Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 21: Cambios abruptos

En ese momento el tiempo se detuvo para mí. No podía creer lo que mis ojos estaban viendo. Me quedé atónito, petrificado. Eva Brown, un nombre con bastante historia para mí. Especialmente sabiendo que no la había visto desde hace ya varios años, especialmente por ese "incidente".

Sentí como mi pulso subía a mil por hora, mis labios comenzaron a temblar y empezó a hacer calor en el ambiente.

Ella, como era su típico estilo, se mantuvo serena, totalmente consciente de lo que estaba pasando a su alrededor.

Sus ojos intensos, sus labios de color rojo brillante y un delineado tipico de una modelo. Su apariencia no solo era imponente, sino también sobresalía sobre el resto.

No sabía qué decirle en ese momento, por lo que me alejé un par de pasos hasta que estuve lo suficientemente lejos de su ser para digerir el impacto emocional.

—Eva... que... que sorpresa...

—Sebastián, no balbucees, parece que me tuvieras miedo —dijo serena.

—¿Qué haces aquí? —pregunté aterrorizado.

—Creo que te acaba de dar amnesia, porque, si no lo recuerdas, mi hermano está internado aquí. Vine a saber cómo está.

Lo que había dicho tenía sentido, por el impacto se me había olvidado de hacer trabajar a mi cerebro. Es su hermana, claramente iba a estar aquí.

—Es solo que... me sorprende verte después de tantos años.

—¿Por qué? ¿Tanto te molesta mi existencia?

—En realidad sí. No creas que se me ha olvidado todo lo que hiciste.

—Ya sabes que me he disculpado, no era mi intención que eso pasara. Fue un accidente.

—Si a un "accidente" le llamas a alguien que pagó para que secuestrara a alguien, entonces todo el mundo está loco.

—Yo le dije que aprovechara la oportunidad y se la llevara con él. Yo nunca dije que lo hiciera contra su voluntad, y mucho menos que disparara esa pistola.

Giré mis ojos, ya que me estaba hartando de esta situación. Hablar con ella podía ser repetitivo, y lo que menos quería era eso en mi vida.

—De verdad no puedo hablar contigo —dije molesto.

—Pues tendrás que hacerlo si quieres quedarte y saber cómo progresa Ethan, porque yo no me iré de aquí.

En ese momento me sentí como contra la espalda en la pared. Aunque podía llegar a ser desesperante, sabía cómo extorsionar a alguien.

—Tú decides, Sebastián —sentenció.

La fulminé con la mirada y solo me acerqué al asiento más cercano para sentirme allí. En ese momento me rendí. No podía pelear con ella, sería inutil, además de darle más importancia de la que se merecía.

Así pasaron un par de horas, o tal vez más. Ella estaba recargada en una pared, a veces salía por algo para tomar, mientras no dejaba de mirar su celular. En mi caso hacía algo bastante parecido, solo que yo no caía en la hipocresía de no pretender que no me importaba quién estaba cerca de mí.

Cuando llegó la doctora, noté su mirada algo calmada, lo cual me dio muchas esperanzas para no evitar caer en la locura o en la depresión. Nos acercamos a ella.

—¿Cómo está mi hermano? —preguntó Eva preocupada.

—Está estable. Sufrió una intoxicación alcohólica, así que lo mantendremos bajo observación para monitorear sus signos, esperando que no tenga ni una secuela.

Ambos asentimos sin decir nada y la doctora se alejó de nosotros. Me gustaba su tono de calma, porque da cierta sensación de tranquilidad.

Eva, quien hace unos momentos estaba atenta y expectante, mandó un mensaje rápido por su celular, y después me observó.

—¿Por qué Ethan bebió hasta casi desmayarse? —preguntó ligeramente molesta.

—¿Por qué supones que yo sé o tengo algo que ver? —repliqué.

—Eres su mejor amigo.

—Últimamente nos hemos distanciado. Él y Kendall terminaron.

—¿De verdad? Esa es una excelente noticia —dijo contenta.

—¿Es en serio que te alegras porque tu hermano haya terminado con su novia? De verdad que sigues siendo la misma de siempre. Solo piensas en ti misma.

Evidentemente no le iba a comentar nada de mi situación con Ximena. Ya habían pasado varios años, pero no quería arriesgarme a saber si aún seguía enamorada de mí.

