Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 8: La vida que dejaste

La familia es la unión más importante y cualitativa que tenemos como humanidad. No por nada decimos que, cuando alguien es demasiado importante, es como si fuera familia.

Ahora lo que más me importa es mi familia sobre todas las cosas. Ximena, Lindsey y Colin. Las tres luces en mi vida, los tres integrantes de mi familia. Si me dijeran que pidiera un deseo, sería que mi familia sea eterna.

Pero, debido a mi trabajo, no podía estar con ellos todo el tiempo. Y, de cierta forma, eso era bueno, especialmente para Ximena, merecía tener un tiempo a solas para sí misma y enfocarse en sus proyectos, así que yo lo hacía en los míos.

Y, hablando de proyectos, acababa de arribar al colegio. Después de salir de mi auto y tomar mis cosas, entré sin dudar por el par de puertas de la entrada.

Después de subir un par de escaleras, llegué hasta mi oficina, en donde pude encontrarme con Dayely, mi secretaria. que traía pusto una blusa de color negro con detalles circulares en color blanco. Además de una flanda de color beige, y unos tacones ligeramente altos y oscuros.

—Hola, Dayely, ¿cómo estás? —pregunté curioso.

—Estoy bien, un poco cansada, ayer fui al cine a ver una película de terror, pero todo bien.

—Me alegra saber eso, ¿qué novedades tenemos hoy? —pregunté curioso.

—Tiene una visita en su oficina —dijo segura.

—¿Una visita? —fruncí el ceño y ladee la cabeza.

—Sí, y creo que le será interesante. Por cierto, toma esto —dijo lanzándome un pañuelo, algo que tomé en el aire.

—¿Por qué me diste esto? —cuestioné confundido.

—Sé que lo necesitarás —guiñó el ojo.

Me extrañé en demasía y, después de un par de segundos en analizar lo que ella quería decir, entré sin más a mi oficina.

Allí se encontraba una mujer. Los rayos del sol reposaban en su cabello que caía en caireles. Un abrigo totalmente oscuro, una falda del mismo color demasiado corto y unos tacones increíblemente altos.

—¿Puedo ayudarle en algo? —dije de una.

En ese momento la señorita dio la media vuelta y por fin pude ver su rostro. Sus párpados pintados de un verde claro, sus cejas perfectamente definidas, unas pestañas increíblemente largas, ligero polvo en sus mejillas y unos labios intensamente rojos. ¿Estaría mal si dijera que se veía totalmente como una diosa?

—Vine por la vacante de contadora —respondió segura con una sonrisa.

Me quedé perplejo ante aquello. Tardé unos cuantos segundos en responder. Tragué saliva y me acerqué unos pasos a ella.

—De acuerdo, ¿Ethan te envió? —pregunté curioso.

—Sí, me acabo de mudar a la ciudad e Ethan me comentó que podría haber un trabajo para mí.

La analicé por unos segundos y me di cuenta de algo. Había algo en ella que me inquietaba. ¿Qué era aquello?

—Oye, ammm... —la miré fijamente—, ¿nos conocemos de algún lado? Tu rostro se me hace familiar.

—No recuerdo haberte visto —entrecerró los ojos.

—Sé que te he visto en algún lugar... —me quedé pensando unos cuantos segundos— ¿Acaso no eres tú la famosa basquetbolista?

—Si te refieres a Gaby Des Fleurs, entonces sí soy yo.

—¿No tienes ninguna relación con...?

—Dudo que tenga alguna relación con alguien —interrumpió.

—Comprendo —asentí—. ¿Qué hace una persona como tú buscando trabajo de contadora?

—Hace unos meses sufrí una lesión en un evento en Miami, y desde allí no puedo practicar profesionalmente el basquetbol. Corro el riesgo de lesionarme peor.

—Entiendo, ¿pero por qué no abrir una escuela de basquetbol, o algo así? Digo, algo que esté relacionado con tu deporte.

—No solo soy una deportista con cara bonita —rio ligeramente—. Tengo una carrera y un título. Además, quiero alejarme del deporte por un tiempo. No es bonito ver a las aves y no poder volar.

Entendía a la perfección lo que trataba de decir. Quería distraerse de todo aquello que le podría afectar. Era algo muy valiente.

—Si ese es el caso e Ethan te recomendó, entonces estás dentro —finalicé.

Le estreché la mano a la mujer, cuyo tacto se sentía extraño, y después de formalizar el trato, nos quedamos platicando un rato.

Le fui explicando en qué consistía el trabajo, algo que me urgía que entendiera de inmediato. Las cosas, especialmente las finanzas no iban del todo bien, y quería prevenir una pérdida peor. Con tanto trabajo he perdido la pista de algunas cosas, especialmente de la fundación, por lo que esa era prioridad.

Me asombraba su capacidad de entender la situación a la perfección. No tuve que dar detalles de más, como también me di cuenta que parecía confiable, lo cual me aliviaba.

Así pasó un par de horas, si no mal se me pasó el tiempo, y después de aquello la guié a su oficina. No estaba lejos de la mía, en realidad a un par de puertas de distancia. La utilizaba como resguardo de documentos, pero tuve que acondicionarla para que pudiera tener un lugar de trabajo.

Después de unas largas horas de arduo trabajo, toco el tiempo de regresar a casa, por lo que tomé mi teléfono, las llaves de mi auto y demás pertenencias y me dirigí directo a mi auto.

Al llegar al mencionado, había una figura humana recargada en el auto. Era de una mujer, algo que se me hizo muy extraño.

Me acerqué a ella y al verla con más claridad, me di cuenta que era mi madre quien estaba allí. ¿Qué quería en esta ocasión? Era algo que me intrigaba y me inquietaba demasiado.

—¿Cómo me encontraste? —pregunté confundido.

—Digamos que hablé con Selene.

—A veces mi hermana puede hablar de más —dije entredientes.

—¿Quieres caminar un rato?

Ladeé la cabeza evaluando aquella propuesta y recordé lo que había dicho Xime con anterioridad. Di un bufido y comencé a caminar sin decir más.

—Tengo que regresar a casa, así que comienza —inicié.

—Y... ¿cómo estás? —dijo dubitativa.

—Bien, gracias. ¿En serio quieres hablar de eso?

—Quiero saber algo de ti.

—Exacto, ese es el punto —respiré profundamente—. ¿Por qué estuviste ausente tantos años?

—Siendo sincera, no lo sé. No encontraba mi lugar en tu vida, y no sabía cómo acercarme, porque estaba casi segura que me odiarías.

—Esa no es justificación, y creo que lo sabes. No me viste en tantos años, ni siquiera a tus nietos. No es fácil responder cuando preguntan por ti para saber dónde estás, especialmente cuando ni siquiera yo lo sé.

Intenté no desesperarme y decir algo fuera de lugar, pero tenía que admitir que aquello era difícil. Respiré profundamente y comencé de nuevo.

—Te necesité —continué—, te necesité mucho muchas veces, pero nunca estuviste, y simplemente me acostumbré a tu ausencia. Dejé de pensar que estarías allí para mí, eso me ayudó a dejar de pensarte tanto. Y, ¿sabes?, no es justo que llegues y trates de derrumbar todos los muros que construí.

Di un último respiro y preferí mantenerme callado en adelante. Ella no dijo nada, ni una sola palabra, solo miró al suelo tratando de procesar todo lo que le había dicho.

Al momento, instantes que pasaron como si fuera un cristal rompiéndose, sonó mi celular, el tono me avisó que era mi esposa, por lo que contesté de la forma más linda posible.

—Hola, mi amor —dije alegre.

Uno creería que si su esposa le hablara después del trabajo sería algo lindo, pero, para mí, se convirtió en toda una pesadilla.

Sebas, ven rápido a casa, estoy sangrando —dijo entre llantos.

En ese momento todo la sangre que tenía en el rostro se desvaneció. Sentí como toda mi vida caía en un solo instante, mi corazón se aceleró demasiado y me asusté como nunca.

—Respira, voy para allá. Dile a Kendall que esté contigo y pida una ambulancia mientras yo llegó. Estaré en poco tiempo.

Colgué de inmediato, puse mi teléfono en mi bolsillo y en lo primordial que pensaba era en estar con ella cuanto antes. Solo pude decir:

—Mi esposa me necesita.

No escuché si mi madre respondió, ya que, con todas mi fuerzas corrí, corrí como nunca lo había hecho. Quería llegar a mi auto y manejar a toda velocidad antes de que fuera demasiado tarde.

Y así lo hice, llegué dentro de mi coche y después de manejar como un loco y casi provocar algún accidente, llegué hasta mi edificio. Después de entrar a la recepción, subí lo más rápido que pude, hasta que, después de un largo sufrimiento, llegué hasta mi casa. Abrí la puerta y me encontré con la peor imagen que podía observar.

Mi esposa estaba tirada en el suelo llorando desconsoladamente, mientras sostenía su mano Kendall, quien le repetía una y otra vez que todo iba a estar bien

Debajo de Ximena había un charco de color rojo, claramente se trataba de sangre que salía de su entrepierna.

—¿Ya llamaste a la ambulancia? —pregunté preocupado cuando llegué a ellas.

—Sí, llegarán pronto —respondió Kendall.

—Quédate con los niños, yo me llevaré a Ximena —dije de una,

Sin dudarlo, tomé a Xime entre mis brazos, la cargué y la llevé a toda velocidad hacía el elevador, dejando todo atrás.

Entramos en este y presioné la planta baja, mientras me desesperaba que el ascensor no bajara a la velocidad de la luz.

Al salir a la recepción, pude notar que la ambulancia estaba llegando y los paramédicos estaban sacando una camilla, lo cual agradecí con toda mi alma.

La llevé a ellos y la acomodaron en la cama móvil, y sin tardar, la subieron a la ambulancia para llevarla al hospital.

Ximena, mi esposa lloraba y lloraba como si no hubiera un mañana. No solo se veía dolor emocional, sino también físico.

—Tranquila, mi amor, todo va a estar bien —dije mientras sostenía su mano.

—¿Qué fue lo que pasó? —preguntó el paramédico.

—Estaba bien y de repente comencé a sentir un dolor intenso en el vientre, y poco tiempo después comencé a sangrar —respondió entre gemidos de dolor.

—¿Está embarazada?

Ella no dijo nada y solo asintió. La mirada del paramédico se complementó con su compañero, y ambos se mostraron preocupados. Conocía esa mirada y no era nada buena.

Llegamos al hospital, en donde no tardaron en sacarla de la ambulancia por la camilla y llevarla a toda velocidad para que un doctor la revisara.

Yo me quedé solo detrás de unas puertas, ya que esa zona era un área restringida. Sentía como todo mi cuerpo pesaba, como todo mi mundo se venía abajo y todo se desmoronaba. Cada célula de mi cuerpo estaba en completa agonía, y estaba más que justificado.

Mi más grande miedo se repetía de nuevo, había olvidado lo cruel que se siente, y, a decir verdad, temía que se cumpliera. Deseé con toda mi alma que solo fuera una falsa alarma, que todo estaría bien y que nada le sucedería a mi esposa y mi hijo. Realmente lo deseaba con todo mi ser.

Las horas pasaron sin tener noticia de mi esposa, hasta que el destino se apiadó de mí y uno de los doctores, el que la recibió, me informó que podía pasar a verla, lo cual no duda ni un segundo en caminar hacía donde se encontraba.

Traspasé aquellas puertas que me habían negado estar junto ella y, después de pasar por unos cuantos pasillos, llegué hasta la puerta de la habitación que me habían señalado.

Al entrar me encontré con Ximena recostada en la cama con una bata de enfermos. Tenía suero conectado a su brazo, al igual que una bolsa de sangre con su tipo sanguíneo: "O" positivo.

Llegué hasta ella más rápido que la velocidad del sonido, me detuve a su lado y tomé su mano. Ella estaba despierta, pero viendo a la nada. Realmente le había traumado todo lo que había pasado. No era para menos.

Al sentir mi tacto giró su cabeza para verme, y noté como tenía sus ojos hinchados y rojos, había llorado por mucho tiempo.

—¿Cómo te sientes? —fue lo primero que se me ocurrió preguntar.

—Cansada y preocupada.

En ese momento la puerta de la habitación llegó y entró la Doctora White, quien se veía demasiado seria. Esperaba que solo fuera por su trabajo.

—¿Cómo está mi bebé? —preguntó instintivamente Ximena.

—¿Qué fue lo que pasó? —dijo de una.

—Juro que todo estaba bien, estaba haciendo unos apuntes en mis planos y de repente comencé a sentir un dolor muy intenso en mi vientre. Momentos después sentí húmeda mi vagina y noté que empezaba a salir sangre. ¿Cómo está mi bebé? —insistió Xime.

—Comprendo. Hice un ultrasonido y estuve buscando, pero... no encontré latidos del bebé.

—¿Está diciendo que mi bebé está muerto?

—Temo que sí —finalizó.

En ese momento hubo un silencio, un silencio totalmente sepulcral. No se escuchó ni un sonido durante unos segundos.

Yo estaba completamente en shock. No podía creer lo que la doctora acababa de decir, todos mis miedos, mis inseguridades y temores surgieron de una tumba que creí que estaría cerrada para siempre.

A los pocos segundos hubo un sonido, un sonido que totalmente la hundía. Yo quería morirme, quería y deseaba que todo esto fuera un sueño del cual despertar.

Ximena comenzó a llorar y gritar, su llanto era totalmente desgarrador. Un llanto que sentía que se le rompía el corazón y el alma. Yo me quedé en absoluto silencio, mientras tomaba su mano y aguantaba con todas mis fuerzas quebrarme.

Había perdido lo más importante en mi vida.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro