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37.2

—Hola papá —le di un beso en la mejilla.

—Juan —mi padre se dirigió a él.

—Hola —ellos estrecharon manos y nos sentamos.

Como la mesa era para seis, nos sentamos de la siguiente manera, Juan y yo nos sentamos en un extremo, Zitliali y mi hermana en otro y mis padres en el espacio que sobraba.

—Bueno —todos volteamos a ver a la madre de Juan —por mi parte, estoy feliz de que por fin pude conocer a la familia de la novia de mi hijo —Zitliali sonrió.

—Nosotros igual estamos encantandos de conocerte Zitliali —mi madre le sonrió.

—Y ustedes por que andan tan callados? —mi padre nos preguntó.

—Es que no nos gusta interrumpir —terminé de hablar y justo la mesera nos trajo cinco copas, una botella con vino y un vaso con agua para mi hermana.

—Con permiso —la mesera se fue.

—Y bueno, cuándo piensan darnos nietos? —Zitliali nos preguntó.

—En plural? —Juan le preguntó.

—Si, sería muy hermoso unos cuatros nietos —mi madre le respondió.

—Qué son nietos? —mi hermana preguntó.

—Cuando estés más grande lo vas a entender, pero... si es posible vas a tener hermanitos o hermanitas —mi padre le respondió.

—Porque mejor no servimos el vino? —pregunté señalando la botella.

—Lo hago yo —Juan abrió la botella y sirvió el líquido carmesí en las cinco copas, luego cada uno tomamos una copa.

—Quiero brindar, por que por fin estamos todos reunidos —mi madre empezó a hablar —de que nuestros hijos hacen una hermosa pareja —ella nos sonrió —y que si el destino quiere... nos den nietos —elevó la copa —salud!!! —terminó de hablar.

—Salud!! —dijimos todos chocando las copas.

—Disculpen —era de nuevo la mesera —quieren que ya sirva la comida? —le preguntó a mi padre.

—Si, por favor —le respondió él y ella hizo una seña, tres meseros aparecieron con unos platos.

Cada uno nos entregó la comida, y por último nos fueron una nueva botella de vino.

—Buen provecho y con permiso —todos se fueron.

Nosotros empezamos a comer, Juan y mi padre hacían comentarios, mientras que mi hermana estaba en su mundo y mi madre hablaba con Zitliali. Yo estaba feliz de verlos juntos.

Me eché un bocado pero en eso sentí asco, agarré una servilleta y escupí ahí, me dieron ganas de vomitar.

—Permiso —me tapé la boca, rápido me levanté y corrí hasta el baño.

Ya estando ahí me acerqué a un inodoro y empecé a vomitar todo lo que había comido. Cuando terminé escuché la puerta del baño abrirse.

—Nena? —era Juan.

—No.... no... entres —como pude me levanté.

—Qué paso? —rápido se me acercó y me ayudó a acercarme al lavamanos.

—Creo que... la comida... me cayó pesado —me enjagué la boca varias veces.

—Segura? —dijo mientras me hacía el pelo para atrás y luego daba leves masajes en mi espalda.

—Nos podemos ir? —lo miré con una mezcla de cansancio y tristeza.

—Este... si —puso su mano en mi cintura y salimos del baño —tú padre y yo ya pagamos la cena —nos acercamos a ellos.

—Mi bebé —mis padres se me acercaron.

—Todo bien hija? —mi madre estaba preocupada.

—Si, creo que me cayó mal la comida —no sé por que, pero eso ni yo me lo creo.

—Tienes que ir a descansar hija —le di un abrazo a mi padre.

—Nos vemos hermana —la pequeña me dio un abrazo.

—Cualquier cosa nos llamas —mi madre igual me abrazó.

—Si —les sonreí para que ya no se preocuparan más.

—También, si ocupas algo, estoy para ayudar nuera —Zitliali me abrazó.

—Gracias suegra —le sonreí.

—Vamos —con Juan empecé a caminar hacia el carro.

—Mierda —dije por que me dio una gran punzada en la cabeza.

—Amor —Juan se me iba a acercar, pero yo lo detuve.

—Vámonos, por favor —nos subimos al auto y nos fuimos a mi casa.

Al llegar, Juan estacionó el auto y nos bajamos. Nos fuimos a mi habitación, él me ayudó a bajar el cierre del vestido mientras que él se quitaba el traje.

Yo dejé el vestido a un lado y me coloqué la pijama. Juan quedó en ropa interior, nos acostamos en la cama, yo me acosté en el pecho de él.

—Amor, segura de que estas bien? —él empezó a darme leves masajes en mi espalda con su mano libre.

—Si —fue lo último que dije y caí en un profundo sueño.

(....)

Abrí los ojos un poco, era de noche todavía pero no sabía que hora era. Volteo a ver a Juan, estaba acostado boca abajo, su pecho subía y bajaba lentamente. En eso me dieron ganas de vomitar otra vez, con cuidado me levanté de la cama y fui al baño corriendo.

Cuando terminé de vomitar, le bajé la palanca al inodoro, me acerqué al lavamanos, agarré mi cepillo, le eché pasta dental y empecé a cepillarme los dientes.

Mientras me miraba al espejo, me entró una duda, ¿Será que estoy....?. Rápido negué con la cabeza, para quitarme ese pensamiento.

Cuando terminé de lavarme los dientes, regresé a la cama. Juan se movió un poco.

—Nena... —dijo con su voz ronca.

—Tranquilo —le di un beso, lo abracé y los dos caímos en un profundo sueño.

*Al Día Sigueinte*

Cuando me desperté, vi que Juan ya no estaba a mi lado. Me levanté y me fui a bañar, me sorprendí por que se supone que hoy tengo que estar en mis días, por que no le puse mucha importancia, creo que me equivoqué de día.

Terminé de bañarme y cambiarme, empecé a peinar mi cabello, cuando escucho que se abre la puerta.

—Buenos días —era Juan, con un plato en sus manos.

—Buenos días —terminé de peinar mi cabello y me le acerqué —y eso? —vi que era una sopa.

—Ayer te sentías mal, pues... te hice una sopita de pollo —puso el plato en la mesita de noche —y no acepto un no por respuesta —soltó un suspiro.

—Gracias amor —nos dimos un beso.

—De nada, mira que hoy empezaré a trabajar —dijo separándose de mi.

—En dónde? —me fui a sentar en la cama y tomé un poco de sopa.

—Mi padre me dejó el puesto de él en la empresa —soltó un suspiro —iré a mi casa a cambiarme y a bañarme —se puso la ropa de ayer.

—Esta bien, y si te quedó rica la sopa —le sonreí y seguí tomando sopa.

—Pero... no te quiero dejar sola —se puso serio.

—Amor —dejé el plato en la mesa —voy a estar bien, y sino no, pues te voy a llamar —dije abrazándolo.

—Me lo prometes nena? —me dio un beso en mi cabeza.

—Si nene —me separé un poco para ver su hermosa carita.

—Estaré pendiente del celular —me besó y se separó —nos vemos en la noche nena —me miró por unos segundos y se fue.

Cuando se fue pude soltar todo el aire que estaba conteniendo, fui a terminarme la sopa para luego ir a dejar el plato a la cocina. Limpié un poco la casa y me fui a acostar en el sillón de tres, me sentía tan mal y de la nada empecé a sudar. Mejor iba a encender la televisión para distraerme un poco, pero me dio una gran punzada en mi vientre.

—Mierda!! —grité de dolor.

Con cuidado fui a buscar mi celular, no quería llamar a Juan para no preocuparlo, mi visión se estaba poniendo borrosa, a la suerte marqué cualquier número.

—Diga? —no podía distinguir a quien había llamado.

—Ayu... ayúdame —fue lo último que dije antes de desmayarme.

*Narra Juan*

Ya había llegado a la empresa, desde que salí de la casa de Kimberly, tenía un mal presentimiento, que en ningún momento se me quitó.

—Todo bien señor Pantoja? —me preguntó mi secretaria.

—Si, puedes pedirme algo de comer —le dije y ella asintió.

Entré a mi oficina, me fui a mi escritorio, me senté en mi silla y empecé a arreglar unos papeles. De la nada me dio una punzada en el pecho.

—Qué rayos está pasando? —dije soltando leves suspiros para reducir el dolor.

—Señor Pantoja? —dijeron del otro lado de la puerta.

—Pase —me acomodé en mi asiento, pero el dolor no se iba.

—Su madre se encuentra en la línea cinco —dijo señalando el teléfono que estaba a un lado.

—Gracias, puedes retirarte —ella asintió y cerró la puerta.

Agarré el teléfono, pero antes vi que en mi celular habían 30 llamadas perdidas de mi madre. Así que apreté la tecla cinco.

—Qué paso madre? —dije cuando contesté.

—Porque no contestas tu celular?!?!, te he estado llamando!!!. Kimberly está en el hospital —me quedé helado por lo que dijo.

(....)

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