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Capítulo 11{Humana}



Capítulo 11

{Humana}


Yull.

Al decir esas palabras. El semblante del rubio cambio drásticamente.

Ya no me miraba con cara de "el mundo no es tan malo Yull". Ahora me miraba con un semblante que daba a entender, lo que yo efectivamente ya sabía. Que tengo razón.

— Hay excepciones a la regla.

— Tal vez — respondo cortante. — ¿Cómo tú?

Hizo una mueca de molestia. Había pegado en el blanco. El saber que engaño a miss perfecta. Lo hace sentir mal.

Raro, la mayoría no se siente mal. Hasta que los descubren.

<< Me sorprendes nerd, me sorprendes. >>

— Eso fue un error. Algo de lo que estoy sumamente arrepentido.

Su voz era temblorosa. Lo miro bien ¿Tan mal se siente?

<< Al parecer existen los chicos con sentimientos. >>

— Claro — respondo irónica.

— Es la verdad, nos dejamos llevar. Y no va a pasar nunca más — sentencio. — No soy esa clase de chico. No quiero ser igual a mi papa. — soltó furioso.

Lo miro sorprendida.

¿Acaso el nerd no tiene una vida color de rosa? No lo creo. Se ve tan feliz, tan correcto (exceptuando el beso). Es atlético, inteligente. Viene con camisas y zapatos .No puede vivir en el mismo mundo de mierda.

¿El también tiene un hogar roto?

¿Cómo alguien que se ve tan puro vive en el mismo mundo que el mío?

— No te parecerás a él, si no actúas como él — le digo con voz firme. No quiero que se note que el tema me altera un poco. — Las acciones hacen la diferencia Yull.

— Esa es la cuestión. Fui igual de mierda que él.

Su voz estaba apagada. Me concentro bien en verlo, apretaba sus nudillos con fuerza en el volante. Sus ojos estaban rojos. ¿Iba a llorar?

— Fue un beso nerd — lo tranquilizo. — Aparte yo te bese a ti. Por instinto me seguiste el beso. No eres una mierda.

Dije lo que pensaba. Él no es una mierda, solo es un chico confundido.

Es sensible. Eso me gusta. Nunca conocí a un chico que se arrepintiera de haber engañado a su novia.

— ¿En serio? — pregunta.

— Si William — contesto rodando los ojos. — No jodas ya. No fue tu culpa, fue mía. No le diré nada ella.

— ¿No le dirás? — pregunta con curiosidad.

— Admito, que me gustaría decirle. Ella me cae peor que un grano en el culo — confieso con una sonrisa. El me mira espantado. — Antes de que defiendas a miss perfecta. Voy a seguir con mi discurso — lo interrumpo. El cierra de manera inmediata la boca y sigue manejando. — No le diré nada a ella. Con una condición.

— ¿Cuál?

— No seas como tu padre. La verdad no sé cómo será él, pero si engaña tu madre. No seas igual.

El guarda silencio por unos minutos.

— No lo seré.

— Más te vale nerd. El mundo necesita hombres buenos.

— Nunca pensé que fueras así — comentó al cabo de unos minutos.

— ¿Así como?

— Tan humana.

Solté una pequeña risa.

"Tan humana" Nunca me sentí humana. Siempre creí que era una especie de robot sin sentimientos. O que la vida me había lastimado y herido tanto, que era incapaz de sentir cosas.

El vacío tan grande que sentía. Lo llenaba con placer o del dolor ajeno. El dolor te hace débil, por eso no tienes que sentirlo.

<<Nada duele más que amar. Nada te quita tanto de ti mismo, como el querer a alguien más. >> Siempre pensé lo mismo.

Siempre creí que sentir, algo tan humano. Es tonto e innecesario.

Pero aquí estoy. En un auto con el nerd, al cual jure romperle el corazón. Y ahora me llamo de la forma más bonita, en la que nadie me ha llamado.

"Tan humana."

Me di cuenta de que estaba metida en mis pensamientos. Que no me di cuenta de que habíamos llegado a mi casa.

— Avecés es mejor no darle cumplidos a alguien que no se los merece — suelto al final- Hago el amague para bajarme del auto. Pero me detengo para mirarlo. — Buenas noches nerd. Y muchas gracias.

***

Hoy era viernes. Pase estos últimos tres días evitando a William.

No quería saber nada de él. Aunque sentía una necesidad de buscarlo en clases. De mirarlo mientras muerde su lapicera, cuando escucha atento al profesor. O verlo mientras se ríe con su amigo. Aunque avecés se me revuelve el estómago verlo abrazado a la rubia esa.

Trato de quitarme ese pensamiento buscando a mi distracción recurrente, Zack. Aunque después no me deja en paz. Es esa clase de chico que puedo llamar para tener sexo casual, pero después se confunde y eso me molesta.

¿Acaso solo los chicos pueden estar con miles de chicas sin ningún compromiso? Eso es ridículo.

Camino por el patio. El cual estaba casi vacío. Es normal, ya casi es hora de salir. Busco a Zack con la mirada.

Lo encuentro debajo de las escaleras de la planta baja. Para mi sorpresa estaba acompañado de Duck, su mejor amigo pelirrojo.

Me acerco a ellos. Veo que estaban fumando, a juzgar por el olor es un porro.

¿Fumando en el colegio? No sabía que se creían hippies rebeldes. Son tan ridículos fumando para llamar la atención. Sé que lo hacen por moda.

Me parece tan patético hacer algo por moda.

— ¿Quieres? — Pregunta Duck. Tiene los ojos rojos y la voz le sale ronca. Me tiende el royo blanco.

Lo acepte. Me lleve el porro a mis labios.

<< Eres patética. >> Mi conciencia me recrimina.

Sé que está mal, sé que después oleré a esta porquería. Pero la verdad no mi importa.

No me importa nada estos días, solo ir a la fundación. Es lo único que me queda de ella. Es lo único que me recuda que todavía hay buenas personas.

Lástima que no encajo entre ellas.

El humo se coló en mis pulmones. Expulse el humo formando una nube blanca a mi alrededor.

Me acomodo entre ellos. Zack pasa una mano sobre mis hombros y me paga su pecho. Inhalo su colonia varonil mezclada con el olor a la mariguana. Duck se acuesta sobre mis rodillas.

Nos pasamos el porro entre los tres. Una calada cada uno. Estábamos en completo silencio.

Extiendo mi mano hacia el cielo gris. Estaba frio el ambiente, pero con el calor que emanan los cuerpos de los chicos. Estaba calentita.

¿Sera calentito estar entre los brazos del nerd? Cálculo que sí. Él emana calidez y sosiego. Quisiera poder abrazarlo y esconder mi cara entre su cuello.

¿Qué demonios estoy pensando?

<<Las drogas hacen mal. >>

Zack me aprieta más a él besando mi frente. <<Asco>>

Me remuevo de sus brazos y me siento. Me pasa el porro y lo pongo en mis labios.

—¿Qué haces fuera de clase Yull? — pregunta Zack. Tomándome de la cintura y sentándome en sus piernas.

<< Que pesado, Dios. >>

— Hora libre — respondo mirando al cielo.

— Viste que nuestros padres se reunieron a cenar — comenta expulsando humo por su boca.

Ahora si tendré olor asqueroso en el pelo.

— ¿Y qué me importa? — comento indiferente. Trato de mostrar me indiferente ante la mención de mi padre. Pero no puedo evitar temblar un poco.

Hace días que no sé nada de él. Tengo miedo cada vez que tarda semanas en contactarme.

— Solo te decía. Para que te prepares, seguramente te contaran.

Ruedo los ojos molesta. Me siento asqueada.

— ¿Te dijo algo más?

Zack se incorporó. Corrió a Duck de mis piernas y se acosté el encima mío.

<<¡Genial ahora soy su almohada!>> pensé irónica.

— Solo que estés preparada.

Mientras él hablaba. Acariciaba mi vientre con cuidado. Sus manos estaban tibias.

<< Ojala fueran las manos de él. >>

— Ojala lo choque un auto antes de que aparezca — mustie. Le pase el porro nuevo que prendí a Duck. Pero el pelirrojo estaba dormido, tenía su cabeza apoyada en el escalón. — Quisiera haber muerto con ella— murmuro.

Fumo el pequeño tubito de papel. Zack levanta su cabeza para mirarme, su mirada azul casi tan vacía como la mía. Muestra tristeza.

— No digas eso.

— Sabes que es verdad. Sería más feliz.

Él sabe mi pasado. Nos conocemos desde que tengo memoria. Él sabe lo mierda que es mi vida.

— No es verdad. Haces que mi vida tenga algo de sentido — confeso nervioso.

Lo mire con sorpresa. El me quito el porro y lo llevo a su boca.

Me sorprende que sus sentimientos por mi sean tan profundos. Pero no los quiero.

— No sabía que mis folladas. Dieran sentido a tu vida — comento chistosa.

— No hablo de eso.

— Lo sé. Sabes que pienso al respecto — le recordé.

Él se queda callado. No me pasa el porro, lo sigue fumando él.

— No eres tú. Soy yo— le digo. — Sabes que no creo en esto. No creo en las relaciones. No creo que exista algo que te ate a una persona. — mis ojos se llenaron de lágrimas. Debe ser efecto de la droga. — Amenos que sea la dependencia. Y la dependencia te lleva a ser completamente de alguien. Ser de alguien te hace consumirte. Consumirte hace que te pierdas completamente.

— Yo no quiero que seas mía. Quiero ser tuyo.

Pobre, otro idiota dependiente.

— No quiero que seas mío — zanjo molesta. — No quiero que seas dependiente.

Me incorporo y el hace lo mismo. Agarro sus cachetes uniendo su cara tan cerca de la mía. Que el humo que sale de su boca entra a la mía.

— Eres hermosa Yulliana.

Sabe que odio que me digan así. Ya que mi madre era la única que me decía así. Desde que murió, solo dejo que me digan Yull.

— Tú eres idiota — murmuro. Lo miro a los ojos. Me ve con ternura. Podría decir que me duele un poco no corresponderle su amor. Pero no puedo. Ni quiero ser dependiente de alguien.

Él sonríe de forma burlesca y me besa. Me besa con ansias y pasión, con lujuria contenida. Como si con ese beso, el intentara cambiar mi opinión. Acerca de nosotros.

Pero no hay chispas, ni fuegos artificiales. Ni nada de esas niñadas. Sus labios no me provocan deseo de besarlo. Solo me excite, pero no me apasiona.

Al terminar de besarlo. Acaricio su mejilla.

— Me gustaría corresponderte de la misma forma. Pero no puedo. Tampoco jugare a ser tu novia y ver si me enamoro. Disfrutemos los momentos. Pero se quedan en eso. Momentos.

El asiente algo cansado.

— Está bien. Pero quiero ser el único que beso tus labios. El único que toque tu cuerpo.

<< Otra vez el burro al trigo. >>

Bufo molesta. Al parecer hablo al pedo con él.

— No entendiste nada ¿No? — pregunto mordiendo su labio inferior.

Él me toma por la cintura y me sienta en sus piernas. Besándome con dulzura.

— No.

Nos seguimos besando durante muchos minutos. Hasta que sonó la campa de la ultima hora.

— ¿Vendrás a la fiesta de esta noche?

— Claro — respondí. Mientras me levantaba.

— Genial. Esta noche tenemos de temática baile sensual con máscaras.

Lo miro con una ceja levantada.

— ¿Acaso fiesta de strippers?

— Claro, esperábamos que dieras un show...

Le saco del dedo del medio. Mientras el intenta despertar a Duck. Lo miro curiosa.

— Hace dos minutos me querías solo para vos. Ahora quieres que baile en ropa interior, para todos los chicos de la escuela.

— Si, pero te daríamos una comisión.

— Eres idiota.

Dicho eso tomo mi bolso para alejarme de su lado. Claro, y él no quiere que sea suya. Él me quiere por mi cuerpo. Por lo que puede conseguir de el. Es como todos, me ve como mercancía.

Me ven como un par de senos y buen trasero. Solo me utilizan.

— Sé que soy idiota. Pero esto es mejor que cuando Damián te obliga ir a esos clubes.

Me quedo paralizada, al escuchar su nombre.

Lo miro furiosa. Me acerco a él y golpeo su rostro. El me mira enojado.

— Nunca vuelvas a hablarme así. Yo no soy tu puta privada — le grite colerizada. — Nunca te creas con derecho sobre mí. Capaz que Damián me tiene acorralada. Pero a ti te creí mi amigo — lo acuse dolida. Su rostro estaba pálido. Al parecer se di o cuenta de que se había pasado. Capaz era el efecto del porro. Pero lo que dijo me había dolido.

— Perdón Yulliana

— ¡Que no me llames así! — lo interrumpí gritando.

— Perdón, perdón. Sé que me pase, no quería...

— Claro que no querías. Pero lo hiciste.

— Solo perdóname. Solo es que estoy molesto y drogado. — se excusa. — no sé qué digo.

— Mejor me voy. No quiero hablar contigo.

Tomo mi bolso y salgo de las escaleras.

Siento las lágrimas calientes, rodar por mis frías mejillas. Es horrible sentir esto en mi interior.

Sentirme impotente y asqueada. Asqueada con ese maldito ser.

Justo cuando creo que mi vida no puede ir peor. Salgo del colegio y en el estacionamiento veo aparcado. La camioneta negra blindada.

Siento como todo lo que comí en el día, sube por mi garganta. Quiero vomitar.

De repente ya no siento frio, solo ciento calores. ¿Estaré por desmayarme?

¿Por qué había venido por mí? No quiero verlo.

Uno de sus guarda espalda sale de la camioneta. Me hace una seña para que me acerque al auto.

Con el corazón hecho un puño. El estómago revuelto y mi miedo revoloteando por todo mi cuerpo. Me acerco hasta él.

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