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14

En nuestro mundo.

=Narra Keila=

Me despierto rápidamente por el toque de una mano fría retirando un mechón de cabello. Apenas abro mis ojos veo a Lucas sentado a mi costado.

Hago que en mi cara se muestre la confusión de qué hace a mi lado, pero la cambio a una de preocupación cuando noto que sus ojos están marcados con inmensas ojeras y su cara refleja cansancio.

— ¿Lucas que te pasó? —mi voz refleja la preocupación.

— Estoy bien —susurra mostrando una sonrisa, aunque noto que es falsa porque yo misma usaba esas sonrisas en lo que era mi hogar.

— No digas eso, porque ahora el que parece un fantasma eres tu. —me levanto de la cama y me paro enfrente de el, con los brazos cruzados en el pecho.

— ¿Y que quieres que te diga? —Efectúa la misma acción que yo parándose en enfrente, desafiante.

— Pues lo obvio. —hago incapié en la última palabra.

— ¿Y para ti que es lo obvio? —se acerca aún más a mi rostro, tanto que puedo sentir su respiración en mis labios.

— Pues la verdad —expongo simple—, porque se nota que no has dormido y tu cara es reflejo de ello.

Retrocedo dos pasos para dejar de sentir su respiración y que mi corazón se calme, porque me está martillando la caja torácica de lo rápido que va y no sé el motivo.

— Pues la verdad es que... —hace silencio y su voz va disminuyendo en cada palabra.

— ¿Cual es la verdad? —lo animo a seguir—. Dime por favor —me acerco a él y le tomó las manos demostrando que puede contar conmigo.

— Anoche después que te dejé sola en la habitación descubrí algo que no me había pasado nunca pero, eso no es el motivo por el que estoy así sino cuando estaba dormido. —hace una pausa y prosigue—: Gritaste —alterna su mirada en mis dos ojos—, gritaste mientras dormías, así que vine corriendo a ver qué te pasaba, pero la puerta estaba con seguro por lo que saqué la llave de mi bolsillo y la abrí. —trago grueso—. Después de abrirla te encontré dormida pero con señales obvias que estabas con una pesadilla, ya que estabas echa un ovillo, con lágrimas, respiración acelerada y gritando cosas sin sentido por lo que me acerqué —relamo mis labios nerviosa—, tomé una de las manos y con la otra te acaricié el cabello. —vuelvo a tragar grueso—. No sabía si funcionaría pero lo hizo y me quedé haciéndolo hasta que despertaste hoy porque necesitabas descansar. —finaliza su explicación y espera mi reacción.

— No tenías que hacer eso. —le contesto con sinceridad—. Debes cuidar de ti, lo que pase conmigo es irrelevante al fin y al cabo, no tengo lugar en este mundo. —bajo mi cabeza viendo mis muslos y mordiendome el labio inferior.

— No digas eso porque sí tienes tu lugar. —antes sus palabras levanto el rostro mirándolo a los ojos.

— ¿Ah sí? —ladeo una sonrisa forzada—, ¿Dónde? —digo con mi vista en sus ojos que cautivan cualquier alma humana.

— Aquí. —levanta mi mano y la lleva a su pecho, haciendo que sienta su corazón acelerado.

No me da mucho tiempo a comprender cómo llegamos a este punto de la conversación cuando se inclina un poco en si mismo, y atrapa mis labios en un beso.

Al principio me quedo helada y en shock, pero Lucas continua haciendo presión sobre los míos, y aprovecha el momento que intento alejarme para preguntarle qué diablos pasa, e introduce su lengua en el interior de mi boca.

Por más que intente negar lo que está sucediendo mentalmente, en el fondo sé que me está gustando, por lo que dejo ir a la razón, y hago que salga el deseo carnal devolviéndole el beso con la misma intensidad que él.

Nos separamos después de un tiempo por la falta de aliento pero no espero que Lucas me diga algo. Salgo disparada de su casa huyendo de la repuesta porque no se si esté preparada para escuchar.

Me dirijo a lo que era mi hogar porque todas mi cosas están ahí.

Para mi sorpresa y tranquilidad mental no encuentro a nadie así que voy a mi habitación, lleno la tina con agua, perfumes y esencias florales. Después de preparar mi baño me hundo lentamente en ella.

Las preguntas de qué fue lo que pasó hace media hora me corrompen el cerebro pero los dedos de mi mano van inconscientemente a mis labios.

«Siento aún el calor del beso».

Salgo del baño rápidamente porque no está cooperando para que olvide el suceso, y exactamente es lo que necesito ahora.

Voy al clóset y escojo unos shorts cortos en negro, con la palabra “blood” escritas en un rojo intenso, combinándolo con unos tenis blancos.

Después de estar vestida me dirijo a mi cómoda deshaciendo los nudos en mi cabello oscuro, y optando por la cola de caballo en estilo deportivo.

Mi maquillaje lo dejo simple pero lo suficiente fuerte para tapar una que otra ojera.

Una vez conforme conmigo misma voy a mi mesita de noche, sacando el móvil de la gaveta y lo enciendo ya que no quería ser molestada.

A penas la pantalla se ilumina me llegan miles de mensaje; algunos de mi supuesta madre, otros de Nick y el último de Lucas. Decido abrir el de Nick ya que es el que me mandó más, y empiezo a leer lentamente cada uno de ellos.

Chats.

Por favor no hagas ninguna locura.
7:30A.M.

Hablemos, no estemos así.
7:35A.M.

Eres mi hermanita pequeña.
7:40A.M.

Keila ¿dónde estás?
5:30P.M.

Ya sé la verdad de tu origen, tu padre me lo dijo, no hagas una estupidez te lo ruego.
5:35P.M.

Respóndeme.
6:00P.M.

¿Dónde vas a pasar la noche?
7:00P.M.

Mi padre está inconsciente.
8:00P.M.

Te necesito.
9:00P.M.

Por favor llámame cuando leas los mensajes.
10:00P.M.

Sin pensarlo dos veces cojo un poco de efectivo y guardo mi móvil para salir directamente a casa de mi mejor amigo.

Después que le doy la dirección al taxista, espero mientras veo las casas desaparecer a través de nuestro paso.

Finalmente cuando llego, bajo rápido del taxi para tocar la puerta principal.

Cuando Carla me abre, la saludo.

— Nick, Nick, ¿Dónde está Nick?

— En la habitación con papá.

Le regalo una sonrisa en agradecimiento, y voy directo a la habitación. Toco entonces la puerta delicadamente con mis nudillos.

— Soy yo —anuncio.

Justo cuando hincho mis pulmones para decirle mi nombre, él habla.

— Puedes pasar. —y le hago caso.

Al verlo después de haber abierto la puerta, mi alma se rompe en miles de pedazos. Sus ojos están rojos de tanto llorar, su cabello esta sumamente despeinado y sus nudillos están heridos con sangre seca a su alrededor.

Alterno mi vista de el hacia la cama y veo a su padre inconsciente, vendado de pies a cabeza.

Me acerco a mi hermano mayor aunque no seamos familia y lo abrazo. No necesitamos decir nada, hace años nos conocemos por lo que nuestros abrazos y silencios tienen miles de significados, que con las palabras no bastaría.

Nos quedamos así un rato hasta que nos separamos.

— ¿Qué pasó?

— Madre ha dicho que un cohete enemigo explotó en el barco de papá... —su voz triste y angustiosa me quiebra—, se ha salvado por los pelos.

— Lo siento mucho. —bajo la vista porque me duele verlo pasar por esto.

— Tu no eres responsable, a menos que seas una espía del gobierno. —dice sarcásticamente.

— Si lo soy y tengo un intercomunicador en mi oido. —mito su sarcasmo.

Ambos nos reímos hasta que mi mejoro para y cambia su expresión a una seria para preguntarme;

— ¿Ahora crees que me puedas decir donde estabas?

— ¿En serio vas a comenzar cuando apenas nos arreglamos? —paro mi risa y cruzo mis brazos.

— Estoy en mi derecho, eres mi mejor amiga. —ruedo los ojos divertida—. Vamos a hablar a mi habitación porque esto es para rato.

Nos dirigimos hacia donde ha dicho y él se sienta en el borde de la cama y yo en la silla giratoria de su escritorio.

— Adelante dime, ¿dónde pasaste la noche?, porque en tu casa no fue y menos con el señor que te adoptó. —pone sus codos apoyados en las rodillas y su barbilla en la palma de sus manos.

— Yo pues... —hago una pausa corta—. Me quedé en casa de Lucas.

— ¡¿Tu... QUE?!—exclama y casi se le salen los ojos de su órbita.

Ha quedado perplejo, no cabe duda.

— Que me quedé con Lucas, que pase la noche con él —sobo mis sienes con las yemas de mis dedos y repito cada palabra detenidamente.

— ¿Cómo pasó? —eleva una ceja incrédulo ante mis palabras.

— Sólo sucedió. —me expreso brevemente para poder terminar esta conversación.

— Ajá —muerde su labio inferior mirando hacia otro lado—, ese cuento dicelo a otra persona porque te conozco y no eres la que se van con los chicos a la primera.

Hace presión para que le diga la verdad.

«Obvio estamos hablando de Nick»

Como sea cerebro.

— Obviamente, no soy una puta para hacer eso —me pongo a la defensiva—. Él sólo me quiso ayudar y de verdad lo nesecitaba.

— ¿Y no me podías llamar para irte a buscar? —su voz sale molesta.

— No podía porque no tenía el celular, se quedó en mi habitación y con ese hombre en mi casa no iba a volver. —me levanto de donde estába sentada y me dirijo a la puerta.

— Se puede saber qué haces —inquiere elevando una ceja.

— Voy al colegio y esperar que se te pase el modo interrogatorio. —mi mano empieza a girar el pómulo de la puerta.

— Espera voy contigo. —se levanta y camina hacia mi cuando ya estoy afuera, y se pone delante mía.

— No hace falta, quedate con tu padre.

En ese momento, en el cual señaló hacia la habitación del mencionado, veo como su padre intenta mover la cabeza.

— Nick creo que tu papá está despertando.

— ¿Eh? —gira su cabeza en un eje de 90° para fijar su visita en su padre con el ceño fruncido.

Camina a comprobar si de verdad despertó, y cuando lo hace llama a su madre.

— Mamá —alarga la última vocal—, papá despertó —su voz resuena por toda la casa.

Al minuto Carla aparece y se coloca al lado de su marido.

— Hijo, ayúdame a comprobar los signos y cambiar los vendajes de tu padre. —pide ella mientras una lágrima se le escapa de los ojos.

— Voy madre.

Ambos empiezan a cambiar los vendajes y comprobar si tiene fiebre o no.

Cuando terminan de hacerlo, me despido de ellos y voy a la preparatoria.

De camino me coloco mis audífonos inalámbricos de color negro y pongo Scars de Nightcore. Sigo a mi paso tarareando la canción.

Cuando llego ya los estudiantes están en sus respectivas clases o haciendo sus actividades extracurriculares, así que me dirijo a mi salón pidiendo permiso a la profesora para enterar.

Para mi suerte no comparto esta clase con Lucas.

Me siento al final del aula y saco mis cuadernos para tomar apuntes.

En un momento de descanso mi mente recuerda el beso, y acepto mentalmente que me encantó y que existe la inmensa posibilidad que me guste ese chico, pero, ese mismo chico, le había encantado a Sofía y no soy tan hija de puta de estar con el que le encantaba a mi mejor amiga antes de fallecer.

Vuelo a la realidad después de una cachetada mental y guardo lo que siento en lo más lejano de mi corazón.

=Narra ****=

El cielo hoy se encuentra oscuro amenazando con llover pronto porque ya se siente la viento helado.

Me encanta este clima ya que va con mi personalidad.

Estoy dando un paseo por los jardines de mi hogar hasta que viene mi informante con noticias.

Señorita Emma. —hace una reverencia—. Creo que las noticias no van a hacer de su agrado.

— Dime. —exijo con voz demandante y fría.

— El señor Lucas y la humana que albergó en su casa se basaron hoy, pero la chica salio huyendo después de eso.

Mi cerebro hace cortocircuito con la palabra beso y la sangre me deja de fluir.

— ¿Que ellos qué? —sigo incrédula ante esa información.

— Se besaron. —me reitera nuevamente pero dando pasos hacia atrás, tomando una distancia considerable por miedo que explote.

— Espérame aquí, creo que le vamos a hacer una pequeña visita a un viejo amigo.

Voy a mi cuarto cogiéndo mi chaqueta negra y le digo a mi mucama que no voy a llegar hasta por la tarde.

Mi informante y yo nos vamos y al cabo de media hora llegamos a nuestro destino.

Hago que se esconda para no ser visto mientras que veo a Lucas intentando llegar a algún lado, así que, aprovechando, le corto.

— ¿Vas a algún lado? —mi voz suena con desprecio y rabia.

— Emma pero que... ¿qué haces aquí? —su rostro refleja sorpresa al verme.

— ¿Te sorprende mi presencia? —inquiero con sarcasmo—. ¿Creiste que con terminar nuestro compromiso  jamás ibas a verme.

Río en su cara.

— El compromiso lo pusieron nuestros padres no yo. Siempre te dije que no quería nada contigo. —rueda los ojos y trata de irse.

Lo tomo por el brazo y hago que me mire a la cara.

— Sabes que yo sí estaba y estoy enamorada de ti. —confieso tensando mi mandíbula luego—. El día que te fuiste y pusieste fin a nuestro compromiso, me destruiste —hago crujir mis dientes—, pero no te preocupes si yo no te puedo tener nadie más lo hará. —una sonrisa maliciosa se abre paso por mi rostro.

— De verdad estás loca. Por Dios ya déjame en paz. —se suelta de mi agarre y empieza a caminar.

— ¿Tan seguro estás?, ¿Qué sucedería si le pasara algo a tu queridísima Keila? —detiene su paso al escuchar el nombre, y se me acerca con el rostro lleno de ira.

Por lo menos ya vuelve a mí.

— ¿Que fue lo que dijiste? —se detiene frente mía, como si no creyera mis palabras.

— Aaaaah, entonces estoy en lo correcto. Te preocupas por esa estúpida humana. —me lleno de ira pero no la demuestro—. ¿Quién lo diría?. El famosísimo Lucas, heredero de una de las familias más poderosas, temidos por todos, que no se preocupaba por nadie, ahora está enganchado por una simple mortal. —digo con desdén cada palabra referente a la tal Keila—. Pero ¿qué pasaría si ella descubriera tu secreto? —paso lentamente mi dedo índice por su rostro—. ¿Crees que dejará que te le acerques?, o mejor aun, que te odie o desee tu muerte. Tan bien tenemos la posibilidad que ella sea la que muera por una axfisia, un accidente, desangrada, en fin son infinitas las opciones ¿no crees? —noto cómo su mirada está destilando la ira.

— Ni se te ocurra tocarla. ¿Me estás escuchando? —me agarra por los brazos haciendo presión en ellos.

— ¿Y si lo hago que?, ¿La vas a proteger? —suelto una risa sarcástica—. No seas patético —me libero de su agarre y retrocedo para crear distancia.

— Tocala y verás —masculla—. Todo el mundo me teme. Ah, y un consejo Emma; no quieras arriesgarte porque vas a perder.

Mi cuerpo se tensa pero me mantengo firme, al final es mi venganza y pienso obtenerla.

— Eso crees tú —suelto otra risa sarcástica—. Me destruiste al igual que mi mundo, ahora me toca a mí hacerlo con el tuyo. Todo en este mundo es recíproco. Nos vemos amor mío, muy pronto tendrás noticias.

Le doy la espalda caminado hacia el callejón y desaparezco en él, volviendo hacia la mansión.

=Narra Lucas=

Estaba durmiendo después que descubrí que me he enamorado, aunque la idea no me guste mucho pero tampoco me disgusta, hasta que desperté con un grito que procedía de mi habitación.

Así que me levanto, trato de abrir la puerta pero está con seguro, por lo que saco la llave y la inserto en la cerradura. Una vez abierta me introduzco en su interior para ver a Keila dormida pero hecha un ovillo con su propio cuerpo llorando y gritando cosas sin sentido.

A penas capto todas las señales no me cabe duda que está teniendo una pesadilla y noto una no muy agradable, así que me acerco, me siento al borde de la cama y empiezo a acariciar suavemente el cabello y tomo una de sus pequeñas manos para que se sienta segura.

No pasa mucho tiempo hasta que veo que está haciendo efecto y lo sigo haciendo hasta que amanece.

En una de esas caricias un mechón de cabello se pone en su bello rostro, así que me encargo en retirarlo pero, cuando lo hago, Keila despierta.

La confusión es todo un poema en su expresión, pero de la misma manera que ha llegado, es sustituido por una de preocupación genuina.

— ¿Lucas que te pasó? —su voz está afectada por el tiempo durmiendo, y medio ronca.

— Estoy bien. —le enseño una sonrisa cerrada, intentando que sea agradable.

— No digas eso porque ahora el que parece un fantasma eres tú.

Se levanta de la cama y se para enfrente de mi, con los brazos cruzados en el pecho.

— ¿Y que quieres que te diga? —copio su acción.

— Pues lo obvio —hace énfasis en la última palabra.

— ¿Y para ti que es lo obvio? —me acerco lo suficiente a su rostro como para que mi respiración se mezcle con la suya.

— Pues la verdad, porque se nota que no has dormido y tu cara es reflejo de ello. —retrocede dos pasos alejándose de mi, con un leve sonrojo en sus mejillas.

— La verdad es que... —hago silencio.

— ¿Cual es la verdad? —insiste abriendo ligeramente sus ojos—. Dime por favor —se acerca y toma mis manos entre las pequeñas suyas.

Eso me toma por sorpresa.

— Anoche después que te dejé sola en la habitación descubrí algo que no me había pasado nunca pero, eso no es el motivo por el que estoy así sino cuando estaba dormido. —hago una pausa corta, y tomando aire digo—: Gritaste —alterno mis ojos en los suyos que se han vuelto destellosos—, gritaste mientras dormías, así que vine corriendo a ver qué te pasaba, pero la puerta estaba con seguro por lo que saqué la llave de mi bolsillo y la abrí. —noto de repente cómo traga en seco—. Después de abrirla te encontré dormida pero con señales obvias que estabas con una pesadilla, ya que estabas echa un ovillo, con lágrimas, respiración acelerada y gritando cosas sin sentido por lo que me acerqué —ella relame sus labios, notándose nerviosa—, tomé una de tus manos y con la otra acaricié tu cabello. —vuelve a tragar—. No sabía si funcionaría pero lo hizo y me quedé haciéndolo hasta que despertaste hoy porque necesitabas descansar.

Espero su reacción con una expectante sonrisa cerrada. Pero lo que dice apaga ese brillo en su mirar.

— No tenías que hacer eso. Debes cuidar de ti, lo que pase conmigo es irrelevante al fin y al cabo, no tengo lugar en este mundo. —agacha su cabeza y noto que muerde su labio inferior.

— No digas eso porque sí tienes tu lugar. —vuelve a mirarme con ese mismo destello.

— ¿Ah sí? —ladea una sonrisa, pero es tan forzada, que no me pasa desapercibida—, ¿dónde?

— Aquí. —levanto su mano y la llevo a mi pecho, lugar donde mi corazón palpita por su cercanía con locura.

Me acerco, poco a poco, hasta que su rostro queda muy cerca del mío, y presiono con delicadeza y pasión mis labios contra los suyos y, oh... Son tan suaves, más de lo que soñé.

Ella no reacciona, pero sigo presionando, hasta que siento que abre sus labios y toma aire. Tal vez es para decir algo. Pero no se lo voy a permitir, así que introduzco mi lengua haciendo más intenso el beso.

Nos separamos después de un tiempo, ya no tenía aire, y justo cuando estoy a punto de decirle algo, ella sale disparada de delante de mi.

«Ha huído tonto»

Sí como sea... Pero ¿por qué?

«¿Porque la has besado sin estribos y sin conocerse?»

Buen punto.

— ¡Keila! —grito su nombre dando un paso dudoso hacia delante, pero entonces comienzo a caminar en dirección a la puerta de entrada—. ¡Keila ¿qué sucede?!

Pero no me ha escuchado, ya no está por ninguna parte.

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