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Capítulo 48.{Plan Final.}

Capítulo 48.

{Plan Final.}

Yull.

Madrugada del 14 de enero del 2018.

Mientras William dormía, aproveche para buscar el testamento de mi madre. Tenía que haber una clausula algo. Algo que dejara bien en claro que la fundación es de mi propiedad.

Después de casi una hora, lo encontré, encontré la cláusula.

Según el código 234, sección b. La fundación "Tu sonrisa, mi felicidad" pasaría a ser mío, una vez que cumpliera veintiún años, lo cual era dentro de dos años. Pero había una clausula, que decía si yo me casaba antes de esa edad. Eso quería decir que ya era una adulta responsable. Capaz de manejar la fundación y los bienes que ella me había dejado.

Eso quiere decir... Tengo que casarme ya, aunque sé que eso implique un blanco en la cabeza de William. Pero ya estoy maquinando un plan, para que Damián no pueda tocar a nadie de mi familia.

Comencé a redactar mi testamento, no es por ser pesimista pero quiero dejar todo en orden. Porque si el me vence o yo me dejo vencer. No quiero que les pase nada, a ningún miembro de mi familia.

Yulliana Marian. Dejo escrito mi testamento, en plena facultad física y mental.

Todos mis bienes pasaran al nombre de mi esposo, William Black. Cuando mi hija Azucena Lucia Black Marian. Cumpla la mayoría de edad, mis bienes se dividirán entre ellos dos.

Quiero dejarle la custodia completa a mi esposo, quien se comportó como un padre para mi hija. Quien se va a encargar de darle todo el amor, que lamentablemente yo no le voy a poder dar.

Después de escribir un par de indicaciones más.

Comencé con la segunda parte de mi plan, conseguir pruebas. Me pase toda la madrugada llamando a varias chicas que trabajaron en el burdel de Damián. Las cuales fueron extorsionadas para nunca decir nada. Pero sé que por seguridad y dinero, las hare a hablar.

Muchas de las que contacte vieron como Damián, mato a mi mamá. Muchas me vieron ser obligada a prostituirme.

También hablare con Zack, necesito también su testimonio. Necesito que él hable, mientras más personas hablen. Más probabilidades tendré de meterlo a la cárcel.

Pero sé que esto también es algo complicado, ya que será muy difícil hacer que me crean. Ya que él tiene mucha influencia en todos lados. Pero ya me quito mucho.

***

Una vez que Zack había denunciado, este me miro por última vez y salió de la comisaria.

— ¿Cómo ve el caso sargento Duarte? — pregunte mirándolo seriamente.

La mujer de unos treinta años. Sonrió de forma satisfecha.

— Tenés diez denuncias, contando la tuya, esto debería ser suficiente para meterlo a la cárcel — sentía los ángeles cantar a mi alrededor. — Pero, — siempre había un maldito pero. — es un hombre peligroso, y sin una declaración de su parte diciendo que el cometió todos estos delitos. Lamentablemente no podemos hacer nada.

— ¿Cómo que nada? — pregunto enojada. — ¿Y las denuncias? ¿Las pruebas? Todo eso no sirvió para nada.

— Claro que sirvió Yull, cálmese — dice ella con una voz calma. — Pero sirve para armar un caso. Uno en donde se harán averiguaciones y se intentara hacer justicia por todas las mujeres que su padre y todos esos hombres lastimaron.

La furia me hervía en todo el cuerpo. ¿Armar el caso? Eso llevaría meses. Y no tengo meses, no tengo tanto tiempo. Cuando él sepa que me voy a casar o que me case, estará furioso. Porque eso le quitaría casi todo sus bienes, ya que la mayoría siguen al nombre de mi difunta madre.

Me siento en la silla y paso una mano por mi pelo.

— Es que no entiende. Ese tipo a penas sepa que lo están investigando, nos matara a todas y todos los que han confesado.

Ella me miro, sabiendo que lo que le decía era cierto. Porque si mataba a los testigos, no habría juicio todo quedaría en la nada.

— Esta bien, procederemos. Pero tenemos que hacer una investigación, hacer redadas e ir uno por uno a esos burdeles. Porque si lo acorralamos, no le quedara de otra que confesar.

Eso.

— Déjeme ayudarla — pido. — déjeme ser quien le tienda al trampa.

— ¿Cómo? Usted es una civil, ponerla en peligro...

— Podría atraparlo, hacerlo confesar. El me odia y si lo tiene acorralado, sabrá que estoy detrás. No le costaría nada encontrarme...

Ella me miro, procesando todo lo que yo le estaba diciendo. Si era un plan peligroso y si, ponía en riesgo mi vida. Porque sé que ese hijo de puta me mataría, al saber que está siendo acorralado por mí. Por el pequeño elefante.

— No haga nada estúpido — advirtió ella. — Primero, deje que lo acorralemos. Luego, usted será la carnada para que él confiese y así tener todas para ganarlo. Porque entiéndame, si el sale libre por que ambas sabemos que la justicia, no es buena. Él nos matara a todas, incluyendo a su hija — ella tenía razón. No podía arriesgarme así. — Usted solo tiene que hacerme caso. Estuvimos detrás de esta red de trata desde hace años. Y ahora, ya los tenemos, tenemos sus ubicaciones. Solo tenemos que actuar.

— Entonces si hagamos esto, pero quiero protección para quienes han denunciado.

— Eso está previsto, nadie sabrá nada. Solo yo y mi compañero, los del ETER, solo sabrán que lugares allanar.

Mire a esa mujer y asentí.

— Eso espero, porque ahora todo está en sus manos.

Había hecho hasta donde podía, por hoy. Pero eso no evitaría que siguiera con la última parte del plan.

***

— ¿Está usted segura de lo que me está pidiendo? — pregunta mi abogado.

Al parecer él pensó que era una locura presentarle mi testamento, y pedirle que arregle lo del registro civil y la adopción. Todo eso en menos de una semana, tres días para ser exacta.

— Claro que sí, quiero casarme con Will y que el quede como tutor legal de mi hija.

Armando, mi abogado, me conocía desde hace bastante. Él fue quien me ayudo con mi emancipación y quien me ayudo para que nadie supiera de Azucena.

— Yull, sabes que esto es...

— ¿Casi imposible de organizar en una semana? Lo sé, pero también sé que si alguien puede lograrlo sos vos.

Rodo sus ojos, sabía que tendría que decir que sí. Que yo no daría marcha atrás en mis decisiones.

— ¿Lo haces por la fundación?

— Lo hago por la fundación, por mi familia y por mí. Porque sabes que ese tipo no va a parar hasta lastimarme.

Él sabía todo, siempre me aconsejo en denunciar. Pero por miedo, por miedo nunca lo hice. Pero ahora había algo mucho mayor que el miedo creciendo dentro de mí. Y eso era un pequeño rayo de esperanza.

Algo que me decía, que yo iba a ser feliz.

— Está bien señorita Marian — dice mirándome seriamente. — Para el testamento, tendrás que firmar esto. Y para lo otro, dame un día o dos. Tendré todo listo.

Leí con cuidado todo lo que él me dio y firme. Sentía como el peso de mis hombros poco a poco iba desapareciendo. Una preocupación menos, pensé.

— También quiero dejar esto — digo mientras busco dos cartas en mi bolso. —Quiero que una de estas cartas se la dé a William, y la otra a Azucena cuando ella tenga dieciséis. Quiero que si algo me pasa, ellos sepan que los ame mucho.

Tenía un nudo en la garganta, me lo trague.

— Esta bien Yull ¿Por qué quieres hacerlo? — pregunto consternado.

Pobre hombre debe creer que me quiero suicidar.

—Si me encuentro bien, solo que tengo cáncer de mamá — Miento. No puedo decirle la verdad, no por ahora. Pero si las cosas salen como yo lo planeo. Luego de que encierren a Damián vendré y pediré las cartas de vuelta, ya que no la necesitare. — Y no les dije nada. No quiero hacerlo, no hasta saber si mi cuerpo lo resiste o no. Por esa razón dejo estas cartas, para que ellos sepan que siempre los ame.

Armado me miro perplejo. Me siento mal por mentir con algo tan fuerte como esto. Pero para tiempos desesperados, medidas extremas.

—Lo siento mucha señorita — se lamenta.

— Yo también lo siento — murmure.

7 de febrero de 2018.

Las cosas habían salido tal y como la detective Duarte y yo las habíamos planeados. Tres burdeles habían sido desmantelados, más de doscientas chicas estaban dando sus denuncias y muchas de ellas volvían a sus casas, luego de años de estar lejos de su familia.

La fundación volvió a abrir el primero de febrero, ya que todo estaba en orden. Me había caso y ahora todo lo que me correspondía estaba a mi nombre.

Pero las cosas no han sido sencillas, tengo seguridad privada protegiendo a mi esposo, mi hija y a mi familia. Porque sé que aunque no hayan ha aparecido mas amenazas, el siempre esta ahí. Atormentándome.

— Mami — dice Azucena. Miro a mi pequeña hija, quien hace tres días cumplió sus cuatro añitos.

— Mi princesa — dije sonriendo. — ¿Qué sucede?

—Papi se va — dice haciendo un puchero. Se ve tan adorable.

— Pero ya habíamos hablado de esto. Papi se ira a nadar, por eso nosotras estaremos aquí y haremos llamadas y nos veremos de vez en cuando.

— No, quiero a papi acá — se queja.

William aparece en la sala de estar. Tiene puesto su uniforme, le habían adelantado los entrenamientos ya que querían ser de los primeros en llegar a la villa olímpica.

— Princesa del papá — dice él.

Azucena se esconde entre mis piernas enojada.

— No, papi se va. Me deja sola — murmuro al borde del llanto.

Pero duro poco, ya que dos segundos después comenzó a llorar como si la vida se le fuera en ello.

William se acerca a mí. No puedo evitar mirar su mano, con el anillo de nuestra alianza. Él se da cuenta que estoy viendo y me sonríe de forma tierna. Se podría decir que estas semanas, fuimos tan tontamente cursis y enamorados. Que parecía que nada malo sucedía al alrededor.

— Su, papi te ama muchísimo. Él se va por trabajo, pero va a volver — le dice él. Ella saca la cabeza y lo mira enojada. Sus ojitos y cachetes están rojos.

— No, papi no ama — se queja.

— Papá si te ama — repite él. La saca de entre mis piernas y la toma en brazos cargándola como una princesa. Ella patalea enojada. Will toma asiento a mi lado. Azucena aun enojada deja de patalear y lo mira sacándole la lengua. — Mira mamá no está llorando — me señala. — porque sabe que voy a volver y vamos a estar los tres juntitos.

— Eso es verdad Azucena, papá se va a nadar y va a salir en la tele.

Ella me mira y luego mira a Will.

— ¿Va a ser dibujito? — pregunta inocentemente. Haciendo que tanto William como yo, nos empecemos a reír.

— Algo así mi amor — le digo acariciando su cabeza. — por eso tenemos que dejar que papá se vaya.

— Exacto y les hablare todos los días y te mandare muchos besos — dice besándola. Ella empieza a reírse.

William me mira a mí, sonriendo y se tira encima de mí. Besando mis cachetes, mi frente y mis labios.

— Las voy a extrañar a las dos.

— Yo también te voy a extrañar mi nerd — dije riendo.

— Si papi ned — dice Azucena. William rueda los ojos.

Todo iba saliendo justo como lo planee. William lejos, Azucena se iría con Valeri... Y yo... Bueno yo me quedaré aquí, para terminar mi plan.

***

— ¿Estas bien? — pregunta Cintia, la sargento Duarte.

— Si — digo suspirando pesadamente. Podía sentir los cables de los micrófonos en mi cuerpo.

— Entonces relájate, todo está saliendo como lo planeamos. Ya uno de sus socio confeso, solo falta que el confiese y todo abra acabado.

<<Acabado. >> Solo una vez más, una vez más lo voy a ver a los ojos. Para que todo termine.

—Sí, lo sé. Solo que no lo puedes creer.

— Te entiendo Yull, pero ahora solo concéntrate — dice. — Andrés pásame el chaleco.

— No — dije. — él sabrá que algo pasa si me ve con el chaleco.

— Pero es peligroso Yull...

— No — la corte. — Hemos llegado muy lejos — eh mentido mucho. — Como para cometer errores ahora.

Ella asiente, sabe que es inútil pelar conmigo.

— Esta bien. Bueno a proceder con la misión.

El plan era simple, se había efectuado una orden de captura hacia Damián Marian. Sabía a donde estaba. La casa del campo de mi madre, lo único que se ha negado a darme.

Pensé que no sería necesario hacer esto, enfrentarme de esta forma a él. Pero sin una confesión es imposible agarrarlo, se demostró que varios jueces fueron comprados por él. No nos podemos arriesgar.

Subo a mi auto y manejo hacia la casa. La policía siempre está detrás de mí, escondidos. Ellos estaban listos para defenderme en caso de algo no fuera bien. Sabía que escuchaban todo por los micrófonos, solo esperaba ser lo suficientemente capaz de soportar esto.

Cuando me estaciono frente a la casa. Noto el silencio, mucho silencio. El sol de febrero golpeaba con fuerza mi cuerpo, pero eso no me importaba. No sentía nada externo, solo un miedo creciente en mi estómago.

— Iré por ti infeliz.

Camino hacia la entrada de la casa. La puerta estaba sin llave, al entrar. Escucho la música proveniente de su despacho. Camino con pasos lentos pero firmes, con el corazón latiendo a mil por hora en mi pecho.

Al llegar a la puerta de su despecho. Estaba el sentando en un sofá, con un habano en la mano. Mientras el toca disco reproducía la música.

— Sabía que me encontrarías.

— Era obvio que usarías esta propiedad.

— Esto es tu culpa — dice mirándome fijamente. Trague en seco, cuando esos ojos me miraron de arriba abajo. — Estoy escondido como una rata, mis hombre encerrados. Y todo porque la nena se casó y decidió abrir la boca.

— Tienes lo que mereces — dije. Saque el arma del bolsillo de mi campera. Su gesto no se inmuto al verme con el arma en la mano. — Te mataría aquí mismo, pero no sería castigo suficiente.

El levanto una ceja.

— Nunca podrías hacer nada contra mi ¿Pensante que porque desaparecí un par de meses no haría nada contra ti? — el soltó una risa sínica. — Quería destruiste, quería lastimarte tanto que al final me rogaras que te matara. Que te mandara al mismo infiero al que mande a la inútil de tu madre.

Lo miro con la misma expresión que me dio él.

— Pero te salió el tiro por la culata. Estas encerrado acá, con medio mundo buscándote. A nadie le importas, ahora que tenés un blanco sobre tu cabeza — dije. — Pagaras por toda la mierda que me hiciste.

— No hija, yo no voy a pagar por nada. Y sabes, tú si deberías cuidar esa boca rebelde. Porque solo una llamada y le diré Videl que tienes una hija suya.

Mi boca se abrió de la impresión. El sonrió triunfante.

— ¿Sabes que es mejor que un detective? Un chico dolido, porque elegiste a un... ¿Cómo le dicen? Ah sí, nerd — el soltó una carcajada y yo apunte el arma a su cabeza. El dejo de reír. — El pobre chico al que manipulaste e hiciste que se casara contigo. Pensé que con el susto del secuestro se le pasaría el amor por ti. Solo espero que no se haya encariñado de mi nieta, porque apenas te venda a Videl. A esa mocosa la venderé por mucho más.

— Con mi hija no, maldito mal nacido — cargue el arma, apretaba una vez el gatillo y lo mataba.

— ¿Crees que puedes conmigo? No me hagas reír, cerraste tres burdeles. Pero tengo tantos en todo el país — se mofa. — Tengo tanto poder, que si quiero te mataría ahora mismo. Porque si no te acuerdas, siempre hice lo que quise con tu cuerpo. No sos nada Yulliana, nunca serás más que una pobre niña indefensa.

Sonreí de forma triunfante, pude ver la confusión en sus ojos.

— ¿Tienen todo chicos? — pregunto al micrófono. Sonreí de forma burlesca.

— ¿Qué?

— ¿Te crees que vine aquí para hablar? ¿Para pedirte que no me hagas nada? — digo acércame a él. — Eres un completo idiota, estas atrapado. Todo lo que dijiste fue grabado y escuchado por la policía. En menos de un minuto — espero. — estarán aquí y vos y todos los que nombraste, tendrán su castigo.

Su cara paso de la confusión a la ira en un segundo. No vi venir cuando se levantó y se tiró encima de mí. Sus manos se acomodaron al alrededor de mi cuello y lo presionaron.

La pistola había caído a unos centímetros de mi mano. Si me estiraba...

Pero no podía, tenía sus manos ahorcándome, le pego un rodillazo en los huevos. Cuando el deja de presionar tan fuerte, le quito las manos e intento agarrar el arma.

Pero es más rápido y con su mano golpea mi cuello dejándome sin aire.

— ¡Damián Marian! Lo tenemos rodeado — grita la policía en la entrada.

Quería gritarles que aquí estaba, pero no tenía aire.

— No hija de puta, de acá no te vas si no es muerta — dijo. En sus ojos vi mi final.

Intente moverme, pero él me golpeo la cara con su puño y solté un alarido. Los pasos estaban cerca, muy cerca.

Pero Damián, estaba más cerca del arma. No dudo en tomarla.

— Levante las manos — grito la oficial Duarte. No podía verla, pero sabía que era ella.

Luego los fríos ojos de Damián me miraron, ese fue el momento. Ese preciso momento en que escuche el sonido del disparo.

Un solo disparo a quema ropa.

Sentí frio, luego mucho ruido y al final no sentí más nada.

Al final, el elefante se liberó. Pero para sudesgracia, fue el cirquero quien le otorgó la libertad.







Hola lectoras, se que me van a odiar. Yo estoy llorando, enserio lo hago. Pero con ustedes el ultimo capitulo, no se enojen queda el epílogo. Pero no creo que sea conmenos lagrimas....

Yulll se libero, ella fue feliz, ella amo. Ella se perdono por lo de su madre.

¿Será muy fuerte para sobrevivir a esto?

las leo, quiero muchos comentarios y mañana subo el epilogo.

besos....


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