No pasó mucho tiempo para que yo saliera del hospital. Ya sabía lo que quería, y la compañía de ella me incomodaba, por lo que opté por regresar con mi familia.

Tomé las llaves de mi auto y conduje hasta el edificio. En la entrada, después de aparcarlo, se encontraba James, el jefe de seguridad, conversando naturalmente con una mujer que, al parecer, tenía su edad.

Lo miré desde la lejanía, asentí con la cabeza y continué mi camino. Subí por el ascensor y, al llegar al piso correcto, tomé las llaves de mi bolsillo y abrí la puerta.

Aún no era noche, pero el sol ya se estaba ocultando. Encontré a Ximena sentada en el comedor, mientras que mis pequeños estaban jugando en la sala. Al percatarse de mi presencia, mis hijos, con la clara excepción de Primerose, corrieron hacia mí.

Los cargué en mis brazos, le di un tierno beso a cada uno y después continuaron jugando. Me centré en Ximena quien estaba revisando su celular, pero, cuando sus ojos recayeron en mí, hubo una mirada que no pude descifrar.

—Vino Dayely —dijo de una.

En ese momento me congelé. Fue como si me dejaran caer un balde de agua fría. No sabía porque había pasado eso.

—Dije que vino por un material didáctico que le ibas a dar —continuó.

—Le dije ayer que se lo daría cuando lo tuviera. Y aún no lo tengo —dije con cierta molestía.

—También dijo que quería asegurarse que yo fuera una "buena mujer para ti" —hizo el gesto de comillas.

Y continuando con el maratón de frases que me dejan petrificado, esa también había sido una de ellas. No supe qué decir en ese momento.

—Sabes que puedo leer entre líneas, Sebastián. ¿Tienes alguna relación con tu secretaria?

—No —respondí de inmediato—. Yo no tengo nada con Dayely, solo es una relación estrictamente laboral.

—¿La besaste?

—No, nunca la besé.

—¿Sientes algo por ella? —entrecerró los ojos.

—No...

Juro que no tardé más de dos segundos en responder, pero cuando escuchó mi respuesta, su cabeza se hizo ligeramente para atrás y sus ojos, sus hermosos ojos esmeraldas, se apagaron.

—Tardaste demasiado, respuesta equivocada —sentenció.

Se levantó de su asiento, dio una respiración bastante larga y empezó un lento caminar hasta la barra de la cocina.

—Supongo que me lo merezco, estuve mucho tiempo ausente y tú también necesitabas a alguien que te apoyara...

—No, Ximena, no quiero que pienses así. Yo nunca te traicionaría, y tampoco a mi familia.

Ximena dio un gran suspiro, uno que podía contarse con varios segundos, me miró fijamente y luego, sin dar un giro, desvió sus ojos a mi costado. Le costaba mirarme, no sabía si era por lo que pensaba o por lo que creía, pero debe de ser algo bastante importante.

Segundos después sonó el timbre, alguien había llegado a casa. Me extrañé, ya que las visitas no era algo que esperaba ahora, pero, al notar su mirada, noté que ella sabía algo.

—¡Rayos!, se me olvidó por completo —dijo con cierta frustración.

—¿Qué ocurre? —pregunté extrañado.

—Por lo que había pasado con Ethan y Dayely, no recordé decirte que mis padres vendrán a ver a los niños.

—De acuerdo... creo que ambos necesitamos que las cosas se enfríen. Sabes que mi relación con tus padres no es precisamente buena, y supongo que Kendall puede que esté preocupada.

Ella asintió sin decir nada, dio un último respiro, se arregló ligeramente el cabello y fue directamente con mis niños.

Yo, decidido a salir de aquí, fui a la puerta y, al tomar la manija, la abrí con seguridad. Del otro lado se encontraban sus padres, tan pulcros, serios, y con una mirada como si se sintieran excepcionales.

—Hola, Teresa —saludé sin emoción.

La mujer con edad bastante parecida a la de mi madre, me dio un frío saludo, y posteriormente su rostro cambió por felicidad al reencontrarse con sus nietos. Aunque no me llevaba bien con ella, tenía que admitir que en verdad sí quería a mis hijos.

El hombre, su esposo, solo le siguió y también llegó hasta los pequeños, a quienes saludé con un poco menos de emoción que Teresa.

—Ximena, estaré abajo, hablaré con Kendall sobre Ethan. Cualquier cosa que necesites, por favor, solo llama.

Mi esposa solo asintió atenta, por lo que decidió apartar su mirada de mí de forma inmediata. Yo hice lo mismo, así que solo salí de casa al cerrar la puerta detrás de mí.

Caminé, tomé el ascensor y bajé solo un piso para ver a mi vecina. Tal vez sea más rápido hacerlo por las escaleras, pero tampoco quería hacer esfuerzo físico. No solo el desgaste emocional me derrumbaba, sino que aquello también me dañaba físicamente.

Llegué hasta su pasillo y toqué la puerta cuando llegué hasta ella. A los pocos segundos Kendall abrió la puerta, pero, lo que más me extrañó fue el atuendo que portaba. En pocas palabras, solo estaba en lencería de color negro.

—Pasa —dijo de una.

Giró sobré sus talones y se alejó de mí. Entré con un poco de prisa y cerré la puerta. Veía que su hogar se encontraba ligeramente alterado, como si algo hubiera pasado, y no precisamente fue ver películas.

—Lamento el desorden, tuve que ocuparme de unas cosas.

Se alejó más de mí hasta que apenas pude ver como entró a su habitación denominada como la puerta roja, y después, a los pocos segundos, salió de ella con vestido para dormir de color violeta.

—¿Cómo estás? —pregunté ligeramente preocupado.

—Bien, bastante bien, gracias por preguntar. Hace mucho que no me sentía así —respondió con seguridad.

—Eso es comprensible. Tu relación con Mateo va iniciando y eso te mantiene emocionada.

—No, no estamos juntos, terminé con él.

—¿Qué? —pregunté extremadamente confundido— Pero si me dijo que estaba contigo.

—¿Hace cuanto fue eso?

—Comimos en la mañana con él y su hermana.

—Eso lo explica. Terminé con él hace un par de horas.

Su mirada, tono y complexión relajada solo hacía notar su indiferencia. No era algo malo, solo me sorprendía un poco.

—¿Por qué? —fruncí el ceño— Creí que todo iba bien entre ustedes.

—Yo también lo creía, pero no paraba de hablar de su molestía con su hermana Natasha, de la muerte de su otra hermana, y como planeaba irse a Boston y vengarse de la persona que la mató. Creo que se llama Andrew Lestrange.

—Entiendo, eso te fastidió —asentí ligeramente.

—Correcto, así que fue lo mejor. ¿Vienes de ver a Ethan?

Su cambio tan repentino de tema me confundió bastante. Kendall se comportaba ligeramente rara el día de hoy.

—¿Cómo sabías eso? —cuestioné curioso.

—Ximena me lo contó. Sabes que ella me dice casi todo.

—¿No vas a preguntar cómo está Ethan?

—No —dijo segura.

—¿No te interesa mínimamente si está bien o si está al menos vivo?

—En realidad no, lo que está en el pasado lo dejo en el pasado. No vale la pena mirar atrás.

—De acuerdo, mujer sin sentimientos —dije ligeramente divertido—. Por cierto, tengo que decirte algo. Me encontré con Eva.

—¿Eva? ¿Estamos hablando de la misma Eva? ¿Eva Brown?

—Sí, la hermana de Ethan. Estaba en el hospital.

—Después de tantos años...

—Se alegró cuando supo que tú y su hermano habían terminado.

—¿Por qué no me sorprende? Es típico de ella —negó con la cabeza ligeramente molesta.

—Lo mismo le dije.

—Además, aún no sé por qué me odia tanto.

—Yo creo que tengo una idea, pero prefiero no decirla —dije con gracia.

Kendall, la teñida pelirroja, se quedó fijamente pensando por unos segundos, después tomó un vaso con agua que estaba a su lado, en la mesa, y luego de tragar, soltó el vaso con una delicadeza extraña.

—Espero que Ethan se encuentre bien, porque... no sabría qué hacer si no.

La forma en cómo había entonado esas palabras, escuchar su voz como se quebraba ligeramente, fue algo que me sorprendió de alguna manera. Por primera vez, desde que tuve una conversación con ella después de su separación, pude notar su auténtica preocupación. Tal vez aún quedaba algo por allí, algo que aún no quedaba extinto.

Eso me hacía pensar en otra cosa. Si las cosas aún no se quedaban por terminar entre ellos, entonces habría una oportunidad para que Ethan pudiera estar fuera de riesgo, pero se aclaró abruptamente cuando obtuve nuevas noticias sobre él del hospital.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro