisa y Eros, que se encuentran detrás mío, con un alivio notorio en ambos.
-Lo lamento, es una larga historia y estoy muy cansado- se excusa, y se va de la escena, no sin antes saludar con una sonrisa a mis empleados.
Pero de mí no se iba a librar. La palabra intriga me definía, y nunca me gustaba tenerla. Mucho menos si se trataba de Enzo siendo irresponsable ¿desde cuando era así, de no responder y llegar tarde?
A ver, quizás estaba exagerando un poco la situación y realmente solo se había quedado sin carga y se fue a lo de algún amigo. Las posibilidades eran ilimitadas.
Toco la puerta despacio, con miedo a que rechace mi visita en su habitación.
Oigo un suspiro del otro lado de la entrada, pero luego, para mi sorpresa, la puerta se jala y Enzo me mira con unos ojos más cansados de lo normal.
-Qué pasa?- su frustración es notoria, él quería que me fuera de ahí.
Lastima que yo no quería.
Al fin concordamos, conciencia.
-A mí no se me deja con la intriga, Enzo- él ríe, aunque todavía su cara no tiene el alivio que me gustaría que tenga, sigue con una mueca inmensa.
-Así que solo vienes en busca de respuestas- dice -. Eres solo una persona interesada.
Una sonrisa me consume. Si estaba bromeando era señal de no estar enojado, y eso me favorecía.
Él se hace un lado, permitiéndome paso, y yo me siento en su cama.
Al imitarme, el colchón se hunde tanto de su lado que me hace sentir pequeña.
¿Era tan chiquita físicamente a comparación de él?
-No hay mucho para contar, caprichosa- dice.
Ya volvimos con los apodos estúpidos.
-Tú sí que eres bueno mintiendo, si no te conociera me lo creería- contradigo.
Enzo suelta un suspiro, y yo tengo que dar un esfuerzo para que la sonrisa victoriosa no acabare mis labios.
Su expresión facial me permitía saber que me lo iba a contar.
Pero, para mi sorpresa, no hace eso.
Hace algo mucho peor.
Mejor*
Se inclina sobre mí y deja un beso justo en mi sonrisa, que se empieza a disolver.
Vuelve a dejar otro beso corto y por última vez empieza a besuquear de verdad, moviendo sus labios. Pero yo no lo correspondo.
Me despego lo mejor posible de él, confundida, atontada, mareada, y con todas las emociones mezclándose en mi interior.
Mi estomago soltaba pequeñas chispas, como mariposas, pero no eran mariposas positivas.
Frunzo el ceño fuertemente, mirándolo con confusión.
Yo... ¿le gustaba a Enzo?
Mierda. Le gustaba a Enzo. Y él quería besarme. Pero yo a él no. Definitivamente no.
En eso cambiarás de opinión.
Basta, conciencia, estoy demasiado frustrada como para además tener que soportar tus comentarios absurdos.
Yo te soporto todos los días.
-Enzo- negando con la cabeza, con los ojos muy abiertos, digo -... yo- yo no quiero...-
-Está bien, caprichosa, pero déjame solo, por favor.
Asiento con la cabeza, todavía sin entender ni la mitad de la situación que acababa de pasar.
Encerrada en mi cuarto, hago mis tareas, o eso intento, ya que toda mi concentración parece ser tirada a la basura por Enzo, y solo puedo pensar en él y en lo que acaba de pasar.
No... no tenía sentido.
¿Acaso cuando yo le gritaba él veía en mí algo atractivo en vez de odioso?
Porque así había sido nuestra relación hace no tanto, solo peleas y gritos, nada de amistad o amor.
Y de pronto, con todo lo sucedido... ¿habíamos acabado en una historia de amor?
Aunque claro, amor no correspondido.
¿Saben que? A la mierda, necesito hablar con él. Pero no sobre el beso, de eso no me atrevía, sino de lo que fuera que estaba pasando como para que llegara tarde, ya que notaba que no había sido una simple casualidad, lo notaba en él.
-Enzo... ¿podemos hablar? - adentrándome en su habitación lentamente, pido, no, ruego.
Hago una cara de pobrecita para que deje su frustración de lado.
-Erica, ya te explique que no quiero hacerlo, solo quiero besarte y tú no a mí, ya está.
Que aquellas palabras escaparan de su boca aumentaban mis nervios. Toda posibilidad de que aquel beso fuera un simple impulso acababa de ser eliminada por su comentario. Mierda.
-No es sobre eso- contradigo -, es sobre lo que sea que te esté pasando, no soy estúpida, dímelo.
-Oght, caprichosa, ¿cuántas veces más tendré que besarte para que entiendas que es eso lo que me pasa?- pregunta, pasando ambas manos por su cara y pelo, pero sé que está mintiendo, lo sé, es obvio.
-Enzo, te dije que no soy tarada.
-El lenguaje, Erica. Y por más que no lo seas, lo estás empezando a parecer. Estaba nervioso por todo esto de la atracción y decidí dar unas vueltas, sin mirar el celular, y cuando me preguntaste no se me ocurrió más excusa.
Seguía mirándolo con mi mueca extrañada, y justo cuando lograba escapar de mi estado de shock y comentar algo, él siguió:
-Era hora de dejar ir todo el peso que estaba acumulando y arriesgarme a que cuando salte del abismo tú me atrapes, pero resulta que ni siquiera estábamos en el mismo abismo.
Así que todo un poeta está enamorado de nosotras, jejeje.
Conciencia, ya te advertí que no hagas bromas cuando estoy frustrada, y, además, nunca dijo que está enamorado, no exageres.
Pero todo ésto... yo sigo sin creérmelo. Después de todo, Enzo tiene razón, soy una caprichosa, y estoy encaprichada con saber la verdad de los hechos hasta más no poder y aclarar todo.
Pero, ¿qué debía hacer?
¿Frustrarme aún más?, no, no ayudaría en nada.
¿Consolarlo?, no lo sé, ¿quien te rechaza es quien te tiene que consolar? no.
Entonces, ¿qué nos queda? ¿Mirar para otro lado mientras la otra persona está mal, y en parte es por nuestra culpa?
¿Debía sentirme culpable o victimizarme?
¿Debía contárselo a alguien y desgastarme o era mejor mantener el peso en el pecho para no herirlo aún más?
¿Debía volar o era mejor cortar mis alas para no arrastrar al resto?
-Siendo honesta, no me lo creo- digo -, y no me lo creo para nada. Si sientes atracción por mí, es poco probable, ¿pero que además esa sea la razón por la que te desapareciste? Nah, eso sí que es una gran mentira, y no te creo, y mira que empiezo a confiar poco a poco en ti, pero no te creo en lo más remoto.
-¿Y por qué no lo crees? ¿Qué te hace pensar que no soy capaz de enamorarme de alguien como tú y frustrarme por eso? ¿Acaso me conoces tanto como crees o solo sabes lo que yo quiero que sepas?
»¿Alguna vez lo pensaste, caprichosa? ¿Pensaste que existía la posibilidad de que mientras peleábamos por cualquier estupidez yo llevaba adentro un sentimiento del que me quería deshacer? Pero no podía, no pude deshacerme de él. Y mira que me he autocontradecido muchas veces intentando encontrar alguna explicación lógica al porqué no te podía sacar de mi cabeza.
Lo admito, estaba en blanco. ¿Era cierto aquello? ¿Debía creerle?
-¿Eso es verdad?- pregunto, luego de un tiempo de haberme quedado recalculando.
-Enzo, ¿es verdad lo que me acabas de decir? ¿Realmente todo este tiempo escondías algo en secreto?- repito al ver que no responde. Estaba complicando más mi vida de lo que me gustaría.
- Es verdad- dice por fin, apartando la mirada, entre dientes. Parecía avergonzado.
-Enzo, ¡Mírame a los ojos y dímelo a la cara! Si es verdad lo sabré de esta forma-¥~ alzo la voz, algo harta de toda esta mierda.
Sus ojos se alzan hasta los míos, tal y como había pedido, aunque empiezo a arrepentirme de haberlo hecho, su mirada era tan intimidante...
-Es verdad, Erica, estoy tan loco por ti como la luna por el sol- empieza, dando un paso, acortando la distancia -. Tanto como las estrellas por el anochecer, tanto como el atardecer por el amanecer, tanto como los pájaros por el canto. Estoy tan loco por ti como el niñero por la caprichosa.
A la mierda.
Doy un paso hacia él y lo beso. No sé por qué, solo lo hago. Y él me devuelve el beso con tanta intensidad que mis piernas tambalean y siento que caeré, pero no solo físicamente, tengo miedo a caer en su cielo.
----------------------------★-----------------------------
NOTA DE LA AUTORA: Sin palabras. Me costó escribir este capítulo, lo voy a admitir, pero, guau, me encanta.
No quiero dar pistas sobre lo que está pasando, pero confíen mucho en todo lo que dice Erica.
¡Besitos!,
Ratita 🐀 🐭 .
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro