Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 25: Lo bueno y lo malo

¿Qué pensarían si de repente todo tu mundo se vuelve completamente oscuro? En mi caso, nunca tuve la oportunidad.

¿Quién lo había hecho? ¿Qué me habían puesto? ¿Quién lo había planeado? Esas eran preguntas que rondaban por mi mente,

Ahora despertaba ligeramente aturdido. Lo primero que vieron mis ojos al abrirse fue un techo completamente en blanco, con un par de luces del mismo color. Al bajar mi mirada encontré una persiana de color verde claro, al igual que una silla de madera vacía.

Noté que traía puesta una intravenosa, directamente conectada a un suero que se encontraba colgado.

También noté, cuando giré mi cabeza a mi izquierda, que Ximena, mi esposa, se encontraba sosteniendo mi mano, trayendo puesta una pequeña manta, mientras dormía.

Eso, sin duda, me rompió el corazón, no porque fuera triste, sino porque fue una de las cosas más hermosas que había visto en mi vida.

Me moví ligeramente cuando esbocé una sonrisa, para poder sentarme en la cama en donde estaba, lo que ocasionó que Ximena despertara y notara que había reaccionado.

—¿Cómo estás? ¿Cómo te sientes? —preguntó inmediatamente.

—Bien, me siento mejor —dije con una voz suave.

Instintivamente ella se acercó y me abrazó con gran efusividad. Sentí como su abrazo se hacía más fuerte, mientras escuchaba como empezaba a sollozar ligeramente.

Momentos después ella se alejó un poco para poder verme. Observé fijamente sus hermosos ojos esmeraldas, quienes estaban ligeramente rojos. Eso me partía el corazón también.

—Me preocupé, me preocupé demasiado, creí que te perdería —dijo impulsiva.

—Tranquila, estoy bien —le di una ligera sonrisa.

Proseguí a tomar su mejilla y, con la yema de mis dedos, le sequé las lágrimas que salían de ella. No me gustaba que llorara.

—Si te pasa algo me muero.

—Y solo tuve que tener un susto de muerte para que te dieras cuenta —dije bromeando.

—Eres un tonto por bromear con algo así —me dio un ligero codazo—. Sentí que mi vida se terminaba. Te amo tanto que, sin ti, yo...

No la dejé terminar, ya que, sin dudarlo, la besé. La besé con tanta alegría y efusividad. Escucharla decir eso fue... mágico. Esas palabras de su dulce voz se sentían como si me dieran una segunda oportunidad en mi vida.

Sentir esos labios otra vez, esos exquisitos labios que me enamoraron por primera vez, era creer que mi matrimonio se había curado, sanado, recuperado. Nunca me cansaría de besarla.

Nuestro beso me interrumpió cuando susurré un "te amo", lo que ocasionó que nuestras frentes se tocaran, mientras veía como sonreía alegre y aliviada.

—Por cierto, ¿en dónde están los niños? —pregunté cuando recordé que tenía más familia.

—Los está cuidado Kendall —respondió segura.

Eso era bueno, aunque me ponía un poco triste. Quería ver a mis ojos, a mis pequeños, y abrazarlos con todo mi corazón, para darles la maravillosa noticia que su madre y yo volvíamos a estar juntos, volvíamos a ser toda una familia feliz.

Instantes después el momento romántico se suspendió cuando notamos la presencia de un médico que entraba en la habitación.

Tenía su bata blanca abierta totalmente limpia, un bolígrafo que salía ligeramente de su bolsillo y una credencial que colgaba de una parte de su camisa que traía debajo, sin dejar de mencionar que su piel era ligeramente morena y tenía cabello oscuro.

—Que bien, ya despertó —dijo de una.

—¿Cómo está mi esposo? ¿Se encuentra bien? —preguntó rápidamente Ximena.

—Sí, está totalmente bien. Al parecer le inyectaron un sedante, lo que ocasionó que desmayara. El suero que se le suministra —señaló la bolsa transparente con líquido que conectaba a mí— detendrá totalmente los efectos en muy poco tiempo.

Bueno, eso resolvía el misterio de lo que me habían puesto y como había sido, pero aún así tenía una gran curiosidad por saber quién y por qué.

—Eso es muy bueno, gracias, doctor. Por cierto, creí que nos atendería la doctora White, ¿sabe en dónde se encuentra? —cambió de tema.

—Por lo que supe, la doctora White renunció. Nunca explicó sus razones y ahora nadie sabe en dónde se encuentra.

—Eso es muy raro —frunció el ceño—. Sebastián, corazón —dijo mirándome—, ¿no te dijo nada la última vez que se vieron?

—No, no me dijo nada —mentí.

No me gustaba decir mentiras, y mucho menos después de nuestra reconciliación, pero no tenía otra opción.

Lo que había escuchado me dejó helado. Ella había escapado por mi culpa. Se tomó bastante en serio que no la quería volver a ver, y ahora lo estaba cumpliendo. Solo esperaba que hubiera sido la mejor decisión.

Momentos después, y luego de tocar un par de veces, aparecía justo en la entrada Gaby Des Fleurs con un bolso marrón oscuro, mi tan confiable contadora y segunda asistente. Me alegraba que me visitara.

—¿Puedo pasar? —preguntó de una.

—Los dejaré para que puedan estar en el paciente —comentó el doctor—, regresaré en un momento para ver como va su evolución.

El doctor, sin prisa ni urgencia, salió de la habitación, para poder dar espacio para que Gaby tomara lugar en la silla que quedaba vacía.

—¿Cómo estás, Sebastián? —inició.

—Ya me siento mejor —respondí seguro—, todo se quedó en un simple susto.

—Que bueno, porque no fue fácil traerte al hospital.

—Espera, ¿qué? —fruncí el ceño.

—Cuando noté que te tardaste en darme los papeles supuse que algo había ocurrido y, como no contestabas tu teléfono, fui a buscarte a tu casa, allí te encontré tirado en el suelo como un muñeco de barro, así que te traje al hospital mientras le avisaba a Ximena.

—De verdad muchas gracias, Gaby, tal vez me salvaste la vida —finalicé.

Eso era verdad, quizá sonaba un poco exagerado, pero así lo sentía. Aunque solo fuera un sedante, nunca está de más ir al hospital cuando algo salía increíblemente mal-

—Cambiando de tema, Sebastián, hay algo que tengo que decirte —empezó.

Su expresión, un poco aliviada y tranquila, cambió por una totalmente diferente, una por seriedad y ligera preocupación.

—¿Y es...? —pregunté curioso.

—Me puse a investigar lo que sucedió y me encontré que el hackeo y las llamadas de amenaza corresponden a dos personas. ¿Saben quienes son?

Gaby, inmediatamente, sacó de su bolso dos fotografías y nos las enseñó. En ese momento sentí como todo explotó.

—Sí, son mis padres —dijo Ximena de una.

Aquello había sido como estalló en un mar de emociones y sentimientos encontrados. Como un torrencial de cosas que no podía decir en voz alta.

Miré a Ximena, quien estaba totalmente atónita, no podía creer lo que estaba pasando, no podía creer lo que sus ojos estaban viendo, Había sido como una bomba.

—Lo temía, Ximena. Por tus padres es que Sebastián estuvo a punto de perder su escuela, además que a mí me amenazaron de muerte.

—Pero... eso no puede ser, no creo que serían capaces de todo eso —respondió inconcebible.

—Tus padres siempre han estado interesados en mi dinero —comenté.

A decir verdad, no me sorprendía. Siempre les interesó lo que yo podía comprar y, desde que se enteraron de mi patrimonio, siempre se metieron en temas que involucran dinero.

—También estuve investigando en tu oficina —continuó Gaby—, y me encontré con un micrófono. Supongo que lo pusieron allí en algún momento cuando los iban a visitar. También así sabían en dónde estaban esos documentos.

—Nunca debí dejarlos solos cuando no estabas —dijo Ximena mirandome,

—También revisé las cámaras de seguridad, con ayuda de un hombre llamado... James, creo que es el jefe de seguridad de tu edificio, y me encontré con esto.

En seguida nos dio su móvil para mostrarnos un video, lo cual fue un intercambio de las fotos que teníamos en nuestro poder.

—Cuando James se va a cambiar de ropa y tú tomas el ascensor —empezó narrando el video—, un hombre con sombrero te sigue, después que entras a tu casa, él fuerza la cerradura y también ingresa. Minutos después sale a paso veloz, con tus documentos en sus manos.

En el vídeo noté, casi al final, como el hombre dio una rápida mirada a la cámara de seguridad que se encontraba en el pasillo rumbo a mi casa y pude identificar al padre de Ximena.

—¡Te juro que quiero matarlos! —dije molesto—, tu padre, Moran, me drogó y me robó.

—Eso también explica porqué estaban tan insistentes en que me divorciara de ti.

—Espera, ¿qué? —fruncí el ceño ladeando la cabeza.

—Cuando se enteraron que perdí al bebé, me decían una y otra que me divorciara de ti, que tú no entendías mi dolor y que lo mejor era que nos alejaramos. Me lo dijeron tantas veces que sentí que tenían razón.

Cada vez mi odio hacia ellos se hacía más grande. No solo les bastó con casi matarme y robarme, sino que también ocasionaron que mi matrimonio estuviera en una crisis, algo que no estaba dispuesto a perdonar.

—Tienes que tener mucho cuidado, Sebastián, se ven peligrosos, y no dudo que intentarán chantajearme con algo para que les des dinero —sentenció Gaby.

En un periquete, vi como Kendall, la teñida rojiza, entró a la habitación, pero, lo que encendió mis alarmas fue que mis niños no estaban con ella.

—Kendall, ¿en dónde están mis hijos? —pregunté de una preocupado.

—Los padres de Ximena vinieron por ellos, dijeron que los llevarían a pasear.

En ese momento me asusté con una inmensidad increíble. Sentía mucho temor. Mis hijos estaban ahora con personas muy peligrosas.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro