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Asegurémonos de que sea seguro dormir

Jenna Black

—Al parecer desviaron su rumbo a la carretera, puede que la crucen y vuelvan otra vez al bosque— suspira Bength alejándose de la ventana —. Son muchos, todavía están pasando por aquí y aunque se hayan dirigido a otro sitio, algunos están dispersandose.

Cierro el libro de golpe y Natalie da un salto.

—¿Qué hacemos con ella?— señalé a la habitación donde estaba la infectada y Bength en respuesta alzó los hombros y negó con la cabeza.

—No creo que pueda hacernos daño, solo busquemos con que tapar la ventana para que ya no tenga campo de visión hacia nosotros.— asiento a su respuesta y Natalie se restriega la mano por el ojo con ternura.

—Yo digo que vayamos a dormir ya.— bosteza la rubia estirándose un poco.

—Es relativamente temprano para eso.— Bength mira su reloj y frunce el ceño.

Miro a ambos, me levanto del sofá para poner el libro de vuelta en el estante.

—Ya que no tienen nada que hacer— tomo del sofá un pedazo de tela vieja y lo acomodo en la ventana que lleva a la otra habitación —. Quiero hablar con ustedes.

Sus semblantes delataron sus nervios y yo troné mis dedos, en señal de "prepárense".

—Bength, ya sé que Natalie me acosaba, también quiero una explicación de eso, pero en este momento me interesa más lo que puedas decir sobre cómo sabes mi nombre.

—¿Recuerdas que mencioné que mi padre era el dueño del zoológico?— asiento brevemente con la expresión seria —. Pues tú no te acordarás de mí, es lo más probable, pero ibas frecuentemente con una chica, yo soy el que atiendo de vez en cuando la tienda que está en la entrada del zoo.

—¡Ah!— expreso sorpresa —. El que de vez en cuando nos daba unos buenos descuentos en los snacks.

Mi cabeza se bajó en depresión cuando me asaltó un pensamiento terrible, en mi mente no había más que el rostro desgarrador de la chica que me acompañaba siempre a todas partes.

Sophie...

Bength notó mi sentimientos, por lo que se acercó a mí para calmarme, pero le golpeé sin fuerza para que se alejara de mí.

—Jenna...

—¿Ahora qué quieres Natalie?— se encogió por mi tono ,como si la fuera a golpear y tomó distancia, quizás en estos momentos estaba emanando un aura jodidamente aterradora para ella —. Olvidemos esto.— me cruzo de brazos.

—Asegurémonos de que sea seguro dormir, tendrán que dormir dos y vigilar uno, por turnos.— Bength camina de lado a lado.

—Me preocupa el tiempo en el que tú y yo estaremos dormidos.— miro de soslayo a la rubia quien seguramente quería poner su cabeza bajo tierra.

—A mí me preocupa que eso— con los brazos entrelazados, Bength señala la habitación cubierta —, nos haga pasar un mal rato, sé que dije que no podía hacernos nada, pero justo ese tipo de despreocupación es la que mata a las personas.

—¿Crees que deberíamos encargarnos de ella?— pregunto levantándome y estirándome un poco.

—¿Van a matarla?— cuestiona la rubia levantándose de tirón —. Es una niña.

—Está claro que esa cosa— observo hacia allá con desprecio —, ya no es una niña.

—Pero esto es un virus, hay posibilidad de que encontremos la cura— habló Natalie sollozando con un poco de estrés en el rostro —. Se van a sentir mal luego...

—Escúchame Natalie— la tomé de los hombros y la miré fijamente —. Si evitas matar a eso solo porque hay una posibilidad de que vuelva a la vida, esa cosa que intenta comerte sin conciencia y que tiene varios pedazos de la cara fuera de lugar sin sentir dolor, no vas a sobrevivir en este nuevo mundo.

Ella solo asintió con la cabeza.

—Bien, entonces nos encargaremos nosotros dos de ello.— me dirijo hacia Bength y saco de mi bolsillo el cuchillo de cocina lleno de sangre antes dado por él.

El chico aguanta su hacha y mueve los dedos en ella, haciéndome saber que no será un trabajo fácil, anteriormente al que apuñalé en el cráneo, fue literalmente sin pensar, y en defensa de Natalie. Ahora mismo a esta niña, sé que debo matarla y no siento ninguna emoción parecida al miedo.

Salimos cautelosamente por la puerta, si te fijabas bien aún podías ver a montones de esa horda alejándose, debido a ello no podíamos provocar mucho escándalo.

Bength hace señales de que avancemos con la mano y lo sigo con cuidado, rodeamos a paso lento la cabaña buscando una entrada a la habitación a la que buscábamos entrar.

Luego de dos vueltas inspeccionando, finalmente miro en la parte baja de la pared y lo que parece ser una puerta pequeña poco visible como del tamaño de un perro de raza grande llama la atención del chico con el hacha.

—Creo que podemos entrar por aquí.— susurra Bength.

—¿Estás seguro?, no parece muy buena idea meterse por ahí que apenas cabemos, habiendo del otro lado un monstruo.— luego de murmurarle los riesgos parece ser que la niña infectada desde el otro lado nos escucha y se tira al suelo.

—Está buscando nuestras voces.— vemos como la puertecilla tambalea unos minutos y de la nada, tanto el sonido de sus quejidos como el de la puerta intentando ser forzada, cesan.

Un grito agudo proveniente del interior de la cabaña hace resonar el bosque, miré hacia atrás buscando que no haya llamado la atención de la horda la cual por suerte ya ni se veía y corrí.

—¿Natalie?

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